Legion de Proteccion (1/5) El duelo - Las Bolas de Pablo

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13 nov 2018

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Legion de Proteccion (1/5) El duelo

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CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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   El sudor corrĆ­a por el hermoso rostro de Leo. HabĆ­a estado esperando por mĆ”s de una hora, vestĆ­a Ćŗnicamente con aquel calzoncillo ajustado aprobado por su institución para la defensa de las misiones a las que fuese asignado. El semental de 22 aƱos se enderezó y se pasó la mano por su mojado cabello. Era un estudiante regular de La Legión, aquella honorable institución que formaba superheroes de Ć©lite para la defensa mundial, ya que el planeta desde siglos atrĆ”s estaba a punto del desastre ecológico. Estaba a pocos pasos de recibir su titulo como hĆ©roe oficial de la legión de protección y su dominio de magia elemental era la electricidad.


   Miró a su alrededor en el bosque. TodavĆ­a estaba oscuro e incluso el instituto tenĆ­a sus luces apagadas. Sus alumnos y profesores descansaban.



   La polla de Leo se contrajo dentro de su calzoncillo.



   Aquello serĆ­a como entrenar, como enfrentarse al Grupo Altamira, aquellos terroristas de la nueva era que deseaban eliminar la vida humana en lo que quedaba de planeta Tierra.



   Leo hurgó en su entrepierna, tratando de ajustar su polla para hacer su erección menos evidente. Pero con una polla como la de Leo, un monstruo gigantesco de tallo que asustarĆ­a incluso a la yegua mĆ”s valiente.



   Miró su entrepierna y suspiró. La cabeza de hongo gorda de su polla sobresalĆ­a de la abertura de la pierna de su calzoncillo. Se mordió el labio inferior y trató de empujar su dura polla en su ropa.



   ā€”AsĆ­ que aquĆ­ estĆ”s —se escuchó una voz detrĆ”s de Ć©l—. PensĆ© que huirĆ­as como una gallina.



   Leo dio media vuelta.



   Hubo un momento de silencio cuando los ojos del otro hombre se dirigieron a la entrepierna de Leo, donde su polla dura como una roca sobresalĆ­a como un poste.

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   El otro hombre se rió entre dientes. TenĆ­a poco mĆ”s de veinticinco aƱos, y era un semental alto y musculoso con cabello rubio y cara bonita. Para Leo, era su peor enemigo, un agresor que ya no iba a tolerar mĆ”s en Legión.



   Leo miró al chico sin tratar de ocultar su erección.



   ā€”Estoy dispuesto a sellar la pelea —afirmó—, es extraƱo que no vinieras con tus compinches.



   ā€”Para humillarte no necesito testigos, Leo.



   Con eso, el hombre llamado Salomón dio un golpe a la entrepierna de Leo con el dorso de la mano, haciĆ©ndolo jadear de dolor.



   Leo se dobló y agarró sus bolas.



   ā€”Maldición —murmuró antes de enviar un puƱetazo al bulto de Salomón.

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   ā€”Ā”Ay! —Salomón gimió y se dobló.



   Los dos sementales se miraron por un breve momento, luego se lanzaron el uno al otro, tratando de agarrarse las bolas.



   Salomón agarrĆ“ ventaja cuando abrió la palma de la mano y una bola de fuego explotó en el rostro de Leo, al distraerlo envolvió su mano alrededor del paquete del estudiante apretó las dos grandes gónadas con fuerza, provocando un gruƱido de dolor.



   Al mismo tiempo, Leo levantó su puƱo entre los muslos de Salomón y golpeó sus bolas emitiendo tambiĆ©n una descarga elĆ©ctrica, haciĆ©ndolo gritar de dolor.

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   ā€”Ā”Muchachos! —una voz de hombre los interrumpió. Un hombre alto habĆ­a llegado al bosque. Usaba calzoncillo y era reconocido como el profesor Queran—. Paren la pelea o los voy a tener que expulsar, Āæhasta cuando ustedes dos?



   ā€”Ā”Salomón me ha retado, profesor!



   ā€”Esas bolas grandes y gordas tuyas —se rió Salomón ignorando a la autoridad—, son muy sensibles, Āæeh?



   Leo enarcó las cejas.



   Salomón se encogió de hombros.



   ā€”No hay razón para avergonzarse, infeliz. Los mĆ­os tambiĆ©n lo son. Ahora, quiero terminar con lo que empecĆ©. Mis oĆ­dos no escuchan palabras de profesores fracasados.



   Zeta hizo una mueca.



   ā€”Entiendo completamente si quieres retirarte —dijo Salomón con una sonrisa—. Con pelotas dĆ©biles como las tuyas no quieres arriesgarte.



   ā€”He dicho que pare la pelea —agregó el profesor Queran.



   Los ojos de Salomón se entrecerraron y le dio una fuerte patada a la entrepierna de Leo que levantó al guapo muchacho del suelo y aplastó a sus enormes testĆ­culos como tortillas.



   Leo soltó un chillido agudo y agarró sus gónadas.



   Tomó represalias con una patada que hizo que Salomón viera estrellas y soltara un gruƱido.



   Iniciaron un combate intercambiando patadas en los testĆ­culos sin piedad, tan duro como podĆ­an.



   El profesor Queran estaba paralizado mirando la escena con rostro inexpresivo.



   Ambos hicieron todo lo posible para que su oponente realmente sintiera dolor. No se contuvieron en absoluto, golpeĆ”ndose las pelotas con una patada tras otra.



   La polla de Leo se contraĆ­a y palpitaba violentamente, y cada golpe en sus gónadas parecĆ­a aplastar un pequeƱo lote de semen.



   Salomón miró a Leo, con el rostro contraĆ­do del dolor. Le dolĆ­an sus propias bolas, pero las enormes nueces de Leo estaban hinchadas y rojas, un par de patadas mĆ”s y lo acabarĆ­a.



   Leo miró a Salomón, haciendo una mueca y gimiendo. SabĆ­a que no podĆ­a seguir por mucho tiempo, pero no querĆ­a darle a la satisfacción de ganar.



   El semental Salomón tosió. AgarrĆ”ndose las pelotas con una mano, murmuró:



   ā€”ĀæRenuncias, gallina?

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   Leo dejó escapar una risa tensa pero la bota de Salomón chocó con sus enormes testĆ­culos aplastĆ”ndolos contra su cuerpo. La boca de Leo se abrió de par en par, y el sonido que salió de ella fue espeluznante y agudo. Sus ojos se cruzaron ligeramente y sus rodillas se encontraron. Su enorme y carnosa polla palpitaba y se contraĆ­a, sus bolas se detuvieron dentro de su escroto.



   Gimió mientras se ponĆ­a de rodillas.



   ā€”Ā”SĆ­! —Salomón gruñó triunfante.



   Leo cayó acongojado en el suelo mientras Salomón se ponĆ­a firme con la palma de la mano abierta, de ella brotó otra bola de fuego que fue a parar sobre Leo explotando.



   El muchacho pudo sacudiese las llamas que le hicieron el menor daƱo pero dejó sus piernas abiertas.



   Salomón se preparó para una patada de futbolista y el profesor Queran vio el movimiento.



   ā€”Ā”NO! —gritó en alerta.



   Pero Leo fue pateado en la entrepierna sin piedad, lanzó un fuerte grito que se escuchó en el bosque y se desmayó.

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