Accion de golpe bajo (3/5): Defendiendo el terreno - Las Bolas de Pablo

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9 abr 2018

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Accion de golpe bajo (3/5): Defendiendo el terreno


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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   Marcos Chacón simplemente esperaba de manera paciente que el profesor Gustavo terminase su Ćŗltima clase nocturna en la universidad, el padre de Pablo pondrĆ­a en su lugar al docente por atreverse acostar con su esposa. Todo comenzó semanas atrĆ”s cuando Marcos habĆ­a tenido una aventura amorosa con una mujer mĆ”s joven que Ć©l, fue descubierto por su esposa y desde entonces ambos tenĆ­an una guerra sin tregua y no se dirigĆ­an la palabra despertando la alarma en sus hijos.


   Marcos seguĆ­a esperando por el profesor porque su esposa lo habĆ­a humillado envĆ­andole unas fotos desnuda en una cama junto a el.



   Marcos dejó de cruzar los brazos cuando detalló la alta figura del tonto amante de su esposa, era un hombre alto, de tez blanca y cabellos canos iba sosteniendo las llaves de su auto en una mano y en la otra tenĆ­a una carpeta con evaluaciones.



   ā€”AsĆ­ que aquĆ­ te querĆ­a encontrar —salió al paso Marcos.

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   ā€”ĀæSĆ­? —dudó el docente—. ĀæEn quĆ© lo puedo ayudar?



   ā€”En no meterte con mi esposa.



   ā€”ĀæQuĆ©? No entiendo.



   ā€”Soy Marcos Chacón el esposo de Yenny Bosch y padre de sus tres hijos.



   ā€”ĀæSĆ­? Ah, tĆŗ. El perdedor.



   ā€”ĀæEl perdedor? —protestó Marcos apretando los puƱos.



   Sin dar mĆ”s tiempo a charla el seƱor Chacón estampó un puƱetazo en la cara del profesor logrando que retrocediese y su carpeta cargada de exĆ”menes cayera al suelo. Seguidamente Gustavo se le quedó mirando e hizo una sonrisa cĆ­nica y fue por la venganza corriendo en dirección a Marcos.

   Ambos hombres se enfrascaron en una lucha, Gustavo dando un cabezazo al abdomen de Marcos y Chacón clavando el hombro en la espalda del profe.


   No se dieron tiempo a tregua y la repartición de puƱos e insultos prosiguió.



   ā€”Ā”Con mi mujer no te metas, hijo de puta!



   ā€”Si estĆ” conmigo es porque tĆŗ no fuiste lo suficiente macho con ella.



   Marcos ya tenĆ­a el labio roto y Gustavo un pomulo hinchado.



   Los puƱos de Marcos eran rĆ”pidos y cargados de ira mientras que los de Gustavo resultaban efectivos.



   Aunque Marcos tenĆ­a la ventaja la perdió cuando doblegaba a Gustavo teniendolo doblado y clavando golpes en su espalda. Fue cuando Gustavo estiró la mano y envolvió sus dedos alrededor de los huevos de Chacón y apretó con fuerza. La esposa de Ć©l le habĆ­a comentado en algĆŗn momento lo grandes que eran, duros pero frĆ”giles tambiĆ©n.



   Marcos dejó escapar un gemido, haciendo una mueca de dolor.



   ā€”Ā”SuĆ©ltame! —susurró.



   ā€”Jódete —vociferó Gustavo. RetorciĆ©ndo las bolas de Marcos con fuerza, provocando un gemido ronco de su boca—. Y apartir de hoy no tendrĆ”s con quĆ© contentar a Yenny, ya es mĆ­a.



   Marcos soltó una tos.



   ā€”No vas a daƱar la relación de aƱos con mi... —hablaba Marcos con sus bolas apretadas por la fuerte mano de Gustavo.



   ā€”Ā”CĆ”llate, maricón! —ordenó Gustavo, retorciendo las bolas de Marcos.



   Chacón gimió de dolor.



   Gustavo miraba fijamente a Marcos a los ojos, asimilando el miedo. PodĆ­a verlo, olerlo, casi tocarlo.



   ā€”Ā”CĆ”llate! —gritó el profesor de nuevo, aplastando los huevos con sus dedos—. Voy a arruinarte la vida, acabarĆ© con estas bolas que no te servirĆ”n para nada.



   ā€”Ā”Argh!



   Gustavo continuó aplastando los testĆ­culos.



   Marcos no sabĆ­a como zafarse de las garras del profesor pero una idea se le vino a la cabeza aprovechó su oportunidad y levantó las manos en dirección al hombro de Gustavo golpeó su rodilla entre los muslos de Ć©l, aplastando con un golpe solido los testĆ­culos contra su cuerpo.



   Gustavo rugió de dolor.



   Marcos continuó golpeando las bolas de Gustavo chocando su rodilla contra la entrepierna una y otra vez.



   Gustavo no soportó mĆ”s y liberó a Marcos que haciendo un gran esfuerzo pese al dolor levantó el pie desnudo entre los muslos de Gustavo, haciendo crujir sus testĆ­culos en su cuerpo y provocandoo un gruƱir de su musculoso oponente.



   Gustavo retorció la cara de dolor, todavĆ­a doblado, chocó contra Marcos de cabeza, aplastando su crĆ”neo contra la ingle provocando un gemido angustiado.



   Marcos subió la rodilla hacia la mandĆ­bula de Gustavo, haciĆ©ndole perder el sentido y tropezar hacia atrĆ”s hasta caer al piso completamente abierto de piernas oportunidad que aprovechó Marcos para entregar con fuerza una patada con ​​la precisión de un jugador de fĆŗtbol.

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   Su pie se estrelló contra las bolas de Gustavo con un golpe rotundo, aplastando ambas bolas contra su cuerpo, haciendo que rugiera de dolor.



   Cuando Marcos intentó lanzar otra patada a la virilidad de Gustavo, el profesor la bloqueó con su rodilla antes de patear las bolas de Marcos con toda la fuerza que pudo reunir.



   La lucha continuaba. Ni Marcos ni Gustavo estaban dispuestos a rendirse, ambos alimentados por el odio y la humillación de perder a una gran mujer. Estaban jadeando y gruƱendo, sus cuerpos estaban empapados de sudor.



   Finalmente, Gustavo logró hacer una maniobra con los pies haciendo caer de espaldas a Marcos con un gemido agonizante.



   Gustavo levantó su pie y pisoteó con fuerza las bolas de Marcos, moliĆ©ndolas en su cuerpo antes de levantar la pierna y pisar fuerte una vez mĆ”s.



   Marcos gritó desde lo mĆ”s alto de sus pulmones.



   Una y otra vez, Gustavo pisoteó con su pie empeƱado en reventar el saco de bolas que tanto se marcaban.



   La cara de Marcos estaba envuelta en medio del dolor. Entretanto Gustavo pisoteaba sus huevos una y otra vez. Sus bolas se sentĆ­an como si estuvieran en llamas. Un sonido blando resonó en sus oĆ­dos con cada golpe de sus frĆ”giles testĆ­culos. Estaba perdiendo. Perder contra ese idiota. Perder a su esposa despuĆ©s de Ć©l haber cometido tontos errores. Una sensación extraƱa comenzó a caldear en su estómago.



   Marcos dejó escapar un grito y pateó hacia arriba tan fuerte como pudo, golpeando las jugosas bolas llenas de leche de Gustavo.

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   Los ojos del profesor se agrandaron y su mandĆ­bula cayó. Un gemido ronco, gutural y sibilante escapó de sus labios.



   Marcos siguió con otro duro golpe que atrapó los testĆ­culos de Gustavo, levantĆ”ndolo del suelo y haciĆ©ndolo caer de espaldas, aullando de dolor.

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   Marcos luchó por levantarse. Se acarició los cojones, y se lleno de fuerza sin sentir el agotamiento de una larga y agotadora pelea. Todo lo que sintió fue un impulso abrumador de convertir las gónadas de su rival en carne molida.



   Gustavo yacĆ­a de espaldas, gimiendo de dolor.



   Marcos abrió la boca. Un espeluznante grito resonó en el estacionamiento mientras se abalanzaba sobre Gustavo, saltaba sobre Ć©l, golpeaba su rodilla contra las bolas del profesor una y otra vez mientras golpeaba su cabeza contra el suelo.



   Tanto Gustavo como Marcos estaban rugiendo y gritando mientras Marcos se volvĆ­a loco fulminando la virilidad del profe.



   ā€”No te quiero ver de nuevo rondando a mi esposa, gilipollas.



   Los gemidos de Gustavo eran ecos lastĆ­meros. Con cada golpe sus bolas perdĆ­an la forma.



   Gustavo intentó un Ćŗltimo empujón para alejar a Marcos. Le dolĆ­a la cabeza y tambiĆ©n sus bolas. Tal vez se desmayarĆ­a sin saber de Ć©l.



   Marcos respiró profundo pateó una Ćŗltima vez al profesor en la costilla y se alejó oyĆ©ndolo gemir.



   ā€”Nunca mĆ”s te acercarĆ”s a mi Yenny.

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   Marcos dio la media vuelta poniendo dirección a la salida, una cĆ”lida sensación se extendió dentro de su estómago haciendolo sentir sasfecho y orgulloso a pesar del reinante dolor de bolas. HabĆ­a ganado o eso creĆ­a Ć©l.

   Cuando se alejo y tuvo oportunidad acaricio con pesar sus golpeadas bolas.
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