-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
DespuĆ©s del incidente nocturno entre Samuel, Eloy y Eleazar, el hombre que se encontraba haciendo prĆ”cticas profesionales en la finca de su tĆa prefiriĆ³ guardar secreto por alguna misteriosa razĆ³n. En lugar de hablar prefiriĆ³ salir adelante con el trabajo que tenĆa que ejecutar.
Su primera reacciĆ³n fue alejarse del tĆo putativo y del misterioso capataz. PreferĆa comer en horas distinta a la familia y concentrase en su labor que le estaba resultando bien.
Y asĆ sobreviviĆ³ al fundo en su primera semana, de vez en cuando descubriĆ³ sobre Ć©l la furtiva mirada de Eloy bajo el sol del campo.
Samuel tenĆa un cuerpo exquisito: de piernas robustas y torso grueso y fuerte. Para trabajar en el campo se quitaba la camisa y lucĆa su poderoso pecho ademĆ”s del increĆble jeans ajustado que resaltaba sus muslos.
No habĆa vuelto a entablar conversaciĆ³n con Eloy hasta la noche de la semana despuĆ©s que decidiĆ³ ejecutar una venganza.
Samuel supo que el capataz se ausentarĆa de la hacienda por tres dĆas pero al segundo dia Samuel se le ocurriĆ³ la idea. HablĆ³ con el pequeƱo hijo de una de las trabajadoras de las tierras y le dijo que se acercara al jefe Eloy para darle la informaciĆ³n que habĆa visto a Eleazar y Ć©ste le encomendĆ³ que le avisara al patrĆ³n que no tenĆa celular pero que necesitaba hablar con Ć©l en el granero por la noche. Al parecer todo habĆa funcionado.
Incluso la suerte estaba de lado de Samuel porque Eloy dudando de aquel recado de parte del niƱo intentĆ³ comunicarse con el capataz vĆa telefĆ³nica y una hubo comunicaciĆ³n.
Esa noche Eloy asistiĆ³ al granero caminando en medio de la oscuridad.
—¿Eleazar, estĆ”s aquĆ? —consultĆ³.
No hubo ningĆŗn tipo de respuesta.
Eloy suspirĆ³. Esperaba que no fuera un tipo de broma o secuestro, aunque recordaba lo seguro que parecĆa el chiquillo cuando le dio la informaciĆ³n.
DetrĆ”s de una pared en el granero apareciĆ³ una persona, que dirigiĆ³ la mirada hacia Ć©l y doblĆ³ las cejas era Samuel.
—Hola, Eloy —dijo en voz baja.
Eloy soltĆ³ una carcajada.
—¡¿Samuel?! ¡¿TĆŗ?!
Samuel alzĆ³ las cejas.
—¿Sorprendido?
Eloy se riĆ³ entre dientes.
—¿Para quĆ© se supone que me citas aquĆ? EngaƱƔndome con un niƱo. ¿Quieres que te agradezca por no decir nada? ¡Bah! O simplemente vienes por otra dosis de dominaciĆ³n.
La cara de Samuel se puso pĆ”lida y Eloy se riĆ³.
—¿Quieres ser mi perro, eh, Samuel? Yo puedo ser tu amo.
Otra vez hubo una sonrisa descarada en Eloy.
Samuel pateĆ³ las bolas de Eloy crujiendo sus testĆculos haciĆ©ndolo toser y doblarse.
—El perro puede rebelarse —comunicĆ³ Samuel y una sonrisa de triunfo apareciĆ³ en su bello rostro— y por consiguiente morder al amo.
—El perro siempre serĆ” perro —gimiĆ³ Eloy agarrando sus bolas doloridas—. Nunca muerde a su amo y no le falta al respeto.
Samuel no dijo nada pero lanzĆ³ un puƱetazo directo a la cara de Eloy, golpeando la mandĆbula y haciendo que cayera al piso.
—Oh —Eloy se frotĆ³ la mandĆbula.
Samuel lo ignorĆ³ y le dio una patada en el estĆ³mago quitĆ”ndole el aliento.
Eloy dejĆ³ escapar un grito.
—El perro se rebela y muerde al amo —dijo Samuel antes de patear a Eloy en las bolas con toda la fuerza que pudo reunir.
Un sordo golpe resonĆ³ en el granero, seguido por un gemido sibilante cuando Eloy se doblĆ³ y agarrĆ³ sus bolas.
—¡Maraca! —graznĆ³. MoviĆ©ndose de un lado a otro, haciendo muecas de dolor y frotĆ”ndose los testĆculos.
—Oh, lo siento, ¿te lastimĆ© las pelotas? —dijo Samuel sarcĆ”sticamente—. ¿Ya no las tendrĆ”s para mi tĆa? ¿O para el capataz, maricota?
Eloy lo mirĆ³, su rostro se contorsionĆ³ de dolor.
Samuel lo levantĆ³ y lanzĆ³ un rodillazo al abdomen de Eloy. SiguiĆ³ con un rotundo rodillazo aplastante a los cojones del tĆo polĆtico haciĆ©ndolos crujir en su cuerpo y provocando un grito desgarrador.
—Suenas como un cerdo siendo sacrificado, como el animal que sos —se burlĆ³ Samuel dando un paso atrĆ”s y pateando las huevas de Eloy otra vez.
—Hijo de las mil putas —gimiĆ³ Eloy, agarrando sus maltratadas bolas.
—No —gruĆ±Ć³ Samuel, agarrando del hombro a Eloy y golpeĆ”ndolo contra la pared.
Eloy mirĆ³ a Samuel, sus ojos se abrieron con terror.
—¡Vamos, grita, grita! ¿No que eres un amo cruel? Llama a gritos pidiendo ayuda —amenazaba Samuel, golpeando con la rodilla las entraƱas de Eloy una y otra vez, haciendo que Eloy gritara y gritara de dolor. Samuel le abriĆ³ la camisa y despuĆ©s le entregĆ³ el puƱo contra los abdominales.
Eloy gritĆ³ de dolor, dejando su ingle desprotegida.
Samuel aprovechĆ³ y lanzĆ³ una serie de rodillazos en la entrepierna de Eloy que hicieron llorar agitadamente al apuesto vaquero.
Las piernas de Eloy, sus brazos, sus abdominales le dolĆan. Sobre todo: sus bolas, que Samuel parecĆa especialmente ansioso por arruinar.
—Por favor, detente —susurrĆ³ Eloy, se doblĆ³ de dolor y se aferrĆ³ a sus doloridas gĆ³nadas.
—No he terminado, todavĆa —indicĆ³ Samuel, antes de lanzar una dura y despiadada patada a las preciosas bolas de Eloy.
Eloy colapsĆ³ en el suelo, tosiendo y gimiendo.
A pesar de todo la verga de Eloy empezaba a ponerse dura.
Samuel se acercĆ³ a Eloy y lo agarrĆ³ por el cabello levantĆ”ndolo.
Eloy estaba jadeando, Samuel pateĆ³ sus pelotas con toda la fuerza que pudo reunir.
El hombre dejĆ³ escapar un chillido y cayĆ³ de rodillas, gimiendo de dolor y agarrando sus bolas palpitantes.
Samuel agarrĆ³ su cabello con su puƱo y echĆ³ hacia atrĆ”s la cabeza, mirando a Eloy directamente a los ojos.
—Por favor, detente… no tendrĆ© cĆ³mo explicar los golpes a tu tĆa.
Samuel escupiĆ³ en la cara de Eloy, haciendo que cerrara los ojos e hiciera una mueca de dolor.
—¿QuiĆ©n es el amo ahora? —interrogĆ³ con fuerza.
Eloy abriĆ³ los ojos. Su rostro estaba cubierto de sudor y saliva.
—Sos… vos —susurrĆ³ Eloy sintiĆ©ndose miserablemente humillado.
Samuel lanzĆ³ una bofetada a Eloy que le hizo resbalar la baba.
Eloy en el fondo lo odiaba, nadie lo humillaba de esa manera pero se sentĆa demasiado agotado y con mucho dolor como para luchar.
—¡Esclavo! —le gritĆ³ Samuel, con la cara a solo centĆmetros de la de Eloy que estaba gimiendo.
Samuel dejĆ³ a Eloy en el suelo, donde se acurrucĆ³ en un posiciĆ³n fetal, gimiendo y sollozando de dolor.
—El amo ahora serĆ© yo —indicĆ³ Samuel.
Dio media vuelta y saliĆ³ del granero sin enterarse que a mitad de la noche alguien lo veĆa salir de ahĆ.
Eleazar entrĆ³ corriendo al granero encontrando a su verdadero amo tendido en el suelo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario