CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Marcos ChacĆ³n simplemente esperaba de manera paciente que el profesor Gustavo terminase su Ćŗltima clase nocturna en la universidad, el padre de Pablo pondrĆa en su lugar al docente por atreverse acostar con su esposa. Todo comenzĆ³ semanas atrĆ”s cuando Marcos habĆa tenido una aventura amorosa con una mujer mĆ”s joven que Ć©l, fue descubierto por su esposa y desde entonces ambos tenĆan una guerra sin tregua y no se dirigĆan la palabra despertando la alarma en sus hijos.
Marcos seguĆa esperando por el profesor porque su esposa lo habĆa humillado envĆandole unas fotos desnuda en una cama junto a el.
Marcos dejĆ³ de cruzar los brazos cuando detallĆ³ la alta figura del tonto amante de su esposa, era un hombre alto, de tez blanca y cabellos canos iba sosteniendo las llaves de su auto en una mano y en la otra tenĆa una carpeta con evaluaciones.
—AsĆ que aquĆ te querĆa encontrar —saliĆ³ al paso Marcos.
—¿SĆ? —dudĆ³ el docente—. ¿En quĆ© lo puedo ayudar?
—En no meterte con mi esposa.
—¿QuĆ©? No entiendo.
—Soy Marcos ChacĆ³n el esposo de Yenny Bosch y padre de sus tres hijos.
—¿SĆ? Ah, tĆŗ. El perdedor.
—¿El perdedor? —protestĆ³ Marcos apretando los puƱos.
Sin dar mĆ”s tiempo a charla el seƱor ChacĆ³n estampĆ³ un puƱetazo en la cara del profesor logrando que retrocediese y su carpeta cargada de exĆ”menes cayera al suelo. Seguidamente Gustavo se le quedĆ³ mirando e hizo una sonrisa cĆnica y fue por la venganza corriendo en direcciĆ³n a Marcos.
Ambos hombres se enfrascaron en una lucha, Gustavo dando un cabezazo al abdomen de Marcos y ChacĆ³n clavando el hombro en la espalda del profe.
No se dieron tiempo a tregua y la reparticiĆ³n de puƱos e insultos prosiguiĆ³.
—¡Con mi mujer no te metas, hijo de puta!
—Si estĆ” conmigo es porque tĆŗ no fuiste lo suficiente macho con ella.
Marcos ya tenĆa el labio roto y Gustavo un pomulo hinchado.
Los puƱos de Marcos eran rƔpidos y cargados de ira mientras que los de Gustavo resultaban efectivos.
Aunque Marcos tenĆa la ventaja la perdiĆ³ cuando doblegaba a Gustavo teniendolo doblado y clavando golpes en su espalda. Fue cuando Gustavo estirĆ³ la mano y envolviĆ³ sus dedos alrededor de los huevos de ChacĆ³n y apretĆ³ con fuerza. La esposa de Ć©l le habĆa comentado en algĆŗn momento lo grandes que eran, duros pero frĆ”giles tambiĆ©n.
Marcos dejĆ³ escapar un gemido, haciendo una mueca de dolor.
—¡SuĆ©ltame! —susurrĆ³.
—JĆ³dete —vociferĆ³ Gustavo. RetorciĆ©ndo las bolas de Marcos con fuerza, provocando un gemido ronco de su boca—. Y apartir de hoy no tendrĆ”s con quĆ© contentar a Yenny, ya es mĆa.
Marcos soltĆ³ una tos.
—No vas a daƱar la relaciĆ³n de aƱos con mi... —hablaba Marcos con sus bolas apretadas por la fuerte mano de Gustavo.
—¡CĆ”llate, maricĆ³n! —ordenĆ³ Gustavo, retorciendo las bolas de Marcos.
ChacĆ³n gimiĆ³ de dolor.
Gustavo miraba fijamente a Marcos a los ojos, asimilando el miedo. PodĆa verlo, olerlo, casi tocarlo.
—¡CĆ”llate! —gritĆ³ el profesor de nuevo, aplastando los huevos con sus dedos—. Voy a arruinarte la vida, acabarĆ© con estas bolas que no te servirĆ”n para nada.
—¡Argh!
Gustavo continuĆ³ aplastando los testĆculos.
Marcos no sabĆa como zafarse de las garras del profesor pero una idea se le vino a la cabeza aprovechĆ³ su oportunidad y levantĆ³ las manos en direcciĆ³n al hombro de Gustavo golpeĆ³ su rodilla entre los muslos de Ć©l, aplastando con un golpe solido los testĆculos contra su cuerpo.
Gustavo rugiĆ³ de dolor.
Marcos continuĆ³ golpeando las bolas de Gustavo chocando su rodilla contra la entrepierna una y otra vez.
Gustavo no soportĆ³ mĆ”s y liberĆ³ a Marcos que haciendo un gran esfuerzo pese al dolor levantĆ³ el pie desnudo entre los muslos de Gustavo, haciendo crujir sus testĆculos en su cuerpo y provocandoo un gruƱir de su musculoso oponente.
Gustavo retorciĆ³ la cara de dolor, todavĆa doblado, chocĆ³ contra Marcos de cabeza, aplastando su crĆ”neo contra la ingle provocando un gemido angustiado.
Marcos subiĆ³ la rodilla hacia la mandĆbula de Gustavo, haciĆ©ndole perder el sentido y tropezar hacia atrĆ”s hasta caer al piso completamente abierto de piernas oportunidad que aprovechĆ³ Marcos para entregar con fuerza una patada con la precisiĆ³n de un jugador de fĆŗtbol.
Su pie se estrellĆ³ contra las bolas de Gustavo con un golpe rotundo, aplastando ambas bolas contra su cuerpo, haciendo que rugiera de dolor.
Cuando Marcos intentĆ³ lanzar otra patada a la virilidad de Gustavo, el profesor la bloqueĆ³ con su rodilla antes de patear las bolas de Marcos con toda la fuerza que pudo reunir.
La lucha continuaba. Ni Marcos ni Gustavo estaban dispuestos a rendirse, ambos alimentados por el odio y la humillaciĆ³n de perder a una gran mujer. Estaban jadeando y gruƱendo, sus cuerpos estaban empapados de sudor.
Finalmente, Gustavo logrĆ³ hacer una maniobra con los pies haciendo caer de espaldas a Marcos con un gemido agonizante.
Gustavo levantĆ³ su pie y pisoteĆ³ con fuerza las bolas de Marcos, moliĆ©ndolas en su cuerpo antes de levantar la pierna y pisar fuerte una vez mĆ”s.
Marcos gritĆ³ desde lo mĆ”s alto de sus pulmones.
Una y otra vez, Gustavo pisoteĆ³ con su pie empeƱado en reventar el saco de bolas que tanto se marcaban.
La cara de Marcos estaba envuelta en medio del dolor. Entretanto Gustavo pisoteaba sus huevos una y otra vez. Sus bolas se sentĆan como si estuvieran en llamas. Un sonido blando resonĆ³ en sus oĆdos con cada golpe de sus frĆ”giles testĆculos. Estaba perdiendo. Perder contra ese idiota. Perder a su esposa despuĆ©s de Ć©l haber cometido tontos errores. Una sensaciĆ³n extraƱa comenzĆ³ a caldear en su estĆ³mago.
Marcos dejĆ³ escapar un grito y pateĆ³ hacia arriba tan fuerte como pudo, golpeando las jugosas bolas llenas de leche de Gustavo.
Los ojos del profesor se agrandaron y su mandĆbula cayĆ³. Un gemido ronco, gutural y sibilante escapĆ³ de sus labios.
Marcos siguiĆ³ con otro duro golpe que atrapĆ³ los testĆculos de Gustavo, levantĆ”ndolo del suelo y haciĆ©ndolo caer de espaldas, aullando de dolor.
Marcos luchĆ³ por levantarse. Se acariciĆ³ los cojones, y se lleno de fuerza sin sentir el agotamiento de una larga y agotadora pelea. Todo lo que sintiĆ³ fue un impulso abrumador de convertir las gĆ³nadas de su rival en carne molida.
Gustavo yacĆa de espaldas, gimiendo de dolor.
Marcos abriĆ³ la boca. Un espeluznante grito resonĆ³ en el estacionamiento mientras se abalanzaba sobre Gustavo, saltaba sobre Ć©l, golpeaba su rodilla contra las bolas del profesor una y otra vez mientras golpeaba su cabeza contra el suelo.
Tanto Gustavo como Marcos estaban rugiendo y gritando mientras Marcos se volvĆa loco fulminando la virilidad del profe.
—No te quiero ver de nuevo rondando a mi esposa, gilipollas.
Los gemidos de Gustavo eran ecos lastĆmeros. Con cada golpe sus bolas perdĆan la forma.
Gustavo intentĆ³ un Ćŗltimo empujĆ³n para alejar a Marcos. Le dolĆa la cabeza y tambiĆ©n sus bolas. Tal vez se desmayarĆa sin saber de Ć©l.
Marcos respirĆ³ profundo pateĆ³ una Ćŗltima vez al profesor en la costilla y se alejĆ³ oyĆ©ndolo gemir.
—Nunca mĆ”s te acercarĆ”s a mi Yenny.
Marcos dio la media vuelta poniendo direcciĆ³n a la salida, una cĆ”lida sensaciĆ³n se extendiĆ³ dentro de su estĆ³mago haciendolo sentir sasfecho y orgulloso a pesar del reinante dolor de bolas. HabĆa ganado o eso creĆa Ć©l.
Cuando se alejo y tuvo oportunidad acaricio con pesar sus golpeadas bolas.
Cuando se alejo y tuvo oportunidad acaricio con pesar sus golpeadas bolas.
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