El secreto de Adam - Las Bolas de Pablo

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16 jun 2015

El secreto de Adam

CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Poco a poco cambiarĆ© el formato del blog, es decir, ya no publicarĆ© historias continuas como las de hoy, sino miniseries de los personajes del mundo de Pablo.
   Aquella tarde Pablo se dirigió al club deportivo donde Israel entrenaba natación puesto que el vehĆ­culo del dentista se encontraba en el taller mecĆ”nico. Pablo aparcó el coche en el estacionamiento y se dirigió al Ć”rea, sonriendo y pensando:
   "Espero que no demore mucho, aunque me darĆ© un taco de ojo con sus compaƱeros."
   SubĆ­a las escaleras pero antes de pasar por la piscina prefirió ir a la cafeterĆ­a y comprar unas galletas de arequipe.
   Penetró a la iluminada sala con mesas repletas de decenas de jóvenes charlando de diferentes tópicos, pagó la bolsa de dulces cuando una voz lo detuvo:
   —¡Hey Pablo Alejandro! —era un hombre alto y vestĆ­a con franela y short, estaba rodeado de distintos muchachos.
   Pablo arqueó las cejas cuando vio y pudo reconocer su rostro, aƱos sin verlo directamente. Sonrió de simpatĆ­a.
   —¿Cómo estĆ”s, hombre? ¿Me recuerdas? —El muchacho lo saludó afectuoso con un abrazo—. Mucho tiempo sin saber de ti, eh. Desde la graduación de bachillerato. Te he visto por redes sociales. ¿QuĆ© haces aquĆ­?
   —Buscando a mi hermano.
   —¿Al gran Simón? Nunca lo he visto por aquĆ­, bueno, hace mucho con su esposa y el chiquillo, se parece a ti el niƱo.
   —No, otro hermano, es una historia larga y rara de contar.
   El joven sonrió pĆ­caro.
   —¿Y cómo estĆ” el seƱor Marcos? ¿ContinĆŗa haciendo delicadas pero magnificas maquetas arquitectónicas?
   —Es lo que le apasiona. Aunque se actualizó un poco y las diseƱa de manera digital, otras si se dedica y las hace en fĆ­sico.
   —¿Y tĆŗ? ¿QuĆ© haces?
   —Me graduĆ© en economĆ­a.
   —Eras muy bueno con los nĆŗmeros, lo sĆ©.
   Desde la mesa del joven sus  amigos lo llamaron argumentando que ya se iban de ahĆ­.
   —Aguarda, Pablo. HablarĆ© con ellos.
   Pablo ocupó un asiento a tiempo que probaba las galletas, en su mente retrocedió aquellos aƱos de gloriosa y curiosa juventud. Aquel viejo amigo de Pablo tenĆ­a un nombre incongruente, casi horrible, Eladio.
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   Por aquella Ć©poca Pablo recordaba que Eladio era un tĆ­pico alumno vago que vivĆ­a con su abuela y se divertĆ­a con el deporte en especial el fĆŗtbol. Eladio podĆ­a pelear con cualquiera y su tĆ©cnica de defensa favorita era el ataque a los testĆ­culos del rival (en ocasiones habĆ­a lanzados pelotazos a la virilidad de Pablo) y, lucha que Eladio tuviese por tal motivo nunca faltaba un golpe a los huevos, era como si Eladio no tuviese o no supiese el dolor que causaba.
   Llegado un momento en el colegio, la profesora de matemĆ”ticas viendo el bajo promedio de sus estudiantes decidió agruparlos en parejas para una difĆ­cil evaluación, asĆ­ que unió al buen Pablo Chacón con el flojo Eladio Cox.
   Mientras Pablo realizaba los ejercicios en el patio del recinto Eladio descansaba masticando chicles.
   —Hey Eladio, ¿puedo hacerte una pregunta?
   —Pues ya la hiciste.
   —Ay no te hagas el chistoso. Oye, he visto que siempre que peleas o bromeas con tus amigos siempre abusas de sus bolas. ¿Por quĆ©? Bueno, yo lo he hecho... pero... tĆŗ abusas...
   Eladio se le quedó mirando fijo, no esperaba aquello.
   —No sĆ© —recobró su jovialidad—. ¿Por quĆ©? ¿Quieres que te pegue? Ya veo que se te marcan repelotudo.
   Pablo se sonrojó y cubrió los genitales adolescentes con su libro.
   —Ah, bromeo pero cuĆ­date que te pegarĆ©.
   Rieron.
   Y allĆ­ fue donde creció la amistad, pequeƱos golpes a los huevos de Eladio, lo dejaban tirado en el piso, luego un puƱetazo a las bolas de Pablo, lo dejaban chillando en el suelo.
   ___________________

   Y ahora se veĆ­an ahĆ­, aƱos despuĆ©s hechos unos hombres, Pablo terminó de comer las galletas y Eladio se sentaba en la mesa: cargaba un equipaje y un balón de fĆŗtbol en la mano.
   —mis cuates se fueron a parrandear a otro lado. Yo prefiero quedarme aquĆ­ con mi amigo Pablo y hablar de cuestiones de la vida.
   Pablo suspiró usando el celular dijo:
   —En ese caso avisarĆ© a mi hermano que estoy aquĆ­.
...
   Adam en aquel momento se duchaba para quitarse el cloro del cuerpo, recordando acciones que habĆ­a hecho con su novia horas atrĆ”s.
   Frente a algunos problemas el nadador aprendió tĆ”cticas para el sexo, esa tarde pasó la lengua por el cuello de Elisa, ella vestĆ­a un jeans muy ceƱido y una blusa de escote color negro, Adam la acariciaba con sus gruesas manos, se morĆ­a de ganas de tocarle las nalgas, reventarla de placer. Chuparle los senos era su deber, mojarla su derecho. Se montó encima de ella y la abrazo, Elisa le tocaba los pechos y jadeaba, le encantaba la musculatura de su novio, Ć©l lo sabĆ­a.
   Adam se quitó el pantalón y escuchó el suspiro de su novia, no se resignó siguió adelante como siempre.
   Sin dejar de besarla le quitó el brasier, abriendo los ojos pasó la lengua por la punta de sus senos lindos. Acarició la pierna y deslizó la tanga lejos de la cadera. Se le hizo agua la boca al ver la mojada concha.
   —Te llevarĆ© al placer —aseguró Adam. Elisa soltó otro resoplido.
   Adam posó el dedo medio en la entrada de la vagina de Elisa, era verdad que su dedo era grueso y grande. Elisa apretó los dientes cuando sintió el introducir del dedo, con una mano Adam le tocaba las tetas.
   —Eres mi reina.
   Adam continuaba duchĆ”ndose, por primera vez habĆ­a escuchado un orgasmo sin igual de Elisa, parecĆ­a autentico y no falso como antes.
   "Te lleve al placer" pensaba ", como nunca... ya no buscaras a otros... mis manos me ayudaran. De haberlo sabido antes."
   Adam cerró la llave, dio media vuelta para coger algo pero sus gruesas manos no consiguieron la toalla.
   "PensĆ© que la habĆ­a puesto aquĆ­."
   Adam abrió la puerta de su cubĆ­culo y asomó la cabeza, sĆ­, estaba solo en el baƱo y habĆ­a dejado la toalla sobre la silla. La puerta de entrada estaba cerrada como cuando la dejó, no habĆ­a de quĆ© preocuparse. Salió del cubĆ­culo y agarró la toalla, se empezó a secar la cara.
   —¡JAJAJAJAJA! —explotó la escandalosa voz de Israel riendo a carcajadas seƱalando a Adam.
   El aludido enseguida se sujetó la toalla a la cintura, rabioso porque el rubio se ocultó en otro cubĆ­culo.
   —Ahora entiendo porque tu novia te engaƱa —mostraba una sonrisa larga el dentista—. Y es que a las mujeres les encanta lo largo que les da placer, el grosor, cosas que yo poseo —se llevó las manos a los genitales—. Ahora lo entiendo todo, y el porquĆ© tu novia estaba insatisfecha y se quejaba de tu problema. ¡Eres pura huevas! ¡JAJAJAJA!
   Adam apretó los labios, no dejarĆ­a que ese creĆ­do lo humillara. Siempre creció con un grave problema en sus genitales, las mujeres se burlaban de Ć©l y sus mĆŗsculos no lo ayudaban. Cuando Elisa lo vio desnudo por primera vez supo que aguantó la risa, sin embargo seguĆ­an juntos...como reprochar su actitud.
   —¡Eres un impotente, Adam! ¡JAJAJA!
   Adam odiaba a Israel, la manera tan natural como llenaba el baƱador, sus huevos, pene... el sin embargo debĆ­a conformarse con un micropene. Sintió odio por la burla de Israel, lo matarĆ­a.
   Y dominado por la furia de su miseria se lanzó contra Israel, quien supo defenderse, Adam iba como un toro contra Ć©l, sujetĆ”ndolo de la cintura, pero el rubio supo levantar la rodilla a tiempo y golpear el pecho de Adam, luego lo envió al piso con un rudo codazo en la espalda.
   —aparte, impotente tonto.
   —Eres un poco hombre, Israel.
   —¿poco hombre yo? De hombre me sobra todo. ¿Y tĆŗ? DueƱo de  un pseudo pene jajaja.
   Adam se puso de pie, y lanzó un puƱetazo en la mandĆ­bula a Israel.
   —Tienes miles de mujeres, pero ninguna te quiere como hombre, por puto.
   —por lo menos le sĆ© dar placer, no como tĆŗ, impotente.
   Otra vez los brutos machos se unieron en una pelea, golpes al estomago, cara, Ć”rea de los riƱones, uno ataviado con un ajustado baƱador, el otro  desnudo con el pene parecido a una lombriz acompaƱado de una con bolas colgantes.
   Adam dio un golpe con la frente en la nariz de Israel, este retrocedió, el primero se burló e Israel contraatacó con una patada en la entrepierna de Adam, levantĆ”ndolo en el aire casi sin esfuerzo.
   En milĆ©simas de segundos el cuerpo de Adam, todo muscular y rudo se estremeció de asaltante dolor, sus grandes mĆŗsculos y tendones se fueron abajo mientras se llevaba las manos a las bolas y arrugaba el ceƱo. 

   —¿Te dolió eh huevas? Es lo Ćŗnico que tienes por genitales, unos pequeƱos y feos huevos. Ahora entiendo por que me envidias.
   Los ojos de Adam permanecĆ­an cerrados, su cuerpo tembloroso, sus testĆ­culos estaban vacĆ­os, el poco semen que producĆ­a habĆ­a caĆ­do en el cuerpo de su novia esa tarde. Luchaba por levantarse, pero aquel rubio le habĆ­a dado en las bolas con todas sus ganas, quizĆ”s en venganza por golpes anteriores.
   —Nunca llegaras lejos... te falta carne para ser un verdadero hombre —alegó Israel tocĆ”ndose los genitales, un hermoso conjunto de piel gruesa y dos enormes cojones—. Por ahora seguirĆ”s siendo un impotente —dio media vuelta y se retiró.

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