Ballbusting con mi esposo (2/4): intercambio de parejas - Las Bolas de Pablo

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4 jun 2015

Ballbusting con mi esposo (2/4): intercambio de parejas

Contiene:

-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE


   SimĆ³n estaba sentado en el asiento del copiloto, en aquel momento dudaba de su elecciĆ³n, habĆ­an dejado por un breve instante a Vicente en casa de los abuelos maternos. ¿Y si le decĆ­a a Claudia que parase y se devolviera a casa, preferĆ­a hacerle el amor, revolver sus cabellos, sudar y hacerla jadear.

   La mirĆ³ de soslayo y con el dedo Ć­ndice -sin darse cuenta- se acariciĆ³ los testĆ­culos.

   «ni modo, esa extraƱa prĆ”ctica la hace feliz... serĆ© fuerte» pensĆ³.

   En cambio Claudia iba decidida conduciendo la camioneta de su marido, se dirigĆ­an a casa de su amiga Alicia a practicar aquella extraƱa cosa que le gustaba a los hombres y no se aseguraban en admitir.

   «Intentalo con Ć©l, a Fernando eso le gusta, que le jodan los testĆ­culos le encanta a todos los hombres, mi marido, el tuyo, nuestros padres, el vecino, quizĆ”s a SimĆ³n le dĆ” pena admitirlo» dijo una vez Alicia.

   SimĆ³n era dueƱo de unos cojones grandes, aseguraba que su padre y hermanos tambiĆ©n los tenĆ­an y, para su asombro el pequeƱo Vicente era dueƱo de un escroto aunque pequeƱo por su edad era grande frente a otros niƱos.

   Claudia mirĆ³ a su esposo y se sonrieron.

   «aunque te dĆ© pena admitirlo, te apoyo y harĆ© feliz» pensĆ³ ella.

   Se detuvieron en la vivienda de Alicia, donde su marido les dio acceso al garaje.

   —¿Tenemos que hacerlo aquĆ­, bella?

   —Amor, pensĆ© que te gustarĆ­a...

   —Fernando me cae un poco mal, siempre tan pomposo.

   —SimĆ³n, mi vida, no niego que aunque me siento un poco cohibida con ellos es donde soy capaz de hacer esto... perdĆ³n.

   SimĆ³n tragĆ³ saliva y cooperĆ³ con su silencio en aquel absurdo tabĆŗ que los enredaba en una tonta mala interpretaciĆ³n.

   —¿CĆ³mo estĆ”n? —los saludĆ³ el polĆ­tico Fernando, siempre tan correcto pero un pillo en la intimidad—. Adentro te espera Alicia, querida Claudia.

   La mujer entrĆ³ en la casa dejando a los maridos intercambiando miradas de tolerancia y sonrisas incĆ³modas.

   Claudia encontrĆ³ a su amiga Alicia, la loca como la llamaba SimĆ³n con un atuendo atrevido en la alcoba.

   —Hoy dominaremos a nuestros machos a como de lugar. Quitate la ropa, Claudia.

   —Amiga, ¿estĆ”s segura que eso le gusta a los hombres? ¿Que le peguen en las pelotas?

   —SĆ­, tonta. Te lo he dicho millones de veces.

   —HablĆ© con mamĆ” y me dijo nunca haber practicado esto con mi papĆ” o con mi padrastro.

   —Ay Claudia, conozco a tu madre, seguro le dio vergĆ¼enza admitirlo. ¿HablarĆ”s de tus intimidades en el futuro con Vicente? ¿Le explicarĆ”s como le chupabas la polla a su padre? Te ayudarĆ© a cambiar. Hoy aplanaremos los huevos de esos cabrones.

   Afuera, en la sala de estar, Fernando ya estaba en trapos Ć­ntimos tomando una bebida mientras SimĆ³n incĆ³modo se quitaba el pantalĆ³n.

   —¿Amigo, seguro que a las mujeres les encanta pegarnos en las bolas?

   —Por supuesto, SimĆ³n. A todas, desconfĆ­a, lo que quiero es que lo que pase en mi casa, quede aquĆ­.

   —Eso nos conviene a todos.

   Ambos quedaron en calzoncillos.

   —¡Adelante, perros! —llamĆ³ la loca.

   Ambos machos entraron a la alcoba, SimĆ³n abriĆ³ la boca al ver a las fĆ©minas en diminutas y ajustadas ropas, tuvo que controlar sus respuestas de macho.

   —¡Sin nada de ropa! —ordenĆ³ Alicia, Claudia parecĆ­a recia.

   Fernando dejĆ³ resbalar el bĆ³xer mostrando la polla blanca.

   —vamos hombre, coopera —pidiĆ³.

   SimĆ³n mirĆ³ a Claudia sujetĆ³ el bĆ³xer por la cadera y sacĆ³ el grueso pene y las colgantes pelotas.

   —Hoy intercambiaremos parejas —ordenĆ³ Alicia.

   —¿Que?

   —¿CĆ³mo?

   —¿Por quĆ©?

   —Es un juego trĆ­o de rotos.

   —Alicia, no permitirĆ© que te acuestes con mi marido.

   —No, tonta. Tu marido no me gusta. Es solo un juego le romperĆ© un rato las bolas y tĆŗ a Fernando, al finalizar el juego cada quien volverĆ” con sus parejas y le reconfortarĆ” las bolas. ¿De acuerdo?

   Claudia dudĆ³ pero cediĆ³.

   —si mi seƱora asĆ­ lo ordena —dijo Fernando—, yo dispuesto.

   SimĆ³n quiso vomitar, ¿cĆ³mo carajo Claudia se prestaba a eso?

   —EstĆ” bien —confirmĆ³, odiando a Alicia por loca, la consideraba bella pero sin cerebro.

   Cada quien se puso al frente de la pareja prestada, Alicia siempre estaba dispuesta a aquellos disparatados inventos, trĆ­os con mujeres, hombres, orgĆ­as, cambios de roles, hubiera deseado mĆ”s, pero Claudia y SimĆ³n eran muy pendejos para esa clase de juegos.

   —¿EstĆ”s preparado, grandulĆ³n? —preguntĆ³ Alicia, que consideraba a SimĆ³n fofo y de cuerpo raro, el hombre tragĆ³ saliva, asustado.

   Sin mediar palabras Alicia lanzĆ³ una patada a las bolas del cojonudo hombre.

   —¡Oooh! —gritĆ³ Ć©l con la voz quebrada, agarrĆ”ndose la entrepierna cayendo de una vez al frĆ­o piso.

   —¡SimĆ³n! —gritĆ³ Claudia, quiso correr a Ć©l consternada pero se detuvo pensando—: «es un juego, a todos los hombres le gusta eso... detente y no seas tonta».

   Fernando la mirĆ³ preocupado, y Claudia por su marido se vengĆ³:

   LlevĆ³ la mano a la entrepierna del macho, apretĆ”ndole los cojones, Fernando abriĆ³ la boca en forma de "O" sin emitir ruido. Claudia constatĆ³ que aquel tamaƱo de bolas eran grandes, pero no se asemejaba a las campanas de su marido. A Fernando el pene se le empezĆ³ a erectar.

   Claudia lo soltĆ³ con horror, y Fernando se apoyĆ³ en sus rodillas respirando pesadamente, mirĆ³ a la mujer con lĆ”grimas en el rostro.

   —Uff, que excitada me siento —comentĆ³ Alicia—. ¿TĆŗ tambiĆ©n, Claudia?

   —no creo ser capaz de maltratar a un hombre por sus huevos...

   —No seas cretina, veras que SimĆ³n parecerĆ” una vaca lechera cuando te coja en breve, lo digo por experiencia. ¿Verdad, Fer? —Alicia se arrodillĆ³ para meter la mano en los cojones del periodista—. ¡Vaya que son grandes! —y girĆ³ las pelotas en su mano —SimĆ³n aullĆ³ marcando las venas del cuello.

   Claudia se sentĆ­a desesperada por SimĆ³n, mirĆ³ a Fernando que se enderezaba y lo atacĆ³ enterrando con fuerza su rodilla contra los genitales. Fernando cruzĆ³ los ojos y dejĆ³ escapar un aullido paralizante, mientras sus manos se colocaban sobre sus gĆ³nadas. El parlamentario sentĆ­a el palpitar de sus cojones al ser aplastados por aquella bella aunque estricta mujer. Claudia echĆ³ la rotula atrĆ”s y volviĆ³ a aplastar las gĆ³nadas de Fernando. El hombre despegĆ³ los pequeƱos pies del suelo y gritĆ³, cayendo al suelo con la grosera polla erguida.

   —Estoy tan caliente —comentĆ³ emocionada Alicia soltando los cocos de SimĆ³n. La muy descarada no ocultaba su deleite por ver al dĆŗo de macho agarrĆ”ndose la entrepierna.

   Las fĆ©minas se quedaron quietas dĆ”ndole reposo a los machos. Claudia vio con horror como Alicia metĆ­a los dedos en su vagina.

   —No seas tonta, Claudia. Eres tan zorra como yo.

   Claudia apretĆ³ los labios, se caracterizaba por ser una dama en la sociedad pero una meretriz en la cama, pero siempre en privacidad junto a su esposo... querĆ­a huir, se sentĆ­a incomoda.

   —¡Dije pie, idiotas! —rugiĆ³ Alicia. Fernando y SimĆ³n obedecieron.

   —Golpea duro a ese desgraciado —ordenĆ³ la rubia.

   —No lo maltrates —pidiĆ³ Claudia preocupada por su marido—, sus huevos son muy frĆ”...

   Alicia estampĆ³ los nudillos en la entrepierna de SimĆ³n, que humedeciendo los ojos uniĆ³ las rodillas y callĆ³ al piso maldiciendo al dolor.

   Claudia se sintiĆ³ furiosa por el maltrato, y agarrĆ³ de los cojones a Fernando, hundiendo las filosas uƱas en sus tiernas pelotas. Ɖl se quedĆ³ sin aire con el apretĆ³n.

   —¡Aaahhh... Clau.... ahhhh! —intentĆ³ hablar.

   —¡AsĆ­ es amiga, revienta los jodidos cocos, sin eso ellos no son nada!

   Fernando comenzĆ³ a sollozar, sentĆ­a un agudo dolor en el testĆ­culo derecho, los ojos de furia de Claudia estaban encima de Ć©l, ademas sus uƱas clavadas le rompĆ­an su sensible carne.

   —Aaahhhhhggg —Fernando volteĆ³ los ojos.

   SimĆ³n que estaba de rodillas sintiendo las bolas hinchadas miraba la cara de su esposa y, en su confusiĆ³n pensaba que Claudia seguĆ­a disfrutando de eso, Alicia lo agarrĆ³ de los cabellos y los templĆ³:

   —PodrĆ”s tener los huevos grandes, pero eres fofo. Fernando es tan bello, miralo, fuerte... ¡Que lindo se ve!

   —Por favor. Detente —suplicĆ³ Fernando—. Me vas a quitar la posibilidad de tener mĆ”s hijos.

   Claudia abriĆ³ los ojos y retrocediĆ³ soltĆ”ndolo, a lo lejos vio la cara de emociĆ³n de Alicia y el rostro congestionado de dolor de SimĆ³n con sus cojones a merced de la rubia.

   Alicia chocĆ³ el pie contra las metras de SimĆ³n, aplastando las huevas contra la pelvis, el fornido hombre se encorvĆ³ gritando desaforado.

   —jajaja, esto me encanta, amiga —sonriĆ³ Alicia viendo a SimĆ³n batirse como gusano en el piso.

   Los cojones de SimĆ³n enviaban ondas paralizantes de dolor al estĆ³mago y cadera. Alicia se subiĆ³ a su pecho donde apretĆ³ las protuberantes tetillas. SimĆ³n gruĆ±Ć³ sintiendo el aire comprimir.

   Claudia furiosa se arrodillĆ³ hacia Fernando que estaba temblando.

   —pervertido —ella susurrĆ³ al ver que el semiduro falo del galĆ”n chorreaba pequeƱas gotas de liquido preseminal.

   Pero SimĆ³n no se quedaba atrĆ”s, seguĆ­a protegiendo sus bolas, pero Alicia acariciaba con sus pies el pene del marido de su amiga, inesperadamente un caƱonazo de semen brotĆ³ disparado al piso.

   PLISST

   —¡Es un cochino tu marido! —comunicĆ³ Alicia—. Pero parece un rĆ­o.

   Claudia lo mirĆ³ celosa. OrdenĆ³:

   —Cambiemos a nuestras pareja.

   —Entendido —aceptĆ³ Alicia, se acercĆ³ a Fernando y metiĆ³ su verga en la boca, tambiĆ©n le apretĆ³ los cocos, Fernando se quejĆ³.

   —Amor me quiero ir —rogĆ³ SimĆ³n desprotegiendo la virilidad.

   —Es que no volveremos mĆ”s, SimĆ³n —contestĆ³ Claudia secamente.

   —¿lo dices en serio?

   —SĆ­ —dijo Claudia, mirĆ³ las bolas grandes e infladas de su macho, se sintiĆ³ molesta y le metiĆ³ un puƱetazo.

   —¡AAAAAARRRRGGGGGGG, CLAUDIA!

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