CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Poco a poco cambiarƩ el formato del blog, es decir, ya no publicarƩ historias continuas como las de hoy, sino miniseries de los personajes del mundo de Pablo.
Poco a poco cambiarƩ el formato del blog, es decir, ya no publicarƩ historias continuas como las de hoy, sino miniseries de los personajes del mundo de Pablo.
Aquella tarde Pablo se dirigiĆ³ al club deportivo donde Israel entrenaba nataciĆ³n puesto que el vehĆculo del dentista se encontraba en el taller mecĆ”nico. Pablo aparcĆ³ el coche en el estacionamiento y se dirigiĆ³ al Ć”rea, sonriendo y pensando:
"Espero que no demore mucho, aunque me darƩ un taco de ojo con sus compaƱeros."
SubĆa las escaleras pero antes de pasar por la piscina prefiriĆ³ ir a la cafeterĆa y comprar unas galletas de arequipe.
PenetrĆ³ a la iluminada sala con mesas repletas de decenas de jĆ³venes charlando de diferentes tĆ³picos, pagĆ³ la bolsa de dulces cuando una voz lo detuvo:
—¡Hey Pablo Alejandro! —era un hombre alto y vestĆa con franela y short, estaba rodeado de distintos muchachos.
Pablo arqueĆ³ las cejas cuando vio y pudo reconocer su rostro, aƱos sin verlo directamente. SonriĆ³ de simpatĆa.
—¿CĆ³mo estĆ”s, hombre? ¿Me recuerdas? —El muchacho lo saludĆ³ afectuoso con un abrazo—. Mucho tiempo sin saber de ti, eh. Desde la graduaciĆ³n de bachillerato. Te he visto por redes sociales. ¿QuĆ© haces aquĆ?
—Buscando a mi hermano.
—¿Al gran SimĆ³n? Nunca lo he visto por aquĆ, bueno, hace mucho con su esposa y el chiquillo, se parece a ti el niƱo.
—No, otro hermano, es una historia larga y rara de contar.
—¿Y cĆ³mo estĆ” el seƱor Marcos? ¿ContinĆŗa haciendo delicadas pero magnificas maquetas arquitectĆ³nicas?
—Es lo que le apasiona. Aunque se actualizĆ³ un poco y las diseƱa de manera digital, otras si se dedica y las hace en fĆsico.
—¿Y tĆŗ? ¿QuĆ© haces?
—Me graduĆ© en economĆa.
—Eras muy bueno con los nĆŗmeros, lo sĆ©.
Desde la mesa del joven sus amigos lo llamaron argumentando que ya se iban de ahĆ.
—Aguarda, Pablo. HablarĆ© con ellos.
Pablo ocupĆ³ un asiento a tiempo que probaba las galletas, en su mente retrocediĆ³ aquellos aƱos de gloriosa y curiosa juventud. Aquel viejo amigo de Pablo tenĆa un nombre incongruente, casi horrible, Eladio.
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Por aquella Ć©poca Pablo recordaba que Eladio era un tĆpico alumno vago que vivĆa con su abuela y se divertĆa con el deporte en especial el fĆŗtbol. Eladio podĆa pelear con cualquiera y su tĆ©cnica de defensa favorita era el ataque a los testĆculos del rival (en ocasiones habĆa lanzados pelotazos a la virilidad de Pablo) y, lucha que Eladio tuviese por tal motivo nunca faltaba un golpe a los huevos, era como si Eladio no tuviese o no supiese el dolor que causaba.
Llegado un momento en el colegio, la profesora de matemĆ”ticas viendo el bajo promedio de sus estudiantes decidiĆ³ agruparlos en parejas para una difĆcil evaluaciĆ³n, asĆ que uniĆ³ al buen Pablo ChacĆ³n con el flojo Eladio Cox.
Mientras Pablo realizaba los ejercicios en el patio del recinto Eladio descansaba masticando chicles.
—Hey Eladio, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Pues ya la hiciste.
—Ay no te hagas el chistoso. Oye, he visto que siempre que peleas o bromeas con tus amigos siempre abusas de sus bolas. ¿Por quĆ©? Bueno, yo lo he hecho... pero... tĆŗ abusas...
Eladio se le quedĆ³ mirando fijo, no esperaba aquello.
—No sĆ© —recobrĆ³ su jovialidad—. ¿Por quĆ©? ¿Quieres que te pegue? Ya veo que se te marcan repelotudo.
Pablo se sonrojĆ³ y cubriĆ³ los genitales adolescentes con su libro.
—Ah, bromeo pero cuĆdate que te pegarĆ©.
Rieron.
Y allĆ fue donde creciĆ³ la amistad, pequeƱos golpes a los huevos de Eladio, lo dejaban tirado en el piso, luego un puƱetazo a las bolas de Pablo, lo dejaban chillando en el suelo.
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Y ahora se veĆan ahĆ, aƱos despuĆ©s hechos unos hombres, Pablo terminĆ³ de comer las galletas y Eladio se sentaba en la mesa: cargaba un equipaje y un balĆ³n de fĆŗtbol en la mano.
—mis cuates se fueron a parrandear a otro lado. Yo prefiero quedarme aquĆ con mi amigo Pablo y hablar de cuestiones de la vida.
Pablo suspirĆ³ usando el celular dijo:
—En ese caso avisarĆ© a mi hermano que estoy aquĆ.
...
Adam en aquel momento se duchaba para quitarse el cloro del cuerpo, recordando acciones que habĆa hecho con su novia horas atrĆ”s.
Frente a algunos problemas el nadador aprendiĆ³ tĆ”cticas para el sexo, esa tarde pasĆ³ la lengua por el cuello de Elisa, ella vestĆa un jeans muy ceƱido y una blusa de escote color negro, Adam la acariciaba con sus gruesas manos, se morĆa de ganas de tocarle las nalgas, reventarla de placer. Chuparle los senos era su deber, mojarla su derecho. Se montĆ³ encima de ella y la abrazo, Elisa le tocaba los pechos y jadeaba, le encantaba la musculatura de su novio, Ć©l lo sabĆa.
Adam se quitĆ³ el pantalĆ³n y escuchĆ³ el suspiro de su novia, no se resignĆ³ siguiĆ³ adelante como siempre.
Sin dejar de besarla le quitĆ³ el brasier, abriendo los ojos pasĆ³ la lengua por la punta de sus senos lindos. AcariciĆ³ la pierna y deslizĆ³ la tanga lejos de la cadera. Se le hizo agua la boca al ver la mojada concha.
—Te llevarĆ© al placer —asegurĆ³ Adam. Elisa soltĆ³ otro resoplido.
Adam posĆ³ el dedo medio en la entrada de la vagina de Elisa, era verdad que su dedo era grueso y grande. Elisa apretĆ³ los dientes cuando sintiĆ³ el introducir del dedo, con una mano Adam le tocaba las tetas.
—Eres mi reina.
Adam continuaba duchĆ”ndose, por primera vez habĆa escuchado un orgasmo sin igual de Elisa, parecĆa autentico y no falso como antes.
"Te lleve al placer" pensaba ", como nunca... ya no buscaras a otros... mis manos me ayudaran. De haberlo sabido antes."
Adam cerrĆ³ la llave, dio media vuelta para coger algo pero sus gruesas manos no consiguieron la toalla.
"PensĆ© que la habĆa puesto aquĆ."
Adam abriĆ³ la puerta de su cubĆculo y asomĆ³ la cabeza, sĆ, estaba solo en el baƱo y habĆa dejado la toalla sobre la silla. La puerta de entrada estaba cerrada como cuando la dejĆ³, no habĆa de quĆ© preocuparse. SaliĆ³ del cubĆculo y agarrĆ³ la toalla, se empezĆ³ a secar la cara.
—¡JAJAJAJAJA! —explotĆ³ la escandalosa voz de Israel riendo a carcajadas seƱalando a Adam.
El aludido enseguida se sujetĆ³ la toalla a la cintura, rabioso porque el rubio se ocultĆ³ en otro cubĆculo.
—Ahora entiendo porque tu novia te engaƱa —mostraba una sonrisa larga el dentista—. Y es que a las mujeres les encanta lo largo que les da placer, el grosor, cosas que yo poseo —se llevĆ³ las manos a los genitales—. Ahora lo entiendo todo, y el porquĆ© tu novia estaba insatisfecha y se quejaba de tu problema. ¡Eres pura huevas! ¡JAJAJAJA!
Adam apretĆ³ los labios, no dejarĆa que ese creĆdo lo humillara. Siempre creciĆ³ con un grave problema en sus genitales, las mujeres se burlaban de Ć©l y sus mĆŗsculos no lo ayudaban. Cuando Elisa lo vio desnudo por primera vez supo que aguantĆ³ la risa, sin embargo seguĆan juntos...como reprochar su actitud.
—¡Eres un impotente, Adam! ¡JAJAJA!
Adam odiaba a Israel, la manera tan natural como llenaba el baƱador, sus huevos, pene... el sin embargo debĆa conformarse con un micropene. SintiĆ³ odio por la burla de Israel, lo matarĆa.
Y dominado por la furia de su miseria se lanzĆ³ contra Israel, quien supo defenderse, Adam iba como un toro contra Ć©l, sujetĆ”ndolo de la cintura, pero el rubio supo levantar la rodilla a tiempo y golpear el pecho de Adam, luego lo enviĆ³ al piso con un rudo codazo en la espalda.
—aparte, impotente tonto.
—Eres un poco hombre, Israel.
—¿poco hombre yo? De hombre me sobra todo. ¿Y tĆŗ? DueƱo de un pseudo pene jajaja.
Adam se puso de pie, y lanzĆ³ un puƱetazo en la mandĆbula a Israel.
—Tienes miles de mujeres, pero ninguna te quiere como hombre, por puto.
—por lo menos le sĆ© dar placer, no como tĆŗ, impotente.
Otra vez los brutos machos se unieron en una pelea, golpes al estomago, cara, Ɣrea de los riƱones, uno ataviado con un ajustado baƱador, el otro desnudo con el pene parecido a una lombriz acompaƱado de una con bolas colgantes.
Adam dio un golpe con la frente en la nariz de Israel, este retrocediĆ³, el primero se burlĆ³ e Israel contraatacĆ³ con una patada en la entrepierna de Adam, levantĆ”ndolo en el aire casi sin esfuerzo.
En milĆ©simas de segundos el cuerpo de Adam, todo muscular y rudo se estremeciĆ³ de asaltante dolor, sus grandes mĆŗsculos y tendones se fueron abajo mientras se llevaba las manos a las bolas y arrugaba el ceƱo.
—¿Te doliĆ³ eh huevas? Es lo Ćŗnico que tienes por genitales, unos pequeƱos y feos huevos. Ahora entiendo por que me envidias.
—¿Te doliĆ³ eh huevas? Es lo Ćŗnico que tienes por genitales, unos pequeƱos y feos huevos. Ahora entiendo por que me envidias.
Los ojos de Adam permanecĆan cerrados, su cuerpo tembloroso, sus testĆculos estaban vacĆos, el poco semen que producĆa habĆa caĆdo en el cuerpo de su novia esa tarde. Luchaba por levantarse, pero aquel rubio le habĆa dado en las bolas con todas sus ganas, quizĆ”s en venganza por golpes anteriores.
—Nunca llegaras lejos... te falta carne para ser un verdadero hombre —alegĆ³ Israel tocĆ”ndose los genitales, un hermoso conjunto de piel gruesa y dos enormes cojones—. Por ahora seguirĆ”s siendo un impotente —dio media vuelta y se retirĆ³.
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