CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HOMOSEXUAL
Era el gimnasio favorito de Lisandro para entrenar, en aquella hora de la tarde su cuerpo sudaba a ritmo que practicaba kickboxing con un enemigo invisible. De un momento a otro alguien entró a la sala, vistiendo de camisa roja y subiendo como un rayo al ring, era Pedro.
āĀ”Pero miren quien estĆ” aquĆ! āexclamó el reciĆ©n llegado alzando los brazosā. Lisandro, el hombre mĆ”s traidor sobre el Estado.
āYa estĆ”, Pedro. CreĆ que ya lo habĆas superado. Ha pasado tantos meses.
āĀæSuperado? Oh, sĆ que lo superĆ©. Lo que no capto es tu grado de traición. ĀæY cómo estĆ” RenĆ©? ĀæO ya no lo ves? Se traicionaron y no se ven.
Lisandro rió sarcÔstico.
āPedro, no quiero discutir, tampoco deseo lastimarte, te ves muy estresado. SerĆ” mejor que salgas y me dejes entrenar.
Pedro lo miró con asco.
āĀæHacerme daƱo tĆŗ a mi? Primero se te cae la cara de vergüenza, traidor.
āSĆ, soy un traidor, pero ya vete.
āĀæPor quĆ© no eres tan hombre y aceptas una lucha?
āNo te quiero lastimar, saldrĆ”s herido. Ya sal de aquĆ.
Pedro fue con toda su furia sobre Lisandro, Ć©ste lo sujeto del hombro, el otro tambiĆ©n se sujetó a Ć©l, del cuello. Se doblaron y forcejearon, a Lisandro se le doblaban las rodillas pero era fuerte, Pedro estaba tan molesto como desde el primer dĆa, querĆa partirle la cara de niƱo lindo.
Uno intentaba hacer caer de rodillas al suelo a su conocido rival.
Lisandro estiraba el brazo por la espalda de Pedro.
Pedro cambiaba el color de su cara a roja al ejercer presión.
āĀæQuĆ©? Ā”Ah?
Fue Pedro, porquĆ© Lisandro agarró la punta de su camisa y empezaba a quitĆ”rsela. La prenda roja salĆa por el torso del hombre hasta deslizarse por sus mĆŗsculos.
āĀæQuĆ© haces, estĆŗpido? āpreguntó Pedro retrocediendo.
En su pecho blanco y lampiño empezaba a brillar por la acumulación de sudor.
āĀæLa maƱa no se te ha quitado, cierto? āreĆa Lisandro con la prenda roja en sus manosā. ĀæCuidando como una modelo todas tus ropas? jajaja. Eres una top model de barrio. Ā”Toma! ādio la media vuelta y lanzó la camisa fuera del ringā. Ve a buscar tu Oscar dela renta que estĆ” ensuciĆ”ndose en el suelo, asĆ me dejas solo, mariquita.
Apretando la mandĆbula (y el puƱo), Pedro se lanzo con un ataque traicionero a la espalda de Lisandro. Saltó en el aire y le clavó el puƱo.
āĀ”TĆŗ tambiĆ©n eres una mariquita!
Y con mÔs fuerza asestó otro golpe que tumbó por completo a Lisandro a la lona sintiendo los nudillos palpitar en la espalda.
āAaaarrhhhhh.
Pedro continuaba mirƔndolo -ahora- con mƔs aborrecimiento.
āĀæYa no eres tan fuerte, verdad?
āEs que sĆ© que si te toco, Pedro, te harĆ© mucho daƱo.
āĀæY a ti quien te dio esa camisa? ĀæRenĆ©? Porque tĆŗ no sabes de calidad. Eres un roto.
Lisandro se disponĆa a pararse, pero Pedro se adelantó y tomando del cuello su camisa procedió a quitarla. Lisandro no puso resistencia, se rió, deseaba que Pedro no sintiera que esa ropa le importaba mucho.
Pedro arrojó la camisa fuera del ring. Lisandro se puso de pie.
āĀæRecuerdas cómo empezó tu traición? En tu cumpleaƱos, en tu desgraciado cumpleaƱos. ĀæCuĆ”nto tiempo me traicionaron?
āPedro, no tuve culpa. Simplemente me enamorĆ©.
Pedro agarró a Lisandro del hombro y lo arrojó contra las cuerdas.
āĀ”TE ENAMORASTE DE MĆ MEJOR AMIGO! Ā”SIENDO MĆ PAREJA!
Lisandro se carcajeaba.
āĀæNO LES IMPORTĆ? ĀæCUĆNDO EMPEZĆ?
āSĆ. Empezó esa misma noche. Cuando tĆŗ me dejaste salir con RenĆ©. Disque para comprar hielos. Lo hicimos en la parte trasera del carro, tu carro.
āĀ”IMBĆCIL!
Pedro le dio un puñetazo a Lisandro en el abdomen que le sacó todo el aire. El hombre hizo un gesto gracioso con la cara cuando expulsó el oxigeno. Y Pedro repitió la hazaña con otro golpe al abdomen.
āTe arrepentirĆ”s de tu traición. Yo te querĆa y mucho.
āa... sĆ... y... ĀæquĆ©.... vas a... hacer?
Pedro lo miró a los ojos, Lisandro seguĆa siendo el mismo niƱo lindo traidor. Ā”No volverĆa a burlarse de Ć©l!
āĀæQuĆ©?... ĀæQuĆ© haces?
Lisandro no habĆa normalizado su respiración cuando Pedro le bajaba la ajustada licra gris. Mostrando su hermosa verga oculta en el pequeƱo calzón. A Pedro se le hizo agua la boca, pero serĆa fuerte ante todo.
āĀæQuĆ© sucede, Pedro? ĀæSe te revolvieron los sentimientos?
Pedro contuvo una respuesta. Lo miraba a los ojos.
āVenĆas a darme una paliza pero el verme la entrepierna te dejó paralizado.
āTodavĆa me duele, Lisandro. Eramos pareja... y me engaƱaste.
āUno es hombre y la carne es dĆ©bil.
āĀæQuieres decir que si te beso.... ocurrirĆa algo?
āPuedes intentarlo.
Pedro colocó la cara cerca de la boca de Lisandro, no hubo beso. Pero respiraban el mismo aire. Pedro colocó la mano cerca del cuello de Lisandro y asĆ, la deslizó por todo el relieve de la musculatura de su cuerpo.
āRecuerdo que te encantaba que te tocarĆ” asĆ el pecho. ĀæRecuerdas?
āĀ”Oh, sĆ!
La mano se paseó el pecho, los abdominales, subió otra vez al pecho.
āĀæQuĆ© puede tener RenĆ© que no tenga yo?
āTal vez me equivoquĆ©.
Pedro acarició los pechos de su antiguo amor, y otra vez bajó ahora hasta el ombligo, y de ahĆ, sobó con la palma a la zona genital de Lisandro. Ćste gimió.
āĀæTe gusta, eh?
āOh sĆ... Captas Pedro, en vez de hacer la guerra, podemos hacer el amor.
āEntiendo āaseguraba Pedro.
Manoseando cada centĆmetro del bulto de Lisandro. Su verga se dibujaba cada vez mĆ”s sobre el calzón. Como un tubo resguardando en la parte inferior un saco de pelotas.
Pedro agarró el calzón de Lisandro y lo bajó mostrando su erecta polla, los cojones reposaban creando su semen titÔnico.
āĀæTe gusta, Lisandro?
āUfffff, sĆ.
āĀæY esto?
Súbitamente Pedro estrujó los cojones y la verga de quien alguna vez fue su pareja.
āĀ”Ooooooggghhhhh! Ā”DUELE!
La mano de Pedro tembló apretando las pelotas de aquel fornido macho.
āĀ”AAAAAAAAAGGGGGGGGG! āarrugaba la frente y abrĆa la boca al sentir como que si le destriparan las tripas.
āOh, pobre nenĆ© āagregó Pedro alejĆ”ndose de Ć©l.
Lisandro dobló las rodillas ahuecando sus bolas en sus manos, recordó la vez que durante un robo le patearon las bolas y no pudo caminar durante 4 dĆas. Se les habĆan hinchado y puesto moradas.
Pedro bajó del ring, directamente fue a buscar las camisas de ambos. Colocó la mirada en la espalda de Lisandro, ancha y fuerte que provocaba recorrer con las manos. Corrió hacia la punta del ring subiendo a el y doblando un brazo de Lisandro.
āĀæSe puede saber quĆ© haces? Ā”AARRG!
Ahora Pedro le sujetaba la otra mano con su camisa. En ese momento Lisandro estaba atado de manos.
āĀæQuĆ© pretendes? Ā”Te ordeno que me sueltes!
Pedro bajó del ring, estaba entre las piernas de su querido Lisandro, admiró su culo, grande y carmoso. TodavĆa las pelotas estaban colgando bajo su -ahora- flĆ”cido pene. Pedro apretó el puƱo y desde atrĆ”s le dio un gancho potente a Lisandro.
āAAAAUUUUCCCHHHHH.
Los testĆculos rebotaron contra los nudillos y contra su propio peso, causando a Lisandro un dolor terrible que explotaba en su estómago y cadera.
āĀæTe dolieron tus pobres bolitas de macho?
āĀ”Con las bolas no se juegan, Pedro!
El muchacho subió al ring a la altura de Lisandro, colocando la mano en su cuello.
āTienes razón, pero eso es lo que provocan hombres como tĆŗ: altos, machos, fuertes, sexosos. Debilitarlos por su hombrĆa.
āDeja los celos y suĆ©ltame, hablemos.
āAntes dejame jugar.
Pedro comenzó a besuquear en la mejilla a Lisandro, haciéndolo jadear de excitación.
MUACK
MUACK
MUACK
Dejando los besos a un lado, Pedro trasladó la mano a la famosa entrepierna de Lisandro, Ć©ste sintió un castrador dolor con los 5 dedos que le aplastaban los dos huevos. Sus testĆculos se ponĆan mallugados al contacto con la punta de los dedos. Era tan avasallante el dolor, Que Lisandro levantó los pies.
āAAAARRRGGGGGGG MIS BOLAS, AGGGHHHHH.
āJAJAJAJA.
āSUELTA, SUELTA. AAAAARRRRGGGH.
Por un momento Pedro soltó los cojones de Lisandro, él gimió tiernamente, sintiéndose mareado, adolorido y confundido. Pedro masajeaba de manera sÔdica los genitales del macho.
āĀæQuieres acabar, Lisandro?
āEres un pervertido.
āPerdón, no querĆa hacerte tanto daƱo ānegó Pedro acariciando el pene de Lisandroā. Siempre tuviste genitales preciosos, es inevitable que no juegue con ellos. Y mĆ”s ahora que no me pertenecen...
Con sus manos rodeó el pene y las pelotas del muchacho y templó sin razón, arrancando mÔs de un alarido al desdichado macho, sintiendo pasar las bolas de un estado de palpito a hinchazón leve con un dolor rudo y paralizante.
Mientras jalaba sus bolas y el desespero por ser liberado finalmente el calzón de Lisandro se deslizó suave por sus piernas, llegando una vez al suelo. Intentando ser libre también pudo soltar una de sus manos y asà estampó un puñetazo en la cara a Pedro que lo envió al suelo.
Lisandro apartó la camisa que sujetaba su otra mano y asà estaba libre, cojeando caminó a una esquina del ring, para reposar los mareos.
āEsto todavĆa no termina āanunció Pedro levantĆ”ndose.
āEstoy cansado Pedro, no quiero luchar. DĆ©jame ir.
Pedro desde su distancia admiró la flĆ”cida pero muy grande polla de Lisandro, de piel blanca y con testĆculos grandes que sólo se encargaban de fabricar 100% testosterona de calidad, el cuerpo de Lisandro parecĆa hecho por los dioses griegos, aun asĆ al verse debilitado y vulnerable.
"Que buen pene tiene, nunca lo podré negar" pensó Pedro con un brillo en los ojos "aún asà se comportó como un desgraciado".
Lisandro sobaba sus cojones.
Pedro salió del ring caminó por la orilla despacio y silencioso tras él, Lisandro ocupado en su dolor no se percató que su ex pareja estaba a su espalda.
Pedro miró el trasero de Lisandro, grande, parado y moreno. Apretó el puño y lo lanzó entre las piernas de Lisandro. El golpe hizo rebotar las pelotas y el pene con aquel fuerte puñetazo.
PAFF. Sonó el rebote.
Lisandro gritó al sentir el asaltó a sus pelotas, con cuatro nudillos duros que las harĆa hinchar y enrojecer como para reventar.
PAFF
PAFF
āĀ”AAAAAAARRRRGGGGGG MIS BOLAS!
ApoyĆ”ndose con un brazo en la cuerda usó el otro para sostener sus pelotas, amasando ambos testĆculos con dedicación. PodĆa sentir la textura lisa y la forma ovalada de sus orbes, delicadas al tacto de la mano. Pedro subió al ring, tras Ć©l.
āSiempre creĆste que yo era dĆ©bil, pues aquĆ se comprueba que no.
Lisandro gimió, ante un golpe en las bolas ningún hombre se puede defender.
Sin tener algún comentario de Lisandro. Pedro estiró el cuerpo apoderÔndose de las bolas del supermacho. Aplastando los huevos con la palma de la mano. Lisandro arqueó la espalda mientra lanzaba gritos desaforados, era como si el destripe de sus bolas le comprimiera cada parte de su estómago.
Pedro continuó aplastando y aplastando aquella zona erógena tan sensible como excitante. MachacÔndo los huevos, torturÔndole los espermatozoides.
Una vez que Pedro le hubo soltado las pelotas (ya mĆ”s grandes y rojas como tomates). Lisandro se alejó de la esquina del ring, allĆ su integridad corrĆa peligro. Caminó hasta quedar al centro del cuadrilĆ”tero.
Pedro se mordió un labio, puso un pie sobre la cuerda y apoyó el otro. En menos de quince segundos ya estaba equilibrÔndose entre las cuerdas. Y se lanzó al centro del ring. Empujando a Lisandro de frente a las sogas, oportunidad que aprovechó Pedro para acercarse al hombre y tomarlo del cuello, sacar la mitad de su cuerpo contra las cuerdas, alzarlo, tomar la cuerda inferior y la acercó a las pelotas del macho para templarlas.
Aquel dolor nunca antes fue experimentado por Lisandro, la cuerda le aplastaba y a la vez quemaba al escroto con el roce, Lisandro escapó un grito ronco, a la vez que Pedro le doblaba la espalda y subĆa y bajaba la cuerda, rebotando los testĆculos quemando la piel.
Los genitales de Lisandro estaban semidestruidos. Las bolas hinchadas y el pene ya antes habĆa sido golpeados y doblados, el macho estaba que casi caĆa desmayado. Aquello era mejor que aguantar aquel insoportable dolor, quĆ© le quemaba el abdomen.
Y es que Pedro no paraba de aplastar los huevos contra las cuerdas. Cada testĆculo, ya crecido se asomaba gracioso por encima de la tortuosa soga. AhĆ era cuando Pedro apartaba la cuerda haciendo que los huevos cayeran en el saco para volverlos aplastar con furia.
Finalmente Pedro soltó la soga e incorporó completamente a Lisandro en el cuadrilatero, lo agarró del hombro y se fue con él hasta el borde.
āĀæPor quĆ©.... por quĆ© me tienes que pegar en los cojones?
āporque quiero que aprendas, quĆ© de mĆ nadie se burla.
Pedro lanzó la rodilla hacia la entrepierna de Lisandro, fallando en la punterĆa y pegando contra su muslo.
āPedro, tĆŗ no eras asĆ. ĀæQuĆ© pretendes? ĀæDejarme estĆ©ril? ĀæO, castrado no sĆ©?
āAhora, ĀæquĆ©? ĀæPretendes tener hijos?
āNo... pero dejame en paz.
Una vez mÔs Pedro flexionó la rodilla, Lisandro abrió los ojos preparÔndose para lo peor, sus bolas estaban en juego. Apretó el puño y sacó el aire de los pulmones en el cuerpo de Pedro. ”En serio pegaba duro! Pedro retrocedió ahogado con las manos en el estómago.
Lisandro, recuperĆ”ndose, lo empujó haciĆ©ndolo caer sobre su espalda. Le miró el culo, Pedro siempre lo tuvo grande. SaboreĆ”ndose le quitó el short y Pedro no puso objecion con ello, quizĆ”s porque eso deseaba, o tal vez seguĆa recuperando el aliento.
Lisandro lanzó lejos el short.
āĀæQuĆ©... haces...?... Ā”Idiota!
āAhora me corresponde darte una lección.
āĀ”No!
Lisandro caminó hacia Pedro, Ć©ste retrocedió arrastrĆ”ndose por la lona. Lisandro lo sujetó de los tobillos. Pedro chilló asustado, ahora barrĆan el suelo con Ć©l, pataleaba para ser soltado.
RÔpidamente Lisandro le abrió las piernas y justamente le pateó las bolas. Con un golpe que las estrelló rotundamente y lo hizo gritar quebrando la voz.
āAhora sabrĆ”s lo que es bueno, Pedro.
Pero el muchacho no resistirĆa mĆ”s de tres golpes al cuerpo, se habĆa acurrucado en el piso hecho un ovillo.
Lisandro dobló la boca, se agachó mirando especialmente a Pedro, pero le acarició la espalda, aunque fuerte y sudorosa, tomó el calzón de Pedro y procedió a quitÔrselo. Otra vez el muchacho no se resistió debido a sus múltiples factores, dolor, deseo, expectativa, amor, venganza. Aunque estaba paralizado agarrÔndose las bolas. Su culo apareció pomposo y blanco.
āSĆ© que todavĆa admiras este cuerpo āalegó Lisandro mostrando sus fuertes bĆceps.
Pedro parecĆa mareado. Estaba aturdido por la fuerte patada a sus pelotas.
Lisandro lo tomó de los brazos.
āĀ”NO, DĆJAME! LISANDRO.
El fuerte muchacho trasladó a Pedro de espalda a las cuerdas, ahà lo amarró de las muñecas.
āNo, por favor, Lisandro. Perdoname.
āTienes miedo... āaseguró Lisandroā. No debes preocuparte, no soy igual que tĆŗ...... Ā”SOY PEOR! ācerró sus manos en el cuello del hombre.
Duro y fuerte comenzó a apretar. Pedro abrió los ojos como platos, se le ponĆan vidriosos y retenĆa lagrimas. Sacaba la lengua y sus pulmones requerĆan aire. Lisandro lo miraba con saƱa.
Al final, Lisandro lo soltó del cuello. Pedro empezó a toser, se estaba poniendo morado y el color volvĆa a sus mejillas.
āNunca serĆa capaz de matarte, a nadie realmente. Sólo querĆa asustarte... perdón si me pase... ĀæEstĆ”s bien?
Pedro dejaba de toser y lo miraba con mezcla de odio y rencor.
āPero no olvides que me pegaste en los huevos. Y me tengo que vengar.
āĀ”NO, LISANDRO!
Lisandro agarró el pene y las bolas de Pedro, empezando a templar en dirección al techo.
Pedro gritó sintiendo que le arrancarĆan las bolas. Al tacto sus huevos dolĆan en la punta del escroto, ambos.
āĀ”GRRRRRRR! Ā”GRRRRRR!
Lisandro no le apartaba la vista de encima.
Pedro tuvo que arquear la espalda para asĆ creer que aminarĆa el dolor, era capaz de arrastrarse por el piso con tal de no sentir la presión sobre sus esfĆ©ricas gónadas. La mano disminuyó la fuerza, desvaneciendo el agarre. Sólo pudo gemir mientras Lisandro gemĆa como un chiquillo solitario.
Pero algo habĆa cambiado en el rostro de Lisandro, ya parecĆa no haber rencor. Contemplaba en silencio a Pedro que gemĆa a punto de llorar. Recordó aquel mediodĆa que lo conoció en un banco mientras cada uno esperaba que el lento servicio de taquilla los atendĆa, Ć©l se quejó, Pedro tambiĆ©n. Rompieron el hielo con un tonto tema de conversación creĆ”ndose una fugaz amistad. Uno se enamoró del otro.
En la tarde de ese mismo dĆa se toparon en un centro comercial, donde se saludaron. Y como cosa rara en la noche se vieron en un local de comida donde finalmente se dieron puntos de contacto.
Ahora, Lisandro sujetó el rostro de Pedro, éste dejó de gemir. De manera lenta Lisandro lo besó en los labios, fue un beso lento pero muy tierno ambos cerraron los ojos y Lisandro acarició el pecho de Pedro. Después, le soltó las muñecas.
āĀæQuĆ© fue eso? āquiso saber Pedro.
āTe vi y me acordĆ© de cosas que habĆa olvidado. De la magia.
Hubo otro beso y algunos toqueteos.
āĀæMe quieres?
āMucho, Pedro.
āNo entiendo.
āNo importa.
Lisandro acostó a Pedro en el piso, lo besó otra vez en la boca y bajó a su cuello. Dejando puntos de saliva se dirigió al pecho, después fue al abdomen y se acercó al pubis. Se detuvo y miró a Pedro.
Inmóviles se miraron, después, Lisandro pareció decidirse por algo, cambió de posición colocando el trasero cerca de la cara de Pedro. Por su parte Lisandro metió en su boca el pene de Pedro.
Pedro miró cerca de su cara el miembro de Lisandro.
āQuĆ© rico...
Abrió la boca y también degluto aquella deliciosa verga, Lisandro era perfecto. Lo que mÔs deseaba en aquel momento era su sabrosa y espesa leche, caliente regarse por su boca, tragarla. Las bolas hinchadas tocaban sus barbilla.
Lisandro chupaba la polla de Pedro. Larga, blanca y cubierta de venas, era un experto al correrse con su semen. SalĆa blancuzco y oloroso. AllĆ Lisandro mamaba la verga sin control, en ocasiones la punta llegaba a su garganta.
A Lisandro se le erizaron los pelos al sentir que Pedro le acariciaba el perineo.
Cada uno sentĆa palmo a palmo el relieve en la musculatura del otro.
Entretanto, Lisandro movĆa de arriba hacia abajo la boca ocupada por el falo de Pedro, ensalivaba el tronco al recorrerlo con la lengua. Luego, dejaba de chupar, sacaba el pene y le lamĆa la cabeza con la punta de la lengua. Cerraba los ojos con aquello.
Eran dos cuerpos solos en aquel apartado sitio, que volvĆan a reavivar lo que nunca se extinguió.
Los sonidos de la boca era lo que se escuchaba productos de las mamadas como becerros, sólo queriendo la elixir leche.
El cuerpo de Lisandro se fue tensado, Pedro sabĆa lo que venĆa. Metió entera la verga en su boca. No dejarĆa escapar nada. Lisandro se paralizó, y de su pene escapó el lĆquido caliente y pegajoso, Pedro cerró los ojos moviendo la garganta, tragando. Era con un sabor como nueces y naranjas.
Lisandro prorrumpió un gemido y cayó al suelo, aún con la verga tiesa y chorreando semen.
Pedro lo miró con ternura, limpiÔndose la boca.
āVen āinvitó.
Pedro se puso a sus pies. Lamió el dedo gordo, saboreó la tibia y subió con la lengua hasta la rodilla no dudó en volver a chupar su pene y limpiarlo. Besó sus bolas, todavĆa hinchadas y maltratadas, ahora serĆan cuidadas y respetadas, como antes lo fueron. Pedro lo miró de soslayo y le acarició el abdomen, Lisandro tan lindo como siempre.
ĀæPor su musculatura?
ĀæPor que a pesar de todo tenĆa un lindo carĆ”cter?
Lisandro no pensaba en mĆ”s, eso era lo que querĆa. Volver con Pedro. RenĆ© era ya parte del pasado, no mĆ”s.
Lisandro se inclinó y besó a Pedro, era el principio de la continuación.
Pedro se puso a cuatro patas exponiendo su trasero blanco. Lisandro apuntó su verga a él, e introdujo.
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