Perros de hacienda (1/5): La Pampa - Las Bolas de Pablo

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19 abr 2018

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Perros de hacienda (1/5): La Pampa

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CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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   Samuel iba a realizar sus prĆ”cticas profesionales en una finca propiedad de su tĆ­a materna. Era la actividad que le faltaba ejercer para culminar sus estudios universitarios en ingenierĆ­a agrónoma. Su edad rondaba cerca de los 30 aƱos y su aspecto fĆ­sico era sumamente atractivo y varonĆ­l, era un Adonis latino. Sus piernas eran gruesas y fuertes, su rostro le daban aspecto inocente a pesar con lo diablillo que era en la cama.


   Cuando llegó a la provincia de Santa Fe tuvo que esperar un rato hasta que lo llegaran a buscar para trasladarlo en jeep hasta la inmensa extensión de tierras. Por unos instantes tuvo un monólogo mental quejĆ”ndose de la gente impuntual. Demoró cerca de 15 minutos hasta ver que ahĆ­ se acercaba el vehiculo cuyas placas coincidĆ­an con las dadas por su tĆ­a.



   ā€”Samuel —saludó el hombre que conducĆ­a estrechĆ”ndole la mano—. Disculpa el restraso he estado ocupado en Miramontes. Soy Eloy.



   ā€”No te preocupes, Eloy —mintió Samuel arqueando las cejas. AsĆ­ que este sujeto era el esposo varios aƱos menor que su tĆ­a. La madre de Samuel habĆ­a criticado mucho a Eloy sin conocerlo catalogandolo de vividor y cazafortuna.

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   ĀæPor quĆ© su tĆ­a de casi 60 aƱos se casarĆ­a con Eloy? ĀæPor su juventud o complexión fĆ­sica? Un hombre dotado de mĆŗsculos en sus bĆ­ceps y torso, con un rostro que parecĆ­a ser esculpido por los dioses, y mirada penetrante. No llevaba camisa y tenĆ­a puesto un sombrero que lo hacĆ­a parecer un vaquero o tĆ­pico galĆ”n de telenovela grabada en la pampa.



   ā€”AquĆ­ hace mucho calor como te habrĆ”s dado cuenta —argumentó mientras conducĆ­a—. Espero que te puedas adaptar porque el clima contrasta mucho con el de Buenos Aires.



   ā€”SĆ­, ya lo habĆ­a olvidado —corroboró Samuel—. TenĆ­a muchos aƱos sin estar en esta provincia pero como veo no ha cambiado mucho. ĀæVos sos de aquĆ­?



   ā€”AsĆ­ es.



   Durante el trayecto continuaron hablando de trivialidades. Samuel observó los cocodrilos retozando bajo el inclemente sol de la pampa, algunos se termoregulaban u otros practicaban el comensalismo con las garzas. Al ingresar al fundo Samuel saludó a su tĆ­a, una bella seƱora que en sus aƱos de juventud estuvo dotada de una belleza autentica. Sino hubiera sido por Eloy la tĆ­a Maite quizĆ”s hubiera muerto solterona y millonaria.



   La tĆ­a Maite subió con Samuel hasta la casa alta de la finca, lugar que servĆ­a de su domicilio junto a su esposo y donde habĆ­an habitaciones para las visitas y Samuel tendrĆ­a una destinada para Ć©l.



   ā€”Ya por hoy, mi lindo —decĆ­a su tĆ­a—, quiero que descanses. MaƱana serĆ” otro dĆ­a y explicarĆ© las funciones con las que nos ayudarĆ”s en tus prĆ”cticas profesionales que por lo que veo serĆ”n muy fĆ”ciles para vos. EstĆ”s hecho todo un hombre fuerte.



   Samuel sonrió sonrosando su cara y en verdad el trabajo en la finca le serĆ­a muy fĆ”cil.



   Y asĆ­ fue con el pasar de los dĆ­as Samuel se acostumbró a las labores a desempeƱar en la hacienda se debĆ­an realizar anĆ”lisis del estado del suelo, la calidad de producción de las frutas y los valores de su exportación. Samuel no lo tenĆ­a pavor al trabajo y tenĆ­a ayuda y recomendaciones de los trabajadores.



   El clima laboral en Miramontes resultaba agradable y la jornada de Samuel se extendĆ­a desde la maƱana hasta la caĆ­da de la tarde. Por las noches ponĆ­a comunicación telefónica con su madre y despuĆ©s con su novia que se habĆ­a quedado en Buenos Aires extendiĆ©ndose la conversaciones hasta principio de la madrugada.



   Una noche Samuel se estaba comunicando con su bella Luisa, era cerca de las 23:50 horas. No le tenĆ­a miedo a los muertos y espantos que decĆ­an salir en la pampa o que pedian ser llevados al cementerio en la carretera y por ello caminaba libremente por el campo con el celular pegado a la oreja. Cuando la conversación culminó tenĆ­a su pito duro producto de la caliente llamada telefónica que tuvo con su novia prĆ”cticamente una llamada de sexo telefónico asĆ­ que sentĆ­a las ganas de desquitarse con una soberana paja. Divisó el cuarto de las herramientas pues era la construcción mĆ”s cercana a su paso. Corrió hacia ella con el pene que casi le rompĆ­a el pantalón.

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Samuel


   Ingresó al cuarto de herramientas y se echó sobre el heno, abriĆ©ndose la camisa y acariciando su duro abdomen, se pellizcó las tetillas y seguido se abrió la mosca del pantalón, sacó su larga, gruesa y cabezona polla, era muy hermosa y comenzó a masturbarse con una mano sobre esa larga vara de carne.



   Cerró los ojos y jadeo pensando en los finos labios de Luisa. Ā”Que exquisito resultaba todo!



   Sintió que su cuerpo se relajaba a medida que el movimiento de su mano subĆ­a y bajaba por su polla. Sus ojos cerrados y jadeos demostraban su extasis. Hasta que algo ocurrió…



   Escuchó pasos que se aproximaban al cuarto. Alerta se despojó de su calma, ĀæserĆ­an ladrones? Cuando la puerta se abrió Ć©l ya estaba escondido tras un pequeƱo muro sobre el heno.

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   ā€”AquĆ­ estamos, prepĆ”rate —era la voz de Eloy.



   ā€”SĆ­, seƱor —era la inconfundible voz de Eleazar, el capataz de la finca.



   Pronto Samuel escuchó un gemido y otro. No resistió la tentación y con sumo cuidado echó un vistazo sobre el muro.



   Abrió la boca de sorpresa.



   Eleazar estaba contra la pared con la camisa abierta y el torso al aire mientras Eloy lo ahorcaba con sus manos, seguido dejó de hacerlo para despuĆ©s morderle el cuello y bajar hasta su pecho.

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Eleazar


   Samuel estaba sorprendido, asĆ­ que el esposo de su tĆ­a la engaƱaba de ese modo tan bajo se dio la vuelta para quedarse agazapado contra el muro y cuando extendĆ­a una pierna su bota arrastró una pala haciendo su tĆ­pico ruido.



   Enseguida se hizo un misterioso silencio ya Samuel sabĆ­a que fue descubierto. Eloy fue el primero en ir hacia el escondite.



   ā€”ĀæQuĆ© mierda haces aquĆ­? —lo insultó.



   ā€”No, ĀæquĆ© es lo que haces aquĆ­? Pervertido. Sólo espera que mi tĆ­a sepa lo que haces con Eleazar. Se llevara una decepción. Razón tenĆ­a mi familia de dudar de ese matrimonio.



   ā€”Ā”Te equivocas!



   ā€”Por supuesto que no. Todos lo van a saber.



   Eloy estaba pĆ”lido sin contar con Eleazar que estaba con los puƱos apretados. Samuel pasó en medio de ellos en dirección a la puerta, estaba enojado.



   Antes de que pudiera salir un par de brazos lo detuvieron y lo empujaron contra una pared como si su mĆŗsculoso cuerpo no pesara nada. Era Eleazar quien lo agarraba.



   ā€”Vos no vas a contarle nada a Maite. Antes primero voy a matarte, boludo.



   La voz de Eloy sonaba furiosa. Las venas de su cuello estaban abultadas y su rostro estaba con puro odio.



   Samuel intentó liberarse pero Ɖleazar resultaba fuerte para sostenerlo. Fuerza producto de sus aƱos juveniles cargando cosas pesadas en el campo.



   El corazón de Samuel palpitaba en pĆ”nico, pero su aspecto exterior no era mĆ”s que odio y arrogancia mientras luchaba contra Eleazar.

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Eloy


   Eloy miró a Samuel con una mezcla entre odio, rabia y hasta placer. Pasó el dedo Ć­ndice desde su todavĆ­a pecho abierto por la camisa y lo bajó deteniĆ©ndose lentamente sobre el grueso bulto de Samuel.



   Antes de que pudiera insultarlo. Eloy se aferró a su hombro y envió la rodilla contra su entrepierna.



   ā€”Hijo de puta —gritó Samuel.



   Otro rodillazo.



   ā€”Ā”Mierda!



   Y otro rodillazo.



   Samuel luchó valientemente contra su captor, maldiciendo y gritando por ayuda mientras Eloy seguĆ­a torturandole las bolas. Las gónadas de Samuel eran golpeadas con fuerza entre la rodilla y su pelvis.



   Eloy gruñó en esfuerzo y sus ojos brillaron mientras arrasaba golpeando la entrepierna del guapo semental. De repente, Samuel, en horror absoluto, gritó desesperadamente.



   ā€”Ā”Eloy! No dirĆ© nada, lo siento por favor no dirĆ©... Ā”ooooh!



   Sus bolas rebotaban desesperadas queriendo mitigar la agonĆ­a de la lluvia de rodillazos. En este punto, Samuel ni siquiera estaba pronunciando palabras, solo balbuceaba desesperadamente mientras los hombres lo mantenĆ­an firmemente en su lugar.



   Eloy echó la rodilla atrĆ”s, preparĆ”ndose para otro golpe cuando notó algo bastante inesperado. La polla de Samuel estaba comenzando a crecer dentro del pantalón.



   Ā”Hubo un repetido rodillazo! Uno detras del otro.



   Samuel gritó negando con la cabeza, implorando a Eloy que se detuviera. Por primera vez en su vida, Eloy se sintió mal por Samuel, pero rĆ”pidamente decidió que disfrutaba viendolo gritar demasiado para detenerse. A pesar del dolor en el fornido cuerpo de Samuel su gruesa polla se hizo mĆ”s grande creando un gran relieve en su bluejeans. Eloy hizo una pausa por su paliza y colocó el muslo sosteniendo la entrepierna del desdichado macho.



   Eleazar se rió cuando Eloy lo miró con una expresión realmente maliciosa.



   ā€”TĆŗ vas a aprender a hacer todo lo que tu amo te ordene.



   Samuel estaba sollozando, aterrorizado por lo que Eloy podĆ­a hacer con su pene.



   ā€”Si nos echas de cabeza puedo jurarte que mi venganza serĆ” implacable porque como enemigo soy mucho peor. Desde hoy soy tu amo y tĆŗ eres mi perro.



   Samuel gritó en protesta cuando Eloy balanceó la rodilla y colisionó sus pelotas como si estuviera golpeando un clavo. Los ojos de Samuel se cruzaron, ya que el dolor tan intenso le habĆ­a atormentado el cerebro. Entonces sucedió de nuevo. Y otra vez.



   Samuel quedó en silencio; querĆ­a gritar, pero su cerebro simplemente no podĆ­a procesar lo que le estaba sucediendo. En cambio, su hermoso rostro se contorsionaba en una expresión de angustia con sus ojos goteando lĆ”grimas, tratando desesperadamente de hacer contacto visual con Eloy deseando hacer una conexión cruda de ser humano a otro.



   ā€”Eloy… por favor no diré… por favor… detente…



   ā€”No me llames Eloy, aquĆ­ soy tu amo —respondió el hombre con una bofetada.



   Samuel estaba perdiendo el conocimiento cuando la rodilla seguĆ­a macerando sus bolas. Sin embargo, a pesar de todo, la polla de Samuel se mantuvo firme y filtrando lĆ­quido preseminal, estimulada por su constante rebote y por la agonĆ­a en sus bolas.



   Ā”Dos rodillazos seguidos!



   ā€”Eloy, por fav…



   ā€”Ā”Que no me llames Eloy!



   El hombre escupió en la cara de Samuel mientras enviaba la rodilla entre sus muslos, Samuel respondió con un gemido y una inyección de lĆ­quido preseminal que hizo una mancha hĆŗmeda en su pantalón.



   ā€”Oh... detente ... Ā”oh!



   Samuel abrió la boca y dejó escapar un profundo grito gutural mientras su jeans se mojaba de esperma. Eloy continuó afincando su rodilla mientras sus golpeadas bolas descargaban un chorro potente de leche caliente y espesa. Eloy hizo un gesto a Eleazar y este liberó a Samuel permitiendo que el voluminoso macho se deslizara al suelo, agarrando su entrepierna sollozando.



   Eloy y el capataz miraron a Samuel mientras se agarraba sus maltratadas huevas, llorando y acurrucado en posición fetal.



   ā€”Espero que eso te haya enseƱado una lección, Ā”maldito pedazo de mierda! —dijo Eloy mientras afincó el zapato sobre la cara de Samuel.



   Samuel ni siquiera protestó, estaba desesperado para que lo dejaran en paz.



   Eloy hizo un movimiento de cabeza a Eleazar y salieron del cuarto.

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