Un mariachi con pocos cojones - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

13 jun 2015

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Un mariachi con pocos cojones

CONTIENE:
-BALLBUSTING HETEROSEXUAL

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   ā€”GrabĆ© en la penca de un maguey tu nombre, unido al mĆ­o, entrelazados, como una prueba ante la Iey del monte, que allĆ­ estuvimos enamorados
   En aquella celebraciĆ³n de cumpleaƱos los invitados se deleitaban cantando y admirando al apuesto mariachi, Gerardo, un hombre de estatura alta, porte marcial, voz seductora ataviado con un ostentoso y ajustado traje de charro, el ceƱido pantalĆ³n le resaltaba los muslos ademĆ”s de guardar y destacar de forma obscena sus grandes testĆ­culos jugosos, encima de ellos se dibujaba la forma de su palo carnoso, aquel falo flĆ”cido descansaba aĆŗn.
   Esta hermosa vista le fascinaba a Olga, hermana de ParĆ­s, la cumpleaƱera de aquella noche, desde la llegada del equipo de cantantes le colocĆ³ el ojo al varonil Gerardo, Ć©l se percatĆ³ de lo ocurrido y continuĆ³ con el juego de miradas, serĆ­a una aventura sabrosa compartir con esa muchacha.
   ā€”AmanecĆ­ otra veeeeeeez... ā€”canturreaba Gerardo con el pecho infladoā€”. Entre tus brazos, y despertĆ© llorando... de alegrĆ­a y me querĆ­as, me cobije la cara, con tus manos, para seguirte amando todavĆ­a... 
   Olga entrecruzĆ³ las piernas, mientras se peinaba el cabello, desde su altar Gerardo admirĆ³ los pechos de la mujer, no sabĆ­a si eran ideas suyas pero parecĆ­an que sus pezones estaban erguidos, ademĆ”s tenĆ­a un abdomen plano.
   Tras seis lindas canciones entonadas por aquel glorioso macho el equipo anunciĆ³ la partida de la fiesta.
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   ā€”No se vayan, quĆ©dense. Compartan con nosotros ā€”exigiĆ³ Olga.
   ā€”Oh no, seƱorita. Tenemos otras fiestas que cubrir ā€”negĆ³ Gerardo sonriendo con sus  largos dientesā€”. Quisieramos quedarnos pero el deber llama.
   ā€”falta poco para picar el pastel, aguĆ”ntense. Hermana, vamos a picar el pastel.
   ParĆ­s dirigiĆ³ una horrible mirada a su hermana estaba disfrutando su cumpleaƱos y no planeaba concluirlo por un arrebato de hormonas.
   ā€”No se preocupe seƱorita, tiene nuestro nĆŗmero de contacto y nos puede ubicar cuando lo desee.
   SintiĆ©ndose triste vio partir al equipo de mĆŗsicos, pero no se quedarĆ­a ahĆ­ viendo como su amada hermana se abrazaba con su esposo. Olga era prĆ”cticamente la soltera de la fiesta y se sentĆ­a conquistada por los ojos y voz de Gerardo. CogiĆ³ la llave de su automĆ³vil y sin que nadie se diera cuenta saliĆ³ de la casa tras la camioneta que transportaba a los mĆŗsicos. 
   Los cantantes se dirigieron a dos lugares diferentes, sitios donde Olga aguardĆ³ muy paciente en su auto, eran casi la medianoche cuando la camioneta repartiĆ³ a los mĆŗsicos a sus casas, primero al de la guitarra, seguido al del violĆ­n, el cuarto fue el amado vocalista que habitaba en un pequeƱo edificio, la camioneta se habĆ­a ido cuando Olga detuvo su carro  en el frente de la entrada... cuando el macho abrĆ­a la reja de entrada.
   ā€”Ā”Hey!
   Gerardo girĆ³ la cabeza precavido.
   ā€”Ā”Hola! ĀæCĆ³mo estĆ”s? Vaya sorpresa, chica.
   ā€”estaba un poco aburrida en la fiesta de mi hermana... los seguĆ­ disculpame, pensaras que soy una loca.
   ā€”No, despreocupate ā€”pidiĆ³ Gerardo acercĆ”ndose a la ventanilla del coche.
   ā€”AsĆ­ que vives aquĆ­.
   ā€”SĆ­ con mi padre que ya estĆ” un poco mayor.
   ā€”ĀæQuieres dar una vuelta?
   ā€”Bueno, solo una.
   Con risas amigables el auto se puso en marcha, Olga supo que Gerardo era parte del grupo desde muy joven edad, porque su padre tambiĆ©n fue mariachi. Recorrieron varias avenidas de la ciudad, finalmente Olga se detuvo en plena calle y se quedĆ³ mirando fijo a Gerardo, Ć©l entendiĆ³ su gesto y en menos de treinta segundos ya estaban en la parte trasera besĆ”ndose y desnudĆ”ndose.
   A Olga le costĆ³ mucho tiempo quitar el traje a Gerardo, tan lleno de adornos y TAN ceƱido. Por su parte ella de tan solo bajarse el vestido ya estaba lista, sin embargo cuando el hombre estuvo desnudo lo admirĆ³.
   La polla de Gerardo se notaba erecta en todo su potencial. La cabeza sonrosada se mostraba inmensas rodeada por una masa gruesa de carne y sus bolas tampoco dejaban de ser impresionantes era un par jugosas y descansaban tranquilamente entre sus muslos. 
   Olga sonriĆ³ y lo besĆ³ en la boca, menuda verga se comerĆ­a su vagina esa madrugada.
   Un sonido de celular los asustĆ³.
   ā€”ĀæQuien es? ā€”quiso saber ella.
   ā€”No te preocupes, no es nadie, mi papĆ”.
   ā€”ĀæNo contestaras?
   ā€”No, sigamos en lo nuestro ā€”argumentĆ³ Gerardo sin dejar de besuquear los pezones, pero la llamada continuaba.
   ā€”Vamos, contestale a tu pobre viejito ā€”dijo Olga cogiendo el celular del suelo pero leyendo en la pantalla "Amada esposa"ā€”. Ā”EstĆ”s casado!
   Gerardo tragĆ³ saliva, era cierto y en aquel edificio no vivĆ­a con su padre sino con una regordeta dama y sus tres hijos.
   ā€”De eso no hablemos ahora ā€”pidiĆ³ Gerardo entre asustado y excitado.
   Su esposa lo llamaba porque desde lo alto del edificio lo vio subir a un coche, estaba preocupada.
   Olga molesta extendiĆ³ la mano a la naturaleza masculina de Gerardo palpando entre los dedos los vulnerables testĆ­culos. Los huevos carnosos sintieron una fuerza abrazadora provocando que el mariachi abriera la boca y torciera los ojos.
   Olga riĆ³ ignorante del dolor que provocaba con sus largas uƱas pero aplastĆ³ e hizo crujir en carne viva los pares de testĆ­culos de gran tamaƱo. El gemido agudo del macho se quebrĆ³ con su gruesa voz.
   La cara de Gerardo rebelaba puro dolor y su cuerpo estaba a punto de colapsar. 
   Olga no se detuvo apretĆ³ las bolas como si exprimiera limones, la excepciĆ³n era que con el agarre mataba los espermatozoides del mariachi, su cuerpo cansado y adolorido no aguanto mĆ”s y lo hizo desmayar.
   ā€”idiota ā€”dijo Olga. Le dio una bofetada en la cara, el muy cobarde habĆ­a escapado de su mundo de dolor y se habĆ­a desmayado.
   Olga se vistiĆ³ lo mĆ”s pronto que pudo. AgarrĆ³ al hombre inerte por los pies y lo sacĆ³ por la puerta del auto. Los cojones del tipo habĆ­an crecido graciosamente y ahora estaba tendido en la calle desnudo.
   ā€”Cuando despiertes, no sĆ© que te irĆ”s a inventar.
   Soltando una risa Olga subiĆ³ a su auto robĆ”ndose el traje de mariachi, algo de dinero y dejando atrĆ”s un macho con los huevos rojos, desmayado, adolorido y desnudo, algo raro sucediĆ³ despuĆ©s de esa noche pero la voz de Gerardo no fue la misma... quizĆ”s por el templĆ³n a sus bolas algo ocurriĆ³..


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