Rivales (2/5): Paola - Las Bolas de Pablo

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13 abr 2018

Rivales (2/5): Paola

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Era una galante fiesta del club deportivo que semanas atrĆ”s habĆ­a sido galardonado con varios premios por el destacado talento de sus atletas. Para ellos hicieron una fiesta nocturna donde brindarĆ­an por la buena racha.


   Israel estaba allĆ­ celebrando con sus compaƱeros. BebĆ­a un frĆ­o vodka mientras lucĆ­a varonilmente vestido de camisa, saco y finos pantalones negros que le subĆ­an el carnoso trasero y marcaba el relieve de sus genitales. Conversaba a gusto con dos chicas expertas en el tiro al arco, una era rubia y hermosa mientras la otra morena de cabellos negros sin ser bonita era dueƱa de una belleza exótica. Estaban embobadas con el fĆ­sico del nadador y sus palabrerĆ­as simpaticas.



   Hasta que llegó Adam.



   —Preciosas, ¿cómo estĆ”n? —saludó dĆ”ndoles un beso a cada una. Iba con traje de azul que se aferraba a su cuadrado cuerpo—. Y aunque estamos en el mismo club son estas las oportunidades que aprovechamos para vernos —Israel clavó la mirada al techo indicando su fastidio—. Ah, Israel, estĆ”s aquĆ­ no me habĆ­a dado cuenta.



   —Es que soy ciego para los tontos —bromeó el hombre y las chicas se rieron.



   Adam gesticuló una sonrisa hipócrita.



   —Oye, Israel, que raro que no estĆ”s con Paola.



   —¿Con Paola? No conozco a ninguna Paola.



   —¡Obvio que sĆ­, idiota, Paola!



   —¿Cual Paola? Carajo.



   —¡Paola la que te maltrata las bolas!



   Israel no tuvo tiempo de protegerse de la infantil jugarreta. Su reacción fue abrir mucho los ojos y exclamar:



   —No, joto.



   La mano de Adam se apoderó de su entrepierna agarrando su par de bolas carnosas empujandolas hacia el haciĆ©ndolas marcar visualmente en su entallado pantalón.



   Las muchachas rieron de simpatĆ­a, ya habĆ­an escuchado los dotes genitales de Israel, Ć©ste aulló sintiendo los testĆ­culos ser jalados como si su rival se los fuera a arrancar.



   Adam retiró su mano de la llamativa entrepierna de Israel y se puso a bromear con las chicas mientras el desdichado huevudo se excusaba del grupo y se retiraba encorvado sosteniĆ©ndose las gónadas. Buscó el asiento mĆ”s cercano y dio un resoplido procesando el dolor de testĆ­culos. Sus dos gordas pelotas palpitaban tras la fuerte presión ejercida por la mano intrusa.



   «¡Que dolor» se quejaba el rubio amasando sus grandes cojones.

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