CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Desde el conocimiento entre Alfredo, Otto y su relaciĆ³n con Pablo el trato entre el arquitecto y el asistente no eran las mĆ”s cordiales en la empresa, principalmente porque Otto denigraba al joven con la palabra "secretarĆa" ademĆ”s de otros tratos pedantes que el muchacho debĆa soportar porque conocĆa el peso del maduro en la empresa.
Ese miĆ©rcoles por la maƱana, el forzudo rubio tecleaba en el ordenador la agenda de reuniones del seƱor Marcos ChacĆ³n. EscuchĆ³ unos pasos por el corredor hasta que la imagen de un hombre grueso de gran nariz le hablo:
—Necesito los estados de cuentas sellados y firmados de la construcciĆ³n en la avenida Vaticano —apoyo el brazo en un cĆŗmulo de carpetas—. Las necesito para dentro de cinco minutos. AsĆ que deja de pintarte las uƱas y muĆ©vete, secretarĆa.
Alfredo lo mirĆ³ con aborrecimiento deseando clavar el puƱo en aquella nariz de tucĆ”n que tenĆa.
—seƱor, le recuerdo que aquĆ no soy secretaria, acĆ” se lee... —cogiĆ³ una placa con su nombre—. Alfredo O. Bagnary C, asistente. ¿LeyĆ³? Asistente. Y principalmente mi deber aquĆ es con el seƱor Marcos, o con presidencia. Usted no es presidente de esta empresa. Lo ha intentado, pero los votos nunca lo han favorecido ¿cierto? —le sonriĆ³ burlonamente.
—mĆ”s de una vez te he visto contenta por ahĆ sirviendo cafĆ© y entregando documento a los departamentos de aquĆ.
—seƱor, tambiĆ©n le recuerdo que mi nombre es Alfredo, no Alfreda. Soy hombre, no confunda las cosas, y si me ha visto en los departamentos es para entregar los papeleos despachados desde allĆ —seƱalĆ³ a la oficina de su suegro. Y volviĆ³ a herir la susceptibilidad de Otto— de presidencia, el seƱor que ha ejercido por mucho tiempo aquĆ la presidencia. Creo que para final de aƱo entrega su puesto. Supongo que usted se postularĆ” por cuarta vez... pensĆ© que a la tercera iba la vencida.
Otto lo miraba serio e intencionalmente con el brazo lanzĆ³ al piso el montĆ³n de carpetas sobre la mesa.
—oh, mira, que torpe soy. Y lo peor es que soy uno de los pesados de esta empresa, no puedo perder el tiempo recogiendo esto. Debes hacerlo tĆŗ en labor de lamebotas. Y espero los estados de cuentas. No demores media maƱana en llevarlos a mi despacho, secretaria.
Alfredo lo vio irse y quedĆ³ con ganas de patear el redondo trasero que marcaba y quitarle la narizota con un puƱetazo. Se parĆ³ maldiciendo de la silla y se acercĆ³ al piso recogiendo las carpetas, ordenando hoja por hoja en su lugar. Al acabar tan tediosa labor agarrĆ³ el telĆ©fono.
—Marcos, el seƱor Otto me estĆ” pidiendo los estados de cuenta de la construcciĆ³n en la avenida Vaticano. ¿Usted ya los evaluĆ³?......... ¡perfecto!...... ¿entonces los tiene Ć©l?...... los irĆ© a buscar.
El asistente abandonĆ³ su puesto y caminĆ³ por el pasillo, entrĆ³ al ascensor y marcĆ³ piso 7. IniciĆ³ el descenso. SaludĆ³ a la secretaria al llegar al piso, tocĆ³ la puerta y a la seƱal entrĆ³, aplastĆ”ndose pesadamente en el sillĆ³n.
Pablo estaba ocupado evaluando los materiales de un proyecto entregados por el topĆ³grafo.
—juro que si tu amiguito me sigue colocando apodos le patearĆ© el culo. ¿como demonios te metes con ese imbĆ©cil? ¡es malo! Te prohĆbo que vuelvas a tener sesiones con Ć©l.
—calmate —le pidiĆ³ Pablo sintiĆ©ndose ofendido.
—¿que me calme? Tiene semanas tratĆ”ndome como secretaria. Mi paciencia se agota, y si lo golpeo, sĆ© que terminarĆ” en el hospital y yo despedido.
—ya hablarĆ© con Ć©l.
—no, ¡tĆŗ mĆ”s nunca lo veras!
—Ć©l sabe que eres mĆ pareja, a quien quiero. Ćl es nada y por eso se siente resentido con vos.
—y yo celoso al saber que estarĆ”s con Ć©l, no lo pienso tolerar, no soy de aguantar esto.
—te ves tan lindo celoso.
Alfredo no respondiĆ³ al cumplido.
—entregame los estados de cuenta del proyecto Avenida Vaticano.
Pablo revolviĆ³ entre sus cosas hasta dar con una carpeta gris.
—acĆ” estĆ” —se la tendiĆ³. Cuando Alfredo la iba a agarrar, la apartĆ³—. Pero no te la darĆ© hasta que me des un beso.
Alfredo lo mirĆ³ como si fuera un chantajista.
—un beso y lo mucho que me celas.
Alfredo sonriĆ³, se acercĆ³ a Ć©l y le dio un tierno beso. Para luego decir.
—Alfredo sĆ, Otto no.
—descuida, si tĆŗ me quitas el permiso que me diste. No lo revocarĆ©.
Alfredo se despidiĆ³ aceptando la propuesta de Pablo de ir a almorzar con Ć©l.
Alfredo se dirigiĆ³ al despacho de Otto.
—acĆ” estĆ” el informe, seƱor.
—vaya que secretaria tan eficiente, toda una experta lame bolas, lame botas quise decir —argumentĆ³ al acercarse a Alfredo.
—seƱor Salinas, si seguimos jugando a los apodos creo que terminarĆ© por optar al juego. ¿como quiere que lo llame? ¿pinocho? —mirĆ³ a su nariz— creo que es muy tonto.
—como usted.
—Orto combinarĆa perfecto con su nombre.
—vuelve a tu puesto, maldita secretarĆa.
—¡ya se me ocurriĆ³ uno bueno! ¡Otto el orto deshuevado! ¿recuerdas ese video que recorriĆ³ por los ordenadores de la empresa? TĆŗ y otro hombre en una cama. Aquel te rompĆa las bolas, que escĆ”ndalo tuviste esa vez, casi te despiden.
Otto entrĆ³ en cĆ³lera.
—¡deshuevado vas a quedar tĆŗ! —dijo sin medir consecuencias.
AgarrĆ³ con las manos la entrepierna expuesta de Alfredo. Ćl arrugĆ³ su exĆ³tico rostro de dios griego y sintiĆ³ como le exprimĆan los testĆculos. Se derrumbĆ³ en el piso agarrĆ”ndose las bolas.
—¿como puedes hablar de deshuevado si tu pareja lo es? ESTĆPIDO. ¡A Otto se le respeta!
Al maduro aquel forzudo rubio le gustĆ³ desde el primer momento en que lo vio sentado frente al escritorio. IntentĆ³ seducirlo, pero Ć©l siempre se mantuvo serio sin hacerle saber si era gay o no. Le gustaba su cara, el cuerpo, las piernas, el bulto el gran culo. Y era pareja de Pablo a quien habĆa aprendido a querer.
Otto levantĆ³ el pie y lo estrellĆ³ en la costilla de Alfredo ensuciĆ”ndole el saco.
Alfredo serpenteĆ³ en el piso dejando una mano en la entrepierna y otra donde lo pisotearon.
Otto se situĆ³ entre las piernas cerradas de Alfredo y le pisĆ³ el Ć”rea genital, apoyando el peso de su cuerpo, aplastando su mano, el pene y parte de los regordetes huevos. Para finalizar removiĆ³ de lado a lado la punta del pie y le pegĆ³ con el talĆ³n en el abdomen al grandullĆ³n.
—pensĆ© que eras mĆ”s fuerte, saco de papas. No eres rival digno de mĆ, secretaria. Todos sabemos que estas con Pablo por su posiciĆ³n en la constructora y Ć©l estĆ” ilusionado contigo por el cuerpo lleno de esteroides que tienes. Yo me quedarĆ© con Ć©l. Soy un hombre con estudios, tĆŗ una sucia secretarĆa, puta, que lo compartes con otro hombre porque eres poca cosa.
Otto agarrĆ³ a Alfredo del cuello de la camisa, intentĆ³ alzarlo, pero el muy tonto era pesado como un mastodonte. CogiĆ³ impulso y pudo subirlo. AhĆ fue cuando Alfredo lo atacĆ³ con un puƱetazo en la mandĆbula. ¡Hubiera deseado pegar en su nariz!
¡carajo!
A Otto se le voltearon los ojos y perdiĆ³ las luces, la secretaria tenĆa una fuerza brutal. Sobrehumana, Otto empezaba a chillar, le dolĆa la mandĆbula porque se la habĆan dislocado.
Alfredo dejĆ³ de sobarse las bolas. Se enderezĆ³ y se llenĆ³ de terror con los chillidos de Otto ¡lo despedirĆan! IntentĆ³ socorrerlo, pero el maduro retrocediĆ³ asustado.
—dĆ©jeme ayudarlo —pedĆa caminando hasta Ć©l, nervioso.
Otto retrocediĆ³ temeroso con una mano en la mandĆbula, vislumbrĆ³ en su mesa una gruesa regla de madera, que usĆ³ para golpear con la punta los genitales del afamado HĆ©rcules.
La punta de la regla pegĆ³ en la cabeza del pene de Alfredo, Ć©l lanzĆ³ una exclamaciĆ³n sintiendo como un machetazo en su verga. Una de sus venas se brotĆ³.
Resistiendo, Alfredo se acercĆ³ a Otto y Ć©l con lĆ”grimas en los ojos reaccionĆ³ estampando una fuerte patada en la entrepierna del rubio que no la vio venir.
Alfredo gritĆ³ una vez mĆ”s, sintiendo en un momento sus testĆculos ser empujados de manera violenta al escroto, despegĆ³ los pies del suelo y en el aire aglutinĆ³ una cara contraĆda de dolor y shock, con las manos en los huevos, cayĆ³ de rodilla y despuĆ©s se colocĆ³ de costado en el piso. Otto saliĆ³ llorando de la oficina con una mano en el rostro.
...
Quince minutos despuĆ©s Alfredo entrĆ³ en la oficina de Pablo, con la camisa pisoteada y sucia y, con caminar lento teniendo una mano en los testĆculos.
—¿que te pasĆ³? —le preguntĆ³ Pablo saliendo de su escritorio.
—ya no iremos a almorzar, tuve un enfrentamiento con Otto.
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