Contándole la verdad a Alfredo - Las Bolas de Pablo

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10 jun 2015

Contándole la verdad a Alfredo

CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

-SEXO HOMOSEXUAL

   Pablo estaba aquella noche visitando a Alfredo en casa, estaban sentados en la sala oyendo los resultados del deporte por televisión. Luego de conversar temas triviales del trabajo el corpulento hombre decidió abordar un tema más intimo con Pablo.

   —Sabes que vivo solo en esta casa —Pablo confirmó doblando el ceño—. Casi siempre me aburro, mi familia está lejos y... —Pablo seguía mirándolo fijo. Alfredo respiró profundo y fue directo al grano—. Pablo ya no quiero vivir solo... quiero que te mudes conmigo, ¿ya lo pensaste?

   El muchacho lo miró extrañado.

   —No sé... no me siento preparado para eso, no te tengo una respuesta rápida.

   —¿Qué vas a esperar? No tienes grandes responsabilidades.

   —No me siento preparado. Tenemos años juntos pero eso sería un paso trascendental. Tengo un sobrino al que quisiera disfrutar al 100. Viviendo aquí sé que no lo haría, mi carrera está creciendo, eso amerita tiempo. Hace dos meses me hicieron esa entrevista por revista mucha gente me felicitó.

   —tu carrera no tiene nada que ver con lo que te pido. Y tu sobrino Vicente puede venir aquí, un fin de semana entero si quiere.

   —No creo que para Claudia sea bien visto que su hijo duerma en la casa de dos hombres.

   —¿Te vas a poner en plan de gay homofóbico? Nadie le hará nada.

   —Homofóbico no, pero mi cuñada no lo vería bien, lo sé. Cuando se queda en casa es distinto, yo viviendo aquí eso cambia.

   —Comprendo. Es mejor decir que no quieres vivir aquí —alegó Alfredo decidiendo abandonar el tema. Pablo torció la boca.

   —En ningún momento dije que no me querría mudar.

   Alfredo se recostó en el sofá con la vista fija en el techo, Pablo intentó hacerle cosquillas, el rubio se rehusó y Pablo insistió, finalmente Alfredo rió:

   —Así me gusta verte más, riéndote.

   —Sólo piénsalo, si te vendrías a vivir conmigo.

   Pablo sonrió y lo besó Alfredo le acarició el rostro y luego recorrió palmo a palmo su cuerpo. Detuvo la palma de la mano en sus genitales.

   —Te voy a aplastar las bolas.

   —Has con ellas lo que quieras.

   El puño de Alfredo rebotó contra el abultado paquete de Pablo, subiendo y chocando las bolas contra la pelvis. Pablo lanzó un grito fuerte y cayó a un lado de la cama sobando sus bolas.

   —¡ay, ay, ay!

   —Lo siento no pensé que te iba a dar tan duro, lo siento —Alfredo, intentaba consolarlo, en la intimidad Pablo lo llamaba Hércules porque parecía estar dotado de una fuerza sobrehumana—. ¿Quieres agua?

   Pablo rió y dijo:

   —descuida, estoy bromeando. No fue tan rudo tu golpe, una caricia... puedes darme con más fuerza... no tan fuerte eh.

   Haciendo un gran esfuerzo para complacer a su pareja en lo que menos le gustaba, Alfredo lanzó el puño entre los muslos de Pablo los nudillos chocaron contra el ajustado calzón del muchacho.

   Sin proponerlo los ojos de Pablo se voltearon quedándose al mismo tiempo boquiabierto. Un ronco gemido escapó de sus finos labios. De manera lenta sus manos se fueron a su entrepierna, cayó a su lado en el mueble.

   —Eso fue un golpe rudo —dijo casi sin voz. Y se hundió en su miserable dolor.

   Alfredo sonrió sin ganas, sabía lo doloroso que era un golpe en los huevos, no le veía gracia a aquel extraño fetiche.

   —¿Estás bromeando, Pablo?

   —Estaré bien.

   Alfredo decidió dejar a Pablo boca arriba, agarró su calzón y empezó a sacarlo de la cintura de su dueño.

   —¿Qué haces, Hércules?

   Alfredo nada dijo, dio un masaje al pene de Pablo que hizo frente a los estímulos, Alfredo también se desnudó y se sentó sobre Pablo dando la bienvenida al falo largo grueso y caliente.  Pablo hizo un movimiento de pelvis acomodando su verga en el interior de Alfredo.

   Se inició un mete y saca donde el pene de Pablo se ajustaba dentro de Alfredo, los grandes cojones del muchacho se elevaban lentamente mientras su semen hervía en su escroto.

   Siguieron juntos por largos minutos, cuando Pablo estaba a punto de reventar en placer Alfredo se separó de él, colocando su pene palpitante cerca de la boca de Pablo.

   —Vas a hacer que me dé cojonera por no acabar pronto.

   Atendiendo a la silenciosa orden Pablo introdujo la verga de cabeza rosa en su boca y chupó con delicadeza saboreando cada grosor del trozo de carne.

   Pablo chupaba sin parar y Alfredo comenzó a jadear, el hombre se dedicó a probar la punta del glande sintiendo en pocos segundos que Alfredo intentaba alejar la polla de él, pero un tiro de semen le mojó la lengua... sintiendo y probando un charco blanco y caliente con sabor a manzana, compota de manzana.

   Alfredo se acercó a su boca, lo besó y compartieron un rastro de aquel lote de manzana.

   Finalmente Alfredo se subió sobre Pablo hasta que el muchacho descargó su néctar viril en él.

   —vente a vivir aquí, piénsalo por favor.

   Pablo sonrió y se atrevió a decir algo que había preferido ocultar.

   —Desde hace meses pertenezco a una organización ballbusting.

   —¿a qué te refieres? —quiso saber Alfredo cambiando el semblante.

   —Si quieres que viva contigo, empecemos por contar algunas verdades. Hace un tiempo Otto firmó un contrato por mi y desde entonces lucho con otros hombres siendo observado por otros espectadores... luchas eróticas prácticamente.

   Alfredo se sentó en la cama mirando a Pablo con muy mal genio.

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