El cumpleaños de Marcos Chacón: El masaje - Las Bolas de Pablo

Lo más nuevo

20 ago 2022

El cumpleaños de Marcos Chacón: El masaje


 

—¡Feliz cumpleaños, hermano!— sonrió Bastián cuando se encontró con Marcos Chacón. Estaba en el pasillo que conducía a la habitación del señor en el resort que recientemente había comprado. En una mano sostenía un paquete envuelto en papel de regalo.

 


Marcos estaba en el umbral de la puerta, bostezando, vestía únicamente un calzoncillo que regalaba a la vista una potente erección matinal.

 

—Buenos días, hermanito —murmuró somnoliento. Era 21 de agosto y su cumpleaños número 61—. Gracias, papi por tu felicitación, pero no tenías que venir a despertarme a las 5 de la mañana.

 

—Quiero ser el primero en darte un regalo. ¿Quieres recibirlo? —Bastian  movió la caja frente a los ojos de Marcos.

 

—Claro, hermano, entrégamelo —se rió Marcos, estirando los brazos.

 

En lugar de darle el regalo, Bastián le entregó a su hermano una fuerte palmada de revés en las bolas. Su fuerte mano dio en ambos objetivos carnosos de lleno. Debido a la erección del cumpleañero, su inmenso escroto colgaba libremente, y la sorpresiva palmada hizo que sus huevos golpearan contra su cuerpo con un sonido sordo.

 

Marcos gimió y se dobló mientras Bastián se reía a carcajadas.

 

—Como dije, ¡feliz cumpleaños! Antes de que recibas tu regalo, hay algo que tienes que hacer.

 

Marcos miró hacia arriba, haciendo una mueca de dolor.

 

—¿Recuerdas nuestra tradición de juventud? ¡Es tu cumpleaños 61 , lo que significa que tienes que recibir 61 golpes en esa fábrica de leche.

 

Marcos lo miró fijamente. —¿Qué te fumaste? ¡Vete a la verga!

 

Bastián se echó a reír, se arrodilló, colocando la caja de regalo en el suelo. —¡Abre las piernas, hermano!

 

Marcos dejó escapar un gemido y se enderezó.

 

Con un movimiento rápido, Bastián bajó los calzoncillos de Marcos, exponiendo su erección carnosa y sus bolas gordas y pesadas.

 

Marcos gruñó mirando su polla palpitante y sus huevos colgantes.

 

Bastián cerró el puño y le guiñó un ojo. —Estas a pocos pasos de recibir tu regalo.

 

Antes de que Marcos pudiera responder, Bastián lanzó un uppercut que hizo crujir los grandes huevos de Marcos, aplastando sus dos delicadas pelotas y haciéndolo gruñir, con la cara contorsionada por el dolor.

 

Las bolas de Marcos eran las más grandes entre los hombres de su generación, un par de pomelos jugosos fuertes y robustos. El puñetazo de Bastián había dado justo en el blanco, aplastando las dos esferas masculinas con fuerza.

 

Marcos sintió que el dolor recorría su cuerpo.

 

Bastián siguió con otro potente gancho que dejó sin aire a los pulmones de Marcos.

 

El señor dejó escapar un gemido cuando Bastián conectó el tercer golpe en sus grandes bolas.

 


—Tres menos, faltan cincuentiocho —sonrió Bastián y comenzó a lanzar golpe tras golpe los testículos de Marcos a toda velocidad, usando ambos puños para conectar contra esas aquellas gónadas que se balanceaban, haciéndolas rebotar, brincar y golpear contra su cuerpo mientras Marcos gritaba de dolor, soportando con toda la dignidad que pudo reunir. Con los ojos cerrados, los labios apretados con fuerza, gruñó y gimió mientras Bastián golpeaba sus testículos como un boxeador profesional. Su pene duro como roca golpeaba contra sus abdominales musculosos.

 

Una pequeña gota de líquido preseminal comenzó a rezumar de la hermosa cabeza de hongo del palpitante pene de Marcos.

 

—Eso es todo —dijo Bastián alegremente, asegurándose de que el golpe final fuera un gancho muy fuerte y muy bien colocado a las albóndigas de su hermano—. Hemos terminado, hermano. Sigues siendo una fuente de orgullo y un modelo a seguir para mí.

 

—¡Aaaay! —susurró Marcos sin mucho entusiasmo mientras se doblaba, agarrándose las bolas. Se sentía tan excitado que el líquido preseminal goteaba de su polla temblorosa a pesar de que sus bolas habían sido pulverizadas.

 

—Ahora viene la parte divertida —aseguró Bastián entregándole el paquete a Marcos.

 


Marcos se rió entre dientes y se sentó en el suelo, su erección apuntaba al techo. Desenvolvió el regalo y lo miró decepcionado cuando no encontró más que una llave con el número 118 perteneciente a una habitación del resort.

 

—¿Qué demonios es esto?

 


—Es una invitación a la habitación 118, allí te espera una despampanante australiana que te quiere brindar un delicioso masaje de esos con final feliz. Ya sé que en los últimos días estuviste estresado con la adquisición de este resort.

 

—¿No es otra de tus bromas, Bastián?

 

—Consulta las recepciones que se han hecho. Naturalmente está mi propia habitación, pero te vas a conseguir con otra recepción a mi nombre, pero en la habitación 118 —Marcos se le quedó mirando fijamente—. Tienes todos los medios para investigar. Mi único requerimiento es que cuando vayas a por tu masaje. Yo te acompañe.

 


Marcos Chacón se acarició los testículos y afirmó con la cabeza no muy convencido. Media hora más tarde consultó una aplicación de su celular que le mostraba los movimientos del resort y comprobó la repetición de nombres en las habitaciones. A las 8 de la mañana después del desayuno y de varias saludos familiares, el apuesto cumpleañero se reunió con su hermano y caminaron hasta la habitación.

 

—¡Voilá! ¡Aquí tienes! —sonrió Bastián.

 

Dentro de la lujosa y cómoda habitación del resort estaba una hermosa joven vestida completamente de blanco.

 

—Hola, señor Chacón, me es un placer desearle un feliz cumpleaños —dijo alegremente, estrechando la mano de Marcos. Mi nombre es Cloe y le estaré proporcionando un masaje que no va a olvidar jamás. Encantada de conocerle.

 

—Encantado de conocerte también —murmuró Marcos sintiendo que la gorda polla se le crispaba.

 

—¿Podemos comenzar señor Marcos?

 

—Por supuesto.

 

—Sígame, por favor.

 

—Adiós, hermanote —se despidió Bastián con una sonrisa malvada—. ¡Que te diviertas!

 


Marcos siguió a Cloe al interior de la pieza. Dentro de sus pantalones, su polla quería diversión. Sus bolas estaban llenas hasta el borde de semen.

 

Cloe lo condujo una habitación que era para sentarse y descansar, al centro había una camilla de masajes.

 

—Quítese la ropa, señor —solicitó Cloe con una sonrisa cortés—. Le sacaré el semen en un santiamén.

 


Marcos hizo una mueca mientras se desabrochaba la camisa. Cuando llegó el momento de bajarse los pantalones, vaciló y miró a Cloe.

 

—¿Quiere que lo ayude, señor Chacón? —no esperó respuesta y sujetó la bragueta de Marcos y se la desabrochó.

 

Marcos Chacón deslizó sus calzoncillos por su exuberantes piernas e ignoró la mirada de sorpresa que la mujer le entregó al ver sus inmensas bolas repletas de leche balancearse entre sus piernas. Un momento después, estaba acostado en la camilla de masajes.

 


Cloe se puso un par de guantes desechables y masajeó la polla de Marcos. Su monstruo carnoso se endureció de inmediato.

 

—Tiene un hermoso pene, señor —determinó Cloe con una sonrisa, tomando una generosa cantidad de lubricante de un dispensador antes de pasar sus manos por la gorda cabeza de hongo de la polla.

 

—Gracias —murmuró Marcos.

 


Cloe acariciaba la polla de Marcos con ambas manos en movimientos largos y suaves. En pocos segundos la polla comenzó a resbalar líquido preseminal.

 

Cloe se rió y tomó entre sus dedos un inmenso testículo de toro, era el derecho. —Sus huevos parecen que están a punto de explotar, señor.

 

Marcos dejó escapar un suave gemido.

 

Para la experta mujer era el anuncio de que se aproximaba el primer vómito de semen. Agarró un vaso de precipitados y apuntó la polla de Marcos justo a tiempo para atrapar el primer lote de cremosa leche.

 

Marcos gimió de placer cuando su semen salió de su polla, llenando rápidamente el vaso. Su cuerpo musculoso estaba empapado de sudor y se retorcía en medio del orgasmo mientras Cloe ordeñaba hasta la última gota de semen de su polla, exprimiendo la gorda cabeza antes de poner el vaso lleno de semen en un pequeño mesón a su lado.

 

Continuó acariciando la polla de Marcos con una mano. Inmediatamente Cloe apretó las bolas de Marcos con toda la fuerza que pudo reunir, haciendo que el varón gritara de dolor.

 

Cloe aplastó y aplastó estoicamente las bolas de Marcos Chacón, completamente imperturbable por los gritos del señor.

 

La voz de Marcos se elevó una octava cuando Cloe retorció sus pelotas de forma brutal mientras su polla dura disparaba chorro tras chorro de semen pegajoso en el vaso de precipitados.

 

Cloe sonrió y cerró su puño alrededor del falo de Marcos, exprimiendo hasta la última gota de semen. —No dejaremos que se desperdicie ninguna gota, ¿verdad? —dijo alegremente mientras Marcos gruñía y gemía de dolor.

 

Cloe sonrió y apretó los puños. Con eso, apuntó un uppercut que hizo crujir los grandes huevos colgantes de Marcos.

 

El hombre gritó desde lo más profundo de su cuerpo mientras  Cloe maltrataba sus bolas, golpeándolas con ambos puños en un ritmo constante.

 

Golpe tras golpe. Los grandes testículos del apuesto señor estaban rebotando.

 

Los ojos de Marcos se pusieron en blanco y su boca se abrió en un grito silencioso cuando la tercera explosión de semen fue extraída violentamente de sus testículos hinchados.

 

No era tan cremosa como las otras dos, pero bastante de voluminosa, llenando el tercer vaso con chorros ricos y potentes.

 

—¡Muy bien señor Chacón! —sonrió Cloe—. Esa es una muestra maravillosa. Tiene mucho talento, señor —golpeó las bolas de Marcos con la palma de su mano mientras el flujo de semen disminuía, haciendo que un par de gotas rezumaran de su polla.

 

Cloe colocó el tercer vaso lleno hasta el borde con el semen de Marcos en la mesa. Luego miró a su alrededor y murmuró algo en su idioma.

 

—¿Qué quiso decir? —gimió Marcos.

 

Ella no respondió a la pregunta y siguió estimulando a la polla del hombre. Marcos cerró los ojos, jadeando y gimiendo. Su cuerpo desnudo seguía bañado de sudor.

 

Cloe comenzó a aplastar los testículos de Marcos usando ambas manos.

 

Marcos se quedó sin aliento. Sus ojos se pusieron grandes como platos, y su boca se abrió sin salir un solo sonido de ella.

 

—Relájese, terminaremos en unos minutos —dijo Cloe mientras aplastaba las bolas de Marcos con toda la fuerza que pudo reunir.

 

Un sonido muy alto y débil escapó de los labios de Marcos cuando sus ojos se pusieron en blanco. Sus testículos estaban planos. Sintiendo un fuerte dolor en sus entrañas dejó escapar un pequeño gemido.

 

Su polla seguía dura como roca y se retorcía, su cabeza gorda latía.

 

—Lo está haciendo muy bien, señor —felicitó Cloe. Contuvo la respiración mientras aplastaba las gónadas de Marcos, sus nudillos se pusieron blancos.

 

El orgasmo de Marcos se expulsó en un grito primitivo que habría enviado un escalofrío por la espalda de Cloe si no se hubiera acostumbrado a esos sonidos hace mucho tiempo. Con su mano libre, agarró un vaso de precipitados y atrapó la carga acuosa que salpicó de la polla de Marcos.

 


Finalmente Cloe puso el vaso de precipitados en la mesita y soltó las pelotas de Marcos. No pudo evitar reírse cuando vio que las bolas de Marcos volvían a estar en forma. Estaban magulladas e hinchadas, y habían crecido hasta casi el doble de su tamaño original.

 

Cloe se frotó las manos. —Hemos terminado, señor. No fue tan malo, ¿verdad?

 

Marcos sudaba hasta los cabellos y su rostro estaba blanco como una tiza. A pesar del dolor en sus testículos, logró sonreír.

 


Cloe le devolvió la sonrisa y le dijo.

 

—Es usted un hombre muy potente. Le deseo feliz cumpleaños.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages