-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Aunque Pablo estaba ocupado en la sala de estar del departamento de su esposo no tenĆa mĆ”s opción que escuchar la conversación que este iba a tener con su exesposa vĆa webcam. Pablo estaba a un lado del salón ocupado en los quehaceres de su empleo estaba alejado del lente de la cĆ”mara aunque Ć©l sĆ podĆa observar la pantalla del computador.
David por su parte se dedicaba a charlar con su pequeƱo hijo por medio de la internet, el niƱo vivĆa al otro lado del continente pero esa entretenida charla de padre e hijo se vio interrumpida cuando Gladys la rubia ex esposa de David ingresó en la conversación.
—Hola, David, ¿cómo estĆ”s?
David se sorprendió por microsegundos era la primera vez en mucho tiempo que tenĆa una conversación con su ex. Pudo reaccionar de manera natural.
—Hola, Gladys. Bi… bien, ¿y tĆŗ?
Pablo echó un rĆ”pido vistazo a la cĆ”mara al percatarse del quiebre nervioso de David. Se trataba de una guapa rubia tenĆa cierto aspecto angelical aunque si se tornaba ruda podĆa ser peligrosa y eso lo sabĆa por algunas historias que le contó David. No habĆa duda que el niƱo habĆa heredado la mayorĆa de los rasgos del papĆ”. La mujer a travĆ©s de la computadora explicó que se sentĆa bien pero…
—Necesito hablar contigo.
Se escuchó que Gladys pidió cariñosamente a su hijo que buscara a su abuela para que la ayudara a hacer algo, él se despidió de su padre y salió de escena.
—David, sĆ© que el niƱo no ha tenido el mayor contacto contigo y en parte he sido culpable. Las veces que has venido no son suficientes para estrechar ese lazo padre e hijo.
—¿QuĆ© dices, Gladys? Davidcito y yo tenemos una buena relación.
—Lo sĆ©, David, pero tanto tĆŗ como yo sabemos que no es suficiente, ¿estĆ” bien? —David meneó la cabeza—. SĆ© que a parte de todo tu tiempo quieres estar al lado del niƱo y verlo crecer, no puedo quitarte por mĆ”s ese derecho.
—Entiendo. ¿Quieres que lo vaya a buscar para traer a AmĆ©rica?
—No, David —Gladys se acomodó el cabello con las manos—, lo he estado pensando y regresarĆ© para allĆ”. No pasarĆ© mĆ”s tiempo en EspaƱa, al final creo que la patria termina llamando a una y extraƱo muchas cosas por allĆ”, familia, amigos, lugares y mi verdadero trabajo. En unos meses estarĆ© de vuelta y tendrĆ”s a junior contigo tambiĆ©n —ambos emitieron una risa de simpatĆa. David despuĆ©s le explicó lo feliz que estaba con la noticia. Finalmente Gladys se atrevió a preguntar—. Esa personita con la que vives, ¿no tendrĆ” problemas en tener a David ahĆ?
Sintiéndose aludido Pablo levantó una ceja y echó otro vistazo a la pantalla con aire de arrogancia. David soltó una risa de nervios y le dirigió a él una mirada amistosa por lo que Gladys comprendió que esa personita estaba ahà cerca.
—No, te equivocas. Por ningĆŗn motivo el tendrĆ” problemas, es muy cariƱoso con los niƱos, mi esposo, tiene sobrinos e incluso uno de ellos tiene la edad de David.
—Ah pues que bien —alegó Gladys con ninguna emoción—, ya verĆ© cuando llegue si es asĆ. Yo sĆ© que tĆŗ estarĆ”s emocionado con el niƱo en casa.
—AsĆ serĆ” —corroboró David afirmando emocionado con la cabeza.
Tuvieron una corta y trivial conversación donde la mujer alegó que regresarĆa aproximadamente en un mes. Cuando la videollamada culminó David se notaba feliz aunque tambiĆ©n tenĆa un diminuto aire de preocupación. Pablo abandonó sus trabajos y se acercó a su esposo:
—AsĆ que yo soy una personita, ¿eh? —se rió y le dio un fuerte abrazo—. Me emociona mucho que tengas ya a tu hijo aquĆ por largo tiempo y lo veas crecer —le dio un beso—. Pero su madre parece que no me tolera, ¿lo crees?
David hizo una sonrisa mostrando los dientes:
—SĆ. Creo que te odia, que raro.
—¿SeguirĆ” resentida contigo?
—Lo no sĆ©… TenĆa mucho, muchĆsimo tiempo sin hablar con ella. Cuando apareció ahĆ en principio me sorprendĆ. Siempre me he comunicado es con su madre.
—¿Te seguirĆ” amando? ¡Oh, no, David!
David se rió y abrazó a Pablo.
—Me debe odiar y es mi opinión.
David continuó acariciando la nuca de Pablo mientras apoyaba su barbilla sobre su hombro. A su memoria llegó aquel dĆa en el que prĆ”cticamente Gladys lo habĆa sacado del closet ante amigos, clientes, parientes y cercanos en su propio gimnasio.
—¿POR QUĆ? ¿POR QUĆ LO HAS HECHO? —le gritaba David en su despacho despuĆ©s del bochornoso espectĆ”culo en el salón aquel dia—. ¿CĆMO TE ATREVES A DEJARME ASĆ ANTE TODOS?
—POR LA MISMA RAZĆN CON LA QUE TĆ ME HAS QUERIDO VER LA CARA DE ESTĆPIDA ESTE TIEMPO.
—¿CĆMO PUDISTE? ¡SOY EL PADRE DE TU HIJO! —David la sostenĆa de las muƱecas y la asĆa con fuerza. Estaba realmente violento—. NO TENĆAS DERECHO.
—¿DERECHO? ¿Y TĆ? ¿A QUIEN IBAS A SEGUIR ENGAĆANDO. ¡SUĆLTAME!
—TE VAS A ARREPENTIR, GLADYS, NADIE ME HUMILLA DE ESTA MANERA.
—¡TE HE DICHO QUE ME SUELTES! A PARTIR DE HOY PODRĆS IRTE A CULEAR CON ESE QUE HACĆAS LLAMAR TU MEJOR AMIGO. VE Y LOGRALO, NADA TE DETIENE, MARICOTA! QUE ME SUELTES, ME LASTIMAS —verdaderamente David oprimĆa con fuerza las muƱecas de la que todavĆa era su esposa, no se dio cuenta que sus ojos se llenaban de lĆ”grimas—. ¡SUELTAME, DAVID, QUE ME SUELTES!
Sin saber como, David sintió un profundo dolor que provenĆa de su ingle.
Con un fuerte grito el macho dio un salto en el aire cuando Gladys impactó su rodilla en contra de sus bolas.
Los dos grandes cojones habĆan sido aplastados con la fuerza de la rótula de la pequeƱa y rubia mujer.
Por instinto David la soltó y retrocedió uniendo sus rodillas. Se agarró las bolas respirando pesadamente, gruƱendo y gimiendo de agonĆa, su rostro estaba doblado de dolor. Sus bolas palpitaban tras perder la ovalada forma con el impacto.
Gladys le dirigió una mirada de odio.
Y regresando al presente David se habĆa puesto pensativo por lo que Pablo lo miraba con preocupación:
—¿Por quĆ© tan callado? —le preguntó.
—Estoy recordando la vez en la que ella me sacó del closet —respondió David—. Gladys descubrió unos mensajes que yo tenĆa con Jean, para ese momento la relación entre nosotros pasaba por un mal momento porque Ć©l me reprochaba haber tenido un hijo con ella.
—¿Como dio Gladys con esos mensajes?
—No lo sĆ©. Supongo que hurgarĆa mi celular mientras me baƱaba. La hermana de ella es tĆ©cnico reparando equipos supongo que le habrĆ” enseƱado trucos para burlar las claves porque hasta dió con unas fotos privadas que yo tenĆa con Ć©l. Esas fotos fue las que proyectó en la reunión del gimnasio con mis amigos.
—Supongo la pena que pasaste con todos —aseguró Pablo acariciando la barbilla del fortachón.
—Pos sĆ. Pero no la culpo actuó vengandose de forma magistral.
—¡Y que magistral la condenada!
Ambos se rieron.
Pablo cerró los ojos y le dio un beso en los labios a David finalmente le dijo:
—Pero ahora estĆ”s conmigo.
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