Donde hubo fuego cenizas quedan - Las Bolas de Pablo

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19 jun 2015

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Donde hubo fuego cenizas quedan

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HOMOSEXUAL
   Era el gimnasio favorito de Lisandro para entrenar, en aquella hora de la tarde su cuerpo sudaba a ritmo que practicaba kickboxing con un enemigo invisible. De un momento a otro alguien entró a la sala, vistiendo de camisa roja y subiendo como un rayo al ring, era Pedro.
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   ā€”Ā”Pero miren quien estĆ” aquĆ­! —exclamó el reciĆ©n llegado alzando los brazos—. Lisandro, el hombre mĆ”s traidor sobre el Estado.
   ā€”Ya estĆ”, Pedro. CreĆ­ que ya lo habĆ­as superado. Ha pasado tantos meses.
   ā€”ĀæSuperado? Oh, sĆ­ que lo superĆ©. Lo que no capto es tu grado de traición. ĀæY cómo estĆ” RenĆ©? ĀæO ya no lo ves? Se traicionaron y no se ven.
   Lisandro rió sarcĆ”stico.
   ā€”Pedro, no quiero discutir, tampoco deseo lastimarte, te ves muy estresado. SerĆ” mejor que salgas y me dejes entrenar.
   Pedro lo miró con asco.
   ā€”ĀæHacerme daƱo tĆŗ a mi? Primero se te cae la cara de vergüenza, traidor.
   ā€”SĆ­, soy un traidor, pero ya vete.
   ā€”ĀæPor quĆ© no eres tan hombre y aceptas una lucha?
   ā€”No te quiero lastimar, saldrĆ”s herido. Ya sal de aquĆ­.
   ā€”Ā”TRAIDOR!
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   Pedro fue con toda su furia sobre Lisandro, Ć©ste lo sujeto del hombro, el otro tambiĆ©n se sujetó a Ć©l, del cuello. Se doblaron y forcejearon, a Lisandro se le doblaban las rodillas pero era fuerte, Pedro estaba tan molesto como desde el primer dĆ­a, querĆ­a partirle la cara de niƱo lindo.
   Uno intentaba hacer caer de rodillas al suelo a su conocido rival.
   Lisandro estiraba el brazo por la espalda de Pedro.
   Pedro cambiaba el color de su cara a roja al ejercer presión.
   ā€”ĀæQuĆ©? Ā”Ah?
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   Fue Pedro, porquĆ© Lisandro agarró la punta de su camisa y empezaba a quitĆ”rsela. La prenda roja salĆ­a por el torso del hombre hasta deslizarse por sus mĆŗsculos.
   ā€”ĀæQuĆ© haces, estĆŗpido? —preguntó Pedro retrocediendo.
   En su pecho blanco y lampiƱo empezaba a brillar por la acumulación de sudor.
   ā€”ĀæLa maƱa no se te ha quitado, cierto? —reĆ­a Lisandro con la prenda roja en sus manos—. ĀæCuidando como una modelo todas tus ropas? jajaja. Eres una top model de barrio. Ā”Toma! —dio la media vuelta y lanzó la camisa fuera del ring—. Ve a buscar tu Oscar dela renta que estĆ” ensuciĆ”ndose en el suelo, asĆ­ me dejas solo, mariquita.
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   Apretando la mandĆ­bula (y el puƱo), Pedro se lanzo con un ataque traicionero a la espalda de Lisandro. Saltó en el aire y le clavó el puƱo.
   ā€”Ā”TĆŗ tambiĆ©n eres una mariquita!
   Y con mĆ”s fuerza asestó otro golpe que tumbó por completo a Lisandro a la lona sintiendo los nudillos palpitar en la espalda.
   ā€”Aaaarrhhhhh.
   Pedro continuaba mirĆ”ndolo -ahora- con mĆ”s aborrecimiento.
   ā€”ĀæYa no eres tan fuerte, verdad?
   ā€”Es que sĆ© que si te toco, Pedro, te harĆ© mucho daƱo.
   ā€”ĀæY a ti quien te dio esa camisa? ĀæRenĆ©? Porque tĆŗ no sabes de calidad. Eres un roto.
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   Lisandro se disponĆ­a a pararse, pero Pedro se adelantó y tomando del cuello su camisa procedió a quitarla. Lisandro no puso resistencia, se rió, deseaba que Pedro no sintiera que esa ropa le importaba mucho.
   Pedro arrojó la camisa fuera del ring. Lisandro se puso de pie.
   ā€”ĀæRecuerdas cómo empezó tu traición? En tu cumpleaƱos, en tu desgraciado cumpleaƱos. ĀæCuĆ”nto tiempo me traicionaron?
   ā€”Pedro, no tuve culpa. Simplemente me enamorĆ©.
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   Pedro agarró a Lisandro del hombro y lo arrojó contra las cuerdas.
   ā€”Ā”TE ENAMORASTE DE Mƍ MEJOR AMIGO! Ā”SIENDO Mƍ PAREJA!
   Lisandro se carcajeaba.
   ā€”ĀæNO LES IMPORTƓ? ĀæCUƁNDO EMPEZƓ?
   ā€”SĆ­. Empezó esa misma noche. Cuando tĆŗ me dejaste salir con RenĆ©. Disque para comprar hielos. Lo hicimos en la parte trasera del carro, tu carro.
   ā€”Ā”IMBƉCIL!
   Pedro le dio un puƱetazo a Lisandro en el abdomen que le sacó todo el aire. El hombre hizo un gesto gracioso con la cara cuando expulsó el oxigeno. Y Pedro repitió la hazaƱa con otro golpe al abdomen.
   ā€”Te arrepentirĆ”s de tu traición. Yo te querĆ­a y mucho.
   ā€”a... sĆ­... y... ĀæquĆ©.... vas a... hacer?
   Pedro lo miró a los ojos, Lisandro seguĆ­a siendo el mismo niƱo lindo traidor. Ā”No volverĆ­a a burlarse de Ć©l!
   ā€”ĀæQuĆ©?... ĀæQuĆ© haces?
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   Lisandro no habĆ­a normalizado su respiración cuando Pedro le bajaba la ajustada licra gris. Mostrando su hermosa verga oculta en el pequeƱo calzón. A Pedro se le hizo agua la boca, pero serĆ­a fuerte ante todo.
   ā€”ĀæQuĆ© sucede, Pedro? ĀæSe te revolvieron los sentimientos?
   Pedro contuvo una respuesta. Lo miraba a los ojos.
   ā€”VenĆ­as a darme una paliza pero el verme la entrepierna te dejó paralizado.
   ā€”TodavĆ­a me duele, Lisandro. Eramos pareja... y me engaƱaste.
   ā€”Uno es hombre y la carne es dĆ©bil.
   ā€”ĀæQuieres decir que si te beso.... ocurrirĆ­a algo?
   ā€”Puedes intentarlo.
   Pedro colocó la cara cerca de la boca de Lisandro, no hubo beso. Pero respiraban el mismo aire. Pedro colocó la mano cerca del cuello de Lisandro y asĆ­, la deslizó por todo el relieve de la musculatura de su cuerpo.
   ā€”Recuerdo que te encantaba que te tocarĆ” asĆ­ el pecho. ĀæRecuerdas?
   ā€”Ā”Oh, sĆ­!
   La mano se paseó el pecho, los abdominales, subió otra vez al pecho.
   ā€”ĀæQuĆ© puede tener RenĆ© que no tenga yo?
   ā€”Tal vez me equivoquĆ©.
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   Pedro acarició los pechos de su antiguo amor, y otra vez bajó ahora hasta el ombligo, y de ahĆ­, sobó con la palma a la zona genital de Lisandro. Ɖste gimió.
   ā€”ĀæTe gusta, eh?
   ā€”Oh sĆ­... Captas Pedro, en vez de hacer la guerra, podemos hacer el amor.
   ā€”Entiendo —aseguraba Pedro.
   Manoseando cada centĆ­metro del bulto de Lisandro. Su verga se dibujaba cada vez mĆ”s sobre el calzón. Como un tubo resguardando en la parte inferior un saco de pelotas.
   Pedro agarró el calzón de Lisandro y lo bajó mostrando su erecta polla, los cojones reposaban creando su semen titĆ”nico.
   ā€”ĀæTe gusta, Lisandro?
   ā€”Ufffff, sĆ­.
   ā€”ĀæY esto?
   SĆŗbitamente Pedro estrujó los cojones y la verga de quien alguna vez fue su pareja.
   ā€”Ā”Ooooooggghhhhh! Ā”DUELE!
   La mano de Pedro tembló apretando las pelotas de aquel fornido macho.
   ā€”Ā”AAAAAAAAAGGGGGGGGG! —arrugaba la frente y abrĆ­a la boca al sentir como que si le destriparan las tripas.
   ā€”Oh, pobre nenĆ© —agregó Pedro alejĆ”ndose de Ć©l.
   Lisandro dobló las rodillas ahuecando sus bolas en sus manos, recordó la vez que durante un robo le patearon las bolas y no pudo caminar durante 4 dĆ­as. Se les habĆ­an hinchado y puesto moradas.
   Pedro bajó del ring, directamente fue a buscar las camisas de ambos. Colocó la mirada en la espalda de Lisandro, ancha y fuerte que provocaba recorrer con las manos. Corrió hacia la punta del ring subiendo a el y doblando un brazo de Lisandro.
   ā€”ĀæSe puede saber quĆ© haces? Ā”AARRG!
   Ahora Pedro le sujetaba la otra mano con su camisa. En ese momento Lisandro estaba atado de manos.
   ā€”ĀæQuĆ© pretendes? Ā”Te ordeno que me sueltes!
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   Pedro bajó del ring, estaba entre las piernas de su querido Lisandro, admiró su culo, grande y carmoso. TodavĆ­a las pelotas estaban colgando bajo su -ahora- flĆ”cido pene. Pedro apretó el puƱo y desde atrĆ”s le dio un gancho potente a Lisandro.
   ā€”AAAAUUUUCCCHHHHH.
   Los testĆ­culos rebotaron contra los nudillos y contra su propio peso, causando a Lisandro un dolor terrible que explotaba en su estómago y cadera.
   ā€”ĀæTe dolieron tus pobres bolitas de macho?
   ā€”Ā”Con las bolas no se juegan, Pedro!
   El muchacho subió al ring a la altura de Lisandro, colocando la mano en su cuello.
   ā€”Tienes razón, pero eso es lo que provocan hombres como tĆŗ: altos, machos, fuertes, sexosos. Debilitarlos por su hombrĆ­a.
   ā€”Deja los celos y suĆ©ltame, hablemos.
   ā€”Antes dejame jugar.
   Pedro comenzó a besuquear en la mejilla a Lisandro, haciĆ©ndolo jadear de excitación.
MUACK
MUACK
MUACK
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   Dejando los besos a un lado, Pedro trasladó la mano a la famosa entrepierna de Lisandro, Ć©ste sintió un castrador dolor con los 5 dedos que le aplastaban los dos huevos. Sus testĆ­culos se ponĆ­an mallugados al contacto con la punta de los dedos. Era tan avasallante el dolor, Que Lisandro levantó los pies.
   ā€”AAAARRRGGGGGGG MIS BOLAS, AGGGHHHHH.
   ā€”JAJAJAJA.
   ā€”SUELTA, SUELTA. AAAAARRRRGGGH.
   Por un momento Pedro soltó los cojones de Lisandro, Ć©l gimió tiernamente, sintiĆ©ndose mareado, adolorido y confundido. Pedro masajeaba de manera sĆ”dica los genitales del macho.
   ā€”ĀæQuieres acabar, Lisandro?
   ā€”Eres un pervertido.
   ā€”Perdón, no querĆ­a hacerte tanto daƱo —negó Pedro acariciando el pene de Lisandro—. Siempre tuviste genitales preciosos, es inevitable que no juegue con ellos. Y mĆ”s ahora que no me pertenecen...
   Con sus manos rodeó el pene y las pelotas del muchacho y templó sin razón, arrancando mĆ”s de un alarido al desdichado macho, sintiendo pasar las bolas de un estado de palpito a hinchazón leve con un dolor rudo y paralizante.
   Mientras jalaba sus bolas y el desespero por ser liberado finalmente el calzón de Lisandro se deslizó suave por sus piernas, llegando una vez al suelo. Intentando ser libre tambiĆ©n pudo soltar una de sus manos y asĆ­ estampó un puƱetazo en la cara a Pedro que lo envió al suelo.
   Lisandro apartó la camisa que sujetaba su otra mano y asĆ­ estaba libre, cojeando caminó a una esquina del ring, para reposar los mareos.
   ā€”Esto todavĆ­a no termina —anunció Pedro levantĆ”ndose.
   ā€”Estoy cansado Pedro, no quiero luchar. DĆ©jame ir.
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   Pedro desde su distancia admiró la flĆ”cida pero muy grande polla de Lisandro, de piel blanca y con testĆ­culos grandes que sólo se encargaban de fabricar 100% testosterona de calidad, el cuerpo de Lisandro parecĆ­a hecho por los dioses griegos, aun asĆ­ al verse debilitado y vulnerable.
   "Que buen pene tiene, nunca lo podrĆ© negar" pensó Pedro con un brillo en los ojos "aĆŗn asĆ­ se comportó como un desgraciado".
   Lisandro sobaba sus cojones.
   Pedro salió del ring caminó por la orilla despacio y silencioso tras Ć©l, Lisandro ocupado en su dolor no se percató que su ex pareja estaba a su espalda.
   Pedro miró el trasero de Lisandro, grande, parado y moreno. Apretó el puƱo y lo lanzó entre las piernas de Lisandro. El golpe hizo rebotar las pelotas y el pene con aquel fuerte puƱetazo.
   PAFF. Sonó el rebote.
   Lisandro gritó al sentir el asaltó a sus pelotas, con cuatro nudillos duros que las harĆ­a hinchar y enrojecer como para reventar.
PAFF
PAFF
   ā€”Ā”AAAAAAARRRRGGGGGG MIS BOLAS!
   ApoyĆ”ndose con un brazo en la cuerda usó el otro para sostener sus pelotas, amasando ambos testĆ­culos con dedicación. PodĆ­a sentir la textura lisa y la forma ovalada de sus orbes, delicadas al tacto de la mano. Pedro subió al ring, tras Ć©l.
   ā€”Siempre creĆ­ste que yo era dĆ©bil, pues aquĆ­ se comprueba que no.
   Lisandro gimió, ante un golpe en las bolas ningĆŗn hombre se puede defender.
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   Sin tener algĆŗn comentario de Lisandro. Pedro estiró el cuerpo apoderĆ”ndose de las bolas del supermacho. Aplastando los huevos con la palma de la mano. Lisandro arqueó la espalda mientra lanzaba gritos desaforados, era como si el destripe de sus bolas le comprimiera cada parte de su estómago.
   Pedro continuó aplastando y aplastando aquella zona erógena tan sensible como excitante. MachacĆ”ndo los huevos, torturĆ”ndole los espermatozoides.
   Una vez que Pedro le hubo soltado las pelotas (ya mĆ”s grandes y rojas como tomates). Lisandro se alejó de la esquina del ring, allĆ­ su integridad corrĆ­a peligro. Caminó hasta quedar al centro del cuadrilĆ”tero.
   Pedro se mordió un labio, puso un pie sobre la cuerda y apoyó el otro. En menos de quince segundos ya estaba equilibrĆ”ndose entre las cuerdas. Y se lanzó al centro del ring. Empujando a Lisandro de frente a las sogas, oportunidad que aprovechó Pedro para acercarse al hombre y tomarlo del cuello, sacar la mitad de su cuerpo contra las cuerdas, alzarlo, tomar la cuerda inferior y la acercó a las pelotas del macho para templarlas.
   Aquel dolor nunca antes fue experimentado por Lisandro, la cuerda le aplastaba y a la vez quemaba al escroto con el roce, Lisandro escapó un grito ronco, a la vez que Pedro le doblaba la espalda y subĆ­a y bajaba la cuerda, rebotando los testĆ­culos quemando la piel.
   Los genitales de Lisandro estaban semidestruidos. Las bolas hinchadas y el pene ya antes habĆ­a sido golpeados y doblados, el macho estaba que casi caĆ­a desmayado. Aquello era mejor que aguantar aquel insoportable dolor, quĆ© le quemaba el abdomen.
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   Y es que Pedro no paraba de aplastar los huevos contra las cuerdas. Cada testĆ­culo, ya crecido se asomaba gracioso por encima de la tortuosa soga. AhĆ­ era cuando Pedro apartaba la cuerda haciendo que los huevos cayeran en el saco para volverlos aplastar con furia.
   Finalmente Pedro soltó la soga e incorporó completamente a Lisandro en el cuadrilatero, lo agarró del hombro y se fue con Ć©l hasta el borde.
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   ā€”ĀæPor quĆ©.... por quĆ© me tienes que pegar en los cojones?
   ā€”porque quiero que aprendas, quĆ© de mĆ­ nadie se burla.
   Pedro lanzó la rodilla hacia la entrepierna de Lisandro, fallando en la punterĆ­a y pegando contra su muslo.
   ā€”Pedro, tĆŗ no eras asĆ­. ĀæQuĆ© pretendes? ĀæDejarme estĆ©ril? ĀæO, castrado no sĆ©?
   ā€”Ahora, ĀæquĆ©? ĀæPretendes tener hijos?
   ā€”No... pero dejame en paz.
   Una vez mĆ”s Pedro flexionó la rodilla, Lisandro abrió los ojos preparĆ”ndose para lo peor, sus bolas estaban en juego. Apretó el puƱo y sacó el aire de los pulmones en el cuerpo de Pedro. Ā”En serio pegaba duro! Pedro retrocedió ahogado con las manos en el estómago.
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   Lisandro, recuperĆ”ndose, lo empujó haciĆ©ndolo caer sobre su espalda. Le miró el culo, Pedro siempre lo tuvo grande. SaboreĆ”ndose le quitó el short y Pedro no puso objecion con ello, quizĆ”s porque eso deseaba, o tal vez seguĆ­a recuperando el aliento.
   Lisandro lanzó lejos el short.
   ā€”ĀæQuĆ©... haces...?... Ā”Idiota!
   ā€”Ahora me corresponde darte una lección.
   ā€”Ā”No!
   Lisandro caminó hacia Pedro, Ć©ste retrocedió arrastrĆ”ndose por la lona. Lisandro lo sujetó de los tobillos. Pedro chilló asustado, ahora barrĆ­an el suelo con Ć©l, pataleaba para ser soltado.
   RĆ”pidamente Lisandro le abrió las piernas y justamente le pateó las bolas. Con un golpe que las estrelló rotundamente y lo hizo gritar quebrando la voz.
   ā€”Ahora sabrĆ”s lo que es bueno, Pedro.
   Pero el muchacho no resistirĆ­a mĆ”s de tres golpes al cuerpo, se habĆ­a acurrucado en el piso hecho un ovillo.
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   Lisandro dobló la boca, se agachó mirando especialmente a Pedro, pero le acarició la espalda, aunque fuerte y sudorosa, tomó el calzón de Pedro y procedió a quitĆ”rselo. Otra vez el muchacho no se resistió debido a sus mĆŗltiples factores, dolor, deseo, expectativa, amor, venganza. Aunque estaba paralizado agarrĆ”ndose las bolas. Su culo apareció pomposo y blanco.
   ā€”SĆ© que todavĆ­a admiras este cuerpo —alegó Lisandro mostrando sus fuertes bĆ­ceps.
   Pedro parecĆ­a mareado. Estaba aturdido por la fuerte patada a sus pelotas.
   Lisandro lo tomó de los brazos.
   ā€”Ā”NO, DƉJAME! LISANDRO.
   El fuerte muchacho trasladó a Pedro de espalda a las cuerdas, ahĆ­ lo amarró de las muƱecas.
   ā€”No, por favor, Lisandro. Perdoname.
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   ā€”Tienes miedo... —aseguró Lisandro—. No debes preocuparte, no soy igual que tĆŗ...... Ā”SOY PEOR! —cerró sus manos en el cuello del hombre.
   Duro y fuerte comenzó a apretar. Pedro abrió los ojos como platos, se le ponĆ­an vidriosos y retenĆ­a lagrimas. Sacaba la lengua y sus pulmones requerĆ­an aire. Lisandro lo miraba con saƱa.
   Al final, Lisandro lo soltó del cuello. Pedro empezó a toser, se estaba poniendo morado y el color volvĆ­a a sus mejillas.
   ā€”Nunca serĆ­a capaz de matarte, a nadie realmente. Sólo querĆ­a asustarte... perdón si me pase... ĀæEstĆ”s bien?
   Pedro dejaba de toser y lo miraba con mezcla de odio y rencor.
   ā€”Pero no olvides que me pegaste en los huevos. Y me tengo que vengar.
   ā€”Ā”NO, LISANDRO!
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   Lisandro agarró el pene y las bolas de Pedro, empezando a templar en dirección al techo.
   Pedro gritó sintiendo que le arrancarĆ­an las bolas. Al tacto sus huevos dolĆ­an en la punta del escroto, ambos.
   ā€”Ā”GRRRRRRR! Ā”GRRRRRR!
   Lisandro no le apartaba la vista de encima.
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   Pedro tuvo que arquear la espalda para asĆ­ creer que aminarĆ­a el dolor, era capaz de arrastrarse por el piso con tal de no sentir la presión sobre sus esfĆ©ricas gónadas. La mano disminuyó la fuerza, desvaneciendo el agarre. Sólo pudo gemir mientras Lisandro gemĆ­a como un chiquillo solitario.
   Pero algo habĆ­a cambiado en el rostro de Lisandro, ya parecĆ­a no haber rencor. Contemplaba en silencio a Pedro que gemĆ­a a punto de llorar. Recordó aquel mediodĆ­a que lo conoció en un banco mientras cada uno esperaba que el lento servicio de taquilla los atendĆ­a, Ć©l se quejó, Pedro tambiĆ©n. Rompieron el hielo con un tonto tema de conversación creĆ”ndose una fugaz amistad. Uno se enamoró del otro.
   En la tarde de ese mismo dĆ­a se toparon en un centro comercial, donde se saludaron. Y como cosa rara en la noche se vieron en un local de comida donde finalmente se dieron puntos de contacto.
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   Ahora, Lisandro sujetó el rostro de Pedro, Ć©ste dejó de gemir. De manera lenta Lisandro lo besó en los labios, fue un beso lento pero muy tierno ambos cerraron los ojos y Lisandro acarició el pecho de Pedro. DespuĆ©s, le soltó las muƱecas.
   ā€”ĀæQuĆ© fue eso? —quiso saber Pedro.
   ā€”Te vi y me acordĆ© de cosas que habĆ­a olvidado. De la magia.
   Hubo otro beso y algunos toqueteos.
   ā€”ĀæMe quieres?
   ā€”Mucho, Pedro.
   ā€”No entiendo.
   ā€”No importa.
   Lisandro acostó a Pedro en el piso, lo besó otra vez en la boca y bajó a su cuello. Dejando puntos de saliva se dirigió al pecho, despuĆ©s fue al abdomen y se acercó al pubis. Se detuvo y miró a Pedro.
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   Inmóviles se miraron, despuĆ©s, Lisandro pareció decidirse por algo, cambió de posición colocando el trasero cerca de la cara de Pedro. Por su parte Lisandro metió en su boca el pene de Pedro.
   Pedro miró cerca de su cara el miembro de Lisandro.
   ā€”QuĆ© rico...
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   Abrió la boca y tambiĆ©n degluto aquella deliciosa verga, Lisandro era perfecto. Lo que mĆ”s deseaba en aquel momento era su sabrosa y espesa leche, caliente regarse por su boca, tragarla. Las bolas hinchadas tocaban sus barbilla.
   Lisandro chupaba la polla de Pedro. Larga, blanca y cubierta de venas, era un experto al correrse con su semen. SalĆ­a blancuzco y oloroso. AllĆ­ Lisandro mamaba la verga sin control, en ocasiones la punta llegaba a su garganta.
   A Lisandro se le erizaron los pelos al sentir que Pedro le acariciaba el perineo.
   Cada uno sentĆ­a palmo a palmo el relieve en la musculatura del otro.
.com/blogger_img_proxy/   La cadera de Lisandro se balanceaba sobre la mandĆ­bula de Pedro.
   Entretanto, Lisandro movĆ­a de arriba hacia abajo la boca ocupada por el falo de Pedro, ensalivaba el tronco al recorrerlo con la lengua. Luego, dejaba de chupar, sacaba el pene y le lamĆ­a la cabeza con la punta de la lengua. Cerraba los ojos con aquello.
   Eran dos cuerpos solos en aquel apartado sitio, que volvĆ­an a reavivar lo que nunca se extinguió.
   Los sonidos de la boca era lo que se escuchaba productos de las mamadas como becerros, sólo queriendo la elixir leche.
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   El cuerpo de Lisandro se fue tensado, Pedro sabĆ­a lo que venĆ­a. Metió entera la verga en su boca. No dejarĆ­a escapar nada. Lisandro se paralizó, y de su pene escapó el lĆ­quido caliente y pegajoso, Pedro cerró los ojos moviendo la garganta, tragando. Era con un sabor como nueces y naranjas.
   Lisandro prorrumpió un gemido y cayó al suelo, aĆŗn con la verga tiesa y chorreando semen.
   Pedro lo miró con ternura, limpiĆ”ndose la boca.
.com/blogger_img_proxy/   Lisandro sonrió. Se levantó de la lona.
   ā€”Ven —invitó.
   Pedro se puso a sus pies. Lamió el dedo gordo, saboreó la tibia y subió con la lengua hasta la rodilla no dudó en volver a chupar su pene y limpiarlo. Besó sus bolas, todavĆ­a hinchadas y maltratadas, ahora serĆ­an cuidadas y respetadas, como antes lo fueron. Pedro lo miró de soslayo y le acarició el abdomen, Lisandro tan lindo como siempre.
.com/blogger_img_proxy/   ĀæPor quĆ© debĆ­a amarlo?
   ĀæPor su musculatura?
   ĀæPor que a pesar de todo tenĆ­a un lindo carĆ”cter?
   Lisandro no pensaba en mĆ”s, eso era lo que querĆ­a. Volver con Pedro. RenĆ© era ya parte del pasado, no mĆ”s.
   Lisandro se inclinó y besó a Pedro, era el principio de la continuación.
   Pedro se puso a cuatro patas exponiendo su trasero blanco. Lisandro apuntó su verga a Ć©l, e introdujo.

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