Swietenia (2/7): La droga - Las Bolas de Pablo

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25 abr 2015

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Swietenia (2/7): La droga

CONTIENE:

-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

   Evelyn despertĆ³ con el sudor acumulado en la cara estaba tirada bajo la sombra de un inmenso Ć”rbol de caoba supo que estaba desnuda y le dolĆ­a la cadera, se puso a llorar cuando su mente formulĆ³ mil ideas que al final eran ciertas.

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   HuyĆ³ de aquel sitio con el fuerte sol vespertino, eran cerca de las dos de la tarde, recorriĆ³ a pie aquella planicie y cuando llegĆ³ a la zona urbana se sentĆ­a sudada y asquerosa. Al estar en su residencia no supo quĆ© demorĆ³ mĆ”s, si su caminar hasta allĆ” o el tiempo bajo la ducha. Se acostĆ³ en la cama con la mente destruida y con un torbellino de ideas.

   A la maƱana siguiente con su despertar en la cama con la vista fija en el techo intentaba recordar:

   "ĀæQuĆ© me pasĆ³ ayer? Recuerda por favor. Por mĆ”s doloroso que parezca"

   CerrĆ³ los ojos y supo que por la maƱana estuvo en la hacienda "San Antonio" para una toma de muestra de suelo. Su dueƱo un hombre joven la tratĆ³ con respeto aunque la piropeaba muy sutilmente.

   "No" pensaba ". AhĆ­ no pasĆ³ nada, salĆ­ a las once y me fui a almorzar"

   De manera inoportuna se presentĆ³ en su mente la imagen borrosa con el calor del campo ella mareada bajo aquel desgraciado Ć”rbol y un hombre blanco sobre ella y como si lo sintiera en carne viva, un garrote duro y palpitante que la penetraba.

   ā€”Ā”No, no, no! ā€”negĆ³ Evelyn revolcĆ”ndose en la cama.

   ĀæQuien? Āæquien fue al Ćŗltimo hombre que vio ayer?

   Sus ojos se perdieron intentando recordar.

   HabĆ­a comprado un almuerzo en un pequeƱo restaurante.

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   ā€”Ingeniera, dichosos los ojos que la ven ā€”fue la voz de Jorge Noguera, el dueƱo de otras tierra que conociĆ³ a su llegada ahĆ­, prepotente y altanero. Le gustaba importunar su trabajo con chistes absurdos.

   ā€”ĀæDichosos?... ĀæQuiere que le regale colirio?

   ā€”Ingeniera, no me corte el cumplido ā€”pidiĆ³ Jorge sentĆ”ndose a la mesaā€”. Que tenga lindo provecho. Iba pasando por aquĆ­ y la vi entrar. ĀæCĆ³mo se siente?

   ā€”Muy bien, no estoy enferma.

   Jorge soltĆ³ una risa fuerte.

   ā€”Siempre estĆ” como amargada, asĆ­ no harĆ” amigos.

   ā€”Creame, seƱor Noguera, no estoy aquĆ­ para hacer amigos. Varios terratenientes solicitaron mis servicios aquĆ­ y para eso estoy. Como profesional. No como una amiga.

   ā€”Pero a veces uno necesita hacer amigos ā€”el descarado le habĆ­a mirado rĆ”pidamente los senos y subiĆ³ los ojos a la cara.

   ā€”Para confiar estĆ”n los familiares.

   ā€”SeƱorita Evelyn Yovera a usted no se le consigue orilla.

   ā€”Como le decĆ­a, no estoy aquĆ­ para conseguir amigos, ahora si me disculpa... IrĆ© al baƱo y me retirarĆ©.

   Evelyn recordaba claramente que fue al tocador para lavarse las manos y la cara, todavĆ­a tenĆ­a restos de tierra en las mejillas. Cuando volviĆ³ a la mesa para pagar la cuenta se encontrĆ³ con aquel tipo que habĆ­a pedido bebidas para ellos.

   ā€”No lo deseo. QuedĆ© satisfecha con mi almuerzo.

   ā€”Por favor, ingeniera. Acepte este trago de su socio o cliente, como me quiera llamar. Hace calor.

   Evelyn dio un suspiro y a regaƱadientes se sentĆ³ ahĆ­.

   Pero no recordaba mĆ”s... era como si todo se volviese negro. A su mente volvĆ­a a llegar la imagen del hombre sobre ella penetrĆ”ndola.

   "ĀæComo andaba vestido?"

   Su corazĆ³n retumbĆ³ en su pecho y sus labios palidecieron, el hombre de su mente estaba sobre ella de vestido de azul y, Jorge Noguera en el restaurante tenĆ­a una camisa azul.

   Evelyn saltĆ³ repentinamente de la cama corriĆ³ al baƱo y vomitĆ³, luego se quedĆ³ mirando su reflejo en el espejo: ĀæquĆ© habĆ­a en su rostro? Āæasco, temor, odio?

   "Tienes que ser fuerte, Evelyn" se dijo.

   Temblando comenzĆ³ a vestirse, ya no sentĆ­a miedo y tampoco le temblaban las piernas. Usando un taxi llegĆ³ a la hacienda "Los Caobas" y hablando con el custodio de la entrada solicitĆ³ hablar con su jefe.

   Ā«El seƱor Jorge Noguera estĆ” en el campo tocandoĀ» escuchĆ³ que avisaron por radio.

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   ā€”No me importa. DĆ­gale que la seƱora Evelyn Yovera estĆ” aquĆ­ y no se irĆ” sin hablar con Ć©l ā€”anunciĆ³ ella.

   El vigilante repitiĆ³ por radio las palabras y despuĆ©s de cinco minutos se ordenĆ³ la libre entrada de la mujer al terruƱo serĆ­a trasladada hasta donde estaba el hombre en carro. En el camino el obrero le dijo que su jefe cuando tocaba guitarra lo hacĆ­a porque su animo estaba muy decaĆ­do o de malhumor y seguramente ahora lo hacĆ­a porque su esposa se habĆ­a marchado de ahĆ­, que era mejor no hacerlo rabiar en aquel momento. Al llegar al sitio Evelyn lo encontrĆ³ recostado a una baranda con guitarra en manos.

   ā€”Dejanos solos, Eliezer ā€”ordenĆ³ Jorge despuĆ©s de mirar a la mujer.

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   El empleado obedeciĆ³ y se marchĆ³ en el vehĆ­culo, Evelyn miraba a Jorge con ojos centelleantes, el muy descarado se llevĆ³ las manos a la hebilla del pantalĆ³n para que la mirada se dirigiera al prominente bulto en el pantalĆ³n.

   ā€”ĀæQuĆ© desea, ingeniera?

   Evelyn se cruzĆ³ de brazos.

   ā€”Quiero saber que pasĆ³ ayer?

   El hombre soltĆ³ una risa socarrona.

   ā€”Bueno, sin Ć”nimos de ofenderle. Pero ayer la invitĆ© a tomar un traguito y luego usted se volviĆ³ muy amorosa, Āæa poco no se acuerda? ĀæSufre de mala bebida?

   ā€”Ā”Es usted un cerdo, usted me violĆ³!

   Jorge soltĆ³ otra risa fastidiosa mientras Evelyn intentaba contener las lagrimas:

   ā€”Te vas a arrepentir por lo que me hiciste. Te voy a denunciar e irĆ”s preso por eso. Preparate, poco hombre.

   ā€”ĀæAh, sĆ­? EstarĆ© preparado. ĀæA dĆ³nde irĆ”s? A la comisarĆ­a. Vaya, vaya, ingeniera, sin que nada la detenga. AllĆ” serĆ” recibida por mi tĆ­o que es comandante en la regiĆ³n. Y sĆ­ que Ć©l la recibirĆ” a gusto. Todo queda en familia.

   ā€”ĀæQuieres decir que si te denuncio no pasarĆ” nada?

   Jorge mirĆ³ inocentemente al cielo sin borrar su sonrisa irĆ³nica.

   ā€”Yo no he dicho eso pero nadie se ha quejado de mis tratos por aquĆ­.

   ā€”Esto no se va a quedar en esto. Lo que usted me ha hecho no se le hace a ninguna mujer.

   ā€”Pues no demore mucho y vaya, ingeniera. Mi tĆ­o la espera a gusto y le darĆ” un cafĆ© ā€”la mujer dio media vuelta y Ć©l murmurĆ³ā€”. TendrĆ” que irse caminando... si quiere se monta en mi caballo y la cabalgo, jajaja... Espere, ingeniera. Pensando esta situaciĆ³n, estamos aquĆ­ solos de repente usted y yo pudiĆ©ramos... ā€”Evelyn se quedĆ³ inmĆ³vil llena de mĆŗltiples sentimientos se girĆ³ mirando al vaquero, que burlĆ³n seguĆ­a con la mano en el cinturĆ³n del pantalĆ³nā€”. ĀæQuĆ© dice, ingeniera? ĀæQuiere gozar?

   ā€”Ā”Asqueroso!

   Dicha esa frase la ingeniera aplastĆ³ con una patada la entrepierna abultada de aquel burlĆ³n hombre, daƱƔndole los grandes huevos que le colgaban entre las piernas. Jorge se retorciĆ³ gritando de manera gutural y de sorpresa. Sus piernas temblaron de forma violenta mientras palidecĆ­a el rostro.

   ā€”ĀæQuĆ© pasa, patrĆ³n? ā€”susurrĆ³ Evelyn con burla maliciosa en la vozā€”. ĀæSe te daƱo el regalo?

   ā€”Sera mejor...... ā€”intentaba hablar el hombre haciendo un gran esfuerzoā€”, es mejor... que..., ... que te calles perra. Porque te puedo violar como una potra, te matarĆ­a y enterrarĆ­a como una yegua en este monte.

   ā€”ĀæSĆ­? ā€”hizo frente Evelyn alzando el busto y caminando hasta el doblado Jorgeā€”. ĀæAbusaras de mi, cobarde?

   Jorge respirĆ³ hondo y enseguida jalĆ³ a Evelyn de los cabellos.

   ā€”Ā”AY!

   GritĆ³ ella, el descarado deseaba tumbarla a la tierra para montarse sobre ella, Evelyn se llenĆ³ de miedo, flaqueĆ³ pero no podĆ­a rendirse. No supo como pero agarrĆ³ a Jorge del hombro y le clavĆ³ la rodilla en la ingle.

   Jorge escapĆ³ un gruƱido bajando la fuerza de su agarre sobre la cabellera femenina.

   La represalia de Evelyn apenas comenzaba. Con la dureza de la rĆ³tula pudo aplanar de un golpe los testĆ­culos de Jorge que gritĆ³ perdiendo el foco de la mirada.

   DespuĆ©s de una pausa para mirar hacia abajo entre las piernas del adolorido hombre Evelyn llevĆ³ su rodilla entre los muslos de Jorge, aplastando una vez mĆ”s  las bolas y logrando que el macho temblara soltando su pelo.

   Finalmente, y para cerrar con broche de oro Evelyn fue  fue capaz de agarrar el  gran paquete entre las piernas de Jorge. Sus huevos y su sobrenatural y carnosa polla se sentĆ­a exageradamente hinchada.

   Evelyn aferrĆ³ los dedos en el escroto de Jorge que ya no poseĆ­a fuerzas para defenderse. Y en venganza la mujer tirĆ³ de sus bolas, las rodillas de Jorge se doblaron y de su boca saliĆ³ un aullido agudo que hizo que su caballo mĆ”s alejado relinchara.

   Las enormes e hinchadas bolas de Jorge estaban estiradas como ligas gracias a los estirones que le propinaba Evelyn. Jorge se encontraba desesperado queriendo recuperar el aliento.

   ā€”Creo que con esto jamĆ”s volverĆ”s a abusar de una mujer ā€”dijo Evelyn sin flaquear en su fĆ©rreo controlā€”. Sobrino del policĆ­a, ustedes son unos corruptos ā€”apretĆ³ y jalĆ³ mĆ”s duro.

   Jorge gritĆ³ tan agudo como una nena. Su pene totalmente erecto presionaba contra el ajustado pantalĆ³n y Evelyn creyĆ³ verlo palpitar.... Āæpero cĆ³mo? Aquel hombre sĆ­ que era extraƱo.

   Pero quizĆ”s mĆ”s extraƱa era ella que tambiĆ©n se sentĆ­a excitada, no sabĆ­a de donde pero estaba doblegando a uno de los hombres mĆ”s fuerte de esa regiĆ³n sĆ³lo por tenerlo de las bolas, aunque despuĆ©s de todo Ć©l se lo buscĆ³.

   Jorge soltĆ³ un gemido tenso. Inevitablemente su verga comenzĆ³ a crispar en su muslo.

   ā€”ĀæQuĆ© es eso? ā€”preguntĆ³ extraƱada Evelynā€”. ĀæNo te puedes contener? ĀæVas a derramar tu asquerosa crema?

   Los testĆ­culos de Jorge intentaron levantarse pero aquella mano invasora no lo permitĆ­a y como el pene palpitaba sin cesar igualmente comenzĆ³ a disparar un lote cremoso y caliente de semen que manchĆ³ su ajustado jeans. Empapando con una inmensa mancha hĆŗmeda. Los ojos de Jorge lentamente se cruzaron mientras abrĆ­a la boca para soltar un gemido ronco.

   Evelyn hizo una mueca al ver la mancha en el pantalĆ³n, ahora con mĆ”s razĆ³n sentĆ­a una mezcla rara de sentimientos. AĆŗn asĆ­ dio otro tirĆ³n a las bolas doblegando al potro.

   Cinco veces mĆ”s, la mano estirĆ³ el par de gĆ³nadas obligando a la hombrĆ­a del macho escupir otra carga gigante de semen en su pantalĆ³n. Los ojos de Jorge se cruzaron soltando de sus labios entreabiertos un diminuto "aaay".

   El orgasmo de Jorge disminuyĆ³ y lo que eran eyaculaciones violentas fueron reemplazadas por un flujo constante de semen oloroso. El jeans del macho estaba mojado denotando la forma de su polla. La camisa tambiĆ©n estaba impregnada al pecho sudoroso mientras Ć©l seguĆ­a jadeando y gimiendo fuertemente.

   Evelyn lo miraba directo a los ojos, ĀæquĆ© pasarĆ­a despuĆ©s de aquello? Notablemente ese hombre tomarĆ­a represalias y ella estarĆ­a alerta ante cualquier ataque. Enseguida aflojĆ³ el agarre del escroto.

   El convulso Jorge flexionĆ³ la rodilla mientras sus manos se iban hacĆ­a la ingle. Gimiendo de dolor cayĆ³ a la tierra y se acurrucĆ³ en posiciĆ³n fetal.

   ā€”EscĆŗchame bien, bruto ā€”amenazĆ³ Evelyn llena de valorā€”. Si te crees el hombre mĆ”s poderoso de esta zona estĆ”s equivocado, siempre habrĆ” alguien que te supere ā€”iba a irse pero se detuvo, agarrĆ³ la guitarra de Jorge alzĆ”ndola en el aireā€”. Si me declaras la guerra estarĆ© preparada ā€”impactĆ³ el instrumento musical en el piso volviĆ©ndolo aƱicos.

   A paso rĆ”pido se alejĆ³ de aquel lugar, estaba muy alejada de la entrada y demorarĆ­a minutos en llegar. De vez en cuando giraba la cabeza hacĆ­a atras segura de que Jorge iba tras ella dispuesto a volverla a violar o a matar, pero en verdad el hombre seguĆ­a en el piso sosteniendo con ambas manos sus testĆ­culos.


   Pudo salir sana y salva de Los Caobas.

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