LA REINA DEL CHISME, Parte 3 - Las Bolas de Pablo

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9 ago 2022

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LA REINA DEL CHISME, Parte 3

 

LA REINA DEL CHISME, Parte 3 de 3.

Relato corto.

 

 

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M. 

 

Relacionado con el relato DISPUTA ENTRECAMIONEROS.

 

Chisme.

1. m. coloq. Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna.

 

Chismear. 

1. intr. coloq. Hablar con indiscreción o malicia de alguien o de sus asuntos.

2. tr. coloq. Contar algo con indiscreción o malicia

 

En el relato DISPUTA ENTRE CAMIONEROS, se plasmó el caso del dirigente sindical Ramiro Vidal, quien con 38 años, tiene problemas para satisfacer a su ardiente esposa Sofía de 28 años. Su supuesto amigo camionero Michael Rodríguez de 29 años, termina acostÔndose con Sofía, Ramiro es informado de la infidelidad por una mujer llamada Carlota y confronta a Michael, quien le vence tras una pelea. Los infieles se marchan de la ciudad tras ser descubiertos y Ramiro se rinde a sus ocultos gustos por los varones.

   

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En las dos partes previas, Reinalda y Esther, las otras dos concursantes por el tĆ­tulo de LA REINA DEL CHISME, narraron sus historias. Ahora era el turno de Carlota.

 

Carlota avanzó al frente y observó a sus competidoras, su mirada de confianza total en su victoria sacó expresiones de enojo en sus ā€œamigasā€.

 

Carlota narró los sucesos del relato DISPUTA ENTRE CAMIONEROS, donde la siempre entrometida mujer se percató de la naciente relación entre Sofía y Michael, presta a intervenir, aunque fuera sutil, se le acercó al esposo Ramiro y le advirtió sobre la infidelidad...

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…DespuĆ©s le indica a Ramiro que los infieles estĆ”n fornicando dentro de las instalaciones del sindicato. El hombre le agradece el dato pero le pide que se marche…Con renuencia Carlota se aleja, pero estĆ” satisfecha por el ā€œdeberā€ cumplido.

 

Mientras narraba su historia, mĆ”s de una mujer del pĆŗblico se mostró decepcionada, Carlota incluso vio el rostro de Reinalda…

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…Sabe lo que estĆ” pensando su competidora.

 

 ā€”ā€œJa!, La misma trama de mi chisme, exponer una infidelidad, estas perdida amiga Carlota…Con ese chisme no serĆ”s la vencedoraā€ā€”Son los pensamientos de Reinalda.

 

Pero una sonrisa adorna el rostro de la que narra, dejando intrigada a Reinalda.

A continuación Carlota continúa su exposición, contando lo que sucedió con Ramiro.

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—TenĆ­a serios indicios de que Ramiro era bisexual, y comencĆ© a seguirle, tambiĆ©n se rumoró en cierto momento de que ayudaba a principiantes del gremio camionero a obtener sus vehĆ­culos y membresĆ­as en el sindicato, a cambio de favores sexuales...

…claro que tenĆ­a encuentros con declarados gays, y le pillĆ© en uno de sus encuentros!

 

El público se mostró un poco mÔs interesado en la narración.

 

—Le sorprendĆ­ y fotografiĆ© recibiendo un oral por parte de un novato conductor.

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—Durante los siguientes dĆ­as se desfogó sexualmente con varios novatos, algunos le hacĆ­an orales y con otros era penetración por parte de Ramiro, y en un par de ocasiones era Ć©l, quien recibĆ­a el pene de otro, todo lo registrĆ© con fotos…Muchas las traje… —Carlota las sacó de su bolso y terminaron en las manos del publico

 

Esther la miraba sonriente y analizaba:

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ā€”ā€œEso ya estĆ” dicho, querida Carlota…Un gay que puede ser expuesto al pĆŗblico?, eso ya lo mencionĆ© yo con Vicente, el asistente del rector Hinojoza en mi chisme…  PARTE 2

 

Al igual que con Reinalda, Carlota tuvo la misma reacción para con Esther, sabía que estaba pensando y que su chisme compartía el tema de un homosexual que teme ser expuesto.

 

Esther no dejaba de jactarse, el tĆ­tulo de la reina del chisme ya casi era suyo.

 

ā€”ā€œā€¦Lo lamento Carlota querida, el exponer a un gay puede usarse como chantaje, pero no es un delito ser gay, y es mĆ”s, en este siglo es hasta discriminatorio juzgar a alguien por sus gustos sexuales…El exponer a ese sujeto Ramiro puede causarle problema entre sus amistades, pero no en su trabajo o con las autoridades, eso serĆ­a ilegal…Y nada mĆ”s pasarĆ”, porque todos dirĆ”n que se acostaron con Ć©l por gusto, no por dinero o ayudas laborales…a menos claro que los tengas grabados contando ese trĆ”fico de influenciasā€¦ā€.

 

Pero Carlota aun no terminaba, y tenƭa mƔs de una sorpresa:

 

—Deben saber que estuve en peligro de muerte por mi chisme.

 

Todas quedaron impactadas. Carlota afirmó y comenzó a narrar:

 

Estaba en mi labor de fotografiar las conductas libidinosas y pecaminosas de Ramiro, cuando él me descubrió!

 

Un nuevo amante se la estaba chupando una noche dentro de las instalaciones del sindicato, cuando cometĆ­ el error de tropezar y un objeto hizo ruido al caer.

 

Ramiro se sorprendió y el amante al verse descubierto emprendió una veloz fuga…

…Pero el calvo me increpó, pues me reconoció de inmediato, al verme una cĆ”mara en la mano supo que les estaba espiando y me quitó la cĆ”mara.

 

—DevuĆ©lvemela! —TratĆ© de recuperarla.

 

—Me estĆ”s espiando, chismosa de mierda, dime desde cuĆ”ndo?

 

Yo traté de retomar mi cÔmara y nos enfrascamos en un forcejeo, él se enojó por mi falta de respuesta y arrojó mi cÔmara lejos, para tomarme del cuello.

 

—ContĆ©stame bruja, desde cuando me espĆ­as!?—Estaba fuera de sĆ­, sabĆ­a que su secreto estaba expuesto y estaba decidido a mantenerlo.

 

Apretó mÔs fuerte mi cuello, me intentaba ahorcar.

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Todas las mujeres quedaron impresionadas, ante la situación de peligro real a la que Carlota se expuso.

 

Cuando sentí que el apretón me cerró por completo la vía de aire me asusté al mÔximo y reaccioné.

 

Le mandƩ un rodillazo a las huevas con todas mis fuerzas, les di fuerte!

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Ɖl de inmediato aflojó el agarre a mi cuello y me pude quitar sus manazas, le di un empujón y se fue para atrĆ”s.

 

—Cof, cof, SuĆ©ltame, CABEZA DE RODILLA! —Le gritĆ© tosiendo para lograr que me entrara aire.

 

—Bien hecho Carlota!—Reaccionó mĆ”s de una del auditorio.

 

Me fui contra él para empujarlo de nuevo y hacerle cae al piso, ese calvo malvado se quedó allí mirÔndome con rabia, y tomÔndose sus partes nobles, le dolían mucho.

 

—Maldita puta—Me dijo, pero yo estaba ya mĆ”s calmada, y la verdad me alegrĆ© bastante por fastidiĆ”rselas.

 

—Te me vuelves a acercar y le digo a HĆ©ctor—ExpresĆ©, tomĆ”ndome la garganta —Mi marido te va a romper esa calva!

 

Ɖl sabĆ­a quiĆ©n era mi esposo y mĆ”s le valĆ­a no volver a molestarme o se las verĆ­a con mi hombre.

 

TomƩ la cƔmara y me fui. Al dƭa siguiente dejƩ unas fotos de Ramiro en la entrada del sindicato, su secreto se supo.

 

 

Tras finalizar la narración le dieron un apoteósico aplauso a Carlota, varias mujeres se le acercaron para estrechar su mano y felicitarla.

 

Comenzaron las deliberaciones sobre el resultado final, era difĆ­cil escoger entre el chisme de Carlota y el de Esther.

 

Cada historia tenía sus fortalezas en argumentaciones. El de Esther era una verdadera acción ciudadana contra el delito, pero el de Carlota implicaba una real defensa propia ante una agresión masculina.

 

Pero Carlota no dejaba de sonreĆ­r...la mujer tenĆ­a un As bajo la manga para asegurarse la victoria.

 

—AĆŗn hay algo que no les conté…algo que me darĆ” el tĆ­tulo, pero ya!

 

Aquello llamó la atención de todas las presentes.

 

—Les contĆ© que Ramiro tenĆ­a actos sexuales con novatos, fuera con felación o penetrĆ”ndoles…Pero sólo con dos personas fue a Ć©l a quiĆ©n penetraron, y la identidad de esos dos varones, que no eran novatos sino adultos y bien entrados en aƱos, les va a impactar.

 

Todas querĆ­an saber las identidades de aquellos dos amantes de Ramiro.

 

—De esos dos no le contĆ© a nadie, sólo hasta ahora se enterarĆ”n.

 

—Ya dilo de una vez! —Estalló una mujer impaciente del pĆŗblico.

 

—Paciencia mis amigas, sepan que esos dos varones tienen esposas, y ellas estĆ”n aquĆ­ mismo.

 

La sorpresa fue mayĆŗscula al contar sus identidades.

 

—Pues aquĆ­ estĆ”n las pruebas de que los maridos de Esther y de Reinalda, se acostaron con Ramiro.

 

—WOW!!! —Fue la reacción general, ante semejante chisme!

 

Las fotos comenzaron a circular, dónde los esposo de Reinalda y Esther estaban junto a Ramiro en la entrada de moteles. Los hombres cercanos al ambiente camionero al parecer conocían o compartían los gustos del sindicalista.

 

Las candidatas ahora convertidas en el centro de atención vociferaron, negando todo, pero tras ver las fotos cada una decidió salir del lugar, llevĆ”ndose la ā€œEvidenciaā€. Carlota no vio extraƱo aquello, seguro se sentirĆ­an avergonzadas, y eso la alegraba.

 

Las mujeres partían a sus respectivos hogares con un objetivo en la mente: vengar la vergüenza sufrida!

 

Calmados los Ônimos y por insistencia de Carlota, se dio la votación. Era muy obvio el resultado: La decisión fue unÔnime, Carlota era la ganadora de la competencia, y el título de LA REINA DEL CHISME era suyo.

 

Carlota era toda felicidad, hasta un ramo de flores recibió, le hubiera gustado una corona, pero no se fue del sitio sin una promesa de recibir una con posterioridad.

 

 

Una hora despuƩs.

 

Carlota regresaba a su casa, ya eran mĆ”s de las 3 de la madrugada, el taxi la dejó a una cuadra de su casa, pues no habĆ­a acceso mĆ”s que peatonal…Apresuró el paso al transitar por la larga y solitaria callejuela cercana a su casa…

 

…De pronto una mujer se le acercó y le saludó, la reconoció de inmediato…Se trataba de Esther. Que hacĆ­a allĆ­? No se habĆ­a marchado a casa de seguro con sed de reclamo al marido?. VendrĆ” a pedirme toda la evidencia que tengo de su esposo?

 

Carlota enseguida vio una oportunidad de presumir su nuevo tƭtulo con la ex competidora, ademƔs, saber detalles sobre el destino del reclamo al marido serƭa un nuevo chisme para la Reina.

 

—Ahora verĆ”s maldita chismosa!—Esther le descargó una sonora bofetada.

 

Carlota se tomó la mejilla que le ardía ante tan fuerte impacto, su atacante la volvió a golpear, la mujer se trató de defender pero la sostuvieron por detrÔs!

 

Era Reinalda quien la inmovilizaba.

 

—Que hacen? DĆ©jeme! —Reclamó en vano la ā€œReinaā€.

 

Al parecer era un pacto entre amigas, dejaron atrÔs su enojo mutuo y se aliaron para desquitarse de Carlota, acababan de ser humilladas ante las demÔs mujeres, quedando como esposas de maridos infieles y lo peor, infieles con otro varón.

 

Carlota estaba sin escape posible, aquello era una emboscada! Esther y Reinalda comenzaron a golpear a Carlota a gusto y fuerza, bofetadas iban y venĆ­an, la mujer trató de escapar a la primera oportunidad, pero Reinalda le atravesó la pierna y su vĆ­ctima rodó por el piso raspĆ”ndose las manos al caer al suelo…JamĆ”s la dejarĆ­an ir tan fĆ”cil.

 

—Ay, te caĆ­ste—AƱadió con sarcasmo Esther—DĆ©jame ayudarte, mi reina…—Otra bofetada le volteó el rostro a Carlota quien de nuevo visitaba el suelo.

 

—DĆ©jenla en paz!—Se escuchó una voz de hombre desde atrĆ”s.

 

Todas voltearon y observaron a un varón desconocido. Carlota le reconoció, era el taxista que la acababa de traer, al parecer el hombre era buena gente y se quedó esperando que su pasajera llegase a su casa…Al escuchar gritos y quejidos salió en ayuda de la mujer, y ahora se topaba con tamaƱo escenario.

 

—Son mujeres! —Se dijo en voz baja, no esperaba esto, aquellas que atacaban a su pasajera, eran asaltantes? No era muy comĆŗn aquello.

 

—Dejen de golpearla o se las verĆ”n conmigo —Expresó empuƱando una mano…

 

…Le pareció conveniente una amenaza antes de empezar a repartir golpes, eran damas las que agredĆ­an y a Ć©l no le parecĆ­a bien el pelearse con ellas, lo harĆ­a si no cesaban en el cobarde ataque a la mujer en el suelo.

 

—Entrometido!— Se escuchó desde atrĆ”s del taxista.

 

—AAAAaaarrgg!!—Gritó al cielo nocturno el varón cuando por detrĆ”s le pateaban con fuerza en los testĆ­culos.

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Una tercera mujer había acompañado a las agresoras e intervino con la presencia de taxista, fue muy afortunado para ellas que el varón no se percatase de la otra persona, incluso ni Carlota la había visto.

 

La mujer se acercó por detrĆ”s, ubicó bien su blanco y atacó la entrepierna del taxista, nada mejor para neutralizarlo que devastarle las bolas con un puntapié…Ahora el sujeto estaba en el piso en posición fetal.

 

Carlota vio a su defensor vencido en el suelo tomando sus testĆ­culos, no se pararĆ­a en un buen rato, estaba ahora desamparada.

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Con el intruso neutralizado, Reinalda le hizo una señal a Esther y ésta comenzó a ver en su bolso buscando algo que ya traía preparado.

 

—La Reina del Chisme, no? —Reinalda la levantaba con facilidad, Carlota no podĆ­a resistir—Pues bien mi reina, ten tu corona, desgraciada!

 

Esther comenzó a aplicar un spray sobre el cabello de Carlota, Reinalda la mantenía bien sujeta.

 

—Que me estĆ”n haciendo, que es eso?—Carlota estaba demasiado asustada.

 

—Una corona digna para nuestra reina!—Se jactó Reinalda, cuando Esther colocaba sobre la cabeza de Carlota una colorida peluca de payaso, el spray era un pegante industrial que al acto fijó la nueva cabellera de la ā€œReinaā€.

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Las risas de inmediato aparecieron en las agresoras. Y para despedirse tras su fechorƭa aƱadieron:

 

—Nuestra asistente allí—SeƱalaron a la tercera mujer que habĆ­a pateado la masculinidad del taxista, y que tenĆ­a un telĆ©fono en las manos.—Grabó todo, asĆ­ que si nos denuncias o algo, el video de la Reina con su nuevo cabello saldrĆ” publicado, ten presente que te convertirĆ”s en el hazmerreĆ­r de la ciudad…Adiós!

 

Carlota se quedó arrodillada en medio de un llanto casi infantil, las carcajadas seguían oyéndose a distancia.

 

Finalmente la mujer auxilió al adolorido taxista, quien se disculpó por no haber podido ayudarla.

 

—No se preocupe —Expresó Carlota secando sus lĆ”grimas, fueron unas malditas a quienes conozco y me tiene un odio sin motivo alguno (Sin motivo?, claro! ahora cuĆ©ntame una de vaqueros!)

 

El hombre mantenía una mano sosteniendo sus testículos, pero ya podía caminar; Carlota vio la ubicación de aquella mano y se sintió algo culpable de que el taxista resultase tan lastimado, después de todo eran sus problemas los que terminaron afectando al buen samaritano.

 

—Le ofrezco una disculpa, por mis problemas le han lastimado en sus partes, venga a mi casa, llamarĆ© a un doctor, debe usted sentirse terrible, venga!

 

El taxista le agradeció pero decidió volver a su taxi. AsĆ­ mientras el dolido hombre regresaba a su auto, la maltratada y humillada Carlota llegaba a casa…Por fortuna su fiel esposo HĆ©ctor la consolarĆ­a.

 

 

 

FIN.

 

 

***



 

 

AquĆ­ termina la historia de La Reina del Chisme, pero decidĆ­ plasmar las consecuencias para los respectivos maridos de Reinalda y Esther en otro relato…AdemĆ”s estĆ” pendiente tratar un suceso pasado ocurrido entre Carlota y su esposo HĆ©ctor. Todas estas tramas se acomodarĆ”n en un nuevo relato llamado: LAS CHISMOSAS Y SUS MARIDOS.


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