Jhonny acercĆ³ sus labios a la boca de AnĆbal plantĆ”ndole un buen beso. El periodista cerrĆ³ automĆ”ticamente los ojos dejĆ”ndose llevar por la sensaciĆ³n de un excelente contacto de labios, jugando con la lengua y su cuerpo. Ambos estaban en la residencia del profesional de la comunicaciĆ³n, se frotaban el uno con el otro, con sus bultos haciendo presiĆ³n. Jhonny jugaba con su mano sobre el pecho de AnĆbal por debajo de la camiseta. El periodista hacĆa con su mano presiĆ³n en la espalda del candidato para acercar sus cuerpos.
DespuĆ©s de un tiempo, le acariciĆ³ el paquete por encima del pantalĆ³n. Jhonny le sonriĆ³.
—¿QuĆ© sucede? —interrogĆ³ el polĆtico con una sonrisa—. ¿Te has quedado con hambre?
—Me quedĆ© con ganas de postre —anunciĆ³ el periodista desabrochando el cinturĆ³n y el botĆ³n del pantalĆ³n, para luego bajarlo dejando al aire libre el bulto en los boxers de Jhonny, que hasta ese momento tenĆa una inmensa mancha de lĆquido preseminal.
AnĆbal no lo pensĆ³ dos veces para hincarse y sacar el pene de su escondite y contemplarlo durante unos pocos segundos. Luego se metiĆ³ toda la cabeza para saborear el precum que estaba rezumando. Le gustĆ³ porque lo hizo varias veces, las Ćŗltimas mirando al candidato a los ojos y lamiendo con lentitud.
Se metiĆ³ toda la verga a la boca, aguantando unos segundos hasta que le dio arcadas. Posteriormente empezĆ³ a comĆ©rmela a gusto y durante largo tiempo. Jhonny GarranchĆ”n llegĆ³ al placer, jadeaba, gemĆa y suspiraba, no se pudo aguantar las estimulaciones de AnĆbal avisĆ³ que estaba a punto de eyacular. Al periodista no le importĆ³ y se tragĆ³ la leche sin quejarse. Cuando terminĆ³ dejĆ³ la verga sin rastros de la esencia masculina y se reincorporĆ³.
Jhonny le sonriĆ³ y AnĆbal lo empujĆ³ hasta hacerlo rebotar contra la cama, con un sonrisa se subiĆ³ encima de Ć©l.
…
Era cerca de las 2 de la maƱana cuando el vehĆculo del candidato llegaba a su casa, tuvo que rechazar quedarse a dormir en casa de AnĆbal porque muy temprano en la maƱana iba a viajar para una gira de su campaƱa polĆtica. El vigilante en la entrada de la urbanizaciĆ³n privada le anunciĆ³:
—El seƱor Harold Clauss lo espera en el frente de su residencia. Apenas llegĆ³ cerca de las once de la noche lo dejĆ© pasar. CreĆ que usted iba a llegar temprano.
Jhonny frunciĆ³ el ceƱo.
—Muchas gracias, Wilmer. Has hecho bien.
SonriĆ³, se despidiĆ³ y subiĆ³ la ventanilla del auto ingresando a la urbanizaciĆ³n, en ningĆŗn momento de esa noche recibiĆ³ notificaciĆ³n alguna de que su jefe de campaƱa lo estuviera esperando. Cuando Jhonny bajĆ³ de su vehĆculo y se acercĆ³ al de Harold lo descubriĆ³ dormitando con la ventanilla abajo, lo llamĆ³ suavemente y Ć©l se despertĆ³, lentamente se apeĆ³ y cuando le hablĆ³ pudo darse cuenta que olĆa a alcohol.
—Nunca supe que estabas aquĆ. Disculpa si te hice esperar.
Harold lo ignorĆ³ y le dijo: —TodavĆa estĆ” enojado conmigo, ¿eh?
Jhonny estaba muy serio.
—SĆ, no puedo tolerar que estĆ©s en las malas con AnĆbal, debes entender que estoy con Ć©l.
DĆas atrĆ”s Harold tuvo una discusiĆ³n con AnĆbal en la oficina del candidato donde le dejĆ³ las bolas magulladas y adoloridas.
—¿Me dejas entrar a casa?
Jhonny afirmĆ³.
—SĆ. Te prepararĆ© un cafĆ©.
Los dos hombres ingresaron a la casa del candidato, donde Harold tomĆ³ asiendo y Jhonny con un respingo se quitĆ³ el saco, a Harold se le hizo agua la boca de solo ver como los fuertes brazos del candidato se marcaban en su camisa.
Jhonny GarranchĆ”n caminĆ³ a la cocina y se dispuso a colocar los ingredientes en la cafetera. Apenas agregaba el cafĆ© molido sobre el depĆ³sito cuando los brazos y el cuerpo de Harold lo rodearon por detrĆ”s abrazĆ”ndolo. La lengua del seƱor recorriĆ³ su nuca y un gemido de placer escapĆ³ de los labios del candidato. Harold siempre supo como hacerlo gemir de gusto. El bulto en su pantalĆ³n se sentĆa duro tocando sus nalgas.
—¡Odio, odio, odio que estĆ©s ahora con ese periodista! —suavemente hizo girar a Jhonny y lo besĆ³ en los labios.
—¿Que estuviste bebiendo? —le preguntĆ³ el candidato echando levemente la cabeza hacia atrĆ”s—. Se siente asqueroso.
—Odio que estĆ©s con ese periodista.
—AsĆ son las cosas.
—Y que a mĆ por un solo error me hayas condenado.
—Me fuiste infiel con tu ex, lo siento, Harold. No lo puedo perdonar.
—QuizĆ”s tĆŗ no, pero este sĆ me perdonĆ³ —indicĆ³ el seƱor tomando entre su mano la barra carnosa del pene erecto de Jhonny.
—Mi pene tiene vida propia —sonriĆ³ Jhonny—, Ć©l y mi cerebro no se la llevan mucho.
—Shhh —pidiĆ³ Harold. AcercĆ³ sus labios a los del candidato y lo besĆ³.
Lentamente le abriĆ³ la camisa y se la retirĆ³. PalpĆ³ su delicioso torso bronceado y le besĆ³ el cuello y el pecho retorciendo al hombre suavemente de placer. El polĆtico tenĆa una muy buena erecciĆ³n que le levantaba la tela del pantalĆ³n. Su jefe de campaƱa le ayudĆ³ a quitar los zapatos y la ropa. Se excitĆ³ muchĆsimo al volverlo a tener semi desnudo luego de tantos meses. Por fin el momento de su suerte llegaba, volver a tener para sĆ a Jhonny. El poder de los ex es algo peligroso.
—PerdĆ³name —rogĆ³ Harold. TrasladĆ³ su lengua hasta el pubis de Jhonny y se preparaba a bajar la pretina de su ropa interior cuando sintiĆ³ la mano del candidato que lo detuvo.
—No se va a poder —le dijo apaciblemente Jhonny, ayudĆ”ndolo a levantar.
—¿CĆ³mo que no se va a poder? —dijo Harold con una voz de sĆŗplica—. ¿CĆ³mo no? Tu pene parece una carpa de circo.
Jhonny sonriĆ³ y suavemente dijo:
—Ya lo nuestro fue —dijo—. De verdad. Te aprecio mucho, marcaste una Ć©poca especial de mi vida, pero ya fue. Lo nuestro terminĆ³ hace mucho.
—Por favor, Jhonny. Yo sĆ© que todavĆa sientes algo por mĆ. Los recuerdos te hacen algo.
—No —negĆ³ el candidato—, te quiero mucho. Pero tĆŗ sabes que mientras estoy con alguien, nunca he tenido la necesidad de buscar otro hombre mĆ”s. Estoy con AnĆbal. Incluso esta noche estuve con Ć©l.
El rostro de Harold se transformĆ³ dejĆ”ndose dominar por los celos y la ira. LlevĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y golpeĆ³ con la rodilla las bolas de Jhonny.
El candidato gritĆ³ y se doblĆ³, siendo sostenido por su jefe de campaƱa.
—Los huevos se te deberĆan romper si quieres seguir con ese periodista de mierda.
Jhonny gimiĆ³.
Harold se sentĆa muy decepcionado.
Jhonny gimiĆ³. Lentamente, se enderezĆ³, haciendo una mueca de dolor, se llevĆ³ las manos a los costados. Sin mĆ”s preĆ”mbulos, Harold lo golpeĆ³ en las bolas, estrellando su rodilla, aplastando sus testĆculos entre su cuerpo y la rĆ³tula.
Jhonny dejĆ³ escapar un grito agudo. Se doblĆ³, sus rodillas se encontraron y se agarrĆ³ la ingle, frotando sus testĆculos, haciendo una mueca de dolor. GimiĆ³.
Harold caminĆ³ hacia Ć©l, apartĆ³ las manos de su entrepierna y le agarrĆ³ las bolas.
Jhonny dejĆ³ escapar un suave gemido.
Harold apretĆ³ las bolas de Jhonny en su mano. —Estuviste esta noche con Ć©l. AsĆ que tienes los huevos vacĆos. Se sienten bien… —le dio un fuerte apretĆ³n en los huevos antes de soltarlo.
Los ojos de Jhonny se agrandaron y tosiĆ³. GimiĆ³ de dolor y se derrumbĆ³ en el suelo, agarrĆ”ndose las bolas, retorciĆ©ndose de dolor.
Harold se arrodillĆ³ y palmeĆ³ la espalda de Jhonny. —Me da celos, mucho celos que ahora estĆ©s con ese periodista de mierda, ¡Bastante celos y coraje!
Jhonny tosiĆ³, gimiendo de dolor, con los ojos cerrados con fuerza, sus manos sostenĆan sus frĆ”giles testĆculos.
Harold se puso de pie portando una erecciĆ³n en su pantalĆ³n. LanzĆ³ un fuerte y largo suspiro antes de marcharse de la casa del candidato a plena madrugada.
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