SEXO HOMOSEXUAL
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—Volvemos a encontrarnos, Franko —lo saludaba AsdrĆŗbal Cruise el tirano rey de Badia. Mostraba una sonrisa cĆnica que provocaba quitarle a fuerza de puƱos. TenĆa el torso al desnudo y un ajustado pantalón negro. Franko sabĆa que si estaba ahĆ era para hacerlo pasar muy mal—. ¿Ya estĆ”s acostumbrado a mi clima? Espero que sĆ porque aquĆ las cosas van a arder. Ex reina de Arkadia.
Lentamente, los ojos de AsdrĆŗbal se dirigieron hacia la polla dura de Franko. Estaba sudada dentro de la ropa interior.
—Te hice una pregunta, Franko Tavalas y quiero que me respondas —AsdrĆŗbal se le quedó mirando pero el arkadiano nada le respondió. Entonces cerró los puƱos.
Asà el puño del rey se estrelló contra la entrepierna de Franko, pisando sus bolas desprotegidas y aplastÔndolas.
Los ojos de Franko se ensancharon y perdieron el foco. Soltó un gemido estrangulado y se movió desesperado en sus restricciones.
Asdrúbal se distanció de él. Sus ojos se posaron en un tubo que estaba apoyado contra la pared. Lo agarró y lo pesó en su mano.
Los ojos de Franko se agrandaron sintiƩndose atemorizado.
Dejó escapar un aullido de angustia mientras ondas de dolor iban por todo su cuerpo. Su rostro se arrugó de dolor cuando sus contenedores llenos de leche se aplastaron contra su cuerpo.
El grito de Franko hizo eco a travƩs de la celda.
Asdrúbal miró a Franko, con una sonrisa en el rostro. Las piernas del arkadiano se separaban en forma de V.
—Mira esa maldita erección —comentó tocando la dura polla de Franko con el extremo del tubo.
Franko dejó escapar un gemido.
Asdrúbal se rió y asumió la postura de un bateador de béisbol, apuntando a las preciosas gónadas del ex rey Franko. Devolvió el bate y le hizo un guiño.
Asdrúbal llevó el tubo de hierro a la entrepierna del arkadiano a una velocidad rÔpida, deteniéndose justo antes del impacto, logrando que Franko se estremeciera y luchara gimiendo.
AsdrĆŗbal se rió y repitió el movimiento, haciendo que Franko se estremeciera y se retorciera a pesar de que el malvado rey no hizo contacto con sus testĆculos.
—Tienes miedo, ¿eh? ¿Temes que destruya esas malditas huevas? Ya te dije no quiero bastardos en el futuro pidiendo el trono de Arkadia.
La polla de Franko se movió violentamente.
—Mira tu pene —AsdrĆŗbal se rió—. ¿Quiere disparar un Ćŗltimo lechazo antes de que tus bolas sean historia?
Franko dejó escapar un gruñido enojado.
La tercera vez, AsdrĆŗbal no tuvo contemplación. El hierro se estrelló contra los testĆculos de Franko con un sonido rotundo. Las dos bolas grandes rebotaron en su escroto y Franko dejó escapar un grito largo y atronador.
AsdrĆŗbal se rió y golpeó las bolas de Franko de nuevo, dando un fuerte golpe clavando los testĆculos en su cuerpo.
Una y otra vez, AsdrĆŗbal golpeó las gónadas de Franko con el tubo de hierro, machacando sus delicados testĆculos, provocando en el hombre todo tipo de ruidos.
Pronto, las bolas de Franko quedaron hinchadas.
Después de una docena de golpes, las bolas de Franko lanzaron su preciosa carga acumulada. Un enorme chorro de esperma golpeó a Franko en el ojo izquierdo, seguido de un segundo y un tercer chorro que salpicó contra su nariz y boca. En unos segundos, la cara de Franko quedó completamente cubierta de su semen pegajoso.
Sus dolorosas bolas bombearon todo lo que tenĆan con una increĆble erupción que hubiera sido increĆble si no fuera tan doloroso.
AsdrĆŗbal se estaba riendo cada vez que golpeaba las bolas de Franco con el material mientras el semen salado salpicaba contra su cuerpo sudado.
Franko gritaba y gemĆa en agonĆa.
Finalmente, su orgasmo cesó.
—Wow —AsdrĆŗbal hurgó las bolas de Franko con el tubo—. Eso fue enorme. Apuesto a que podrĆas haberte divertido mucho con eso... —dirigió el tubo sobre los abdominales de Franko, cubriĆ©ndolos con el semen—. Ya sabes, —apuntó una sonrisa maliciosa—. Me pregunto si hay otra carga en esas bolas grandes y gordas tuyas.
Los ojos de Franko se abrieron de miedo. Su ojo izquierdo empezaba a ponerse rojo, ardiendo intensamente por el semen salado que lo inundó.
AsdrĆŗbal miró a Franko con simpatĆa simulada.
—Ah. No quieres que saque otra carga de tus bolas, ¿eh?
Franko negó con la cabeza violentamente.
Asdrúbal sonrió y pasó el tubo cubierto de lefa sobre las bolas de Franko.
Franko sacudió la cabeza salvajemente.
Asdrúbal asintió lentamente y presionó extremo del tubo contra las nalgas de Franko.
—Tengo una idea —dijo AsdrĆŗbal—. Te harĆ© la reina de Badia. PrepĆ”rate.
Franko gruñó cuando AsdrĆŗbal se situó tras su espalda y escuchó que Ć©ste se abrĆa la cremallera despuĆ©s de arrojar el tubo al piso.
—¡AhĆ tienes! —AsdrĆŗbal empujó el pene contra el trasero de Franko hasta el final.
El grito ahogado de Franko retumbó en la sala.
Los ojos de Franko se abrieron de dolor y gritó resignado a su suerte.
Asdrúbal se concentró en disfrutar su mete y saca sobre el trasero de Franco.
La polla del arkadiano se contrajo.
AsdrĆŗbal se reĆa mientras en contraste Franko gritaba y gemĆa de dolor.
La cara de Franko se contrajo de dolor de sentir como el falo del rey entraba y salĆa de su pobre agujero.
La estimulación de la próstata de Franko pronto hizo que su polla se endureciera de nuevo, y entrecerró los ojos hacia la punta gorda de su pene que estaba erecta como un misil. La cabeza en forma de hongo estaba pulsando, y Franko vio un presagio de su carga rezumando de la rendija y goteando en su estómago.
Asdrúbal penetró el trasero de Franko tan fuerte como pudo.
Franko gimió, con los ojos fijos en su polla que se contraĆa y palpitaba, lista para dispararle en la cara en cualquier momento.
Y sin embargo, cuando sucedió, Franko fue tomado por sorpresa. El primer arrebato no alcanzó al objetivo, salpicando por encima de su cabeza manchando el cabello de Asdrúbal. El segundo arrebato lo golpeó directamente en la cara, cubriéndolo instantÔneamente con esperma cremoso.
Asdrúbal se rió y agarró las pelotas hinchadas de Franko con ambas manos, envolviendo sus dedos alrededor de los dos órganos hinchados. El pene del rey quedó atrapado profundamente en el culo de Franko.
Cuando los brotes provenientes de la polla de Franko se convirtieron en un goteo, Asdrúbal apretó sus bolas con fuerza para forzar hasta la última gota de leche.
De la nada se paralizó y tomó distancia de Franko sacÔndolo su pene del interior de su cuerpo. Agarró el tubo y se plantó a su frente.
Ambos se miraron a la cara.
Una y otra vez, AsdrĆŗbal golpeó los las gónadas de Franko con el frĆo tubo, haciĆ©ndole gritar y chillar. El malvado rey se aseguró de faulear las dos bolas.
Se detuvo y se quedó viendo gimotear al desdichado prisionero. DeleitÔndose con su sufrir. De esa manera se comenzó a masturbar.
AsĆ la polla de AsdrĆŗbal entró en erupción en una enorme fuente de semen que casi golpeó el techo antes de llover sobre ellos con sĆmbolos hĆŗmedos.
Chorro tras chorro de leche pegajosa salieron de su polla.
Franko dejó escapar un gemido miserable y comenzó a mecerse de un lado a otro en agonĆa aunque no pudiera acariciar sus testĆculos.
AsdrĆŗbal lo miró jadeante. Buscó su pantalón y del bolsillo extrajo una hoja que parecĆa de periódico y arrojó al suelo.
—En un momento te van a desatar y te dejarĆ© las Ćŗltimas noticias mĆ”s relevantes de Arkadia y sĆ© que te van a interesar.
Echó una risita pesada y abandonó la estancia dejando en la celda la información con el nombramiento de Rocco como nuevo rey de la nación y el asesinato de Alexander, el antiguo capitÔn de seguridad de Arkadia.
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