Unas granadas muy grandes - Las Bolas de Pablo

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29 jun 2015

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Unas granadas muy grandes

CONTIENE:
-BALLBUSTING HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
I
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   ā€”ĀæTe gusta? —quiso saber Pablo.
   Vicente, su sobrino, estaba sentado en sus piernas comiendo pastel de dulce de leche, afirmaba con la cabeza y Pablo sonreĆ­a dĆ”ndole un beso en la frente. Estaban en su oficina.
   AhĆ­ apareció el rostro de Alfredo ante la puerta, cargaba varios papeles y se acercó a la mesa.
   ā€”Ah, no sabĆ­a que Vicente estaba aquĆ­. Ā”Hola, chiquillo! Simón estĆ” hablando con tu padre.
   ā€”SĆ­ —afirmó Pablo comiendo un trozo del pastel mientras su sobrino lo miraba, creyendo que esa porción era destinada a Ć©l—. Al parecer quiere ampliar el restaurante.
   ā€”Ah, Āætan pronto? Bueno, te informo que ya Otto llegó de su viaje de Viena. PodrĆ­amos ir a hablar con Ć©l.
   ā€”SĆ© quĆ© tengo que hacerlo, es sólo que ahora no puedo —seƱaló al niƱo—, por obvias razones.
   ā€”es muy pequeƱo para saber.
   ā€”pero muy inteligente.
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   ā€”esperarĆ© a que te dignes a hablar con Ć©l —Alfredo lanzó una mirada de pocos amigos y abandonó la estancia.
   Pablo dobló la boca, tiempo atrĆ”s mantuvo una relación con Otto, Ć©ste a su vez le obligó y hasta falsificó su firma para que participara en una empresa de hombres que luchaban semidesnudos. Desde entonces Pablo era victima de chantajes y no podĆ­a irse de Guerreros de la arena.
   ā€”Ā”un abrazo fuerte al tĆ­o!............... uf, que fuerza tienes.
   Pablo cargó a Vicente y lo llevó a la oficina de su padre, ahĆ­ estaban el seƱor Marcos y Simón estudiando un inmenso mapa de la amplificación del restaurante. Marcos Chacón abandonó la regla y lĆ”piz para dedicarse a entretener al nieto.
   Pablo salió del despacho se acercó a Alfredo y juntos fueron a una oficina pequeƱa de aspecto sólido y frĆ­o.
   AhĆ­ estaba Otto, un hombre maduro de pelo cano y cuerpo grueso y fuerte. Pablo tomó asiento, sin embargo Alfredo quedó de pie de brazos cruzados, era renuente ante Otto debido a viejas rencillas.
   ā€”ĀæY cual es el motivo de la visita? —preguntó el hombre dejando unos lĆ”pices de colores a un lado.
   ā€”querĆ­a hablar contigo sobre mi caso en Guerreros de la arena —Otto dobló de sorpresa las cejas—. Aun sabiendo Esteban que yo no firmĆ© aquel contrato no me quiere dejar ir. Me amenaza con hacer pĆŗblicos mis videos en los combates. Ɖl sabe que tĆŗ firmaste aquello. Y me molesta.
   Otto confirmaba con la cabeza, tambiĆ©n sabĆ­a que Esteban, el dueƱo de la empresa sentĆ­a atracción hacia Pablo, aunque aquello parecĆ­a no saberlo Alfredo.
   ā€”ĀæY quĆ© quieres que haga yo?
   ā€”ĀæCómo que quĆ©? —preguntó Alfredo—. Sacarlo de este embrollo en el que TÚ lo has metido.
   ā€”CreĆ­ que hablaba directamente con Pablo.
   ā€”Otto, no estamos para peleas absurdas. Obviamente me quiero ir de esa empresa, estĆ” en juego mi familia, mi trabajo, mi futuro como profesional. TĆŗ eres amigo de ese seƱor, tĆŗ firmaste por mi. La solución es fĆ”cil sin necesidad de armar jaleos ni asuntos legales que ventilen a otros asuntos internos.
   Otto movió afirmativamente la cabeza como si recapacitara en las Ćŗltimas palabras, finalmente habló:
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   ā€”podrĆ­a ayudarte, Pablo, por la estima que te tengo, pero, deberĆ­amos una tarde reunirnos los tres: Esteban, tĆŗ y yo, porque a fin de cuentas los tres somos los involucrado y no otras personas.
   ā€”Si lo dices por mĆ­ —soltó Alfredo—, apoyarĆ© y defenderĆ© a Pablo en lo que sea.
   ā€”Pablo se puede defender solo.
   Pablo carraspeó:
   ā€”Entiendo perfectamente, Otto. Debemos reunirnos una tarde con Esteban y resolver este problema. No deseo seguir en esa empresa.
   ā€”Te ayudarĆ©. Aunque............ si Esteban no desea ceder en el asunto del contrato, deberĆ­as  solucionar tu problema de otra manera con Ć©l, no sĆ© opino yo.
   Tanto Pablo como Alfredo lanzaron una mirada fulminante a Otto, Chacón abandonó la oficina alegando que planearĆ­a la fecha de la reunión. Otto se quedó sentado en su silla odiando la figura de Alfredo.
   ā€”No planeas ir solo a esa reunión, Āæcierto? —quiso saber Alfredo.
   ā€”a fin de cuentas, Otto tiene razón. Ese problema debemos resolvernos nosotros.
   ā€”Yo no te dejarĆ© ir asĆ­. No confĆ­o en Otto ni en el tal Esteban.
   ā€”Otto sabe lo que le espera si me hace algo. ConfĆ­a en mĆ­, debo buscar una solución a este grave problema. Creo que con esa reunión quedarĆ© libre.
   Alfredo apretó los labios mientras dudaba.
   Se separaron y cada uno regresó a su trabajo.
II
   Marcos Chacón habĆ­a decidido abandonar el trabajo, en los dĆ­as anteriores estuvo en la empresa trabajando como un esclavo. Decidió dejarse la tarde de ese viernes para recargar sus energĆ­as.
   Estacionó la camioneta y encontró a su esposa en la sala de estar, con la cabeza reclinada y sentada en el sofĆ” corrigiendo las evaluaciones de sus alumnos universitarios.
   ā€”Hola —la saludó.
   ā€”Chacón... —prĆ”cticamente susurro.
   Estaban disgustados, dĆ­as atrĆ”s Marcos comunicó a su esposa que deseaba invitar a vivir en casa a Lucas el hijo de su hermano Gaspar. Ya que el muchacho estaba pasando por un mal momento y como buen tĆ­o deseaba ayudarlos. Ella replicó diciendo que la casa no era un refugio de personas, y que el sobrino podĆ­a obtener ayudas de distintas maneras. Marcos se sintió ofendido y se enfrascó en una larga discusión.
   En aquel momento el seƱor Marcos subĆ­a directo al piso superior, su esposa Jenny dejó las evaluaciones a un lado.
   Se habĆ­a portado francamente mal con su marido, lo amaba, Ć©l era un buen padre y esposo. Completamente familiar, asĆ­ lo conoció. Pero le molestaba la idea de hacer crecer el nĆŗmero de personas en casa, en su mayorĆ­a hombres. Ya estaba Israel, muchacho que no le molestaba pero ahora se unirĆ­a el joven Lucas y en una ocasión anterior Marcos propuso llamar a Douglas, otro de sus sobrinos... era cuestión de pensarlo por mucho antes de decidirse. ĀæY el bienestar de su hija tambiĆ©n llamada Yenny? Ella apoyaba ciegamente al padre.
   "Quizas yo estĆ© abusando de egoĆ­sta" pensó la seƱora Jenny.
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   Se paró del mueble y subió a la habitación, tenĆ­an dos dĆ­as sin dirigirse conversaciones. Por fin consiguió a su marido sentado en el borde de la cama de espalda a ella, Jenny se acercó a Ć©l se hincó en el colchón y le tocó el hombro, dĆ”ndole un masaje.
   ā€”EstĆ”s tenso, Chacón...
   ā€”He tenido pĆ©simos dĆ­as —arrojó en tono Ć”spero.
   ā€”Puedo comprenderte... lo sĆ© —seguĆ­a tocando el hombro y parte de la robusta espalda del marido—. Y yo tambiĆ©n me he sentido mal, no me gusta estar asĆ­ contigo. Vengo por una tregua. Lo he pensado mucho y he hablado con los chicos sobre la situación de tu sobrino, bien podrĆ­as ayudarlo —fue como si la espalda del marido se quitara un peso de encima—, pero...
   ā€”Āæpero?...
   ā€”PodrĆ­as ayudarlos con un perĆ­odo de prueba, seis meses... que estĆ© con nosotros ese tiempo mientras su situación mejora o no. SĆ© que el chico tiene una situación distinta, pero tambiĆ©n tiene a su padre, tu hermano. Ɖl deberĆ­a hacerse cargo de Ć©l, no tĆŗ. Pero pensando en frĆ­o el chico podrĆ­a estar aquĆ­ un tiempo mientras buscas... o buscamos una solución con Gaspar... seis meses.
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   Marcos Chacón parecĆ­a estar de acuerdo, era una solución que favorecĆ­a a ambos. Al final aceptó.
   ā€”Pero —detuvo la sra. Jenny—. DeberĆ”s contratar a alguien que se encargue del aseo de la casa, ademas de lavar la ropa. Yo seguirĆ© cocinando.
   ā€”Sus palabras serĆ”n cumplidas al pie de la letra mi seƱora.
    Aceptó Marcos Chacón abrazĆ”ndose en la cama con su esposa, le besaba el cuello mientras ella reĆ­a como loca. Jenny le palpaba el pecho a su marido, esa zona en especial le encantaba, quizĆ”s por lo firme y dura, desabrochó la camisa del esposo y pasó la lengua por los pezones hasta que sus dientes se clavaron en ellos. Instintivamente sintió claramente como se endurecĆ­a la zona genital del padre de sus hijos.
   ā€”Chacón, juguemos.
   ā€”ĀæQuĆ©? —sonrió su marido, abrazado bajo ella, ahora su rostro era una mezcla de felicidad.
   ā€”Interpretemos papeles —sugirió la seƱora Jenny, aquellas eran algunas de las variedades al momento de tener sexo.
   ā€”Me encanta la idea.
   La mujer abandonó enseguida la cama para dirigirse hasta el closet. Mientras su marido comenzaba a hacer volar la imaginación, su polla estaba tiesa como una barra de hierro. Jenny volvió enseguida con una caja que contenĆ­a una variedad de atuendos eróticos, de allĆ­ extrajo una rueda giratoria donde se leĆ­an palabras como: obreros, mĆ©dicos, policĆ­as, ejecutivos. La mujer la hizo girar y esperó a que la manecilla se detuviera en la palabra "policĆ­a".
.com/blogger_img_proxy/   ā€”Yo serĆ© el ladrón.
   ā€”ĀæQuieres ser arrestado por esta oficial.
   ā€”Lo deseo.
   Cada uno cogió una ropa distinta, ella se refugió en el baƱo y Marcos se quitó la ropa en el cuarto. Cambiando a una raĆ­da ropa formal, pantalón roto y camisa abotonada al pecho. El Ć”rea de la entrepierna lucĆ­a un alto relieve debido a su gran erección.
CarolinaPerpetuo   Por su parte la seƱora Yenny apareció con una corta minifalda negra, sin bombacha y el aire frĆ­o refrescaba su vagina rosada. La camisa ajustada resaltaba sus todavĆ­a senos turgentes. Las piernas duras se abrĆ­an en su cadera que sujetaba un rolo y par de esposas, un sombrerito la representaba como policĆ­a sexy.
   Iniciaba la actuación.
   Marcos Chacón deleitado se apoyó contra la pared de la alcoba, alzando un pie al lado contra el muro. La sexy y madura oficial se acercó a Ć©l.
   ā€”ĀæUsted, quĆ© hace aquĆ­?
   ā€”ĀæYo, oficial? Ā”No hago nada, sólo veo pasar la vida! AquĆ­, tranquilo.
   ā€”Usted parece muy sospechoso. Vamos, voy a revisarlo, manos contra la pared.
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   ā€”Pero oficial, usted no me puede hacer esto —objetó Marcos bajando el pie, su pene lucĆ­a abombado en el pantalón—. Es una violación a mi persona, acĆ©pteme mejor una invitación a salir.
   ā€”Ā”Manos contra la pared, he dicho!
   Marcos Chacón apoyó ambas manos al muro y se abrió de piernas, su mujer interpretando aĆŗn a una ruda oficial comenzó a tocarlo. Con las manos le palpó el hombro, oyĆ©ndose el suspiro del supuesto ladrón. Las manos tocaron el duro pecho y le apretaron las tetillas, Marcos rió. La furtiva mano bajó al abdomen. Marcos contenĆ­a la risa, Jenny le tocó el trasero al marido.
   ā€”Le dije que no estoy armado oficial.
   Jenny pasó las manos a los genitales del burdo actor. Tocando la silueta del duro pene. Jenny se pegó a la espalda del marido, hundiendo sus senos.
   ā€”ĀæQuĆ© es esto? —susurró en su oreja.
   ā€”mi... mi... pene, oficial —alegó Marcos cachondo al extremo.
   Jenny metió la mano dentro del jeans del marido (Marcos exclamó un «”Ohh!Ā»), la mano pasó por los cortos vellos pĆŗbicos, tocando al pene. La larga uƱa lo recorrió desde la base hasta la rojiza cabeza. Marcos estaba quĆ© acababa allĆ­, la mano agarró por completo el trozo de carne, manipulando lentamente.
   ā€”Ohhh... ay dios mĆ­o... ufff, oficial.
   El dedo pulgar acarició la punta del glande, arrancĆ”ndole al hombre varias cosquillas.
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   Jenny dejó el pene a un lado y saco la mano del pantalón. Ahora revisaba los muslos del marido y se agachó con las manos recorriendo las piernas, al llegar al pie, subió la mano entre las piernas del macho hasta dejarla en los cojones.
   ā€”ĀæQuĆ© es esto, seƱor?
   ā€”Son mis testĆ­culos, oficial.
   ā€”No le creo, son muy grandes. Parecen granadas.
   ā€”No, oficial.
   Jenny hundió los dedos en las bolas de su marido, sin causar el suficiente daƱo, sólo lo suficiente para hacer sentir la presión al marido, Ć©l se puso un poco de puntillas. La mujer aflojó.
   ā€”Son mis bolas seƱora, eso dolió un poco...
   ā€”Estoy segura que eso son unas granadas. Nunca he visto unos cojones tan grandes.
   Marcos Chacón se dio la vuelta, todavĆ­a su pene hacĆ­a una carpa con el pantalón.
   ā€”ĀæY cuantas bolas ha visto usted en su vida, policĆ­a? Si lo desea, puede ver las mĆ­as... y si estĆ”n cargadas no es precisamente de pólvora —hizo una sonrisa pĆ­cara que a su mujer que a ella le encantó.
   Pero todavĆ­a interpretando su papel de oficial ruda, agarró a su "ladrón" de la oreja y lo arrastró fuera de la habitación.
   ā€”Ay, Āæa dónde vamos, oficial?
   La mujer llevó al macho hasta una columna en el pasillo, Ć©l excitado se dejó colocar contra la pared. Exhalaba excitación, mientras Jenny le acariciaba el pecho y toqueteaba su paquete. Obligó a Marcos a colocar sus brazos por detrĆ”s, y asĆ­, lo esposó.
   "Sólo espero que ninguno de los muchacho llegue en este momento" pensó cada uno.
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   Jenny agarró a su esposo por la camisa, y rompió desgarrando los botones.
   Le acarició y lamió el pecho.
   Siguió al paquete y lo desnudó dejando caer el pantalón por los tobillos.
   ā€”Ā”Y vaya que usted tiene buena arma!
   ā€”Se lo dije, oficial.
   Jenny estaba mojada de placer, deseaba que su marido la tomara por fin, pero tambiĆ©n querĆ­a estimularlo como para hacerlo reventar. Metió a su boca el tronco del pene y con los dedos acariciaba las piernas largas del "ladrón".
   Yenny seguĆ­a chupĆ”ndole la verga saboreando palmo a palmo su pene, la lengua subĆ­a y bajaba comiendo lo salado de la carne. HacĆ­a un movimiento rĆ­tmico que era acompaƱado por los jadeos del calenturiento macho. Marcos entre susurros decĆ­a que dejaran la actuación, que lo soltara y que dejase que le hiciera el amor.
   Los movimientos se hacĆ­an cada vez mĆ”s frecuentes, Marcos cerró los ojos echó la cabeza hacia atrĆ”s. Su pene crecĆ­a como un burro, la cabeza se tornaba mĆ”s gruesa y roja. Un caƱonazo de leche blanca inundó la boca de Jenny, quĆ© como siempre tragó complacida el elixir masculino.
   Hubo un momento en que Jenny abandonó el pene de su marido, le dio un beso en la boca y a Marcos le quedó semen en la lengua.
   Jenny procedió a quitarle las esposas.
   ā€”wow —murmuró cansado Marcos al dejar caer los brazos a las piernas.
   Jenny lo abrazó. Y susurró.
   ā€”Ahora, viólame.
   ā€”ĀæQuĆ©?
   ā€”Violame, ladrón.
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   Marcos sonrió, agarró a su esposa de la nuca templando sus cabellos para tumbarla contra un mueble.
   ā€”ĀæQuĆ© hace, ladrón? ĀæQuĆ© hace? —repetĆ­a asustada la oficial en su actuación.
   ā€”Ahora sabrĆ”s lo que es bueno —continuaba Marcos Chacón siguiendo su papel—. CreĆ­as que podĆ­as jugar conmigo, perra.
   La besaba en el cuello, Yenny le pudo agarrar un testĆ­culo y destripó.
   ā€”Ay, Ā”no!
   RĆ”pidamente alejó la mano de la mujer, se agarró el pene y de golpe lo metió en el coƱo de su esposa, ella se quedó paralizada. Marcos la miró a los ojos, sabĆ­a que podĆ­a continuar, aunque un huevo le palpitaba.
   Movieron las caderas, mientras Ć©l la sujetaba fuertemente del brazo, ejerciendo fuerza sobre ella.
   El placer los recorrĆ­a desde la cabeza hasta los pies y los pechos de la dama se endurecĆ­an. Marcos hundió la cabeza en el cuello de su mujer, dejando saliva a su paso. Jenny habĆ­a dejado de actuar resistiĆ©ndose, ahora agarraba al marido de la cintura, apretĆ”ndole fuerte contra ella. Marcos la tomaba de la cabeza trayĆ©ndole hacĆ­a Ć©l para meterle la lengua en la boca y entrelazar las dos en un beso, luego le mordĆ­a los labios mientras ella mĆ”s fuerte se movĆ­a entre jadeos y pasión.
   Los movimientos se convirtieron de violentos a frenĆ©tico, Yenny jadeaba y Marcos pensaba que amaba solamente a su esposa, cerró los ojos y soltó un inmenso suspiro, su semen recorrió su pene de forma vertiginosa saliendo violento, caliente y pegajoso...
   Se tumbaron en el sofĆ” hartos de placer, con el cuerpo temblando aun sintiendo la euforia sexual, el telĆ©fono sonó.
   ā€”hola, mami —era la voz de Yenny, la hija—. PapĆ” abandonó la oficina, dijo que se sentĆ­a mal. LlamĆ© al celular pero no contestó. AquĆ­ estoy aburrida sin mĆ”s que hacer. Creo que voy a casa
   ā€”SĆ­, linda —confirmó la seƱora Yenny acariciando el pecho de su esposo—, se sentĆ­a un poco estresado. Pero ya estĆ” bien. Estamos aquĆ­, sentados en la sala charlando, amistosamente, resolviendo asuntos. Nos pusimos de acuerdo en una manera de ayudar a tu primo.
   ā€”Me contenta que ya ustedes se hablen... Y que bien que tuvieron una solución, ya en un rato me contarĆ”n. Besitos... ay, no. estĆ” entrando un cliente para una construcción. Creo que demorarĆ© mĆ”s de lo planeado.
La señora Yenny colgó el auricular y se abrazó a su marido contando lo sucedido a lo que su marido respondió:
   ā€”Bendito, cliente ā€”y se pegó a su esposa.

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