Swietenia (4/7): violencia a medianoche - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

14 jun 2015

demo-image

Swietenia (4/7): violencia a medianoche

.com/blogger_img_proxy/
  
CONTIENE:

-bALLBUSTING MUJER HOMBRE

   Jorge Noguera caminaba por sus terrenos junto a su reciĆ©n contratado veterinario donde con mal talante criticaba las acciones de la vieja empleada quĆ© ademas habĆ­a obligado a su esposa a que empezara los tramites de divorcio.



   —Terminó poniĆ©ndose del lado de mi esposa y se fue con ella. Abrieron una tienda cuestión de hace dos semanas.



   —¿PodrĆ­a saber como se llama la antigua empleada, seƱor?



   —Maribel Gamarra.



   El veterinario meditó por cortos segundos. Preguntó:



   —¿Es ella una de tez blanca cabello corto y negro?



   —¿SĆ­? ĀæConoces a la revoltosa esa?



   —Si hablamos de la misma, estudió en la universidad donde yo estaba, iba unos semestres mĆ”s adelantada que yo. Y, algunos la pretendĆ­an pero ella siempre fue muy precisa con los hombres en sus gustos... lastima, porque es una mujer muy bella.



   —¿A quĆ© te refieres? —preguntó Jorge acentuando mĆ”s su hostil semblante.



   El veterinario temeroso de perder el empleo y pecar de imprudente decidió cerrar de tema:



   —Una mujer bella que sabe muy bien escoger su gusto por una pareja.



   —¿De veras? Me parece una mujer sĆŗper grosera y amargada, mejor que se fue pero no le perdono que sublevara a Karina.



    Continuaron caminando por aquel pasaje de monte que acumulaba humedad. Finalmente el nuevo veterinario se dedicó a inyectar unos becerros mientras el seƱor Jorge irĆ­a a una reunión, mostrando su cara camisa y sus jeans ajustado resaltando la gruesa polla con la que habĆ­a nacido.



   El sitio de encuentro era una mina que colindaba en sus terrenos con un vecino, por viejos tratos del pasado el lugar tenĆ­a dos propietarios y formaba parte de las nuevas reformas de usos de tierras que los hacendados aplicarĆ­an en ese condado. AllĆ­ estaban Evelyn con el vecino Luis y sus empleados. Jorge Noguera llegó afincando los ojos en su enemiga privada, quien en los Ćŗltimos dĆ­as se estaba escondiendo de Ć©l y sabĆ­a perfectamente el por quĆ© lo hacĆ­a. Era obvio que estaban en guerra.



   —Entraremos a la mina donde extraeremos diferentes muestras de tipo de suelo —explicaba Evelyn—. Las mismas deben hacerse a una medida considerable y en zigzag. GuardarĆ© las muestras y esta tarde las enviarĆ© a la empresa para que sean evaluadas luego de hornear.



   —Empecemos, ingeniera —anunció Jorge con brillo en los ojos—. Queremos conocer su desempeƱo.



   Evelyn no prestó atención, cogió sus materiales y penetró a la mina con las pocas personas presentes. Dentro del oscuro lugar empezó la jornada de trabajo, aquel sitio servĆ­a de extracción de minerales. Pero con el paso de los aƱos la calidad bajó y habĆ­a que darle otros usos.



   Evelyn extrajo las primeras muestras y recolectó en una bolsa. Jorge estaba burlón tras ella haciendo comentarios sobre su limpio trabajo mientras le miraba el trasero y ella asqueada deseaba darle un palazo.



   —Por favor seƱor Jorge sea respetuoso conmigo —dijo con tenacidad mĆ”s de una vez frente a todos.



   Jorge seguĆ­a burlón y los empleados murmuraban entre ellos. A la hora del almuerzo los trabajadores se recostaron para comer, Evelyn se alejó del grupo para empaquetar las muestras de tierra recolectadas en su morral. Fue cuando recibió la inoportuna visita de Jorge.



   —Hoy mĆ”s que nunca tengo entendido que eres toda una perra.



   —No sĆ© de quĆ© me hablas. Si no te he denunciado es por mera lastima.



   —¿Lastima? Eres un maldito.



   —SĆ© que fuiste tĆŗ quien contrataste a aquellos forajidos gays.



   —Jajaja. SĆ­, fui yo. ĀæY quĆ©? ĀæQuĆ© vas a hacer?



   Jorge la tomó con fuerza con furia inyectada en los ojos. Evelyn se puso tensa mirĆ”ndole retadora. Fue cuando llegó el otro dueƱo de la mina.



   —¿ Sucede algo? —preguntó al ver la escena de las dos personas.



   —No, absolutamente nada, Luis —aseguró Jorge soltando a la mujer y adoptando una postura tranquila.



   —Por supuesto que pasa algo —rompió el silencio Evelyn. Jorge le clavó la mirada, Āæse atreverĆ­a a hablar?—. Sucede que este hombre me ha estado hostigando...



   —¿QuĆ©? EstĆ”s loca, no me estĆ©s calumniando, maldita loca.



   Evelyn notó el miedo en los ojos de Jorge, frente a otro hombre era todo un cobarde. Ella sonrió de gusto y Jorge se sintió burlado.



   —Pero no se preocupe, seƱor Luis. No acontece nada que yo no pueda controlar. Volvamos al trabajo que falta poco —el hombre dio media vuelta, y la mujer se rió ante Jorge—: OlĆ­ el miedo que expediste —y se marchó riendo con fuerza.



   Jorge la miró con mas odio que nunca, sĆ­ que le habĆ­a sacado el miedo la muy maldita.



...



   Concluido el trabajo en la mina Evelyn regresó a casa, envió vĆ­a correspondencia las muestras de suelo para el anĆ”lisis de laboratorio, se echó una ducha y se acostó a dormir despuĆ©s de usar la internet.



   DormĆ­a un sueƱo profundo cuando un cuerpo pesado se echó sobre ella tapĆ”ndole la boca.



   —SerĆ” mejor que te calles, perra.



   Evelyn quiso gritar, era Ć©l, Jorge, Āæcomo habĆ­a entrado? Se suponĆ­a que aquella casa era segura. Quiso levantarse pero Ć©l la oprimĆ­a con su cuerpo.



   —Se acabó —hablaba Jorge—. No soporto estar asĆ­. No creas que me hiciste jaque mate en la mina. Hoy se acaba esto. HarĆ© callar tus labios. Pero antes te voy a gozar otra vez.



   Evelyn quiso gritar y empezó a sollozar asustada, Jorge la agarraba de los brazos y hacĆ­a movimientos sexuales sobre ella. Estaba erecto el asqueroso.



   —No se puede vivir asĆ­ —explicaba Jorge—. No voy a soportar que me humilles y te burles de mi en pĆŗblico —le dio un mojado beso en la mejilla, Evelyn se sintió asqueada—. Me declaraste la guerra y te extralimitaste. Pero esto lo gano yo.



   Evelyn seguĆ­a aterrada, mirando directamente al hombre, sus humeantes ojos marrones parecĆ­an brillar. Su pecho fuerte estaba sobre ella oprimiĆ©ndola. Jorge enroscó sus fornidas piernas entre las de ella y empezó a abrirse el ajustado jeans para sacar su abultada zona genital.

    Evelyn amordazada miró el reloj, eran las 3:01am, ese tipo era todo un enfermo para haber entrado a su casa en plena madrugada. Con mirada morbosa Jorge le pasó una mano por el ondulado cabello, Evelyn seguĆ­a presa de miedo.

    Jorge le murmuró al oĆ­do palabras obscenas, con el corazón latiendo deprisa Evelyn soltó una respiración profunda, en un esfuerzo para protegerse de aquel nefasto hombre, Jorge con un sólo brazo la inmovilizó, le bajó la otra mano al abdomen y fue mĆ”s abajo para abrir el enorme bulto en su jeans, estaba tan caliente en aquel momento.



   Las pelotas grandes de Jorge rebotaron sobre las piernas de Evelyn, su pene grande estaba tieso listo para entrar furtivo en ella.



   —”NOOOOOO! —gritó Evelyn al sentir que le quitaban el pequeƱo short. Jorge soltó una filosa sonrisa y un pesado resoplido escapó de su nariz para caer en la cara de Evelyn.


   
Sin romper el contacto visual con el asqueroso hombre intentó defenderse. Jorge subía el trasero para preparar a apuntar la verga en el coño de la mujer. Evelyn cerró los ojos, era ahora o nunca, movió una pierna y logró estampar la rodilla en la entrepierna del macho, sintiendo en carne viva el contacto. Los testículos eran increíblemente duros, tan densos que se resistieron a deformarse con las paredes de la pelvis. Evelyn mantuvo la rótula aplastando los músculos, sintiendo que perdía la dureza. InstantÔneamente Jorge escapó un grito agudo:



   —”AAAAAAAAHHHHHHHH!



   Jorge se revolcó sobre la cama hasta caer de espaldas al piso con las manos fijas en sus bolas, Evelyn se incorporó de la cama vistiĆ©ndose pero con la mirada clavada en el rostro de Jorge, aunque pareció extraƱo ella se empezó a sentir excitada por el gesto de dolor en la cara de Jorge: los ojos cerrado, los dientes apretados y la frente arrugada, sus huevos se ponĆ­an rojos e hinchados. En su miserable dolor, Jorge no se percató como los pezones de Evelyn se marcaron en la franela.

    Jorge continuaba sobando sus cojones mientras la verga, en contraste al dolor se llenaba de mĆ”s venas y se hacĆ­a mĆ”s rĆ­gida.

    Jorge hacĆ­a intentos en vanos por reponerse, pero prefirió abrir las piernas y colocar las manos en el piso para descansar. Lanzó una mezcla de miradas a Evelyn: como si la invitara pero a la vez la fulminara.



   Evelyn retrocedió pocos pasos y apoyó la mano en un repisa chocando la palma de la mano con una piedra en forma de triangulo que consiguió en un viaje a Bolivia, la agarró rĆ”pidamente y la tiró contra Jorge. El objeto impactó contra sus pectorales con tanta fuerza que lo obligó a unir los dientes como una hiena.


    Jorge seguĆ­a respirando agitando las fosas nasales, aĆŗn con el pene desnudo intentó levantarse. Evelyn dio un grito asustada y disparó una patada a las bolas del semental. Jorge ahogó el grito al sentir el pie estrellarse con toda su fuerza en sus enormes testĆ­culos. El golpe fue perfecto y la fuerza tremenda. Jorge se retorció mientras gritaba y lloraba contorsionando el rostro de puro dolor. Nunca habĆ­a sentido tan tremenda sensación desde aquella paliza y estaba seguro de que sus testĆ­culos acababarĆ­an rotos y con un daƱo colosal que le impedirĆ­a tener hijos.



   Pero seguĆ­an sanos.

    Los cojones colgantes de Jorge rebotaron frenĆ©ticamente cuando Ć©l, temblando, intentaba ponerse de pie. Fue cuando otra patada de Evelyn se estrelló en sus bolas.



PAFFF.



   Jorge casi se desmayó del dolor cuando el duro pie chocó contra su escroto. Las bolas de Jorge se aplanaron peligrosamente contra su hueso pĆ©lvico.



   Ɖl no habĆ­a tenido tiempo de procesar el Ćŗltimo impacto antes de que la otra patada golpeara a sus genitales. Chillidos de niƱa procedentes de Jorge eran lo que inundaba aquel cuarto alquilado. Su rostro estaba enrojecido y su amplio pecho subĆ­a y bajaba por su llanto. Sus ya enormes bolas estaban mĆ”s grandes y hacia un tomo violĆ”ceo.


    Evelyn estaba sorprendida mirando como se quejaba Jorge en su dolor, le parecĆ­a que lo hacĆ­a rico. Entretanto el macho separaba las piernas y quitaba las manos de sus huevos.



   —Ya veras que cuando te agarre te voy a desgarrar por dentro —dijo.



   Evelyn sintió odio. Iba a darle otra lección, sabĆ­a que ese cretino no tenĆ­a fuerzas para nada y se atrevió a colocarse entre sus piernas, seguĆ­a mirando la expresión convulsa de profundo dolor.



   —AsĆ­ que te atreverĆ”s a volverme a violar, anda, hazlo. Parate de ahĆ­ y tómame. PERO DESPUƉS DE ESTO.



   Evelyn alzó los delicados pies y aplastó contra el piso el par de pelotas carnosas. Jorge gruñó clavando la perdida mirada en el techo.



   Los ojos de Evelyn se percataron como la verga de Jorge lucĆ­a en su mĆ”ximo esplendor a pesar de tanta tortura. La mujer que continuaba pisando las bolas las aplastó con mĆ”s fuerza en el piso, sentĆ­a que aquella masa dura comenzaban a tronar, Jorge pensó que iba a vomitar, entrecruzó los ojos y apretó la boca. Su pene tembló sin control y un gemido salió de su garganta.



   Evelyn siguió en su afĆ”n de aplastar los testĆ­culos. Jorge ya no aguantaba mĆ”s el miserable dolor, dijo:



   —Por favor ... por favor, dĆ©jame ir!! Por favor, lo siento, mĆ”s nunca volverĆ©... a molestarte... lo juro... para Ā”ya!


    Evelyn no le hizo caso, se merecĆ­a eso y mĆ”s, ademas le estaba gustando sus gestos de dolor.

    —Aaaah! —se lamentó Jorge.

    Un dolor intenso y alucinante irradiaba desde sus cojones pisados. Como ya anteriormente le habĆ­a ocurrido su pene tembló y filtró lĆ­quido preseminal que resbaló por su falo y llegarĆ­a al pie de Evelyn.



   Ella contuvo el aliento al sentir el pegote caliente y apartó el pie de los testĆ­culos hinchados.



   La mandĆ­bula de Jorge se abrió muy grande, inclinó la cabeza hacia atrĆ”s y desató un grito gutural. Y una fila enorme de semen salió disparada de su pene hacia las rodillas de Evelyn, ella retrocedió impactada y corrió de ahĆ­ para secarse la estampa caliente.



   Cuando regresó a la habitación consiguió a Jorge todavĆ­a en el piso acariciando sus bolas y con varios pozos de semen desparramados en el piso. Ɖl alzó la cabeza y la miró inocentemente.



   —Lo siento —dijo—. Perdóname.



   Evelyn no lo perdonarĆ­a tan fĆ”cilmente cogió un objeto de madera de su aparador y lo chocó en la cabeza del hombre. Ɖl cayó inconscientemente al suelo.



   Con los ojos cerrados y sin consciencia parecĆ­a un Ć”ngel, pensó Evelyn.



   —Pero no, no seas idiota, no lo veas asĆ­. Es un maldito —se dijo.



   Evelyn se calló y se inclinó ante Jorge guardó su pene sosteniendo con asco su dedo indice y pulgar. Volvió a echar un vistazo al rostro del hombre y sintió una mezcla de sentimientos, Āæpor quĆ© cada vez que golpeaba un hombre en los genitales le hacĆ­a sentir una atracción? Lo tomó de los muslos y lo arrastró por el suelo. La camisa del macho se llenó de su propio semen.



   —El muy enfermo forzó la cerradura —opinó cuando vio la puerta principal de la casa.



   Echó una mirada a la calle y se percató que alejada estaba la camioneta del hombre. Ella en definitiva lo arrastró hasta la calle donde lo dejó tirado en la acera.



   Cerró la puerta con llave y arrastró varios objetos para reforzar la entrada. Se echó mortificada en el mueble confundida, asustada y con mezclas de odio pero recordando la cara de dolor de Jorge.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages

undefined