Mis viriles gemidos y los del hombre que tengo recargado contra un piano en el despacho de Bruce, resuenan en los solitarios salones de la mansiĆ³n Wayne. Agito mi pelvis al frente y hacia atrĆ”s, deleitĆ”ndome en penetrar al mayordomo que tengo a mi servicio. La energĆa sexual que tomĆ© de Nightwing es algo genial, gracias a ella, Alfred Pennyworth se doblegĆ³ con facilidad ante mĆ y actualmente es mi perra.
Parece ser que soy el joven mĆ”s afortunado del mundo, pues esta misma maƱana en que volvĆ del departamento de Richard Grayson, Bruce ya no estaba en la ciudad, saliĆ³ de viaje de negocios a Gran BretaƱa, sus compromisos lo mantendrĆ”n alejado durante veinte dĆas. Tiempo durante el cual, yo reunirĆ© la energĆa necesaria para follarlo, comenzando con este inservible mayordomo cĆ©libe, quien en este momento me estĆ” entregando su culito.
Cuando lleguĆ©, lo primero que hice fue exponer mis genitales frente a Alfred, Ć©l inmediatamente se arrodillĆ³ ante mĆ, ansiando comĆ©rselos. Le ordenĆ© descamisarse y lo retĆ© a una pelea, donde claramente Ć©l perderĆa. Yo me desnudĆ© por completo, para excitarlo todavĆa mĆ”s, adueƱarme de su voluntad y mermar su fuerza de combate. El hombre estĆ” en excelente forma fĆsica, es ademĆ”s muy hĆ”bil, admito que es mejor peleador que yo, en un momento en el que esquivĆ© uno de sus golpes y me agachĆ©, en vez de responder con un gancho al abdomen como enseƱan en cualquier escuela de boxeo, yo, apuntĆ© por debajo del cinturĆ³n, impactando mis nudillos contra sus testĆculos.
El hombre maduro cayĆ³ de rodillas frente a mĆ, yo lo tomĆ© de la cabeza y hundĆ su rostro en mi entrepierna para doblegarlo, Ć©l solamente aspiraba el aroma de mi joven hombrĆa.
—¿La quieres? —preguntĆ© sacudiendo frente a Ć©l mi verga a media erecciĆ³n.
—Por favor, amo Jason, dĆ©mela —esta era la primera vez que Ć©l me llamaba con aquella formalidad, reservada Ćŗnicamente para Bruce.
SujetĆ© sus muƱecas, elevĆ© sus brazos mientras lo tenĆa postrado ante mĆ y comencĆ© a patear con fuerza sus testĆculos. El hombre gemĆa y gritaba de dolor, cerraba los muslos en busca de protecciĆ³n y forcejeaba conmigo para liberar sus manos, solo para en pocos segundos, volver a abrir dĆ³cilmente las piernas y permitirme golpearlo. Lo pateĆ© hasta hacerlo llorar, cuando lo tuve en posiciĆ³n fetal frente a mĆ; lo despojĆ© de su pantalĆ³n y ropa interior; lo forcĆ© a levantarse; me coloquĆ© detrĆ”s de Ć©l, metĆ mi mano entre sus piernas para sujetar su par bolas que asemejaban frutos maduros; con mi otra mano lo agarrĆ© agresivamente del cabello plateado, y lo llevĆ© contra el piano.
AquĆ estoy, follĆ”ndome por primera vez, al mayordomo que tantos problemas me causĆ³. Creo que harĆ© esto todos los dĆas, hasta el regreso de Bruce. Una vez que el semen abandona mi cuerpo, yo giro al mayordomo para que mire directamente hacia mĆ, le ordeno colocar las manos en su nuca y flexionar sus marcados abdominales. Comienzo a golpearlo como si fuera mi costal personal de boxeo. Alfred resiste, asĆ que ocasionalmente lanzĆ³ uno que otro golpe a sus testĆculos. El hombre tiene la verga completamente levantada y muy hĆŗmeda, casi llega a su ombligo. Con una lluvia de suaves golpes que no solo lastiman sus bolas, sino que frotan su pene, en menos de dos minutos lo hago eyacular.
Su leche salta como una fuente, manchando su pecho y hombros, e incluso salpicando mi rostro. Lo llevo al baƱo de su habitaciĆ³n, abrimos la regadera, Ć©l se asea frente a mĆ, mientras yo permanezco sentado en el sanitario. En seguida, entro a la ducha y le ordeno asearme. El hombre enjabona con sus propias manos y con extremo cuidado cada parte de mi anatomĆa: tiene especial cuidado al masajear mi pene y bolas; con suavidad rosa con sus yemas la piel de mi miembro y mi glande; se asegura de limpiar el prepucio; mis testĆculos llenos de blanca espuma se deslizan entre sus firmes dedos. Con una regadera de mano, poco a poco, Ć©l retira todo el jabĆ³n de mi cuerpo. Al terminar, me seca con una toalla. Antes de abandonar sus aposentos, yo lo sujeto nuevamente de los testĆculos con firmeza y tiro de Ć©l para atraerlo hacia mĆ.
—Eres un buen sirviente, Alfred. Solo no olvides, a partir de ahora, quiĆ©n es tu amo.
—SĆ, Amo Jason, no lo olvidarĆ©, usted es mi amo y mi seƱor —El hombre dobla una rodilla e inclina su cabeza ante mĆ.
Yo camino desnudo y orgulloso por toda la mansiĆ³n, me siento como todo un semental alfa, subo las escaleras hasta mi habitaciĆ³n, donde me pondrĆ© ropa limpia.
Horas mĆ”s tarde, en la baticueva el mayordomo me muestra un prototipo de traje de Robin que Bruce ha diseƱado para mĆ, pero que al mismo tiempo se negaba a entregarme. Este es un traje completo que cubre mis piernas, estĆ” fabricado de la misma licra protectora que utilizo actualmente. Al ponĆ©rmelo, por primera vez me siento como un verdadero superhĆ©roe, mucho mĆ”s imponente. Como recompensa, yo doy una fuerte patada en las bolas al mayordomo, quien de rodillas, con la cabeza en el suelo, sobĆ”ndose, me lo agradece.
El hombre tambiĆ©n me concede acceso total a la bati-computadora. Yo necesito planear una estrategia para follarme a todos los villanos de Ciudad GĆ³tica. Entre todos ellos, uno destaca. Ćl es el Ćŗnico hombre que no solo ha derrotado a Batman, sino que lo mandĆ³ al hospital al quebrarle la espalda. Aquello ocurriĆ³ en el lapso en que Richard dejĆ³ de ser Robin y que Bruce me adoptara.
Bane es un gigante macho de mĆ”s de dos metros. Hace algunos aƱos, Ć©l usaba una especie de mochila con tubos que le suministraban un componente lĆquido color verde, llamado Venom, y que es la fuente de su sorprendente fuerza sobrehumana. Recientemente, segĆŗn los registros que leo, el Doctor Hugo Strange lo sometiĆ³ a un tratamiento experimental, en el cual, ya no necesita andar con una mochila y tubos, sino que su propio cuerpo produce el componente clave en aquel lĆquido. Las modificaciones hechas por el cientĆfico loco, utilizan la testosterona del sujeto para sintetizar tal sustancia y esta se irriga naturalmente por el torrente sanguĆneo a todos los mĆŗsculos. OtorgĆ”ndole ademĆ”s, una energĆa sexual muy poderosa, irresistible para un ser humano comĆŗn y corriente.
Si anteriormente la debilidad de Bane era ser desconectado, lo cual ademĆ”s le causaba un insoportable dolor y sĆndrome de abstinencia. Ahora eso no funcionarĆa. La investigaciĆ³n de Bruce detalla tambiĆ©n una hipĆ³tesis que puede serme Ćŗtil:
La producciĆ³n forzada de testosterona, causa estrĆ©s en los testĆculos, volviĆ©ndolos extremadamente sensibles y mucho mĆ”s vulnerables que los de un hombre comĆŗn.
Parece ser que mi mentor guarda cierta precauciĆ³n al enfrentarlo, no se ha atrevido a poner a prueba esta suposiciĆ³n. Bane es un meta-humano, un ser superior. Si consigo dominarlo y follarlo, eso reforzarĆ” mi energĆa sexual, facilitando mi tarea de follar al resto. El gigantĆ³n es a todas luces una presa valiosa, simbĆ³licamente tambiĆ©n estarĆa derrotando a un criminal, al cual el mismĆsimo Bruce Wayne teme. AsĆ que Ć©l serĆ” el primero, lo buscarĆ© esta misma noche.
Contrario a lo que puedan pensar, los criminales en esta asquerosa ciudad operan a plena luz de dĆa, mediante negocios “fachada”, que supuestamente estĆ”n en regla y pagan impuestos: El PingĆ¼ino tiene un bar, GatĆŗbela una galerĆa de arte, Hiedra venenosa un invernadero, el GuasĆ³n una compaƱĆa teatral y Harley Quinn dirige un parque de diversiones. Eduardo, como se llama en realidad Bane, posee un lujoso gimnasio en pleno centro de GĆ³tica. AhĆ es a donde me dirijo.
Son las once de la noche, hora del cierre, es en este momento, cuando sus operaciones clandestinas comienzan. Me escabullo por una ventana que da a un callejĆ³n. En el lugar solamente estĆ”n Ć©l y tres empleados, todos hombres musculosos, los cuatro desaparecen tras una puerta de servicio que guĆa a unas escaleras que descienden unos tres niveles bajo tierra. Estas conducen a una especie de calabozo, un tĆŗnel gigantesco que en algĆŗn momento fue una estaciĆ³n de metro, lo sĆ© porque en una enorme seƱalizaciĆ³n de lĆ”mina dice: "UNDERGROUND". Parece ser su guarida. Cuando llego, varias luces se encienden, encandilĆ”ndome temporalmente. Al fondo encuentro a Eduardo casi desnudo, sus tres supuestos empleados estĆ”n atados y encadenados a Ć©l, cuĆ”l si fueran sus esclavos sexuales. Bane es un hombre muy agradable a la vista, es de ascendencia latina, su piel morena enaltece naturalmente su musculatura, no necesita de bronceados artificales, la fiereza en sus hermosos ojos claros, me recuerda a una portentosa bestia en su habitat natural.
—Chico Maravilla, ¿quĆ© haces solo a estas horas de la noche? —pregunta Bane.
—Patrullando, vigilando que todo estĆ© bien en mi ciudad —me siento muy confiado con mi nuevo traje.
—¿Consideras prudente haber venido aquĆ sin tu niƱera?
—Yo no soy un niƱo, soy un hombre muy crecido ¿Crees que un niƱo tendrĆa esto entre las piernas?
Abro mi traje exponiendo mis genitales, los tomo con la mano y los sacudo. De inmediato, sus tres esclavos corren para postrarse ante mĆ, pero cuĆ”l perros, son detenidos por las ataduras de su amo, ellos se quedan a medio camino, retorciĆ©ndose, anhelando llegar a mi hombrĆa.
En una esquina hay tres colchones tamaƱo individual tirados en el suelo y tres tazones de comida. Se observan varios botes de proteĆna vacĆos, regados por todo el lugar. A unos metros, una regadera y cerca de ahĆ, un baul con algo de ropa deportiva. Bane tiene verdaderamente esclavizados a estos tres hombres musculosos. Es en este momento, cuando comprendo que hay destinos peores que el mĆo junto a Bruce.
Eduardo me mira de arriba a abajo, relamiƩndose los labios.
—Con que ya no eres un chico maravilla —dice el hombre amarrando a sus perros a un poste y caminando lentamente hacia mĆ.
Al apreciar de cerca su imponente figura, mi pene comienza a levantarse, no solo por la excitacion sexual, tambiĆ©n la adrenalina de saberme en riesgo de convertirme en uno de esos perros, me enciende. ¿QuĆ© quieren que haga? Me excita el peligro. Las apuestas son altas, pero la recompensa tambiĆ©n, espero que mi juego me de la ventaja.
Parado frente a mĆ, como un imponente monumento, comienza a desvestirse, exhibiendo su muy grueso falo y colosales testĆculos que parecen inyectados. Sus perros comienzan a aullar como locos por la excitaciĆ³n, mientras estimulan sus propios genitales. Bane levanta el mentĆ³n, bajando la mirada para demostrarme lo inferior que soy. Compruebo que su energĆa sexual iguala a la mĆa, ya que comienzo a sentir unas ganas inmensas de arrodillarme y chupar su vergota, quiero atragantarme con todo eso en mi boca, pero logro resistirme.
Tal y como lo esperaba, a los pocos segundos, el hombre flexiona ambos brazos para resaltar su fortaleza, y a mĆ se me cae la baba al admirar su perfecta anatomĆa de gigante. Recobrando el control de mi cuerpo durante una fracciĆ³n de segundo, lanzo una poderosa patada a sus testĆculos.
Mi pie no llega al objetivo, este es detenido por su enorme mano, Ć©l sujeta velozmente toda mi pierna, jala agresivamente mi cuerpo hacia Ć©l para girar y proyectarme contra un muro de concreto. Luego de estrellarme y caer al piso, cuando apenas me estoy recuperando, Ć©l dirige su pie, directo a mi cabeza para aplastarme cuĆ”l sandĆa. Alcanzo a rodar mi cuerpo hacia un lado, su pisotĆ³n rompe la pared.
...quiero atragantarme con todo esto en mi boca... |
Justo cuando me pongo en pie y pretendo alejarme de espaldas, Ć©l me toma de la capa, tira de ella hacia arriba y hacia abajo para hacerme volar antes de estrellarme contra el suelo. No solamente es sĆŗper fuerte, tambiĆ©n su velocidad estĆ” mejorada. ¡Esto es todo! Fui un estĆŗpido al venir aquĆ. No debĆ ser tan confiado. VolĆ© demasiado cerca del sol. MordĆ mucho mĆ”s de lo que podĆa masticar. Si bien me va, este cabrĆ³n me va a penetrar y convertir en su esclavo, si no, Ć©l romperĆ” cada frĆ”gil hueso en mi cuerpo o incluso me asesinarĆ”. ¿CĆ³mo se me ocurre, venir a retar a un sĆŗper humano con una energĆa sexual igual o superior a la mĆa?, yo soy solo un hombre.
Mientras estoy en el suelo, Ć©l se deja caer sobre mĆ de costado, aplastando mis costillas, casi al punto de colapso, de no ser por el traje que llevo puesto, las tendrĆa fracturadas, el impacto me sacĆ³ todo el aire, apenas y puedo respirar. El hombre me carga sobre sus hombros como a un muƱeco de trapo. En seguida me levanta por sobre su cabeza. Yo sĆ© lo que va a hacer: Ć©l me va a quebrar. Sus tres perros aĆŗllan embravecidos.
—Por lo menos no serĆ© comida para esos perros —susurrĆ³ para mĆ mismo, asegurĆ”ndome de que Ć©l escuche.
—¿QuĆ© dijiste? —pregunta. Yo niego una respuesta.
Ćl dobla una rodilla, apoya la otra en el suelo y me azota, el impacto es dolorosĆsimo, sin embargo, es mucho menor a lo que originalmente pensaba hacerme. TeniĆ©ndome recostado sobre su rodilla, con una mano empuja mi cabeza manteniĆ©ndome arqueado, con la otra sujeta y rasga con facilidad mi traje a la altura de mis genitales dejandolos expuestos. En seguida, me envuelve en un inquebrantable abrazo de oso, manteniendo mi cuerpo y brazos completamente comprimidos. Al frente, mis pene y testĆculos desnudos quedan vulnerables.
El hombre me carga como a un muƱeco de trapo. |
Bane me lleva hasta donde sus tres perros se encuentran, estos se sacuden de alegrĆa e incluso salivan. Cuando estoy frente a ellos, devoran mi masculinidad. Mi energĆa sexual es aĆŗn superior, asĆ que no me hacen daƱo. Cada uno se adueƱa de una parte: dos meten en su boca uno de mis testĆculos y el tercero comienza a chupar mi polla con desesperaciĆ³n. Yo gimo de placer, creo que en pocos minutos eyacularĆ©.
En mi trasero comienzo a sentir algo duro y hĆŗmedo, es el pene erecto de Bane, quien se dispone a penetrarme, mientras por delante, sus perros se devoran deliciosamente mi virilidad. Estoy inundado de gozo y exaltado, ansĆo sentir el grueso miembro de Eduardo dentro de mĆ. QuizĆ” alcance un orgasmo superior al que Hiedra Venenosa me proporcionĆ³, haciendo crecer dentro de mĆ un grueso tronco.
En este momento me cuestiono si de verdad vale la pena negarme este placer inconmensurable, en aras de cumplir mi objetivo principal y follar a Bruce. El solo recuerdo de aquel millonario desnudo, me prende mucho mƔs. Me doy cuenta de que lo que mƔs deseo, es poseerlo.
Haciendo uso de la energĆa sexual que todavĆa poseo. Yo recupero la compostura e imperativamente grito a los tres perros:
—¡CĆ³manse los genitales de su amo! —mi comando se inserta en las dĆ©biles mentes de aquellos esclavos, ofuscados por la calentura y excitaciĆ³n.
Como yo estoy al frente, ellos comienzan a esculcar entre las piernas de su amo por detrƔs, uno directamente se pone a lamerle el culo.
—¿QuĆ© hacen, malditos perros? ¡DetĆ©nganse! —grita el hombre, pero estos no le hacen caso. La distracciĆ³n provoca que el gigante afloje su agarre, yo tomo impulso, columpio mi cuerpo al frente y estrello uno de mis talones en su entrepierna, golpeando exitosamente sus frĆ”giles testĆculos.
Me envuelve en un inquebrantable abrazo de oso. |
El gigante no solamente me libera y se agacha protegiendo su hombrĆa, sino que cae como costal al suelo en posiciĆ³n fetal. ¡Era verdad! ¡La hipĆ³tesis de Bruce era correcta! Sin perder el tiempo, yo lo envuelvo con mi cuerpo por detrĆ”s, acunĆ”ndome junto a Ć©l en posiciĆ³n de “cucharita”. Me prendo de sus gigantescos hombros para impulsar mi cuerpo hacia el suyo e inserto mi hĆŗmedo falo en su trasero tambien lubricado por saliva. Bane gime como una bestia herida que acabara de ser atravesada por una flecha en el bosque.
Estando en aquella posiciĆ³n, de costado, le ordeno cooperar y flexionar una pierna. AferrĆ”ndome a su cuerpo como una garrapata, meneo mis genitales, hacia adentro y hacia afuera. El colosal macho no ofrece resistencia alguna, al igual que Richard, ha quedado sometido a mi voluntad. No tardo mucho en inundarlo con mi leche. Sus perros guardan distancia, masturbĆ”ndose recargados contra una pared.
—¡ArrodĆllate! PĆ³strate frente a tu amo, dĆ”ndome la espalda, coloca tu cabeza en el suelo y eleva tu culo, abriendo las piernas para exhibir tus bolas de toro —ordeno al hombre, quien sigue al pie de la letra mis instrucciones.
Yo lo pateĆ³ por detrĆ”s hundiendo mi bota en su entrepierna en repetidas ocasiones, el hombre gime y grita de dolor, desde la segunda patada comenzĆ³ a llorar debido al intenso dolor que sentĆa, Ć©l es hipersensible. A pesar de eso, no hizo intento alguno por protegerse o sobarse, sabĆa que sus manos serĆan un estorbo para su nuevo amo, es un buen sumiso.
TeniĆ©ndolo en aquella posiciĆ³n, saco un par de jeringas grandes de mi cinturĆ³n utilitario. Tomo una e inserto la aguja en uno de sus colosales testĆculos. Extraigo con facilidad 100 mililitros de un lĆquido verde brillante. Hago lo mismo con la otra jeringa en su otro organo sexual. Sus testĆculos se desinflan, recuperando un tamaƱo mĆ”s normal.
Yo solamente retirĆ© el suministro que irrigarĆa su cuerpo durante los prĆ³ximos dĆas, no daƱƩ sus gĆ³nadas. Seguramente de forma natural, en poco tiempo sus testĆculos se hincharĆan nuevamente, rebosantes con aquella sustancia y recuperarĆ” su vigor. La concentraciĆ³n de venom en estas jeringas, quizĆ” me permita producir decenas litros de este lĆquido, con cada una.
Literalmente, drenĆ© su fuerza, Ć©l ahora era una montaƱa de inservibles mĆŗsculos, incapaz de levantar siquiera su propio peso del suelo en una mĆsera lagartija. Al ser interrumpido su suministro constante, sus estresados mĆŗsculos entraron en periodo de fatiga extrema.
—Tu contribuciĆ³n fue muy valiosa, grandote —digo al criminal, acuclillĆ”ndome y levantando su cabeza tirando de su cabello.
A continuaciĆ³n, desato a los perros. Los alĆneo en la misma posiciĆ³n en la que tuve a Bane: con el trasero levantado exponiendo sus pelotas. En hilera los pateo consecutivamente, uno tras otro. Los hombres gritan y chillan de dolor, terminan encogidos, revolcĆ”ndose en posiciĆ³n fetal.
—Han sido buenos chicos —digo parĆ”ndome entre ellos con las piernas abiertas, les ordeno devorar deliciosamente mis genitales. Al poco tiempo, me llevan al Ć©xtasis y me hacen eyacular, los tres se turnan para beber mi semen.
—TĆŗ no eres un hĆ©roe, eres un villano como nosotros —balbucea Bane, ahora recostado bocarriba, inmĆ³vil en el suelo, su todavĆa enorme pene estĆ” tan desinflado como sus bolas.
—Un villano te cortarĆa los huevos para despojarte permanentemente de tu suministro de superfuerza. Un villano se habrĆa follado a estos tres perros y te esclavizarĆa de igual forma. Yo podrĆa hacerlo, ¿sabes? Convertirte en mi perro. Solamente tomĆ© lo indispensable, y ahora me divierto un poco —respondo a Eduardo—. Nunca olvides, quiĆ©n fue misericordioso contigo. EstĆ”s en deuda conmigo, poderoso Bane. ¡Yo soy tu amo!
—¡Por favor! ¡LĆberanos! —uno de los perros consigue decir con mucho esfuerzo, casi se muerde la lengua.
—Pueden irse, ya no estĆ”n atados —respondo.
...su todavĆa enorme pene estĆ” tan desinflado, como sus bolas |
Este hombre camina en cuatro hasta el cuerpo de Bane, esculca entre sus piernas para sujetar sus bolas con una mano sin apretar y me seƱala el conjunto con el dedo Ćndice de su otra mano. Tardo un poco en comprender lo que Ć©l desea. De hecho no estoy seguro de haber entendido correctamente. Me arrodillo a su lado, envuelvo su agarre con el mĆo y presionamos juntos los testĆculos del gigante, quien gruƱe y grita con desesperaciĆ³n, pero ni siquiera se mueve.
De inmediato, aquel hombre recupera la compostura y dignidad, poniendose de pie.
—MuchĆsimas gracias, Robin. TĆŗ sĆ eres un hĆ©roe —me dice sonriendo, toma algo de ropa del baul y sale corriendo del lugar.
Los otros dos perros se acercan de la misma manera, en cuatro. Yo hago lo mismo, presiono los huevos de Bane en dos ocasiones mĆ”s mientras ellos los sujetan. Estos hombres tambiĆ©n me agradecen y huyen. Yo desconocĆa que se podĆa hacer tal cosa, al parecer es mucho lo que ignoro. Me alegra haber aprendido algo nuevo el dĆa de hoy. Ahora sĆ© que Bruce pudo ser generoso conmigo y permitirme atacar sus bolas, pero jamĆ”s lo hizo. ¡Maldito!
Echando una Ćŗltima mirada de desprecio al gigante inĆŗtil que yace inerme, abandono el subterrĆ”neo para regresar a la baticueva. Acabo de duplicar mi energĆa sexual, que ya era mucha. TodavĆa sigo caliente, probablemente me folle nuevamente a Alfred en cuanto llegue a casa.
Me encantĆ³ esta historia, y me gustĆ³ mucho que Jason empezĆ³ con Bane, aunque me hubiera gustado que hubiera mĆ”s pelea por que Bane es un gigante, yo esperaba un poco mĆ”s de pelea entre ellos, osea incluso la historia dice que Bane venciĆ³ a Batman, yo esperaba que tambien le rompiera los huevos a Jason antes de que el usarĆ” las notas de Bruce para vencerlo, pero de todos modos fue una buena historia que me gustĆ³ mucho, no sĆ© por quĆ© te tardaste tanto en usar a Bane, es un excelente personaje para hacer/recibir ballbusting
ResponderBorrarMe gusta mucho que el Venom no solo hizo crecer los mĆŗsculos de Bane, pero tambiĆ©n su verga y sus huevos (Uno dirĆa que haria lo opuesto por ser tĆ©cnicamente esteroides, pero el resultado final es mucho mejor, amo que sean mĆ”s grandes pero tambiĆ©n mucho mĆ”s frĆ”giles, eso lo amel, incluso el brillo verde que le da el venom a sus testĆculos, no puedo esperar a ver como usa el venom Jason en alguna otra historia (Se lo inyectara en los huevos?)
Excelente historia, siempre valen la pena la espera
Gracias por todos tus comentarios. Fue hasta "Cazador de gigantes" que empecĆ© a buscar modelos de mĆ”s de dos metros para ilustrar; es entonces cuando utilizar a Bane se volviĆ³ una posibilidad en mi mente, no se me habĆa ocurrido; este modelo estuvo a punto de ser Meindert, el tĆo de Gerrit.
BorrarJason no recibiĆ³ daƱo, porque siguiendo la lĆ³gica de la escala de poderes, cualquier golpe de Bane en todo su poder, hubiera sido brutal y devastador.
Hace algĆŗn tiempo, buscando fotos en internet de testĆculos grandes, igual para ilustrar; descubrĆ que algunos hombres se inyectaban los genitales para hacĆ©rselos gordos con soluciones salinas; esa fue mi inspiraciĆ³n para el venom en esta historia; no es que realmente se los haga grande, sino que es una sustancia adherida a sus bolas de carne, las cuales decidĆ no encoger, por que las bolas y pollas grandes son mucho mĆ”s excitantes.
Nuevamente, gracias.
Ya se que las prĆ³ximas historias van a ser protagonizadas por Conner (Lo cual amo por que el es uno de mis personajes favoritos, pero hablarĆ© mĆ”s de Ć©l en mi comentario de la historia numero 5) pero si me gustarĆa leer una precuela donde se cuente cĆ³mo Bane venciĆ³ a Batman, sabemos que le quebrĆ³ la espalda, pero tambien quiero saber si tambiĆ©n le quebrĆ³ su culo y sus bati-huevos
ResponderBorrarHay una razĆ³n por la cual, aquello ocurriĆ³ entre el momento en que Bruce conociĆ³ a Jason y Richard se independizarĆ”. Sexualmente Bruce no estaba en su mejor momento. Hay un par de precuelas que tengo en mente, cada una previa a los dos puntos fijos de la historia.
Borrar