Los hombres de Jhonny (2/5) - Las Bolas de Pablo

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15 sept 2022

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Los hombres de Jhonny (2/5)

AnĆ­bal Ugas en los Ćŗltimos dĆ­as habĆ­a dado de quĆ© hablar en la palestra pĆŗblica al aceptar ser parte del equipo de prensa en la candidatura a la gobernación de Jhonny GarranchĆ”n. Durante aƱos el periodista fue famoso por su postura crĆ­tica para la polĆ­tica y ahora estaba envuelto en ella con voz de mando.

 

Por supuesto que en el comando de campaƱa tenƭa posiciones divididas, una buena parte de los miembros del equipo lo admiraban por su estilo y forma de ser, en parte humorista, en parte con un atrevido humor negro. Pero otros pocos se habƭan puesto recelosos, principalmente los que trabajaban con estrategias de marketing y diseƱo de imƔgenes alusivas a la campaƱa.

 

—Es como si los quisieran poner en mi contra —concluyó una tarde AnĆ­bal cuando conversaba encerrado en la oficina con el candidato.

 

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—No es que quieran, te estĆ”n poniendo en contra —afirmó Jhonny—, es Harold, el otro dĆ­a lo captĆ© hablando de ti con Tania
, era sobre tu trabajo y la vida imposible... obviamente cuando quise hacer frente a la situación se inició una discusión. Ya ves que Harold nunca te ha querido en el equipo y estĆ” moviendo piezas a su favor.

 

—Ya veremos quiĆ©n es mĆ”s fuerte de los dos —determinó AnĆ­bal cruzĆ”ndose de brazos.

 

En algún momento sintió que debía enfrentarlo y el momento llegó cuando una mañana el propio Harold Clauss se atrevió a gritarle frente a todos cuestionando su forma de trabajo. Se armó una discusión épica que tuvo que ser controlada puertas adentro de la oficina del candidato.

 

Los tres hombres ocupaban asientos ante el escritorio.

 

—¿QuĆ© se supone que pasa aquĆ­? —reclamó Jhonny—. ĀæPor quĆ© siempre estĆ”s en contra de lo que hace AnĆ­bal? Harold te he estado diciendo que un clima de trabajo asĆ­ afecta a toda la campaƱa.

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—No estoy en contra del seƱor —negó Harold con los brazos cruzados—. Es simplemente que no puedo confiar en Ć©l, en cualquier momento siento que venderĆ” nuestras ideas polĆ­ticas a cualquier portada de periódico o al partido del frente.

 

—¿Pero quĆ© dice, seƱor Harold? —replicó AnĆ­bal alzando la voz—. Usted mismo conoce mi Ć©tica de trabajo, Ā”y no! Ā”No es que cuestiones mi trabajo! SacarĆ© de dudas todo lo que pasa aquĆ­. Ā”Usted, Harold, todavĆ­a no acepta que su tiempo de amores con Jhonny venció!

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—¿Cómo puede ser? —murmuró Harold rompiendo su coraza personal dirigiĆ©ndo una mirada de reproche a Jhonny.

 

—AnĆ­bal —susurró Jhonny queriendo calmar los Ć”nimos.

 

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—Y no me voy a callar —AnĆ­bal se mantuvo firme—. El seƱor simplemente quiere estropear mi Ć”rea de trabajo, sacarme de mi zona de confort para que yo renuncie. Harold Clauss no me quiere cerca de ti porque de alguna manera cree que tĆŗ le sigues perteneciendo. Ā”Pero la relación de ustedes terminó y hace muchĆ­simo tiempo!

 

—¿La relación de nosotros? —Harold no apartó la vista de Jhonny—. ĀæPor quĆ© te atreviste a contarle?

 

Jhonny no pudo sostener la mirada y por primera vez sus ojos descendieron apartando la vista de Clauss.

 

—Usted, seƱor Clauss, acepte que no puede estropear mi trabajo, en mi Ć”rea mando yo. Y no mezcle sus asuntos personales con el trabajo.

 

Harold se puso de pie y dirigió una mirada asesina al periodista, Aníbal no se quedó quieto en su silla y también se levantó. Seguido por Jhonny que pedía calma para los dos.

 

—¿QuĆ©? ĀæHarold, quieres arreglarlo a puƱos? —ofreció AnĆ­bal apretando las manos.

 

Harold hizo una mueca de desprecio, tomó a Aníbal del hombro y lo atrajo hacia él impactando su rodilla en la entrepierna del periodista.

 

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AnĆ­bal dejó escapar un grito ahogado, hizo una mueca de dolor que le transformó el rostro.

 

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Harold le dio otro rodillazo en las bolas a AnĆ­bal, clavĆ”ndole la rótula en la ingle. Fue un golpe en seco, aterrizando justo en el objetivo y aplanando sus esferas masculinas.

 

Aníbal dejó escapar un grito de angustia mientras retrocedía con las manos en los huevos.

 

—Harold, detente —ordenó Jhonny Garranchan dando la vuelta al escritorio para sostener a su jefe de campaƱa.

 

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Harold le dio un manotazo en los testículos, provocando un chillido agudo del candidato. El señor le dirigió una mirada de disgusto y salió como una llamarada furiosa de la oficina cerrando la puerta de golpe.

 

Aníbal no pudo resistir el dolor y se derrumbó en el suelo hecho un ovillo, agarrÔndose las bolas y gimiendo de dolor.

 

—AnĆ­bal, ĀæestĆ”s bien? —le preguntó Jhonny arrodillĆ”ndose, palmeĆ”ndolo en la espalda.

 

El periodista se dedicó a gemir lidiando con el dolor en las bolas.

 

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