*BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—Aquí estaremos seguros mientras pasa el peligro —comentó Helga al llegar a la nueva residencia donde se hospedaría con Javier y sus hijos.
Era una cómoda y rústica cabaña de madera en medio de una isla. Había sido prestada como refugio mientras pasaba la persecución contra quienes poseían la cura de la humanidad de una letal enfermedad.
—¿Cuanto tiempo estaremos aquí? —quiso saber Marlon, el hijo mayor de Javier que fue rescatado esa mañana por su padre de unos hombres que estaban dispuestos a matarlo. Todavía le dolían las pelotas.
—Tenemos que esperar a que el tiempo pase —dijo Helga—. Sabemos que hay alguien interesado en que ustedes no estén con vida y no den con el tratamiento a la enfermedad. Pero no sabemos quien. Lo mejor es esperar que la policía determine el o los responsables del ataque al laboratorio y robó los datos de ustedes.
—¿Cómo sabremos que podemos salir? —interrogó Javier preocupado.
—Sea quien sea está detrás de ustedes pero no de mi. Yo tendré contacto con el mundo exterior.
—¿Estaremos bien aquí? —rompió el silencio Hiram más aterrado que nunca aunque parecía valiente.
—No lo puedo asegurar —indicó Helga—. No estaríamos seguros en ningún sitio. Al menos la isla tiene un bunker escondido que servirá de refugio en caso de una invasión. Más tarde, Javier, te indico el lugar —el atractivo señor afirmó con la cabeza. Pronto se enteraría que el acceso al escondite daba lejos de la casa—. Por ahora quiero que conozcan sus cuartos para que tomen una ducha y descansen.
Seguidamente los visitantes conocieron el resto de la pequeña cabaña y sus habitaciones que eran tres, una para Helga, la de Jorge y una compartida entre Marlon e Hiram.
Para despejar el cansancio y su preocupación Jorge tomó una ducha, dejó que el agua tibia resbalara por su musculoso y delicioso cuerpo mientras recordaba la grotesca imagen de rescate aquella mañana a su hijo Marlon. Que preocupada lucía Helga con todo aquello, además era una mujer súper guapa. El solo hecho de recordarla hizo que el miembro se erectara imponente. El sonrió, se sentía muy agotado para masturbarse. Salió del baño e ingresó a la habitación, pensando en cómo llevar la vida de ahora en adelante.
Otra vez llegó a su mente la imagen de la atractiva Helga, que hermosa era esa pelirroja y pensar que la tenía sólo para él en aquella isla…
Su pene volvió a ponerse erecto y sin más que hacer sintió la necesidad de desahogarse con esos pensamientos que le venían a la mente. Se sentía literalmente guarro.
Extendió la mano y tomó su pene empezando con lentos movimientos que a la vez liberaba placer a su cuerpo mientras lanzaba un jadeo de excitación insospechable. Con su otra mano se acariciaba los huevos, eran de buen tamaño y morenos.
Su cuerpo se relajaba apurando el goce sintiendo que el mundo se detenía y que no había peligro a su alrededor. Se arrodilló en la cama sólo dejándose llevar por el éxtasis, jadeaba y lo que más quería era gritar, gritar para que Helga supiera que se pajeaba a su nombre.
Pero una ráfaga de leche blanca y espesa salió de su polla y aterrizó sobre el colchón, era abundante y lo mejor de todo rica y nutritiva. Exhausto y respirando por la boca Javier se le quedó mirando… prácticamente su semen era sagrado.
Pero más allá del excite de Javier sus hijos no compartirían una buena noche, ya que ambos iban a dormir en la misma habitación pero nunca en su vida habían desarrollado un amor fraternal. Todo se debía a que eran hijos de madres distintas y el nacimiento de Hiram marcó el divorcio con la madre de Marlon por un amor de amantes.
Por ello Marlon veía en su medio hermano el producto que hizo que su padre se distanciara de casa. Aunque nunca haya dejado de tener contacto con él.
Ya cada uno había tomado una ducha, se preparaban para dormir. Marlon tenía el pálido torso al aire y sus muslos estaban cubiertos por un viejo jeans. Su hermano apenas salía del cuarto de baño y tenía puesto un calzoncillo blanco que lo hacía ver nalgón y con un gran paquete.
Marlon casualmente pensaba lo misterioso que era al ser bendecido cuando su padre le dijo que su semen salvaría la enfermedad del virus y que había una organización detrás de ellos dispuestos a aniquilarlos.
—Oye —habló Hiram—. ¿Cómo fue que los hombres esos entraron a tu departamento?
—Creo haberte explicado antes, pedazo de moco, que estaba durmiendo cuando forzaron las puertas y atacaron.
—¿Y te dolió cuando te golpearon las bolas? —preguntó Hiram con una sonrisa burlona.
Marlon alzó una ceja y lo miró con amargura, enseguida estrelló una patada en la entrepierna de Hiram.
Su pie chocó con el gran bulto en la ropa interior del muchacho, clavando sus huevos en su cuerpo.
Hiram dejó escapar un gruñido de sorpresa. Se dobló, agarrándose la entrepierna.
—Así me dolió pero al triple —indicó Marlon con una risa de triunfo. Después de bañarse se huntó una crema en sus hinchados testículos que le recomendó Helga.
Por su parte Hiram cayó al suelo de costado y en posición fetal agarrándose las gónadas.
—Me duele —se lamentó.
—Creeme a mi me dolió al triple esta mañana —indicó Marlon saliendo de la cama . Las bolas le pesaban. Entonces apagó la luz—, y todavía me duelen hermanito.
Ya por último Hiram volvió a chillar cuando Marlon pasó por encima de él pisando su cuerpo en medio de la oscuridad y así se acostó en su cama.
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