CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Evelyn despertĆ³ con el sudor acumulado en la cara estaba tirada bajo la sombra de un inmenso Ć”rbol de caoba supo que estaba desnuda y le dolĆa la cadera, se puso a llorar cuando su mente formulĆ³ mil ideas que al final eran ciertas.
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Evelyn despertĆ³ con el sudor acumulado en la cara estaba tirada bajo la sombra de un inmenso Ć”rbol de caoba supo que estaba desnuda y le dolĆa la cadera, se puso a llorar cuando su mente formulĆ³ mil ideas que al final eran ciertas.
HuyĆ³ de aquel sitio con el fuerte sol
vespertino, eran cerca de las dos de la tarde, recorriĆ³ a pie aquella planicie y
cuando llegĆ³ a la zona urbana se sentĆa sudada y asquerosa. Al estar en su
residencia no supo quĆ© demorĆ³ mĆ”s, si su caminar hasta allĆ” o el tiempo bajo la ducha. Se acostĆ³ en la cama con la mente destruida y con un torbellino de ideas.
A la maƱana siguiente con su despertar en la cama con
la vista fija en el techo intentaba recordar:
"¿QuĆ© me pasĆ³ ayer? Recuerda por favor.
Por mƔs doloroso que parezca"
CerrĆ³ los ojos y supo que por la maƱana estuvo
en la hacienda "San Antonio" para una toma de muestra de suelo. Su
dueƱo un hombre joven la tratĆ³ con respeto aunque la piropeaba muy sutilmente.
"No" pensaba ". AhĆ no pasĆ³
nada, salĆ a las once y me fui a almorzar"
De manera inoportuna se presentĆ³ en su mente
la imagen borrosa con el calor del campo ella mareada bajo aquel desgraciado
Ɣrbol y un hombre blanco sobre ella y como si lo sintiera en carne viva, un
garrote duro y palpitante que la penetraba.
—¡No, no, no! —negĆ³ Evelyn revolcĆ”ndose en la
cama.
¿Quien? ¿quien fue al Ćŗltimo hombre que vio
ayer?
Sus ojos se perdieron intentando recordar.
HabĆa comprado un almuerzo en un pequeƱo
restaurante.
—¿Dichosos?... ¿Quiere que le regale colirio?
—Ingeniera, no me corte el cumplido —pidiĆ³
Jorge sentĆ”ndose a la mesa—. Que tenga lindo provecho. Iba pasando por aquĆ y la
vi entrar. ¿CĆ³mo se siente?
—Muy bien, no estoy enferma.
Jorge soltĆ³ una risa fuerte.
—Siempre estĆ” como amargada, asĆ no harĆ”
amigos.
—Creame, seƱor Noguera, no estoy aquĆ para
hacer amigos. Varios terratenientes solicitaron mis servicios aquĆ y para eso
estoy. Como profesional. No como una amiga.
—Pero a veces uno necesita hacer amigos —el descarado le habĆa mirado rĆ”pidamente los senos y subiĆ³ los ojos a la cara.
—Para confiar estĆ”n los familiares.
—SeƱorita Evelyn Yovera a usted no se le
consigue orilla.
—Como le decĆa, no estoy aquĆ para conseguir
amigos, ahora si me disculpa... IrƩ al baƱo y me retirarƩ.
Evelyn recordaba claramente que fue al
tocador para lavarse las manos y la cara, todavĆa tenĆa restos de tierra en las
mejillas. Cuando volviĆ³ a la mesa para pagar la cuenta se encontrĆ³ con aquel
tipo que habĆa pedido bebidas para ellos.
—No lo deseo. QuedĆ© satisfecha con mi
almuerzo.
—Por favor, ingeniera. Acepte este trago de
su socio o cliente, como me quiera llamar. Hace calor.
Evelyn dio un suspiro y a regaƱadientes se
sentĆ³ ahĆ.
Pero no recordaba mƔs... era como si todo se
volviese negro. A su mente volvĆa a llegar la imagen del hombre sobre ella penetrĆ”ndola.
"¿Como andaba vestido?"
Su corazĆ³n retumbĆ³ en su pecho y
sus labios palidecieron, el hombre de su mente estaba sobre ella de vestido de
azul y, Jorge Noguera en el restaurante tenĆa una camisa azul.
Evelyn saltĆ³ repentinamente de la cama corriĆ³
al baƱo y vomitĆ³, luego se quedĆ³ mirando su reflejo en el espejo: ¿quĆ© habĆa en
su rostro? ¿asco, temor, odio?
"Tienes que ser fuerte, Evelyn" se
dijo.
Temblando comenzĆ³ a vestirse, ya no sentĆa
miedo y tampoco le temblaban las piernas. Usando un taxi llegĆ³ a la hacienda
"Los Caobas" y hablando con el custodio de la entrada
solicitĆ³ hablar con su jefe.
«El seƱor Jorge Noguera estĆ” en el campo
tocando» escuchĆ³ que avisaron por radio.
—No me importa. DĆgale que la seƱora Evelyn
Yovera estĆ” aquĆ y no se irĆ” sin hablar con Ć©l —anunciĆ³ ella.
El vigilante repitiĆ³ por radio las palabras y despuĆ©s de cinco minutos se ordenĆ³ la libre entrada de la mujer al
terruƱo serĆa trasladada hasta donde estaba el hombre en carro. En el camino el
obrero le dijo que su jefe cuando tocaba guitarra lo hacĆa porque su animo
estaba muy decaĆdo o de malhumor y seguramente ahora lo hacĆa porque su esposa
se habĆa marchado de ahĆ, que era mejor no hacerlo rabiar en aquel momento. Al llegar al sitio Evelyn lo encontrĆ³ recostado a una
baranda con guitarra en manos.
—Dejanos solos, Eliezer —ordenĆ³ Jorge despuĆ©s de mirar a la mujer.
El empleado obedeciĆ³ y se marchĆ³ en el
vehĆculo, Evelyn miraba a Jorge con ojos centelleantes, el muy descarado se
llevĆ³ las manos a la hebilla del pantalĆ³n para que la mirada se dirigiera al prominente bulto en el pantalĆ³n.
—¿QuĆ© desea, ingeniera?
Evelyn se cruzĆ³ de brazos.
—Quiero saber que pasĆ³ ayer?
El hombre soltĆ³ una risa socarrona.
—Bueno, sin Ć”nimos de ofenderle. Pero ayer la
invitĆ© a tomar un traguito y luego usted se volviĆ³ muy amorosa, ¿a poco no se
acuerda? ¿Sufre de mala bebida?
—¡Es usted un cerdo, usted me violĆ³!
Jorge soltĆ³ otra risa fastidiosa mientras
Evelyn intentaba contener las lagrimas:
—Te vas a arrepentir por lo que me hiciste.
Te voy a denunciar e irƔs preso por eso. Preparate, poco hombre.
—¿Ah, sĆ? EstarĆ© preparado. ¿A dĆ³nde irĆ”s? A
la comisarĆa. Vaya, vaya, ingeniera, sin que nada la detenga. AllĆ” serĆ”
recibida por mi tĆo que es comandante en la regiĆ³n. Y sĆ que Ć©l la recibirĆ” a gusto. Todo queda en familia.
—¿Quieres decir que si te denuncio no pasarĆ”
nada?
Jorge mirĆ³ inocentemente al cielo sin borrar
su sonrisa irĆ³nica.
—Yo no he dicho eso pero nadie se ha quejado
de mis tratos por aquĆ.
—Esto no se va a quedar en esto. Lo que usted me
ha hecho no se le hace a ninguna mujer.
—Pues no demore mucho y vaya, ingeniera. Mi tĆo la espera a gusto y le darĆ” un cafĆ© —la mujer dio media vuelta y Ć©l
murmurĆ³—. TendrĆ” que irse caminando... si quiere se monta en mi caballo y la cabalgo, jajaja... Espere, ingeniera. Pensando esta situaciĆ³n, estamos aquĆ
solos de repente usted y yo pudiĆ©ramos... —Evelyn se quedĆ³ inmĆ³vil llena de mĆŗltiples sentimientos se girĆ³ mirando al vaquero, que burlĆ³n seguĆa con la
mano en el cinturĆ³n del pantalĆ³n—. ¿QuĆ© dice, ingeniera? ¿Quiere gozar?
—¡Asqueroso!
Dicha esa frase la ingeniera aplastĆ³ con una
patada la entrepierna abultada de aquel burlĆ³n hombre, daƱƔndole los grandes
huevos que le colgaban entre las piernas. Jorge se retorciĆ³ gritando de manera gutural y de sorpresa.
Sus piernas temblaron de forma violenta mientras palidecĆa el rostro.
—¿QuĆ© pasa, patrĆ³n? —susurrĆ³ Evelyn con burla
maliciosa en la voz—. ¿Se te daƱo el regalo?
—Sera mejor...... —intentaba hablar el hombre
haciendo un gran esfuerzo—, es mejor... que..., ... que te calles perra. Porque
te puedo violar como una potra, te matarĆa y enterrarĆa como una yegua en este
monte.
—¿SĆ? —hizo frente Evelyn alzando el busto y
caminando hasta el doblado Jorge—. ¿Abusaras de mi, cobarde?
Jorge respirĆ³ hondo y enseguida jalĆ³ a Evelyn
de los cabellos.
—¡AY!
GritĆ³ ella, el descarado deseaba tumbarla a
la tierra para montarse sobre ella, Evelyn se llenĆ³ de miedo, flaqueĆ³ pero no
podĆa rendirse. No supo como pero agarrĆ³ a Jorge del hombro y le clavĆ³ la
rodilla en la ingle.
Jorge escapĆ³ un gruƱido bajando la fuerza de
su agarre sobre la cabellera femenina.
La represalia de Evelyn apenas comenzaba. Con
la dureza de la rĆ³tula pudo aplanar de un golpe los testĆculos de Jorge que
gritĆ³ perdiendo el foco de la mirada.
DespuƩs de una pausa para mirar hacia abajo
entre las piernas del adolorido hombre Evelyn llevĆ³ su rodilla entre los
muslos de Jorge, aplastando una vez mƔs
las bolas y logrando que el macho temblara soltando su pelo.
Finalmente, y para cerrar con broche de oro
Evelyn fue fue capaz de agarrar el gran paquete entre las piernas de Jorge. Sus
huevos y su sobrenatural y carnosa polla se sentĆa exageradamente hinchada.
Evelyn aferrĆ³ los dedos en el escroto de
Jorge que ya no poseĆa fuerzas para defenderse. Y en venganza la mujer tirĆ³ de
sus bolas, las rodillas de Jorge se doblaron y de su boca saliĆ³ un aullido
agudo que hizo que su caballo mƔs alejado relinchara.
Las enormes e hinchadas bolas de Jorge
estaban estiradas como ligas gracias a los estirones que le propinaba Evelyn. Jorge se
encontraba desesperado queriendo recuperar el aliento.
—Creo que con esto jamĆ”s volverĆ”s a abusar de
una mujer —dijo Evelyn sin flaquear en su fĆ©rreo control—. Sobrino del
policĆa, ustedes son unos corruptos —apretĆ³ y jalĆ³ mĆ”s duro.
Jorge gritĆ³ tan agudo como una nena. Su pene
totalmente erecto presionaba contra el ajustado pantalĆ³n y Evelyn creyĆ³ verlo
palpitar.... ¿pero cĆ³mo? Aquel hombre sĆ que era extraƱo.
Pero quizĆ”s mĆ”s extraƱa era ella que tambiĆ©n se sentĆa excitada, no sabĆa de donde pero estaba doblegando a uno de los
hombres mĆ”s fuerte de esa regiĆ³n sĆ³lo por tenerlo de las bolas, aunque despuĆ©s de todo Ć©l se lo buscĆ³.
Jorge soltĆ³ un gemido tenso.
Inevitablemente su verga comenzĆ³ a crispar en su muslo.
—¿QuĆ© es eso? —preguntĆ³ extraƱada Evelyn—.
¿No te puedes contener? ¿Vas a derramar tu asquerosa crema?
Los testĆculos de Jorge intentaron levantarse pero aquella mano invasora no lo permitĆa y como el pene
palpitaba sin cesar igualmente comenzĆ³ a disparar un lote cremoso y caliente de
semen que manchĆ³ su ajustado jeans. Empapando con una inmensa mancha hĆŗmeda. Los ojos de Jorge lentamente se cruzaron mientras abrĆa la boca
para soltar un gemido ronco.
Evelyn hizo una mueca al ver la mancha en el
pantalĆ³n, ahora con mĆ”s razĆ³n sentĆa una mezcla rara de sentimientos. AĆŗn asĆ dio otro tirĆ³n a las bolas
doblegando al potro.
Cinco veces mĆ”s, la mano estirĆ³ el par de
gĆ³nadas obligando a la hombrĆa del macho escupir otra carga gigante de semen en
su pantalĆ³n. Los ojos de Jorge se cruzaron soltando de sus labios entreabiertos
un diminuto "aaay".
El orgasmo de Jorge disminuyĆ³ y lo que eran
eyaculaciones violentas fueron reemplazadas por un flujo constante de semen oloroso. El jeans del macho estaba mojado denotando la forma de su polla. La
camisa tambiĆ©n estaba impregnada al pecho sudoroso mientras Ć©l seguĆa jadeando
y gimiendo fuertemente.
Evelyn lo miraba directo a los ojos, ¿quĆ©
pasarĆa despuĆ©s de aquello? Notablemente ese hombre tomarĆa represalias y ella
estarĆa alerta ante cualquier ataque. Enseguida aflojĆ³ el agarre del escroto.
El convulso Jorge flexionĆ³ la rodilla
mientras sus manos se iban hacĆa la ingle. Gimiendo de dolor cayĆ³ a la tierra
y se acurrucĆ³ en posiciĆ³n fetal.
—EscĆŗchame bien, bruto —amenazĆ³ Evelyn llena
de valor—. Si te crees el hombre mĆ”s poderoso de esta zona estĆ”s equivocado,
siempre habrĆ” alguien que te supere —iba a irse pero se detuvo, agarrĆ³ la
guitarra de Jorge alzĆ”ndola en el aire—. Si me declaras la guerra estarĆ© preparada —impactĆ³ el instrumento musical en el piso volviĆ©ndolo aƱicos.
A paso rĆ”pido se alejĆ³ de aquel lugar, estaba
muy alejada de la entrada y demorarĆa minutos en llegar. De vez en cuando giraba la cabeza
hacĆa atras segura de que Jorge iba tras ella dispuesto a volverla a violar o a
matar, pero en verdad el hombre seguĆa en el piso sosteniendo con ambas manos
sus testĆculos.
Pudo salir sana y salva de Los Caobas.
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