Parte 2/3
CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
Gino caía al suelo de aquel oscuro callejón satisfecho de haber penetrado a aquella Ky que lo había hechizado, el muchacho tenía los pensamientos ocupados en envolverla en sexo y cumplir con su éxtasis sexual que no le interesó el constante vibrar de su celular con los llamados preocupados de su padre.
Aquella poderosa Ky que había restablecido su energía, saciado su hambre y completado su vitalidad con el semen del joven potro ahora iba a cumplir con una parte que la excitaba, tal y como si fuera una viuda negra, asesinar a su amante sexual.
—Ven aquí amor, conmigo, ven.
El muchacho todavía excitado y jadeante se incorporó con la idea de un último y quizás debil polvo.
La Ky le sonrió pícaramente mientras él seducido se acercaba a ella para abarcarla con sus fuertes brazos.
Pero la mujer hizo un movimiento rápido y lo estampó duro contra la pared y así lo comenzó a ahorcar.
Más allá de aquel solitario callejón una mujer contemplaba la ciudad a través de la ventana del departamento de su novio, era Jessica que se había quedado sola mientras el preocupado Iván se había ido con varias unidades policiales para buscar a su hijo.
La rubia tenía la mirada perdida en los rascacielos de la ciuddad de Biloba, parecía preocupada y así se le escuchó decir.
—¿Dónde podrá estar?
En medio de aquella negra noche en ese solitario callejón Gino moría. Su rostro comenzaba a tomar un tono azul y estuvo a punto de sucumbir a la muerte cuando de la nada la Ky recibió un golpe fuerte y a traición por la espalda que la hizo soltar a su amante y chillar de dolor.
Gino se dobló tosiendo y sus ojos buscaron a la persona defensora era un hombre alto y rubio, lo desconocía aunque este en realidad era muy cercano a la esfera laboral de su padre, se trataba de Rómulo, pareja del policía Bruno.
—¿Todavía sigues matado a los que te alimentan, maldita? —comentó este.
La Ky entornó sus ojos rojos.
—A esto me empujaste hace décadas.
—Pensé que lo habías superado.
—Haré que te arrepientas.
—Y tú me debes esto a lo que me convertiste, maldita. Te devolveré a tu infierno.
Rómulo estaba tan absorto de su conversación con aquella enemiga centenaria que no se preocupó en Gino que todavía hechizado por la Ky empezó a golpearlo a puño cerrado.
La Ky lanzó una risotada al ver como la defendían ante Rómulo que no se esperaba aquella ráfaga de puños a su cara.
Pero Rómulo obtuvo una rápida ventaja al propinar un golpe perfecto. Una severa y fuerte patada chocó contra el prominente bulto de Gino con sus huevos vacíos.
El muchacho lanzó un grito desgarrador y se fue directo al suelo colapsando con su dolor de bolas. Se batía de un lado al otro revolcándose mientras se sostenía la ingle.
Pero Rómulo había olvidado a la horrible Ky al distraerse con los golpes del muchacho y cuando iba a dirigirse a ella fue muy tarde con un fuerte golpe de la alimaña ella lo pateó en los testículos.
Los ojos de Rómulo se abrieron y dejó escapar un aullido feroz. Unió las rodillas y cayó sobre ellas encorvado y sosteniendose las huevas.
La ky rió y se acercó al hombre.
—Te voy a matar, maldito —aseguró ella—, a ti y a él.
Dirigió la vista a Gino que continuaba retorciéndose en el piso.
La ky sonrió.
—El muchacho hubiera sido buena cama, pero, ¿qué importa? Siempre hay un reemplazo.
Rómulo hizo un rápido movimiento que la hizo saltar en el aire. El hombre ky le clavó un golpe en el abdomen.
Y así mermó el hechizo de Gino, que pese al dolor testicular se quedó mirando como sangre negra mermaba del abdomen de la Ky cayendo al piso, ella tenía la mirada perdida y vidriosa. El hombre que había llegado ahí estaba arrodillado ante ella con una mano desgarrando su abdomen. De sus uñas habían brotado una largas y filosas uñas.
—Esta vez he sido yo quien ha puesto fin a tu pestilente vida —él dijo.
La ky no pudo decir más y cuando estuvo a punto de hacerlo el hombre alzó su otro brazo y lo pasó por su garganta.
Desde el suelo Gino emitió un grito, la cabeza de la mujer caía,al piso mientras su cuerpo se tambaleaba prendiéndose solo en fuego, segundos después la cara de la mujer también ardió en llamas.
Rómulo retrocedió y miró después a Gino.
—¿Estás bien?
Gino se arrastró en el suelo aún sosteniendo sus testículos con una mano.
—¿Estás bien? No te haré daño.
—Ya…… ya, ya lo has, hecho.
Rómulo sonrió.
—Disculpa pero era necesario hacerlo y como ya ves también me he llevado mi parte del golpe.
Gino tragó saliva y desvió la vista a las uñas del hombre, estas habían vuelto a un estado de naturalidad humana.
—¿Eres uno de ellos?
—Podría decirse, pero no soy como ellos. Estoy en su contra. Ellos me transformaron en esto. Busco aniquilarlos, esa maldita me convirtió en Ky, estaba obsesionada conmigo y me transformó a la fuerza.
—Entonces, ¿no todos los Ky son malos?
—No todos pero creeme es muy dificil no sucumbir.
Gino afirmó extrajo el celular de su bolsillo que estaba vibrando. Era una llamada de su padre y dudó en contestar.
—¿Está todo bien?
Gino afirmó con la cabeza.
—Es mi padre, tuvimos una discusión y me fugué de casa.
—Debes hablar con él y decir que estás bien. Puedo acompañarte a dónde vives.
—No, él vendrá a buscarme, estoy confiado de que así será y de serlo vendrá fuertemente armado y custodiado.
Rómulo olfateó en el aire.
—Hazlo, por ahora estás seguro no hay más Ky en la zona.
Gino se le quedó mirando y afirmó con la cabeza. Agradeció una vez más al hombre por haberlo salvado y se dieron un apretón de manos. El hijo de Iván se sorprendió otra vez del tamaño natural de sus uñas. Rómulo se retiró del callejón ignorando la regañiza que recibiría Gino por llamada telefónica antes de ser buscado por su padre y varias unidades policiales.
Rómulo siguió caminando varias calles al ser un Ky no tenía por qué temer de la noche, sin embargo una fuerza invisible lo detuvo en el aire y lanzó su cabeza contra la pared ocasionándole un fuerte daño. Seguido le dio la vuelta colocándolo de cara a la avenida y algo fue como si colocara su antebrazo contra su cuello.
Aunque físicamente el cuerpo de Rómulo estaba en la ciudad de Biloba su vista enfocó un lugar de la nada oscuro y ante él estaba un hombre fuerte, robusto y calvo. El más poderoso de los Ky y quien había tenido un encuentro con Gino previamente.
—¡Te has atrevido a matar a una de mi equipo! Eres una bazofia.
—Sí, maldito —rugió Rómulo sin sentir ningún tipo de miedo. Si alguien hubiera pasado por la calle dónde estaba lo hubiera visto hablando solo—. La maté a ella y ahora voy por ti, hijo de puta.
El robusto y poderoso Ky lanzó un rodillazo a la entrepierna de Rómulo con toda la fuerza que pudo reunir.
El hombre dejó escapar un grito ahogado cuando sus testículos sensibles se incrustaron en su cuerpo.
El fuerte Ky se rió:
—Veamos quien mata a quien. ¿Quieres ver el poder de mi fuerza? Voy a matar a Bruno.
—¡No te atrevas a tocar a Bruno!
El musculoso y calvo Ky se rió cruelmente.
—Mataré al machito que te da de comer. Le estás siendo muy fiel. Que pena, te dejaré sin leche……… aunque……… ¿Que reacción crees que tendrá cuando sepa que eres un Ky al fin y al cabo?
El robusto Ky comenzó a golpear las bolas de Rómulo a un ritmo rápido con sus rodillas, aplastando rápidamente su rótula contra la suave carne de las bolas del benévolo Ky provocando gruñidos ahogados de agonía.
La rutina de rodillazos se prolongó por una eternidad. Golpe tras golpe hinchó rápidamente las bolas de Rómulo en su escroto.
—¿Qué sucede? —preguntó el más poderoso de los Ky—. ¿Ya no te sientes suficientemente valiente para amenazarme?
Su mano bajó del musculoso torso de Rómulo y se adentró en su pantalón agarrando uno de sus testículos y apretándolo con fuerza. Las yemas de sus dedos se clavaron en la tierna carne de la bola magullada e hinchada haciendo que Rómulo soltara gruñidos desesperados y gemidos de angustia.
—Así de desesperado vas a estar cuando te deje sin tu leche policial. Lo voy a matar como mataste a my Ky.
El malvado Ky se rió. Soltó las bolas de Rómulo.
La cara del Ky se dobló de dolor.
El corpulento Ky estalló en risas mientras afoljaba su agarre sobre Rómulo y este resbalaba al suelo agarrándose los huevos en un abrir y cerrar de ojos su mirada estaba sobre la calle en la ciudad de Biloba.
Se acurrucó en el piso adolorido de los cojones.
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