AnĆbal Ugas en los Ćŗltimos dĆas habĆa dado de quĆ© hablar en la palestra pĆŗblica al aceptar ser parte del equipo de prensa en la candidatura a la gobernaciĆ³n de Jhonny GarranchĆ”n. Durante aƱos el periodista fue famoso por su postura crĆtica para la polĆtica y ahora estaba envuelto en ella con voz de mando.
Por supuesto que en el comando de campaƱa tenĆa posiciones divididas, una buena parte de los miembros del equipo lo admiraban por su estilo y forma de ser, en parte humorista, en parte con un atrevido humor negro. Pero otros pocos se habĆan puesto recelosos, principalmente los que trabajaban con estrategias de marketing y diseƱo de imĆ”genes alusivas a la campaƱa.
—Es como si los quisieran poner en mi contra —concluyĆ³ una tarde AnĆbal cuando conversaba encerrado en la oficina con el candidato.
—No es que quieran, te estĆ”n poniendo en contra —afirmĆ³ Jhonny—, es Harold, el otro dĆa lo captĆ© hablando de ti con Tania, era sobre tu trabajo y la vida imposible... obviamente cuando quise hacer frente a la situaciĆ³n se iniciĆ³ una discusiĆ³n. Ya ves que Harold nunca te ha querido en el equipo y estĆ” moviendo piezas a su favor.
—Ya veremos quiĆ©n es mĆ”s fuerte de los dos —determinĆ³ AnĆbal cruzĆ”ndose de brazos.
En algĆŗn momento sintiĆ³ que debĆa enfrentarlo y el momento llegĆ³ cuando una maƱana el propio Harold Clauss se atreviĆ³ a gritarle frente a todos cuestionando su forma de trabajo. Se armĆ³ una discusiĆ³n Ć©pica que tuvo que ser controlada puertas adentro de la oficina del candidato.
Los tres hombres ocupaban asientos ante el escritorio.
—¿QuĆ© se supone que pasa aquĆ? —reclamĆ³ Jhonny—. ¿Por quĆ© siempre estĆ”s en contra de lo que hace AnĆbal? Harold te he estado diciendo que un clima de trabajo asĆ afecta a toda la campaƱa.
—No estoy en contra del seƱor —negĆ³ Harold con los brazos cruzados—. Es simplemente que no puedo confiar en Ć©l, en cualquier momento siento que venderĆ” nuestras ideas polĆticas a cualquier portada de periĆ³dico o al partido del frente.
—¿Pero quĆ© dice, seƱor Harold? —replicĆ³ AnĆbal alzando la voz—. Usted mismo conoce mi Ć©tica de trabajo, ¡y no! ¡No es que cuestiones mi trabajo! SacarĆ© de dudas todo lo que pasa aquĆ. ¡Usted, Harold, todavĆa no acepta que su tiempo de amores con Jhonny venciĆ³!
—¿CĆ³mo puede ser? —murmurĆ³ Harold rompiendo su coraza personal dirigiĆ©ndo una mirada de reproche a Jhonny.
—AnĆbal —susurrĆ³ Jhonny queriendo calmar los Ć”nimos.
—Y no me voy a callar —AnĆbal se mantuvo firme—. El seƱor simplemente quiere estropear mi Ć”rea de trabajo, sacarme de mi zona de confort para que yo renuncie. Harold Clauss no me quiere cerca de ti porque de alguna manera cree que tĆŗ le sigues perteneciendo. ¡Pero la relaciĆ³n de ustedes terminĆ³ y hace muchĆsimo tiempo!
—¿La relaciĆ³n de nosotros? —Harold no apartĆ³ la vista de Jhonny—. ¿Por quĆ© te atreviste a contarle?
Jhonny no pudo sostener la mirada y por primera vez sus ojos descendieron apartando la vista de Clauss.
—Usted, seƱor Clauss, acepte que no puede estropear mi trabajo, en mi Ć”rea mando yo. Y no mezcle sus asuntos personales con el trabajo.
Harold se puso de pie y dirigiĆ³ una mirada asesina al periodista, AnĆbal no se quedĆ³ quieto en su silla y tambiĆ©n se levantĆ³. Seguido por Jhonny que pedĆa calma para los dos.
—¿QuĆ©? ¿Harold, quieres arreglarlo a puƱos? —ofreciĆ³ AnĆbal apretando las manos.
Harold hizo una mueca de desprecio, tomĆ³ a AnĆbal del hombro y lo atrajo hacia Ć©l impactando su rodilla en la entrepierna del periodista.
AnĆbal dejĆ³ escapar un grito ahogado, hizo una mueca de dolor que le transformĆ³ el rostro.
Harold le dio otro rodillazo en las bolas a AnĆbal, clavĆ”ndole la rĆ³tula en la ingle. Fue un golpe en seco, aterrizando justo en el objetivo y aplanando sus esferas masculinas.
AnĆbal dejĆ³ escapar un grito de angustia mientras retrocedĆa con las manos en los huevos.
—Harold, detente —ordenĆ³ Jhonny Garranchan dando la vuelta al escritorio para sostener a su jefe de campaƱa.
Harold le dio un manotazo en los testĆculos, provocando un chillido agudo del candidato. El seƱor le dirigiĆ³ una mirada de disgusto y saliĆ³ como una llamarada furiosa de la oficina cerrando la puerta de golpe.
AnĆbal no pudo resistir el dolor y se derrumbĆ³ en el suelo hecho un ovillo, agarrĆ”ndose las bolas y gimiendo de dolor.
—AnĆbal, ¿estĆ”s bien? —le preguntĆ³ Jhonny arrodillĆ”ndose, palmeĆ”ndolo en la espalda.
El periodista se dedicĆ³ a gemir lidiando con el dolor en las bolas.
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