Los hombres de Jhonny - Las Bolas de Pablo

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8 sept 2022

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Los hombres de Jhonny

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El comando de campaƱa se encontraba repleto de personas, entre ellas comerciantes, periodistas, activistas y militantes del partido quienes esperaban con ansias el gran lanzamiento a la candidatura hacia la gobernación de Jhonny Garranchan. Al centro del escenario se ubicaba uno de los periodistas mĆ”s influyentes del estado que por alguna extraƱa razón habĆ­a decidido dejar de lado su sagrada imparcialidad polĆ­tica para tomar inclinación a la candidatura del lĆ­der partidista.

 

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Aníbal Ugas fue contratado como animador de la noche para sacar adelante la postulación a la gobernación. Era un periodista joven que no cruzaba los cuarenta años. Tez morena, cuerpo delgado y esbelto con una corta barba que acentuaba rasgos simples, pero atractivos. Por años se había destacado como un alto crítico a las decisiones políticas en el estado mediante comentarios precisos y acompañados de sarcasmo desde su programa de radio y televisión. Vestía esa noche con un ajustado traje de etiqueta y sonreía mientras conducía el evento.

 

Aunque no había que ocultarlo, su animación en el evento estaba mÔs allÔ del pago por su labor profesional. Estaba ahí porque recién estaba ligado a una relación secreta y amorosa con el candidato.

 

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Jhonny Garranchan era dueƱo de un cuerpo fuerte y grueso. Su simetrƭa se complementaba con altura y una tez morena. Su rostro era simpƔtico sin llegar a ser una belleza, siempre afeitado y con cabellera negra.

 

Todo comenzó un año atrÔs cuando durante un evento de beneficencia, (como todas las que hacen los políticos que se aprovechan de cierta necesidad de la población para hacerse un nombre), sus ojos se toparon con la mirada de Jhonny Garranchan creando una intensa conexión que solo dos hombres con derivada inclinación homosexual conocen.

 

En aquĆ©l evento mientras AnĆ­bal hacĆ­a registros fotogrĆ”ficos y tomaba notas, en mĆ”s de una ocasión su mirada se topó con el hombre mĆ”s fuerte del partido polĆ­tico y futuro prospecto a la gobernación. AĆŗn asĆ­ no hubo intercambio de palabras entre ellos.

 

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En cierta fecha que Jhonny compraba ropa en un centro comercial se consiguió con AnĆ­bal en un establecimiento. Este Ćŗltimo lo saludó con un simple ā€œHolaā€, los dos hombres intercambiaron miradas y sonrisas cordiales, nada, aparentemente nada fuera de lo comĆŗn. Jhonny continuó caminando con la vendedora y su mirada se despidió de AnĆ­bal, quien abandonaba el local, girando la cabeza de vez en cuando para despedirse en la espera de que sus ojos volvieran a coincidir.

 

Semanas después el periodista se encargó de entrevistar en su programa al candidato, así fue un primer acercamiento entre ambos. Una entrevista amena con ciertos tintes del típico sarcasmo burlón del crítico locutor en temas políticos. Finalizado el programa intercambiaron números.

 

Se acercaba la Ć©poca de campaƱa y Jhonny Garranchan se interesó que el periodista fuese el encargado de la jefatura de prensa. Como buen polĆ­tico no se apersonó a ofrecer la relación laboral, envió un sĆ©quito con el mensaje para el periodista.

 

La respuesta de Aníbal Ugas llegó como mensaje de texto al WhatsApp de Jhonny.

 

«Hubiera preferido que usted personalmente me hiciera la invitación para trabajar a su lado, candidato. Creí que estÔbamos en confianza».

 

Jhonny no dudó en hacerle una llamada telefónica. Aníbal continuó:

 

—Si me lo permite, candidato. Prefiero tener esta conversación con usted en persona y no a travĆ©s de llamada telefónica.

 

Jhonny sonrió.

 

—Cuando usted quiera podemos reunirnos. No hay problema.

 

En dos días se citaron, Aníbal negó toda participación a la candidatura, prefería mantenerse imparcial como periodista.

 

—Ahora cambiando de tema —dijo Jhonny acomodĆ”ndose el cuello de la camisa. Estaban en un restaurante caro—, quiero que me expliques que significan esas miradas que nos hemos dado antes…

 

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AnĆ­bal arqueó las cejas de sorpresa y se echó a reĆ­r Jhonny le devolvió la sonrisa acompaƱada de una mirada pĆ­cara y de exploración, como siempre.

 

¿Para qué desviar la atención? Estaban ellos dos solos. Aníbal dijo la verdad, sintió una conexión muy fuerte con él desde aquella primera mirada en el evento benéfico, Jhonny tampoco negó sentir atracción por él. Ambos se describieron solteros.

 

Tres días después Aníbal citó a Jhonny en su departamento.

 

—DiseƱƩ estos flyer para tu campaƱa —le mostró unos bocetos digitales en la laptop—. Puedes mostrĆ”rselo a tu encargado de redes sociales y puede hacer uso de mi creación, quizĆ”s hasta adaptarlos.

 

—Me gustan —afirmó Jhonny sentĆ”ndose en la silla y contemplando la pantalla—, pero prefiero que seas tĆŗ mi encargado de redes y prensa.

 

Aprovechando la distracción, Aníbal arregostó su erección al brazo de Jhonny. El candidato dobló el cuello y contempló la acción esbozando una sonrisa. Aníbal le dirigía una mirada de cómplice. Jhonny se levantó, lo abrazó y besó en los labios por segunda vez. Porque la primera fue un beso fugaz en el automóvil a la salida del restaurante días atrÔs.

 

Sin separarse fueron a la habitación de Aníbal donde follaron por primera vez.

 

Como en la mayoría de las relaciones gay, después de la primera relación sexual y corroborar que se complementaban. Descubrieron que podían tener una relación mÔs íntima.

 

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En la actualidad el público aplaudía con entusiasmo el discurso final del candidato. Quién había sido presentado con bombos y platillos. Había llegado al evento caminando con gallardía, desbordando energía y juventud.

 

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Jhonny Garranchan se despidió del público y se abrazó con sus pares del partido político alzando los brazos en medio de una lluvia de aplausos y confetis. Vestía un ajustado traje azul que reforzaba sus grandes brazos y rodillas potentes.

 

Aníbal Ugas retomaba el micrófono y presentaba a una banda musical para el cierre del evento.

 

Jhonny Garranchan regresó a su oficina y ahí se encontró con una visita que lo esperaba desde su propio asiento: Harold Clauss.

 

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Harold era un hombre pasado los 45 aƱos, su tez era bronceada, con cara rectangular y rostro severo. Corta cabellera con tonos castaƱos que cedĆ­an al gris. Con un peso polĆ­tico en el partido y en la ciudad de bastante trayectoria.

 

—”Estabas aquĆ­! —exclamó Jhonny—. No te vi durante todo el discurso. ĀæQuĆ© tanto hacĆ­as aquĆ­?

 

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Harold dejó de jugar con el lapicero en su mano, lo depósito sobre la mesa y se levantó del asiento. Caminó unos pasos con su traje formal ajustado de diseñador hasta llegar a Jhonny.

 

—Se confirma el loco rumor que hay entre algunos del partido —comentó con voz grave—, Ć©se periodista es tu nuevo amante de turno.

 

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—¿Pero quĆ© idiotez dices, Harold? —sonrió Johnny—. Nunca he escuchado tal rumor. ĀæCómo puedes creer que un profesional como AnĆ­bal Ugas va a prestarse a eso? Ni siquiera creo que sea gay.

 

Harold tenía puesto sus ojos sobre el candidato, hizo una risa que denotó cinismo.

 

—Si tendrĆ­a que poner las grabaciones pasadas de ese mequetrefe lo destruirĆ­a por completo —Harold hizo un intento por imitar la voz del periodista—. Mi condición de prensa me prohĆ­be hacer parte del juego polĆ­tico del estado. AsĆ­ decĆ­a siempre en su programa de radio. Y ahĆ­ estĆ”, conduciendo tu lanzamiento a la gobernación. Desde un primer momento se te metió entre ceja y ceja, lo recuerdo muy bien.

 

—Son tonterĆ­as, Harold.

 

—¿Son amantes? —quiso saber el hombre.

 

—Es algo que no te debe interesar.

 

—Por sentado que sĆ­. Todo lo que a ti ocurra me concierne a mĆ­. Yo te preparĆ© polĆ­ticamente, lo que eres es gracias a mĆ­. Soy tu jefe de campaƱa.

 

Jhonny hizo una mueca de disgusto.

 

—”Con que esa vamos! Ā”Echarme en cara todo lo que has hecho por mĆ­! Ā”Nunca actĆŗas de buen corazón!

 

—Una vez mĆ”s, Āæson amantes?

 

—”No es tu problema!

 

—Tengo que estar al tanto de todo lo que le ocurra a mi candidato.

 

—Esto no es del interĆ©s de nadie. AdemĆ”s, aquĆ­ ningĆŗn periodista se atreverĆ” a meterse contra AnĆ­bal, bien sabes su poder dentro del gremio.

 

—Entonces, Āæme estĆ”s confirmando que son amantes?

 

—”Que no es tu problema, Harold!

 

Harold disparó su brazo hacia adelante atrapando entre sus dedos la entrepierna de Jhonny, adueñÔndose de sus dos testículos carnosos y aplastÔndolos con toda la fuerza que pudo reunir.

 

—Grrrrr —sonaron los labios de Jhonny abriendo los ojos como platos.

 

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Sus dos grandes esferas masculinas dentro de su pantalón fueron presionadas por la palma de firmes dedos. Jhonny chilló y luchó, finalmente pudo liberarse y colapsar en el suelo arrodillÔndose.

 

—No se te olvide que tu carrera polĆ­tica se impulsó gracias a mĆ­. No voy a permitir que daƱes tu oficio por una calentura pasajera con ese periodista de mierda. Hoy estĆ”n felices follando, pero debes proyectar a futuro. Cuando se odien a muerte y Ć©l sea tu detractor en todos los medios.

 

Harold se le quedó mirando marcando un relieve en su pantalón con su propia erección mientras Jhonny gemía de dolor, meciéndose en el suelo y agarrando sus testículos.

 

La musculatura del candidato guardada dentro de su ropa de etiqueta se habĆ­a ido a cero por un simple dolor en sus genitales. Jhonny se mecĆ­a y mecĆ­a tratando de aliviar el dolor que irradiaban sus dos bolas carnosas y palpitantes.

 

—No tenĆ­as que hacer eso —le reclamó a Harold.

 

El señor sonrió y respondió de manera fría.

 

—Si esas pelotas no son para mĆ­, menos lo serĆ”n para ese periodista de mierda.

 

Johnny se quiso levantar y Harold echó la pierna hacia atrĆ”s chocĆ”ndola contra las bolas de Jhonny, golpeando sus dos gordos testĆ­culos con la punta de su zapato, estrellĆ”ndolos contra la pelvis del candidato.

 

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Jhonny gritó a todo pulmón, dando un salto, cayó al sueo acurrucÔndose en el suelo como un ovillo, gimiendo de dolor y lidiando con él.

 

Harold lo observaba con el rostro doblado en un gesto furioso. Tres meses atrĆ”s la relación amorosa entre ambos habĆ­a terminado. Todo fue cuando Harold tuvo un pequeƱo devaneo con uno de sus ex y traicionó la confianza y relación que tenĆ­a con Jhonny. El candidato nunca se lo perdonó y aunque no pudo alejarse de Ć©l siguieron frecuentĆ”ndose por el partido polĆ­tico, Jhonny seguirĆ­a siendo su protegido y proyecto a la Gobernación, era una campaƱa que auguraba Ć©xito a puertas del gobierno.

 

Actualmente Jhonny se quejaba de dolor y el pantalón de Harold estaba tenso con una erección que intentaba atravesar la tela endeble.

 

La polla de Harold se retorció dentro de su pantalón. Había aparecido una pequeña mancha húmeda donde se veía el contorno de la cabeza de su pene.

 

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El seƱor se inclinó y terminó arrodillado ante Jhonny, trasladó su mano a la entrepierna del candidato, apartando sus manos protectoras de los cojones y se apoderó de ellos una vez mĆ”s, mirĆ”ndolo a los ojos torció la mano, amasando y triturĆ”ndolos, haciendo que Jhonny gimiera.

 

—No es justo que despuĆ©s de todo lo que he hecho por ti, Jhonny GarranchĆ”n, me pagues con esto. Ā”No es justo! ĀæQuĆ© puede tener ese periodista de mierda que yo no tenga? ĀæEs su juventud?

 

Jhonny jadeaba pesadamente mientras Harold continuaba apretando sus testĆ­culos en la mano.

 

—No es justo para mĆ­ —continuó Harold concluyendo de torturar las pelotas del candidato. Tan pronto lo hizo el hombre dejó escapar un gemido agonizante, se agarró la entrepierna y se acurrucó en el suelo—. No es justo —repitió—, durante todos estas semanas te has estado burlando de mi, aceptando mi cortejo, burlĆ”ndote y tu silencio confirma el rumor de tu acercamiento con ese periodista. Ā”Un periodista lame botas que se arrima a cualquier polĆ­tico para vivir de Ć©l! No se te olvide nunca quiĆ©n es. Ā”Todo! Ā”Todo lo que ese AnĆ­bal Ugas tiene es gracias porque saca provecho a los polĆ­ticos de cada municipio! Tiene beneficios de alcaldes y consejales. Ahora va por ti, el premio gordo. AnĆ­bal Ugas es un mafioso del periodismo.

 

—No tenĆ­as que golpearme las bolas para eso —susurró Jhonny golpeando la quijada de AnĆ­bal y liberĆ”ndose de su tortura testicular.

 

—Si esas pelotas no son para mi, no serĆ”n para nadie —afirmó Harold acariciando su rostro. HabĆ­a determinación en su mirada.

 

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