Batalla campal - Las Bolas de Pablo

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27 abr 2015

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Batalla campal

CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Desde el conocimiento entre Alfredo,  Otto y su relación con Pablo el trato entre el arquitecto y el asistente no eran las mĆ”s cordiales en la empresa, principalmente porque Otto denigraba al joven con la palabra "secretarĆ­a" ademĆ”s de otros tratos pedantes que el muchacho debĆ­a soportar porque conocĆ­a el peso del maduro en la empresa.

   Ese miĆ©rcoles por la maƱana, el forzudo rubio tecleaba en el ordenador la agenda de reuniones del seƱor Marcos Chacón. Escuchó unos pasos por el corredor hasta que la imagen de un hombre grueso de gran nariz le hablo:

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   ā€”Necesito los estados de cuentas sellados y firmados de la construcción en la avenida Vaticano —apoyo el brazo en un cĆŗmulo de carpetas—. Las necesito para dentro de cinco minutos. AsĆ­ que deja de pintarte las uƱas y muĆ©vete, secretarĆ­a.

   Alfredo lo miró con aborrecimiento deseando clavar el puƱo en aquella nariz de tucĆ”n que tenĆ­a.

   ā€”seƱor, le recuerdo que aquĆ­ no soy secretaria, acĆ” se lee... —cogió una placa con su nombre—. Alfredo O. Bagnary C, asistente. ĀæLeyó? Asistente. Y principalmente mi deber aquĆ­ es con el seƱor Marcos, o con presidencia. Usted no es presidente de esta empresa. Lo ha intentado, pero los votos nunca lo han favorecido Āæcierto? —le sonrió burlonamente.

   Otto lo miro con rencor.

   ā€”mĆ”s de una vez te he visto contenta por ahĆ­ sirviendo cafĆ© y entregando documento a los departamentos de aquĆ­.

   ā€”seƱor, tambiĆ©n le recuerdo que mi nombre es Alfredo, no Alfreda. Soy hombre, no confunda las cosas, y si me ha visto en los departamentos es para entregar los papeleos despachados desde allĆ­ —seƱaló a la oficina de su suegro. Y volvió a herir la susceptibilidad de Otto— de presidencia, el seƱor que ha ejercido por mucho tiempo aquĆ­ la presidencia. Creo que para final de aƱo entrega su puesto. Supongo que usted se postularĆ” por cuarta vez... pensĆ© que a la tercera iba la vencida.
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   Otto lo miraba serio e intencionalmente con el brazo lanzó al piso el montón de carpetas sobre la mesa.

   ā€”oh, mira, que torpe soy. Y lo peor es que soy uno de los pesados de esta empresa, no puedo perder el tiempo recogiendo esto. Debes hacerlo tĆŗ en labor de lamebotas. Y espero los estados de cuentas. No demores media maƱana en llevarlos a mi despacho, secretaria.

   Alfredo lo vio irse y quedó con ganas de patear el redondo trasero que marcaba y quitarle la narizota con un puƱetazo. Se paró maldiciendo de la silla y se acercó al piso recogiendo las carpetas, ordenando hoja por hoja en su lugar. Al acabar tan tediosa labor agarró el telĆ©fono.

   ā€”Marcos, el seƱor Otto me estĆ” pidiendo los estados de cuenta de la construcción en la avenida Vaticano. ĀæUsted ya los evaluó?......... Ā”perfecto!...... Āæentonces los tiene Ć©l?...... los irĆ© a buscar.

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   El asistente abandonó su puesto y caminó por el pasillo, entró al ascensor y marcó piso 7. Inició el descenso. Saludó a la secretaria al llegar al piso, tocó la puerta y a la seƱal entró, aplastĆ”ndose pesadamente en el sillón.

   Pablo estaba ocupado evaluando los materiales de un proyecto entregados por el topógrafo.

   ā€”juro que si tu amiguito me sigue colocando apodos le patearĆ© el culo. Āæcomo demonios te metes con ese imbĆ©cil? Ā”es malo! Te prohĆ­bo que vuelvas a tener sesiones con Ć©l.

   ā€”calmate —le pidió Pablo sintiĆ©ndose ofendido.

   ā€”Āæque me calme? Tiene semanas tratĆ”ndome como secretaria. Mi paciencia se agota, y si lo golpeo, sĆ© que terminarĆ” en el hospital y yo despedido.

   ā€”ya hablarĆ© con Ć©l.

   ā€”no, Ā”tĆŗ mĆ”s nunca lo veras!

   ā€”Ć©l sabe que eres mĆ­ pareja, a quien quiero. Ɖl es nada y por eso se siente resentido con vos.

   ā€”y yo celoso al saber que estarĆ”s con Ć©l, no lo pienso tolerar, no soy de aguantar esto.

   ā€”te ves tan lindo celoso.

   Alfredo no respondió al cumplido.

   ā€”entregame los estados de cuenta del proyecto Avenida Vaticano.

   Pablo revolvió entre sus cosas hasta dar con una carpeta gris.

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   ā€”acĆ” estĆ” —se la tendió. Cuando Alfredo la iba a agarrar, la apartó—. Pero no te la darĆ© hasta que me des un beso.

   Alfredo lo miró como si fuera un chantajista.

   ā€”un beso y lo mucho que me celas.

   Alfredo sonrió, se acercó a Ć©l y le dio un tierno beso. Para luego decir.

   ā€”Alfredo sĆ­, Otto no.

   ā€”descuida, si tĆŗ me quitas el permiso que me diste. No lo revocarĆ©.

   Alfredo se despidió aceptando la propuesta de Pablo de ir a almorzar con Ć©l.

   Alfredo se dirigió al despacho de Otto.

   ā€”acĆ” estĆ” el informe, seƱor.

   ā€”vaya que secretaria tan eficiente, toda una experta lame bolas, lame botas quise decir —argumentó al acercarse a Alfredo.

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   ā€”seƱor Salinas, si seguimos jugando a los apodos creo que terminarĆ© por optar al juego. Āæcomo quiere que lo llame? Āæpinocho? —miró a su nariz— creo que es muy tonto.

   ā€”como usted.

   ā€”Orto combinarĆ­a perfecto con su nombre.

   ā€”vuelve a tu puesto, maldita secretarĆ­a.

   ā€”Ā”ya se me ocurrió uno bueno! Ā”Otto el orto deshuevado! Āærecuerdas ese video que recorrió por los ordenadores de la empresa? TĆŗ y otro hombre en una cama. Aquel te rompĆ­a las bolas, que escĆ”ndalo tuviste esa vez, casi te despiden.

   Otto entró en cólera.

   ā€”Ā”deshuevado vas a quedar tĆŗ! —dijo sin medir consecuencias.

   Agarró con las manos la entrepierna expuesta de Alfredo.  Ć‰l arrugó su exótico rostro de dios griego y sintió como le exprimĆ­an los testĆ­culos. Se derrumbó en el piso agarrĆ”ndose las bolas.

   ā€”Āæcomo puedes hablar de deshuevado si tu pareja lo es? ESTÚPIDO. Ā”A Otto se le respeta!

   Al maduro aquel forzudo rubio le gustó desde el primer momento en que lo vio sentado frente al escritorio. Intentó seducirlo, pero Ć©l siempre se mantuvo serio sin hacerle saber si era gay o no. Le gustaba su cara, el cuerpo, las piernas, el bulto el gran culo. Y era pareja de Pablo a quien habĆ­a aprendido a querer.

   Otto levantó el pie y lo estrelló en la costilla de Alfredo ensuciĆ”ndole el saco.

   Alfredo serpenteó en el piso dejando una mano en la entrepierna y otra donde lo pisotearon.

   Otto se situó entre las piernas cerradas de Alfredo y le pisó el Ć”rea genital, apoyando el peso de su cuerpo, aplastando su mano, el pene y parte de los regordetes huevos. Para finalizar removió de lado a lado la punta del pie y le pegó con el talón en el abdomen al grandullón.

   ā€”pensĆ© que eras mĆ”s fuerte, saco de papas. No eres rival digno de mĆ­, secretaria. Todos sabemos que estas con Pablo por su posición en la constructora y Ć©l estĆ” ilusionado contigo por el cuerpo lleno de esteroides que tienes. Yo me quedarĆ© con Ć©l. Soy un hombre con estudios, tĆŗ una sucia secretarĆ­a, puta, que lo compartes con otro hombre porque eres poca cosa.

   Otto agarró a Alfredo del cuello de la camisa, intentó alzarlo, pero el muy tonto era pesado como un mastodonte. Cogió impulso y pudo subirlo. AhĆ­ fue cuando Alfredo lo atacó con un puƱetazo en la mandĆ­bula. Ā”Hubiera deseado pegar en su nariz!

   Ā”carajo!

   A Otto se le voltearon los ojos y perdió las luces, la secretaria tenĆ­a una fuerza brutal. Sobrehumana, Otto empezaba a chillar, le dolĆ­a la mandĆ­bula porque se la habĆ­an dislocado.

   Alfredo dejó de sobarse las bolas. Se enderezó y se llenó de terror con los chillidos de Otto Ā”lo despedirĆ­an! Intentó socorrerlo, pero el maduro retrocedió asustado.

   ā€”dĆ©jeme ayudarlo —pedĆ­a caminando hasta Ć©l, nervioso.

   Otto retrocedió temeroso con una mano en la mandĆ­bula, vislumbró en su mesa una gruesa regla de madera, que usó para golpear con la punta los genitales del afamado HĆ©rcules.

   La punta de la regla pegó en la cabeza del pene de Alfredo, Ć©l lanzó una exclamación sintiendo como un machetazo en su verga. Una de sus venas se brotó.

   Resistiendo, Alfredo se acercó a Otto y Ć©l con lĆ”grimas en los ojos reaccionó estampando una fuerte patada en la entrepierna del rubio que no la vio venir.

   Alfredo gritó una vez mĆ”s, sintiendo en un momento sus testĆ­culos ser empujados de manera violenta al escroto, despegó los pies del suelo y en el aire aglutinó una cara contraĆ­da de dolor y shock, con las manos en los huevos, cayó de rodilla y despuĆ©s se colocó de costado en el piso. Otto salió llorando de la oficina con una mano en el rostro.

...

   Quince minutos despuĆ©s Alfredo entró en la oficina de Pablo, con la camisa pisoteada y sucia y, con caminar lento teniendo una mano en los testĆ­culos.

   ā€”Āæque te pasó? —le preguntó Pablo saliendo de su escritorio.

   ā€”ya no iremos a almorzar, tuve un enfrentamiento con Otto.

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