Mi profesor - Las Bolas de Pablo

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22 jun 2015

Mi profesor

CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
   La culpa es mĆ­a, lo sĆ©. Pero es que nunca me gustaron las matemĆ”ticas, y si escogĆ­ esta carrera universitaria es porque ya he estado en otras tres casas de estudios sin concluir carrera alguna.
   En esta carrera de IngenierĆ­a MecĆ”nica, una se encuentra a cualquier tipo de hombre. Como es el caso del profesor Manuel, un sujeto joven, experto en nĆŗmeros y sobretodo creĆ­do. MĆ”s de una vez me hizo quedar en ridĆ­culo en plena clase y, ¡es que odio las matemĆ”ticas!
   Y bueno, su materia terminĆ³ con una nota desastrosa que manchĆ³ mi historial acadĆ©mico. DebĆ­a arreglar aquello, la cuestiĆ³n sucediĆ³ en la Ćŗltima semana del perĆ­odo acadĆ©mico, donde los profesores envĆ­an los resultados a otras instancias para que sea cargado al sistema de la universidad.
   —Debe haber una manera, profesor —agregue lanzando el anzuelo.
   —Bueno Carmen, creo que sĆ­ hay soluciĆ³n —indicĆ³ Ć©l.
   Perfecto, sabĆ­a que me habĆ­a mirado mi escote. El Prof. Manuel terminĆ³ diciendo:
   —La soluciĆ³n la podemos encontrar el jueves en mi casa —escribĆ­a la direcciĆ³n en un pedazo de papel—, ahĆ­ veremos como arreglamos estas notas.
   Yo fingĆ­ sorprenderme.
   —¿En su casa? ¿QuĆ© podemos hacer ahĆ­?
   —Ya te he dicho... conseguir un resultado a tu desbarajuste de notas —me mirĆ³ con sus ojos aceitunado—. SerĆ” fĆ”cil.
   Me mordĆ­ los rojos labios mientras sabĆ­a que Ć©l me comĆ­a con el pensamiento. Al fin me despedĆ­ y salĆ­ del aula moviendo mi cuerpo mĆ”s que una gelatina.
   Ya el jueves lleguĆ© a su casa, me recibiĆ³ en la sala y me ofreciĆ³ una copa de jerez.
   —¿Y, entonces, Carmen. Tienes novio?
   —Oh, no profesor. Tengo ya mucho rato sola.
   —¡QuĆ© pena! Y, ¿por quĆ© no congenias con los nĆŗmeros?
   —No lo sĆ©, parece que usted es el difĆ­cil. PasĆ© todas mis materias excepto la suya.
   Manuel sonriĆ³, y se puso de pie.
    —Para eso estĆ”s aquĆ­. Para ponĆ©rtelo fĆ”cil. Hoy pasas tu materia. De una manera fĆ”cil. SĆ³lo tienes que cooperar. Ademas, las materias que pasaste fue a duras penas.
   Y ahĆ­ estaba como todo macho, ya lo sabĆ­a, tendrĆ­a que chuparle la polla como al viejo profesor de MecĆ”nica automotriz o dejar que me chupara las tetas como el director que impartĆ­a Fisica I.
   —¿Y......... Y, quĆ© debo hacer profesor?
   —Golpear mis cocos.
   —¿QuĆ©?
   Vaya proposiciĆ³n mĆ”s rara me hacĆ­a este tipo. Ɖl repitiĆ³ y afirmativamente tenĆ­a que pegarle en los testĆ­culos.
   Hizo que olvidara la copa y que me levantara del mueble, abriĆ³ las piernas como si abriera el contacto con sus testĆ­culos.
   Manuel usaba una camiseta gris ajustada que dejaba ver su pecho liso y atlĆ©tico, aunque sus pezones parecĆ­an erectos.


   Puse la mano sobre el hombro de Manuel, estaba extraƱado ante la situaciĆ³n, mi profesor estaba pasado de erecto.

   Con decisiĆ³n subĆ­ la robusta rodilla entre las piernas del profesor Manuel, estrellando sus bolas contra su pelvis, sentĆ­ el rudo contacto e hice que el matemĆ”tico soltara un ronco grito.
   RetrocedĆ­ unos pasos asombrada con el gran dominio que podĆ­a tener sobre un hombre con tan sĆ³lo un golpe en sus genitales. Admiraba  su reacciĆ³n, el profe Manuel estaba doblado, con la mano en la  entrepierna. 
   Aquello al profe le encantaba, tenĆ­a aƱos deseando sĆ”dicamente que alguna de sus guapas alumnas le reventara las bolas.
   —¿Terminamos, profesor?
   Ć‰l demorĆ³ un momento de silencio. 


   —No... ahora es que falta —afirmĆ³ con voz tensa.

   TomĆ³ cerca de minuto y medio para que Manuel se enderezara. La cara la tenĆ­a colorada e indico que lo volviera a golpear. No lo dude ni por un momento, si con eso iba a pasar su materia, podĆ­a hacerlo millones de veces. Respirando profundo pateĆ© las pelotas en el abultado jeans del profesor. Mi empeine chocĆ³ con los huevos lechosos de Manuel, embistiĆ©ndolos contra su cuerpo, aplanandolos en la cadera.
   Manuel lanzĆ³ un  aullido grave y cayĆ³ de rodillas, agarrĆ”ndose las bolas. 

   Me asustĆ© y traguĆ© saliva, nunca antes me habĆ­a atrevido a pegarle en los testĆ­culos a un pibe. Pobre gĆ³nadas las de aquel tipo, tan lindo y tan raro, mira que dejar que le destrocen asĆ­ su hombrĆ­a. Hubiera preferido ir a la cama con Ć©l, todo fuera por aprobar o probarlo.

   —No te preocupes, estoy bien... Vamos por otro golpe. Para la mĆ”xima puntuaciĆ³n.
   Estaba incrĆ©dula.
   —¿Seguro?
   —¡SĆ­!
   "Este si sigue asĆ­, no tendrĆ” hijos" pensĆ©.
   Manuel preso de dolor, se puso de pie. ArrugĆ³ la frente, mientras sus mejillas estaban sonrosadas.
   Con un golpe audible producto de una violenta patada mi sandalia chocĆ³ con los huevos de Manuel aplastandolos tan duro que el desgraciado profesor gritĆ³, moviendo la campana de la boca.
   Asombrada, dĆ­ un paso atrĆ”s y sonreĆ­ quizĆ”s de los nervios. Manuel se desplomĆ³ en el suelo sin quitar la mano de sus huevos.  Pero cayĆ³ al suelo retorciĆ©ndose, gimiendo de dolor, a tiempo que se mecĆ­a hacia adelante y atrĆ”s.

   —¿EstĆ” bien, profesor?
   —Estoy... per... perfecto.
   Manuel continuarĆ­a tendido en el suelo, gimiendo en su mundo de dolor y cubriendo su entrepierna, con los ojos bien cerrados, ya aquello era suficiente, debo contarles que pasĆ© su materia con la mĆ”xima puntuaciĆ³n.

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