-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Era una galante fiesta del club deportivo que semanas atrĆ”s habĆa sido galardonado con varios premios por el destacado talento de sus atletas. Para ellos hicieron una fiesta nocturna donde brindarĆan por la buena racha.
Israel estaba allĆ celebrando con sus compaƱeros. BebĆa un frĆo vodka mientras lucĆa varonilmente vestido de camisa, saco y finos pantalones negros que le subĆan el carnoso trasero y marcaba el relieve de sus genitales. Conversaba a gusto con dos chicas expertas en el tiro al arco, una era rubia y hermosa mientras la otra morena de cabellos negros sin ser bonita era dueƱa de una belleza exĆ³tica. Estaban embobadas con el fĆsico del nadador y sus palabrerĆas simpaticas.
—Preciosas, ¿cĆ³mo estĆ”n? —saludĆ³ dĆ”ndoles un beso a cada una. Iba con traje de azul que se aferraba a su cuadrado cuerpo—. Y aunque estamos en el mismo club son estas las oportunidades que aprovechamos para vernos —Israel clavĆ³ la mirada al techo indicando su fastidio—. Ah, Israel, estĆ”s aquĆ no me habĆa dado cuenta.
—Es que soy ciego para los tontos —bromeĆ³ el hombre y las chicas se rieron.
Adam gesticulĆ³ una sonrisa hipĆ³crita.
—Oye, Israel, que raro que no estĆ”s con Paola.
—¿Con Paola? No conozco a ninguna Paola.
—¡Obvio que sĆ, idiota, Paola!
—¿Cual Paola? Carajo.
—¡Paola la que te maltrata las bolas!
Israel no tuvo tiempo de protegerse de la infantil jugarreta. Su reacciĆ³n fue abrir mucho los ojos y exclamar:
—No, joto.
La mano de Adam se apoderĆ³ de su entrepierna agarrando su par de bolas carnosas empujandolas hacia el haciĆ©ndolas marcar visualmente en su entallado pantalĆ³n.
Las muchachas rieron de simpatĆa, ya habĆan escuchado los dotes genitales de Israel, Ć©ste aullĆ³ sintiendo los testĆculos ser jalados como si su rival se los fuera a arrancar.
Adam retirĆ³ su mano de la llamativa entrepierna de Israel y se puso a bromear con las chicas mientras el desdichado huevudo se excusaba del grupo y se retiraba encorvado sosteniĆ©ndose las gĆ³nadas. BuscĆ³ el asiento mĆ”s cercano y dio un resoplido procesando el dolor de testĆculos. Sus dos gordas pelotas palpitaban tras la fuerte presiĆ³n ejercida por la mano intrusa.
«¡Que dolor» se quejaba el rubio amasando sus grandes cojones.
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