ESCRITO POR ZATN
CONTIENE BALLBUSTING VERBAL Y SEXO ORAL.
La siguiente es una corta secuela de la saga EL ASCENSO.
“…Te lo juro Fernando, si me vuelves a dirigir la palabra alguna vez, mi respuesta serĆ” con el pie…Te patearĆ© esas bolas de caballo que tienes MALDITOOOO!!.…Y no respondo si te las llego a dejar malogradas!”.
Marcela iracunda e intentando causar mĆ”s daƱo a su ex esposo, lanzaba rĆ”pidos y constantes puntapiĆ©s a la entrepierna del Fernando, pero Ć©ste se cubrĆa con todas sus energĆas, sus dedos eran necesarios escudos que mantenĆan sus adoloridas pelotas de aquellos precisos puntapiĆ©s.
Pronto la mujer se dio por vencida y se dispuso a irse; Marcela abandonaba la oficina diciĆ©ndole: “Ah, y de nuevo felicidades por tu ascenso querido”.
Tras la salida de Marcela, Fernando quedó boca arriba, abrió las piernas y se dedicó en cuerpo y alma a sobar sus testĆculos. Era un masaje doloroso pero necesario, el paso constante de sus dedos, poco a poco pasaba de ser irritante a mĆ”s tolerable…Pero como le dolĆan!.
Su respiración se fue calmando, asĆ como su ritmo cardiaco, en aquel momento en el que lo tenĆan de los cojones, su corazón por poco colapsa del sufrimiento.
Ahora los detallaba una vez mĆ”s y se cercioraba que habĆan aumentado su tamaƱo...estaban sin duda inflamados, querĆa llegar pronto a casa para ponerse algo helado y tomar pĆldoras, asĆ esperaba que sus futuros hijos estuvieran de nuevo en normalidad para el amanecer.
Pausadamente su fornido cuerpo fue recuperado las fuerzas, tras un buen rato se sintió con las energĆas para incorporarse; Era vergonzoso para un hombre de tal musculatura el presentar todas las dificultades del mundo solo para erguirse…
…Pero que otra reacción podĆa esperar?, Marcela le habĆan pegado en su punto dĆ©bil…su enorme punto dĆ©bil!.
Una vez en pie, pudo ir a su puesto de trabajo, recoger sus cosas y abandonar la oficina, no sin dejar de cojear burdamente.
HabĆa pasado una hora y 15 minutos desde la salida de su Exmujer hasta que Ć©l mismo pudo ver la calle…que gran tortura fue ese fin de jornada en el trabajo.
Era una noche frĆa, y poco abrigado el hombre salió a la calle, sudaba frio y presentaba ganas de trasbocar, detuvo un taxi.
“Se encuentra bien seƱor?”, preguntó el taxista, ante el sudado y pĆ”lido rostro de su pasajero.
Una corta mentira y el taxista no volvió a inmiscuirse.
Apenas ingresó a su apartamento se quitó la camisa y se derrumbó en el sofĆ”, el pasar tan rĆ”pido a la posición sentada, le causó un leve mareo, a lo que tuvo que respirar con profundidad para aliviarse, el dolor en sus testĆculos era insoportable.
Solo un rato despuĆ©s se sentó al frente tomando su cabeza, miraba su entrepierna, como podĆa sentir tanto dolor?
Cómo pudo se levantó y fue por pĆldoras analgĆ©sicas, luego entró a la cocina por hielo….Fernando nunca sintió tanto alivió como cuando se acostaba en su cama y colocaba una bolsa de hielo sobre sus calzoncillos.
“OOhhh Dios!!!…que alivio…..”.
El sueƱo y agotamiento fĆsico le venció y se dormitó un rato, hasta que dio un salto al sentir el telĆ©fono.
“Querida Ćrsula no puedo ir a la cita….no me siento bien del estómago…”.
Era cierta en parte su excusa, cada vez que movĆa la bolsa de hielo intentando sobar sus hinchadas bolas, sentĆa nauseas, debĆa suspender el masaje testicular para que su estómago se tranquilizara.
“Quieres que vaya a verte cariƱo?”.
“No mi amor, nos veremos maƱana en la oficina, si no nos vamos a citar para lo nuestro, es mejor que no te ausentes de tu casa, estoy bien no es algo serio, solo es que no puedo alejarme mĆ”s de 10 minutos del baƱo…para maƱana estarĆ© mejor, gracias por preocuparte y discĆŗlpame”.
“No te tienes que disculpar Fernando”.
“Entonces para otra noche queda la cita para hacerte gritar en la cama…adiós”.
“Espero con ansias que me hagas gritar querido Fernando, adiós”.
Fernando dejó el teléfono a un lado y adoptó la posición fetal, pensaba:
- Hacerla gritar….a mi es a quien hoy me hicieron gritar…Oh maldita Marcela!!.
Pasaron dos horas y no veĆa mejorĆa, los analgĆ©sicos eran nada para tal trauma, decidió llamar a un servicio de asistencia mĆ©dica al hogar
“Que le sucedió?”. Interrogo el medico que llegó a asistirle.
“Me patearon en una pelea que tuve”.
El profesional sacudió un poco la cabeza sintiendo como hombre también lo terrible que eso debió ser.
Seguidamente le palpó los testĆculos, el escroto estaba con edema y muy enrojecido, el contacto de los dedos enguantados sobre su hipersensible piel, le causó mucho ardor; El profesional terminó diagnosticando que se encontraba relativamente bien, solo habĆa que bajar la hinchazón y para ello le aplicarĆa una inyección.
Fernando siempre temió a las agujas pero era mejor un pinchazo al dolor testicular, por comodidad recibió la inyección de pie, acostarse boca abajo no era una opción dadas sus infladas bolas…
…La larga aguja con el medicamento penetró con dificultad en la musculada y pĆ©trea nalga de Fernando, un leve apretón de dientes y el lĆquido sanador estaba en su organismo.
Tras despedir al Doctor Fernando fue a dormir, decidió yacer sin calzoncillos, sentĆa calor, pero a la vez le castaƱeaban los dientes, se cubrió con la manta y le fue difĆcil tomar sueƱo, el dolor se mantenĆa y debĆa tener algo de fiebre, el mĆ©dico le dijo que eso pasarĆa con el efecto de la inyección.
Por fin se durmió…
Al amanecer Fernando se sintió un poco mejor, se quiso incorporar pero aĆŗn estaba el dolor en sus bolas, las revisó y seguĆan hinchadas, un poco menos que la noche anterior al dormirse, quiso levantarse sin calzoncillos, pero apenas puso los pies en el suelo, el peso de sus cojones inflamados fue mucho, se quejó y apretó los dientes, debió sentarse en la cama y alcanzar su ropa interior para que sostuviera sus bolas.
Se pasó la maƱana caminando con las piernas separadas y de forma muy pausada; Claramente no podrĆa ir al trabajo.
Las llamadas de Ćrsula inicialmente ignoradas por fin fueron contestadas, era inevitable contar lo sucedido con sus bolas, pero usarĆa una excusa diferente que con el mĆ©dico… Inventó el haber sido golpeado bajo en un asalto anoche…al final con esa mentira podrĆa obtener algo delicioso para Ć©l…despuĆ©s de todo desde ayer no sentĆa mĆ”s que dolores, y algo rico no le vendrĆa mal.
“Debo confesarte la verdad, anoche no estaba mal del estómago”.
“Porque me mentiste?”.
“Me asaltaron Ćrsula, y me lastimaron”.
“Oh dios mĆo!, que te ocurrió Fernando?”. El tono de la jefa se volvió de angustia.
“Me golpearon en los testĆculos”.
“Oh Dios bendito, podre de ti…estas bien?”.
“Estoy mejor, pero aĆŗn estoy convaleciente…aun no puedo salir de casa”.
“Oh Fernando quĆ©date ahĆ…quiero ir a verte”.
“Estoy mejor Ćrsula, no es necesario…”.
“CariƱo irĆ© a verte de inmediato!”.
“Esper…”. Ćrsula colgó repentinamente, y en menos de 30 minutos parqueaba su automóvil en el sótano del edificio. La jefa estaba muy preocupada por Ć©l, como siempre los sentires de la mujer la hacĆan cada vez mĆ”s unida y preocupada por su amante…Fernando tenĆa un control total sobre ella.
Al abrirle la puerta del apartamento, la mujer corrió a abrazar a su amante, el hombre sorprendido dio un paso atrÔs arrastrando a la mujer sujeta a su cuello, el esfuerzo le lastimó un poco los huevos, teniendo que ahogar un quejido.
Ćrsula notó la incomodidad.
“Perdón te hice daƱo?”.
“No pero es mejor que no me agite, aĆŗn tengo inflamados los cojones”.
Ćrsula se arrodillo ante el hombre dirigiendo su mirada y comentarios a la entrepierna.
“Pobre Fernando debe sufrir una tortura…eso golpes son los peores para un macho”.
El paso de un vecino por la puerta abierta avergonzó al varón, quien cerró la puerta e hizo seguir a Ćrsula, acomodĆ”ndose en el sillón. La mujer decidió arrodillarse en la alfombra ante su amado amante.
“Cómo fue el golpe?”.
Fernando ya habĆa pensado en la mentira, pero no darĆa muchos detalles.
“No estoy seguro, estaba oscuro, y creo que el tipo iba encapuchado porque ni le vi el rostro, era todo oscuro”.
“Era un hombre negro?”.
“No sĆ©, podrĆa ser, pero la verdad fue tan sorpresivo, no esperaba que me atacara, y casi al instante sentĆ un golpe en los huevos, fue un rodillazo!”.
“Canalla!, te vio que eres fuerte de fĆsico y pego de primero donde te podĆa hacer daƱo”.
“Si, querĆa dejarme sin fuerza y aturdido…fue un golpe muy fuerte!”.
“Que bruto fue ese miserable, pegarte en tus maravillosas partes, maldito ladrón!”.
“Y que pasó despuĆ©s?, que te robo?”.
“Se llevó mi billetera, no pude hacer nada, estaba en suelo del dolor”.
Ćrsula se impresionó, imaginar a un hombre tan fuerte como Fernando tirado en el suelo y totalmente indefenso, era impensable!...Pero era la realidad, le habĆan golpeado en el Ć”rea dĆ©bil de los hombres, y eso, y solo eso podĆa derribar y lastimar a su adorado semental; Seguidamente la mujer se preocupó pos su estado actual, aĆŗn estaba adolorido de su zona privada, y ella querĆa hacer algo por su amante…de pronto le rogó:
“DĆ©jame sobĆ”rtelas Fernando”.
El hombre de inmediato se vio tentado, la verdad pensó en aquello desde que su jefa hablo de venir a verle….si ella querĆa consentĆrselas, quien era el para negarse.
Aprobada, Ćrsula la bajó los calzoncillos, evidenciando los grandes cojones de su amante de un tamaƱo aĆŗn mayor al conocido.
“EstĆ”n enormes!…y rojos!...seguro que estas mejor?”.
“Claro, anoche los tenĆa mĆ”s hinchados”.
“Miserable de ese sujeto!, como se atrevió a pegarte en lo que te hace macho, si lo tuviera frente a mĆ lo des huevo!, jamĆ”s le perdono que le hubiera hecho daƱo a mi Fernandito”.
“No hables de des huevar que anoche casi me des huevan a mĆ”.
“Lo siento amor”.
Fernando busco mĆ”s comodidad y se acostó en el sillón, ante lo cual Ćrsula subió tambiĆ©n y le acarició las bolas…con lentitud pasaba su suave piel sobre el Ć”spero escroto del macho.
Para mĆ”s comodidad se abrió la camisa, dejando sus pechos al aire, los cuales no tardaron en ser acariciados por su amante, la mujer madura pronto se excitó, pero no era ella la que debĆa gozar, era Fernando el lastimado y se ocuparĆa de hacerle pasar un grato momento a Ć©l y a su enormes y adoloridos huevos.
La mujer sostuvo un instante el pene del macho que pronto comenzó a crecer.
Pronto la atención de la mujer fue solo en los testĆculos del macho, con su lengua estimulaba las mĆ”s ricas sensaciones, las lamidas estaban a nivel de su ahora odiada exmujer Marcela, Ćrsula comenzó a chuparle las huevas, y Fernando a pesar de los quejidos iniciales, la conminaba a seguir, sus grandes bolas llenaban la boca de la veterana jefa, saliendo de esta mĆ”s que ensalivados.
La excitación en Fernando le puso a mil el venoso miembro, suplicĆ”ndole a la mujer le masturbara, Ćrsula realizo la efectiva y doble labor de chuparle las bolas, a la vez que le estimulaba el glande con su mano…
La abundante expulsión de lĆquido seminal tentó a la mujer a chupĆ”rsela, degustando con aquellos labios enrojecidos por la excitación la dura y lubricada cabeza peneana de Fernando.
Los leves roces del pene con los dientes de Ćrsula no hacĆan mas que calentar al varón quien por instantes pensaba en una posible mordida de la jefa, casi deseaba que se la mordiera, obviamente con suavidad.
La cavidad oral de su jefa era un infierno de tanta pasión y dedicación con la que degustaba ese grueso y venoso miembro viril.
Los jadeos de Fernando eran mƔs y mƔs intensos, hasta que no pudo mƔs.
“ME VOY A CORRRER!!!!!!!!”.
Ćrsula se retiró un poco esperando ser baƱada con el semen de su hombre, el cual no tardó en escapar como poderosos torrentes blancos, impactando en el rostro femenino.
Los chorros de caliente leche empaparon todo la cara de la mujer quien sonriente dijo:
“ExtraƱaba la leche en mi cara…que caliente estĆ”!”.
La dama procedió a lamer las ultimas gotas de corrida del glande se su amante, quien pletórico se dedicó a mirar el techo desde su cómoda posición en el sillón.
Al culminar, Ćrsula comenzó a lamer el semen en su cara, tardo bastante en asearse como una felina.
Fue una jornada de bastante placer para Fernando.
Pero para esta pareja las historia aĆŗn no termina, pues pronto su secreta relación se ha de hacer publica…Esto lo conocerĆ”n en un próximo relato.
FIN.
Gracias.
Comentarios a zatniktiel@hotmail.com
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