Uno de los personajes favoritos del blog y que pronto traerĆ” su nueva serie:
CONTIENE
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Relacionado con:

La mano de la bella mujer de cabellos castaƱos subió por el grueso muslo del hombre le separó las piernas y comenzó a jugar con los testĆculos, grandes, colgantes y llenos de jugo blanco... mucho semen, como un toro. Un suspiro y un fuerte gemido salieron de los carnosos labios del macho salvaje. La otra mano acariciaba el cuello, la espalda, el musculoso pecho trabajado por el gimnasio. La mano se posó sobre el bĆceps, luego bajó al pene, sudado, hediondo a macho, sudor... la sabana empapada con el sudor de ambos.
Los jadeos subieron de tono y aquel colosal semental parecĆa un bebĆ© queriendo ser amamantado por aquellas grandes tetas.
-¡aaaaaaaahhhhhhhhh! -Jadeó la mujer sintiendo la punta de la verga entrar por el coƱo
Ella aumentó el ritmo de la paja, Felipe sintió que el placer era extremo y asĆ fue como su pene escupió grandes caƱonazos de leche manchando la delicada mano de la dama, la sĆ”bana y el piso. Ella lamió su mano sin dejar rastro alguno de aquel jugo de hombre y pareció gustarle aquel sabor empalagoso, puesto que se inclinó a la verga que seguĆa vomitando gruesos trazos y sacando la lengua procedió a lamer el glande de aquel macho, comiendo todo su liquido ferroso.
Ella lamió el tronco y hasta los huevos, los cuales metió alternativamente en la boca para succionarlos con deseo como inmensos caramelos que albergaban dulce. Un salpicón fuerte de leche salió del pene y aterrizo en el cuello de ella.
Felipe tumbó a aquella dama en la cama, follarla, inundarla en su mar de semen, cremoso y caliente.
Ella apretó las manos, sintiendo el miembro invasor en su cuerpo. Estaban como animales entre jadeos y gemidos de placer, los dos cuerpos se movĆan como uno en la cama, que sonaba como un catre viejo. Finalmente el tipo se arqueó y borbotones de leche inundaron a la dama que lastimosamente no quedarĆa embarazada, se protegĆa mucho, era su trabajo.
-Esta noche quiero que vengas conmigo a la revancha que exigĆ. GanarĆ©, me he preparado por mucho tiempo.
-Creo que tendrƔs que pagar por esas horas.
-Por ello no te preocupes. Tengo dinero de sobra.
La mujer rió y él le estampó un fuerte beso.
...
La arena estaba llena de fanĆ”ticos, ¡al fin se desarrollarĆa la revancha exigida desde hace tanto tiempo por Felipe El Dragón Rojo contra Felipe. Era una lucha vale todo. Y mas que una victoria, se jugaba la hombrĆa de dos hombres, uno cegado por la venganza confabulado con varios compaƱeros, el otro cegado por la arrogancia de la fama viril.
-Por esta esquina del ring, ganador de 18 combate y 3 derrotas, Felipe oro verde.
En la esquina Felipe saltaba en el aire saludando a su pĆŗblico, con grandes botas blancas, un short negro, sus testĆculos protegidos por una costosa tasa y con guantes de boxeo verdes.
-En la otra esquina del ring, solicitando esta venganza que manchó su carrera y reputación, con la derrota numero 2 y 26 victorias, Felipe Dragón Rojo.
El publico lo vitoreó y Ć©l se sintió alagado, su piel morena brillaba, sus rasgos salvajes hechizaban, sus testĆculos desprotegidos y su pene se bamboleaba en el short rojo a medida que saltaba en el aire. Estaba descalzo.
Y la lucha dio inicio.
Juan disparó un gancho en el rostro del Dragón rojo, este retrocedió con el impacto, pero se repondrĆa rĆ”pidamente.
Y fue asà como Felipe contraatacó levantando el pie y estrellando una patada en la costilla de Juan, él se quejo, y se doblo al piso.
Juan sacudió la cabeza y apretando los dientes, se puso de pie con orgullo, seria él rotundamente el ganador esa noche.
Felipe volvió a levantar el pie, en dirección a la cabeza de Juan, éste pudo bloquear el ataque y se defendió lanzando su pesado guante de box al paquete del fornido boxeador.
-uuuuffffffff
Después de un lento momento, y en el que el publico exclamara como si ellos recibieran el golpe, los ojos de Felipe se cruzaron y cayó de rodillas aturdido.
Juan se rió y saludó al pĆŗblico que se debatĆa entre quejidos y vĆtores, Ć©l sonrió a dos personas del publico y sus 2 compaƱeros del complot contra el boludo hombre lo felicitaron con la mirada.
-¡Eres un maldito bastardo! ¡cobarde! -DecĆa con odio Felipe arrodillado en el piso, masajeando su virilidad palpitante.
El bolas de toro soltó su paquete, puso un pie en la lona, se apoyó en la rodilla, usó el otro pie, alzĆ”ndose robusto, como una mole y dio un paso amenazador hacia Juan. Aquel larguirucho boxeador miró los ojos de Felipe que estaban inyectados de furia roja. De cualquier manera, Ć©l ganarĆa.
POFFFF
-OOOOOOOCHHHHHHRRRRR.
El guante verde volvió a estrellarse hacia las gónadas de Felipe, este gimió mientras se llevaba las manos a las pelotas y se doblaba en dirección al piso para mecerse allà como un chiquillo travieso lamentÔndose de sus bolas lesionadas.
Juan se rió de su ataque cruel y traicionero.
-Maricón -escupió el dragón rojo poniéndose firmemente boca arriba.
Juan continuó pavoneĆ”ndose hacia su pĆŗblico haciĆ©ndolo estallar en gritos y vĆtores estridentes mientras se quitaba el guante de box.
Cuando el dolor finalmente amainó, Felipe se puso de pie y su público lo observó derrotado por estar fatigado.
Sin ningĆŗn perdida de tiempo, Juan metió la mano entre los muslos fuertes de Robert apretando los cojones duros y fornidos. Los monstruoso cojones del bolas de toro colapsaron, sus gruesos y morenos labios se doblaron con la presión de sus dolientes testĆculos. Intentó agarrar los puƱos de su atacante pero no pudo, lo tenĆa agarrado de las pelotas en un fĆ©rreo control.
Irremediablemente el bolas de toro se retorcĆa bajo las garras de Felipe, para humillarlo mĆ”s, de los ojos de aquel feroz hombre brotaron sendas lagrimas, y sus piernas temblaban como las de un anciano de 100 aƱos.
Felipe gritó asustado, se iba a quedar sin huevos y el estómago le colapsaba.
"Maldición... " susurró Felipe, a su humillación pública se sumó el crecimiento de su polla y como ésta se marcaba como una carpa de circo en el short de satén.
-Ufff parece que ese pajarito quiere saludar al publico -dijo burlón Juan amasando los huevos con la punta de los dedos-. ¿Quieres que te masturbe y te desparrame por el suelo tus millones de hijos? Eh ¿bolas de toro?
-Maldito maricón, pervertido -salieron palabras con odio de la boca de Felipe.
Juan sonrió malévolamente. Los ojos le brillaron y comentó soez:
-¿quĆ©? ¿deseas no haber nacido hombre? Con este par de cojones que te debilitan... que llevas a mujeres a la cama por tu poder de virilidad, que las usas como quieres... el maricón pervertido eres tĆŗ. No mereces estas pelotas. Te burlas de cualquier mujer y abusas de tu hombrĆa, no la mereces
-Simplemente... me... envidias...
-Simplemente... me... envidias...
Felipe fruncĆa el ceƱo, descontento por la derrota, la humillación y el insulto a su hombrĆa. Juan reforzó el agarre, Felipe cayó tendido al suelo y Juan continuaba ahĆ estrujĆ”ndole los testĆculos doblĆ”ndolos y estirĆ”ndolos.
La boca del bolas de toro se doblaba en reacciones de dolor. Negó la cabeza con fuerza querĆa que sonara la campana, que amonestaran a Juan... era una desgraciada pelea vale todo y habĆa firmado un contrato donde aceptaba recibir todo tipo de golpes.
Juan apretó los testĆculos de Felipe de forma desagradable clavando las uƱas, aferrĆ”ndose, destruyĆ©ndolos, ahogĆ”ndolos.
Felipe ya no querĆa ser la burla, y le dio un golpe en la cara a Juan, este retrocedió y soltó a Felipe. El boxeador se puso de pie pero ya era tarde... su polla se estremeció sin control y para su desgracia le brotó el primer chorro de leche espesa y blanca manchando su ya brillante short.
Hubo un estallido de carcajadas entre el pĆŗblico.
-HarƩ que las pelotas te suban a la garganta.
-ME RINDO -gritó el bolas de toro sintiendo que la cara se le tornaba roja.
Enseguida su publico lo abucheó y Juan celebró su victoria. Felipe no era el tipo de hombre que se rendĆa, pero pudo mĆ”s la humillación que sus ansias de ganar, estaba bajo miles de miradas con una mancha hĆŗmeda en su short.
-Una toalla maldita sea -pidió el perdedor a su entrenador, miró con odio como Juan se habĆa burlado una vez mĆ”s de sus cojones. Hermosos pero frĆ”giles como el cristal
Alguien le llevó la toalla a Felipe y este la amarró a su cintura, salió caminando a paso lento por el camino bajo la aberrante y humillante victoria de Juan.
...
En su camerino lleno de rencor Robert estaba sentado desnudo su grueso pene reposaba en el muslo, y sus tiernos testĆculos estaban en la silla, horas antes parecĆan 2 caramelos morenos y jugosos, ahora parecĆan 2 limones de tonalidad roja. La puerta la tocaron y Ć©l dijo que podĆan entrar, era la prostituta de esa maƱana.
-Me jodieron -anució él apartando una bolsa de hielo de sus huevos y caminó lento hacia ella
-No me toques -ordenó ella quitĆ”ndose del salvaje beso que Ć©l le plantarĆa
-¿por quĆ©? Quiero que me mimes.
-¡Eres un estĆŗpido perdedor! -Insultó ella. Sin previo aviso la rodilla de la mujer se clavó perfectamente en los testĆculos desnudos de Felipe, su cuerpo convulsionó preso de un nuevo dolor de bolas.
Felipe se desplomó sin fuerzas en el frĆo piso cerrando los ojos y quejĆ”ndose de lo lindo.
Y la humillación no terminaba ahĆ, la mujer dio media vuelta y fue a la puerta, al abrirla, fue recibida por Juan que la abrazó.
-¿vamos al hotel, mi reina?
-Por supuesto, caballero
Y se alejaron abrazados. Felipe quedó ahĆ, moribundo, en el piso, con posición fetal y las manos en sus bolas.
-Maldita, maldita, muy maldita
Felipe cerró los ojos y se quedó ahĆ humillado y absorbiendo el lento dolor enviado desde sus testĆculos.
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