A lavarse bien las manos! - Las Bolas de Pablo

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21 nov 2018

A lavarse bien las manos!

ESCRITA POR: ZATN
CONTIENE BALLBUSTIG F/M.


   Yuki Takahashi, la hermana de Taro Takahashi y Examiga de la cientĆ­fica Verónica (Se distanciaron al enterarse Yuki que Verónica tuvo sexo en el laboratorio con su hermano Taro), Es la protagonista de este relato.

   Yuki es una joven de 19 aƱos trabaja en el restaurante especializado en comida mexicana TACOS DEL MEX, La joven como muchas personas aprovecha sus vacaciones universitarias para hacer algo de dinero, en la familia le han enseƱado a ser independiente y ganar para auto sostenerse.

   En el trabajo ha recibido burlas por su raza, nunca directamente, pero si disfrazadas de bromas realmente molestosas para Yuki, principalmente por referirse a ser ella de raza oriental y no trabajar en un restaurante de comida china… No le gusta ser estigmatizada... 
…Pero de hecho su tĆ­o es dueƱo de un restaurante de comida coreana, sin ser coreano pues los Takahashi son de origen japonĆ©s, pero el tĆ­o no le tiene la menor confianza por ser ella muy libertina, a la semana ya se habĆ­a acostado con dos empleados, y pedido adelantos de sueldo… AsĆ­ que debió buscar otro trabajo.

   Aun asĆ­ el tĆ­o le ayudo con referencias para este nuevo trabajo.

   En su nuevo empleo como asistente de cocina, Yuki se llevaba estupendamente con el gerente, Don Alberto, un hombre mayor  con experiencia en el sector de la comida y muy amable, pero otra cosa era el supervisor de personal, Enrique Salas… Un hombre de 30 aƱos muy antipĆ”tico y que habĆ­a hecho despedir a mĆ”s de una empleada por simple capricho o por no caerle bien.

   Yuki bien experta en conocer a la gente, sabia el lado pervertido del sujeto, usaba su cargo para intimidar a las chicas del restaurante… siempre buscando algĆŗn favor romĆ”ntico o sexual.

   Desde el primer dĆ­a Enrique se interesó en Yuki, su aspecto frĆ”gil y lindo rostro le hicieron ir tras ella. Pronto pregunto si la joven tenĆ­a novio, Yuki que sabĆ­a a donde iba el asunto negó tener pareja, estaba muy grande para irse con rodeos, si el tipo le iba a “echar los perros” que fuera de una vez.

   Descaradamente le tocó el trasero en varias oportunidades, siempre excusĆ”ndose por haber sido accidental, era un completo cerdo y Yuki no le soportaba, pero no reaccionó…sabĆ­a que habrĆ­a un momento de desquitarse, y pronto pasarĆ­a.

   Y en efecto, unos dĆ­as despuĆ©s Enrique la invitaba a salir y Yuki directamente con un “Lo siento, no estoy interesada”. Lo paró en seco, era su oportunidad de hacerle pagar por su patanerĆ­a… un rechazo amoroso le afectarĆ­a mĆ”s que una bofetada.

   Desde ese dĆ­a Enrique fue hostil con Yuki, no podĆ­a despedirla asĆ­ sin razón, el tĆ­o de Yuki era conocido de Don Alberto, y de echarla debĆ­a ser por merecimiento.

   Las estrategias  de Enrique fueron diversas, aumentando los turnos de Yuki en el trabajo, y regaƱando a las amistades que la oriental hacĆ­a en el restaurante… pronto todos temĆ­an hablar con Yuki pues eso ameritarĆ­a algĆŗn castigo laboral por parte de Enrique, desde turnos los fines de semana, o el quedarse hasta mĆ”s tarde en las noches.

   Yuki enterada de todas las jugarretas confrontó a Enrique… No querĆ­a un escĆ”ndalo y menos importunar al buen Don Alberto, por eso se vio con Ć©l en privado a una hora donde ya los demĆ”s empleados se habĆ­an marchado.

   Yuki empujó a Enrique contra la pared, casi pecho contra pecho le dijo:

   “Deja de meterte conmigo, patĆ”n”.

   “No sĆ© de quĆ© hablas, eres una mala empleada”.

   “Hago mi trabajo y no me aguantarĆ© que me molestes o a los que hablan conmigo”.

   “Sigue con esa actitud y te despedirĆ©, china altanera”.

   “Que te pasa?… a ver si tienes los huevos para echarme… sabes que mi tĆ­o es amigo de Don Alberto y no me podrĆ”s despedir sin cometer alguna falla… y no la cometerĆ©, soy buena empelada y tĆŗ te vas a joder!”.

   “No te vayas a confiar niƱita, estoy a un pelo de echarte”.

   Yuki bajo la mirada un instante  a los pantalones de Enrique, tuvo la intención de darle con la rodilla en los testĆ­culos… que buenos serĆ­a verlo caer de rodillas ante ella y burlarse en su cara…. pero de repente cambio de opinión.
   “Sabe quĆ©?, es un amargado que nadie aprecia, y vaya a buscarse una puta para que le jale esa verga porque no quiero nada con usted!”.

   “Eres una chica vulgar y pueblerina, no tengo interĆ©s en ti y me vas a pagar este insulto, mĆ”s te vale no dame motivos para que te despida”.

   “Vaya y cómase un cerro de #$#$##***##$”.

   La mala palabra de Yuki dejó atónito a Enrique, quien se mordió la lengua de rabia mientras veĆ­a alejarse a la oriental.

   “Chinita… te verĆ© suplicando por tu empleo, condenada”.

   Centro su mirada en al cola de la chica que se alejaba… era pequeƱita, pero le tenĆ­a ganas.

   DĆ­as despuĆ©s se dio la oportunidad de Enrique, el pervertido hombre no dudaba en interesarse cuando Yuki iba al sanitario, con la mirada la seguĆ­a, ese dĆ­a se percató de algo.

   Tras ella salir, Enrique estuvo seguro de no oĆ­r el agua del lavamanos... era muy obvio que Yuki no se lavó las manos. 

   "Takahashi! no te lavaste las manos, vas a manejar alimentos debes seguir los protocolos”.

   Enrique era el supervisor y una de las Ć”reas vitales en su trabajo y de lo que dependĆ­a la licencia del restaurante era la higiene, una falta contra esta era un motivo de despido, y habĆ­a un enorme letrero en cada baƱo explicando ese procedimiento segĆŗn la OMS (Organización Mundial de la Salud) Para asear correctamente las manos.

   La joven vio demasiada seguridad en el reclamo de Enrique y no pudo negar la verdad:

   "Perdóneme seƱor... fue solo un olvido, no soy una persona desaseada".

   "El que seas de china y allĆ” coman bichos y tengan no sĆ© quĆ© costumbres, no te da la libertad de ignorar nuestras normas de salubridad".

   Yuki se sintió insultada por la indirecta, pero no respondió, no querĆ­a mĆ”s lĆ­os.

   "Me has dado una excusa para tu despido, y como gozarĆ©  verte en la calle!".

   Yuki estaba por lanzarse sobre Enrique y hubiera procedido a estrangularle... pero en ese instante Don Alberto, el gerente ingresaba a la cocina.

   "Que ocurre?".

   Yuki se detuvo en seco, no querĆ­a incomodar a Don Alberto, era un buen hombre y no iba a quedar mal frente a Ć©l.

   "Esta empleada tiene algunas deficiencias en el lavado de manos”.

   “Eso no estĆ” bien muchachita, pero estoy seguro que Enrique se encargarĆ” de que no vuelva a suceder el problema”. Don Alberto estaba muy interesado en el tema, el asunto de salud pĆŗblica era siempre un lio, pues la entidad de salubridad era demasiado estricta y el negocio dependĆ­a de tener la licencia vigente.

   Yuki temió que fuese despedida, Don Alberto no podrĆ­a ignorar una falta asĆ­.

   “Se te darĆ” una oportunidad para que realices el lavado correctamente, Enrique encĆ”rgate”.

   “Como usted diga don Alberto. El desaseo en el personal es una conducta recurrente y que hay que combatir, sin importar de que parte del mundo sea la persona”.

   Respondió con toda la intención de hacerla quedar mal ante el gerente… Pero no del todo decepcionado por lo impuesto, el supervisor enseguida vio algo bueno en su fracaso por despedir a Yuki.

   “MaƱana mismo le harĆ© una prueba”. Le podrĆ­a tener a solas, y Yuki tendrĆ­a que portarse amable con Ć©l, pues de la prueba dependĆ­a su empleo.

   La mirada de Yuki casi lanzaba puƱales rumbo a los ojos de Enrique... querĆ­a cegarle o causarle algĆŗn otro castigo bĆ­blico.

   Don Alberto, confiado en que esos dos tenĆ­a solo una discusión profesional, les dejó solos.

   Esa noche Yuki regresó a casa, bastante molesta pensaba:

   Ese cretino!, pero ya verĆ”, le darĆ© una lección... no necesito de IvĆ”n, no necesito de un novio que venga al rescate, soy independiente y puedo valerme por mi misma.

   Como maƱana tendrĆ­a la evaluación de como lavarse las manos, Yuki se pasarĆ­a la noche perfeccionado su lavado, no le darĆ­a excusas de ser reprobada; Hasta las 12 de la noche estuvo en el lavamanos practicando la tĆ©cnica de lavado con dedicación... para cuando el sueƱo la vencĆ­a, se habĆ­a vuelto una experta en el tema. Ya en cama y justo antes de dormir sonreĆ­a viendo el techo... expresaba: "MaƱana te ganarĆ© en tu juego... y te tengo una sorpresita, pervertido!".

   La cita era a las 6:30 am, antes de abrir el lugar a las 8, se esperaba desde las 7:15 la llegada de los demĆ”s trabajadores.
   Solos en la cocina Enrique ordena se inicie la prueba a calificar... Yuki con toda normalidad ejecuta a la perfección la tĆ©cnica de lavado. 

   El supervisor sin inmutarse tras ella le alcanza a tocar la cadera, a lo que Yuki no reacciona, fingiendo normalidad, Enrique le ordena repita la prueba.

   "Ok, una vez mĆ”s, y te aseguro que no fallarĆ©".

   "Eso es, de eso se trata, que seas una muy higiĆ©nica empleada". Enrique gozaba apoyĆ”ndose con mĆ”s ahĆ­nco en la cadera de Yuki, pero disimuladamente movĆ­a la mano recorriendo el traserito de la oriental.

   La joven soportaba el irrespeto, solo esperaba su momento de desquite. Finalizada la segunda prueba, Enrique califico:

   "Muy bien... Ya estĆ”, sus manos son seguras...". (Misma frase que el cartel usaba al terminar el paso #11) Calificaba Enrique con su mano en pleno trasero de Yuki, y fingiendo todo el profesionalismo que no tenĆ­a.

   La mirada de Yuki era perversa ladeando el ojo hacia la ubicación de Enrique tras ella.
   "Es cierto, como dice el cartel... mis manos son seguras!". Sin inmutarse por el descarado toque en su retaguardia, Yuki llevó su mano hacĆ­a atrĆ”s con gran rapidez y precisión descargĆ”ndole un manotazo en los testĆ­culos.



   "AAAAYYYYYYYY!!!". Exclamó Enrique ante el golpe... Acto seguido quedó boquiabierto y doblado... retrocedió agarrando todo lo que se consideraba hombrĆ­a masculina.

   Yuki sonreĆ­a viendo su expresión…Repentinamente Enrique tropezó un poco, terminando de rodillas, el impacto habĆ­a sido tal  que el hombre sentĆ­a como si hubiesen descargado en Ć©l un golpe de machete contra un coco... la comparación era perfecta, pues la pequeƱa mano de la oriental era certera y aguda, dando en unos peludos huevos que fĆ”cilmente se confundĆ­an con cocos de agua.

   El sujeto jadeaba sin parar mientras sentĆ­a sus huevos a punto de abrirse en dos.

   La alegre Yuki pudo hablar con confianza:

   "Eres demasiado vulnerable, bueno despuĆ©s de todo eres latino y son los que mĆ”s lloran con un  golpecitos en las bolas... EntĆ©rate que los chicos orientales aguantan bastante los golpes bajos, pero no es tu culpa ser hijo de padres latinos, Jajajaja".

   Usando un argumento inventado, Yuki se desquitaba tambiĆ©n de la discriminación por su origen racial. En los ojos del supervisor habĆ­a un enojo profundo.

   "... Y mira nada mĆ”s lo que me hiciste hacer... Ahora tengo que lavarme las manos otra vez, despuĆ©s de todo aunque tengas pantalón, toque tus asquerosos y repugnantes huevos".

   Enrique  apretó los dientes de la rabia.

   “Y ya soy experta en lavado de manos, si intentas algo para decir que falle la prueba, pues solo debo convencer a Don Alberto de verme hacer el lavado y tu quedara como un mentiroso”. Su empleo ya estaba a salvo.

   Enrique se enfureció al lĆ­mite por el ataque de la joven y su burla... Le recriminó colĆ©rico:

   "Condenada china, me las pagarĆ”s!!".

   "A mĆ­ no me amenaces, y menos si no tienes ni la fuerza para soportar un golpecillo como ese. Jajaja".

   Enrique enloqueció y se arrojó contra ella, tenĆ­a ganas de hacerle daƱo!...

   “Maldita!!”.

   Pero Yuki no tuvo temor alguno, sabĆ­a que podĆ­a vencerle… Sólo debĆ­a estar atenta, pues no debĆ­a dejarse agarrar o la dominarĆ­a.

   Siendo mĆ”s ligera y gimnasta la joven le evitó con facilidad...
...Enrique pasó y perdió el control viendo la pared como su destino, frenó a tiempo pero Yuki quería darle una buena lección, y estando detrÔs del confundido hombre, lanzó con precisión una patada contra la entrepierna masculina, a la vez que decía: "Maldita?, pues toma canalla!".
   El zapato de la mujer se estrellaba contra los incautos testĆ­culos del enojado macho.

   "Yyyyyyaaaaaa!!". Se oyó la tĆ­pica expresión de Yuki al golpear.

   El impacto le aplasta por completo las bolas, haciĆ©ndole gritar.

   "AAAAAGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!".

   Enrique sintió casi destripadas sus gónadas, un corrientazo le recorrió el estómago, haciĆ©ndole eructar dos y tres veces tras su alarido... Las piernas del varón ceden inmediatamente y termina una vez mĆ”s de rodillas en el suelo, seguidamente cae acostado sobando a mas no poder sus partes pudendas.

   Alegre por su certero ataque, le observa... Definitivamente Enrique quedó dando lĆ”stima.

   "Pobrecillo, jajaja, pero tĆŗ te lo buscaste por patĆ”n y aprovechado!".

   Le echa en cara que tiene novio: "Y para que te enteres, tengo novio! Y uno enorme!, todo un negrazo... uno tan fuerte que ni una patada en las bolas lo tumba...Vuelve a molestarme y le contarĆ© tu atrevimiento, si no pudiste ni conmigo, Ć©l te mandarĆ” a hospital de la paliza que te darĆ”!".

   Exageraba demasiado con la resistencia de IvĆ”n, pues ella misma le habĆ­a dejado vencido, previo al acto sexual (LAS CITAN DE IVAN Y TARO parte 1), Pero no estaba de mĆ”s usar la mentira para intimidar al tipo.

   Al final Enrique quedó como una masa patĆ©tica de carne masculina explanada en todo el piso de la cocina... sin dejar de sollozar del dolor, se sobaba las bolas... Viendo la hora, Yuki le reclamó: 

   "Arriba cariƱo, no tardan en aparecer los demĆ”s empleados, no querrĆ”s pasar la vergüenza de que se entere de tu debilidad extrema al pelear con una mujer, verdad?".

   Enrique a duras penas logra ponerse en pie... Yuki observa en sus ojos la actitud ahora sumisa del hombre… ha aceptado en su mente que han barrido el piso con Ć©l. El hombre no la molestarĆ­a mĆ”s.

   Los demĆ”s empleados comenzaron a llegar, sin percatarse que algo habĆ­a sucedido en la cocina... Antes de ir a su lugar de labores Yuki se le acercó un momento a Enrique y en voz baja le dice: "Ah!, y lĆ”vate esas manos hediondas a huevos que ya vamos a abrir el restaurante... Jajaja!".


FIN.


Gracias

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