Los hombres de Jhonny (3/5): el poder de los ex es algo peligroso - Las Bolas de Pablo

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29 sept 2022

Los hombres de Jhonny (3/5): el poder de los ex es algo peligroso

Jhonny acercĆ³ sus labios a la boca de AnĆ­bal plantĆ”ndole un buen beso. El periodista cerrĆ³ automĆ”ticamente los ojos dejĆ”ndose llevar por la sensaciĆ³n de un excelente contacto de labios, jugando con la lengua y su cuerpo. Ambos estaban en la residencia del profesional de la comunicaciĆ³n, se frotaban el uno con el otro, con sus bultos haciendo presiĆ³n. Jhonny jugaba con su mano sobre el pecho de AnĆ­bal por debajo de la camiseta. El periodista hacĆ­a con su mano presiĆ³n en la espalda del candidato para acercar sus cuerpos.

 

DespuĆ©s de un tiempo, le acariciĆ³ el paquete por encima del pantalĆ³n. Jhonny le sonriĆ³.

 

—¿QuĆ© sucede? —interrogĆ³ el polĆ­tico con una sonrisa—. ¿Te has quedado con hambre?

 

—Me quedĆ© con ganas de postre —anunciĆ³ el periodista desabrochando el cinturĆ³n y el botĆ³n del pantalĆ³n, para luego bajarlo dejando al aire libre el bulto en los boxers de Jhonny, que hasta ese momento tenĆ­a una inmensa mancha de lĆ­quido preseminal.

 

AnĆ­bal no lo pensĆ³ dos veces para hincarse y sacar el pene de su escondite y contemplarlo durante unos pocos segundos. Luego se metiĆ³ toda la cabeza para saborear el precum que estaba rezumando. Le gustĆ³ porque lo hizo varias veces, las Ćŗltimas mirando al candidato a los ojos y lamiendo con lentitud.

 

Se metiĆ³ toda la verga a la boca, aguantando unos segundos hasta que le dio arcadas. Posteriormente empezĆ³ a comĆ©rmela a gusto y durante largo tiempo. Jhonny GarranchĆ”n llegĆ³ al placer, jadeaba, gemĆ­a y suspiraba, no se pudo aguantar las estimulaciones de AnĆ­bal avisĆ³ que estaba a punto de eyacular. Al periodista no le importĆ³ y se tragĆ³ la leche sin quejarse. Cuando terminĆ³ dejĆ³ la verga sin rastros de la esencia masculina y se reincorporĆ³.

 

Jhonny le sonriĆ³ y AnĆ­bal lo empujĆ³ hasta hacerlo rebotar contra la cama, con un sonrisa se subiĆ³ encima de Ć©l.

 

 

Era cerca de las 2 de la maƱana cuando el vehĆ­culo del candidato llegaba a su casa, tuvo que rechazar quedarse a dormir en casa de AnĆ­bal porque muy temprano en la maƱana iba a viajar para una gira de su campaƱa polĆ­tica. El vigilante en la entrada de la urbanizaciĆ³n privada le anunciĆ³:

 

—El seƱor Harold Clauss lo espera en el frente de su residencia. Apenas llegĆ³ cerca de las once de la noche lo dejĆ© pasar. CreĆ­ que usted iba a llegar temprano.

 

Jhonny frunciĆ³ el ceƱo.

 

—Muchas gracias, Wilmer. Has hecho bien.

 

SonriĆ³, se despidiĆ³ y subiĆ³ la ventanilla del auto ingresando a la urbanizaciĆ³n, en ningĆŗn momento de esa noche recibiĆ³ notificaciĆ³n alguna de que su jefe de campaƱa lo estuviera esperando. Cuando Jhonny bajĆ³ de su vehĆ­culo y se acercĆ³ al de Harold lo descubriĆ³ dormitando con la ventanilla abajo, lo llamĆ³ suavemente y Ć©l se despertĆ³, lentamente se apeĆ³ y cuando le hablĆ³ pudo darse cuenta que olĆ­a a alcohol.

 

—Nunca supe que estabas aquĆ­. Disculpa si te hice esperar.

 

Harold lo ignorĆ³ y le dijo: —TodavĆ­a estĆ” enojado conmigo, ¿eh?

 

Jhonny estaba muy serio.

 

—SĆ­, no puedo tolerar que estĆ©s en las malas con AnĆ­bal, debes entender que estoy con Ć©l.

 

DĆ­as atrĆ”s Harold tuvo una discusiĆ³n con AnĆ­bal en la oficina del candidato donde le dejĆ³ las bolas magulladas y adoloridas.

 

—¿Me dejas entrar a casa?

 

Jhonny afirmĆ³.

 

—SĆ­. Te prepararĆ© un cafĆ©.

 

Los dos hombres ingresaron a la casa del candidato, donde Harold tomĆ³ asiendo y Jhonny con un respingo se quitĆ³ el saco, a Harold se le hizo agua la boca de solo ver como los fuertes brazos del candidato se marcaban en su camisa.

 

Jhonny GarranchĆ”n caminĆ³ a la cocina y se dispuso a colocar los ingredientes en la cafetera. Apenas agregaba el cafĆ© molido sobre el depĆ³sito cuando los brazos y el cuerpo de Harold lo rodearon por detrĆ”s abrazĆ”ndolo. La lengua del seƱor recorriĆ³ su nuca y un gemido de placer escapĆ³ de los labios del candidato. Harold siempre supo como hacerlo gemir de gusto. El bulto en su pantalĆ³n se sentĆ­a duro tocando sus nalgas.

 

—¡Odio, odio, odio que estĆ©s ahora con ese periodista! —suavemente hizo girar a Jhonny y lo besĆ³ en los labios.

 

—¿Que estuviste bebiendo? —le preguntĆ³ el candidato echando levemente la cabeza hacia atrĆ”s—. Se siente asqueroso.

 

—Odio que estĆ©s con ese periodista.

 

—AsĆ­ son las cosas.

 

—Y que a mĆ­ por un solo error me hayas condenado.

 

—Me fuiste infiel con tu ex, lo siento, Harold. No lo puedo perdonar.

 

—QuizĆ”s tĆŗ no, pero este sĆ­ me perdonĆ³ —indicĆ³ el seƱor tomando entre su mano la barra carnosa del pene erecto de Jhonny.

 

—Mi pene tiene vida propia —sonriĆ³ Jhonny—, Ć©l y mi cerebro no se la llevan mucho.

 

—Shhh —pidiĆ³ Harold. AcercĆ³ sus labios a los del candidato y lo besĆ³.

 

Lentamente le abriĆ³ la camisa y se la retirĆ³. PalpĆ³ su delicioso torso bronceado y le besĆ³ el cuello y el pecho retorciendo al hombre suavemente de placer. El polĆ­tico tenĆ­a una muy buena erecciĆ³n que le levantaba la tela del pantalĆ³n. Su jefe de campaƱa le ayudĆ³ a quitar los zapatos y la ropa. Se excitĆ³ muchĆ­simo al volverlo a tener semi desnudo luego de tantos meses. Por fin el momento de su suerte llegaba, volver a tener para sĆ­ a Jhonny. El poder de los ex es algo peligroso.

 

—PerdĆ³name —rogĆ³ Harold. TrasladĆ³ su lengua hasta el pubis de Jhonny y se preparaba a bajar la pretina de su ropa interior cuando sintiĆ³ la mano del candidato que lo detuvo.

 

—No se va a poder —le dijo apaciblemente Jhonny, ayudĆ”ndolo a levantar.

 

—¿CĆ³mo que no se va a poder? —dijo Harold con una voz de sĆŗplica—. ¿CĆ³mo no? Tu pene parece una carpa de circo.

 

Jhonny sonriĆ³ y suavemente dijo:

 

—Ya lo nuestro fue —dijo—. De verdad. Te aprecio mucho, marcaste una Ć©poca especial de mi vida, pero ya fue. Lo nuestro terminĆ³ hace mucho.

 

—Por favor, Jhonny. Yo sĆ© que todavĆ­a sientes algo por mĆ­. Los recuerdos te hacen algo.

 

—No —negĆ³ el candidato—, te quiero mucho. Pero tĆŗ sabes que mientras estoy con alguien, nunca he tenido la necesidad de buscar otro hombre mĆ”s. Estoy con AnĆ­bal. Incluso esta noche estuve con Ć©l.

 

El rostro de Harold se transformĆ³ dejĆ”ndose dominar por los celos y la ira. LlevĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y golpeĆ³ con la rodilla las bolas de Jhonny.

 

El candidato gritĆ³ y se doblĆ³, siendo sostenido por su jefe de campaƱa.

 

—Los huevos se te deberĆ­an romper si quieres seguir con ese periodista de mierda.

 

Jhonny gimiĆ³.

 

Harold se sentĆ­a muy decepcionado.

 

Jhonny gimiĆ³. Lentamente, se enderezĆ³, haciendo una mueca de dolor, se llevĆ³ las manos a los costados. Sin mĆ”s preĆ”mbulos, Harold lo golpeĆ³ en las bolas, estrellando su rodilla, aplastando sus testĆ­culos entre su cuerpo y la rĆ³tula.

 

Jhonny dejĆ³ escapar un grito agudo. Se doblĆ³, sus rodillas se encontraron y se agarrĆ³ la ingle, frotando sus testĆ­culos, haciendo una mueca de dolor. GimiĆ³.

 

Harold caminĆ³ hacia Ć©l, apartĆ³ las manos de su entrepierna y le agarrĆ³ las bolas.

 

Jhonny dejĆ³ escapar un suave gemido.

 

Harold apretĆ³ las bolas de Jhonny en su mano. —Estuviste esta noche con Ć©l. AsĆ­ que tienes los huevos vacĆ­os. Se sienten bien… —le dio un fuerte apretĆ³n en los huevos antes de soltarlo.

 

Los ojos de Jhonny se agrandaron y tosiĆ³. GimiĆ³ de dolor y se derrumbĆ³ en el suelo, agarrĆ”ndose las bolas, retorciĆ©ndose de dolor.

 

Harold se arrodillĆ³ y palmeĆ³ la espalda de Jhonny. —Me da celos, mucho celos que ahora estĆ©s con ese periodista de mierda, ¡Bastante celos y coraje!

 

Jhonny tosiĆ³, gimiendo de dolor, con los ojos cerrados con fuerza, sus manos sostenĆ­an sus frĆ”giles testĆ­culos.

 

Harold se puso de pie portando una erecciĆ³n en su pantalĆ³n. LanzĆ³ un fuerte y largo suspiro antes de marcharse de la casa del candidato a plena madrugada.

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