CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Un trĆo de chicas hermosas estaban parloteando entre sĆ a orillas de la playa, mientras bebĆan refrescantes bebidas se divertĆan como sus otros amigos (2 muchachos y otras 3 chicas mĆ”s brincaban las olas del mar).
—jajaja y fue entonces que GermĆ”n no pudo mĆ”s y se cayĆ³ —contenĆa la risa Nora.
Victoria soltĆ³ una carcajada imaginando como su tonto primo rodaba por las escaleras de la discoteca.
Vicky guiĆ±Ć³ un ojo a Nora, estaba contenta por estar ahĆ. Nora continuĆ³ con su sarta de chismes graciosos.
Continuaron intercambiando palabras, hasta que Adela, el alma del grupo -y de las fiestas- se aburriĆ³ de la playa y se uniĆ³ a ellas, seguido todo el grupo de la playa regresĆ³ a la orilla, de los dos jĆ³venes que las acompaƱaban, uno resaltaba mĆ”s que el otro, y ese era HĆ©ctor, un hermoso ejemplar de hombre que tenĆa una ancha espalda y una pequeƱa cintura, largas piernas que acababan en su pelvis y vestĆa con un baƱador azul que apenas parecĆa insuficiente para guardar el peso de su entrepierna. HĆ©ctor se inclinĆ³ y destapĆ³ una congelada cerveza.
—HĆ©ctor, ya has bebido mucho no te pongas al pedo.
—ay, no me estĆ©s webeando.
—Si HĆ©ctor se emborracha yo manejo —dijo el eficiente RenĆ©
El grupo siguiĆ³ compartiendo una velada fascinante a orillas de la playa, llegĆ³ un momento cuando HĆ©ctor dijo que debĆa discutir algo importante con Nora. Hubo risas y silbidos.
—no, es muy privado, disculpen chicos —dijo HĆ©ctor—. Necesito que sea en un lugar apartado.
Vicky mirĆ³ molesta a Nora la cual abandonaba su asiento en la arena.
—ya volveremos —asegurĆ³ HĆ©ctor subiendo a su camioneta.
—¡Hey, culiao. MĆ”s te vale que no nos dejei aquĆ! —amenazĆ³ RenĆ©.
La camioneta puso marcha lejos de la concurrida playa.
—¿a dĆ³nde vamos? ¿QuĆ© sucede?
—Espera, no puedo manejar asĆ. Aguarda a que lleguemos a un buen lugar.
Nora callĆ³ pensando que su amigo quizĆ”s pasaba por una mala situaciĆ³n esperaba que no estuviera enfermo o algo mĆ”s.
Hector manejĆ³ hasta una solitaria playa, ahĆ dejĆ³ la camioneta y ambos se acercaron a una roca donde se recostaron mirando la infinidad del mar.
—quiero aprovechar este momento para decirte algo que nunca antes te contĆ©.
—¿De quĆ© se trata?
—Me gustas, Nora —asegurĆ³ Hector parĆ”ndose a su frente, erguido, poderoso.
—¿QuĆ©? PensĆ© que te gustaba Adela. Siempre los veo juntos.
—¿Adela? —repitiĆ³ HĆ©ctor pensativo pensando en aquella buena amiga—. No, Adela no me gusta. Muero por ti.
—No, HĆ©ctor. Yo no puedo. EstĆ”s equivocado.
—por favor dame una oportunidad.
—No, entiende que no.
HĆ©ctor la envolviĆ³ entre sus fuertes brazos, pegĆ”ndola a su amplio hombro y besĆ”ndola en los labios, Nora se pegĆ³ a Ć©l con sus duros pechos. HĆ©ctor la arregostĆ³ contra la roca subiĆ©ndose a ella, olĆa su borrachera y la erecciĆ³n que le resaltaba el baƱador.
—¡No! —gritĆ³ ella apartĆ”ndolo de si.
Hector la miraba seductor y excitado, la agarrĆ³ de la muƱeca pegĆ”ndola a la piedra, la harĆa suya en esa playa, la penetrarĆa sobre esa piedra, eran muchos aƱos deseĆ”ndola. Nora no lo querĆa. HĆ©ctor era popula y deseado por las mujeres, pero no para ella, el cuerpo del macho la estaba doblegando, no podrĆa...
Con un golpe rudo y directo la rĆ³tula de Nora impactĆ³ en las pelotas del joven. HĆ©ctor gritĆ³ y cayĆ³ en un charco de agua sujetĆ”ndose la virilidad. Encima de sus golpeadas bolas su verga se dibujaba erecta en el traje azul.
—¿por quĆ©? ¡Urg! Eres una perra.
Nora se aferrĆ³ a la gran piedra, estaba nerviosa, el miedo se adueƱaba de su sangre frĆa.
HĆ©ctor intentĆ³ pararse, la sujetĆ³ de una pierna, la tumbarĆa y la penetrarĆa con la fuerza de su hombrĆa y la ayuda de las olas. Nora intentĆ³ mantenerse de pie, apretĆ³ la boca y lanzĆ³ una bofetada a HĆ©ctor. El muchacho la soltĆ³ y se echĆ³ hacia atrĆ”s, Nora decidiĆ³ llevar la punta del pie contra las piernas abiertas del fornido enamorado.
¡SPLOOOSH!
Fue la mezcla del golpe entre el cuerpo y el agua.
El pie colisionĆ³ con los huevos de HĆ©ctor, cuyos cojones resonaron como cĆ”scaras dentro del escroto. Los ojos de HĆ©ctor se cerraron a tiempo mientras se acurrucaba al rededor del agua frĆa, se estaba ahogando, sin fuerza para levantarse, el punto a su favor fue la manera en la que el agua cubriĆ³ una grotesca mancha caliente que saliĆ³ del pene.
DejarĆa que se ahogara... no... no era una asesina, agarrĆ”ndolo del hombro lo ayudĆ³ a pararse, HĆ©ctor temblaba mientras se agarraba con una mano los testĆculos. El hombre agarrĆ³ de la cintura a Nora, ella se molestĆ³ y reaccionĆ³ dando otro rodillazo a sus magulladas bolas.
Esta vez HĆ©ctor cayĆ³ de rodilla y se sentĆ³ en la playa, Nora lo mirĆ³ con desprecio y se dirigiĆ³ a la camioneta.
—Norita, ay, cielos, ¿a dĆ³nde vas?
—Me largo de aquĆ, es tu problema saber como llegar a nuestra playa o a la ciudad. Cretino.
Nora abandonĆ³ la camioneta dejando al infeliz HĆ©ctor arrastrĆ”ndose a la gran piedra para refugiarse. Nora volverĆa a la playa, ya inventarĆa una excusa y alguno de sus amigo lo rescatarĆa...
—¡EstĆŗpido HĆ©ctor! Acaso no se da cuenta que no me gustan los hombres —decĆa la muchacha a su regreso.
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