El hombre en pie - Las Bolas de Pablo

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16 sept 2020

El hombre en pie

 CONTIENE:
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

—En primer lugar, vamos a agradecer a nuestros compaƱeros que se ofrecieron voluntariamente a correr el riesgo de perder su Ćŗnica oportunidad de ser padres —dijo Bastian.  

—Ya tengo una hija —aclarĆ³ RomĆ”n. 

—No confĆ­o en ti —dijo Dereck ChacĆ³n—. Hoy perderemos. 

Su primo RomĆ”n en el pasado tuvo una mala suerte al exponer sus testĆ­culos. 

Farid se sonĆ³ la garganta. —En conclusiĆ³n, Camilo y RomĆ”n son los participantes de hoy. 

Camilo era el miembro mƔs joven de los hombres comunes, era alto y de piel clara con cabello castaƱo, tenƭa un par de huevos de tamaƱo mediano que se aferraban firmemente a su cuerpo. Algunos de sus amigos le apodaban el cara de caballo.
RomĆ”n, su contrincante era un digno ChacĆ³n, sus brazos y piernas eran muy fuertes y, al igual que su rival estaba desnudo, su escroto afeitado colgaba varios centĆ­metros entre sus piernas como si le pesaran las grandes bolas colgantes.

—Este juego es muy parecido al anterior —afirmĆ³ Bastian—, los demĆ”s participantes golpearĆ”n los testĆ­culos del integrante del grupo contrario. El Ćŗnico al quedar en pie gana. Nadie puede rendirse, solo irse al piso. Hay tres turnos antes de cambiar de retador. 

Pablo ChacĆ³n fue el primero en ponerse delante de Camilo.

Camilo hizo una cara exagerada de desafĆ­o, tratando de no demostrar el miedo, hasta que Pablo echĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y enviĆ³ su pie pateando la entrepierna.

La fuerza del impacto hizo que Camilo jadeara, olvidando su postura altanera. Horacio tomĆ³ el turno, caminĆ³ con renovada energĆ­a y estampĆ³ el puƱo en las bolas de Camilo.  

Esta vez Camilo dejĆ³ escapar un chillido agudo, pero mantuvo las piernas abiertas como si desafiara a otro ChacĆ³n para atreverse a derrotarlo.

Dereck se adelantĆ³, era el hermano del medio de Horacio, su cuerpo es de constituciĆ³n poderosa, una caracterĆ­stica que se podĆ­a distinguir en los genes de su familia. Sonriendo, se acercĆ³ a Camilo y golpeĆ³ con fuerza su rodilla en la ingle del joven.  

Camilo chillĆ³ al sentir que sus dos testĆ­culos se comprimĆ­an en su pelvis y el dolor se apoderĆ³ de su cuerpo. AĆŗn asĆ­ se mantuvo de pie pero con lĆ”grimas resbalando por su mejilla. 

—Cambio de equipo —anunciĆ³ Farid. 

—¡SentĆ­ como si hubiera roto sus huevos! —se rio Horacio cuando se reuniĆ³ con su familia. 

Erick era mĆ”s bajo que RomĆ”n, pero su cuerpo mĆ”s grueso y mejor trabajado por el gimnasio. 

RomĆ”n se preparĆ³ mentalmente para la patada y sus ojos se abrieron de golpe cuando la punta del pie de Erick atrapĆ³ su escroto oscilante y enviĆ³ sus dos gĆ³nadas disparadas hacia su cuerpo. Erick estuvo a punto de caerse de la patada y RomĆ”n pudo sentir sus testĆ­culos chocar contra su pelvis.

—¡Santo cielo! —exclamĆ³ Erick—. ¿Vieron cĆ³mo rebotaron esos aguacates?

RomĆ”n se sonrojĆ³ de vergĆ¼enza cuando Lenin se lamiĆ³ los labios, feliz ante su turno. TomĆ³ a RomĆ”n por los hombros y golpeĆ³ su rodilla contra su entrepierna. El degustador de semen sintiĆ³ cuando los testĆ­culos de RomĆ”n se aplanaron instantĆ”neamente entre su rodilla y su musculoso cuerpo. A pesar de la ola de dolor, RomĆ”n se mantuvo en pie. 

Ignacio se adelantĆ³ para su turno. Se parĆ³ ante RomĆ”n y le dio un contundente gancho a su escroto. Ignacio hizo una exclamaciĆ³n de dolor y se retorciĆ³ los nudillos. RomĆ”n ChacĆ³n chillĆ³ ante la inesperada explosiĆ³n de dolor. Los demĆ”s no pudieron evitar reĆ­rse.

GastĆ³n, el hermano menor de Horacio se detuvo frente al pobre Camilo.

—¿Has probado alguna vez la jalea de huevos? —le preguntĆ³ con una sonrisa burlona.

Los ojos de Camilo pasaron instantĆ”neamente de una mirada de confusiĆ³n a cruzarse de dolor cuando GastĆ³n golpeĆ³ su puƱo dos veces en sus testĆ­culos enrojecidos, asegurĆ”ndose de retorcer sus nudillos en el escroto del joven despuĆ©s de cada golpe.

—Bueno, espero que lo pruebes porque ya te derretĆ­ las huevas —se riĆ³ GastĆ³n cuando Camilo se mordiĆ³ el labio y colocĆ³ las manos sobre las rodillas encogiĆ©ndose ligeramente mientras intentaba recuperar el aliento.

Tan pronto como GastĆ³n se alejĆ³, Jean tomĆ³ su puesto frente al aĆŗn en recuperaciĆ³n Camilo. 

Jean era bastante alto, su ajustado pantalĆ³n mostraban un montĆ­culo ondulante en su entrepierna. Le guiĆ±Ć³ un ojo a Camilo y levantĆ³ la pierna hacia atrĆ”s, despuĆ©s impulsĆ³ su calzado al apretado escroto de Camilo.

El estĆ³mago de Camilo se revolviĆ³ instantĆ”neamente con oleadas de nĆ”useas que casi contrarrestaron el fuego de dolor en sus bolas, tanto que realmente se llevĆ³ una mano a la boca por instinto. Las oleadas de dolor se amplificaron cuando la musculosa pierna de Jean se echĆ³ hacia atrĆ”s y su pesada bota nuevamente arrasĆ³ con sus bolas. Camilo sentĆ­a que sus testĆ­culos comenzaban a hincharse al ser aplastados sin piedad contra su cuerpo y por una fracciĆ³n de segundo estuvo a punto de retirarse del juego, pero una rĆ”pida mirada a sus compaƱeros le dio Ć”nimos de continuar.

Jean se pasĆ³ una mano por el grueso cabello rubio y se retirĆ³. El Ćŗltimo turno de la ronda era de Jaime Lizarraga ChacĆ³n, Ć©l le guiĆ±Ć³ un ojo a Camilo y sin fanfarria, clavĆ³ su puƱo directamente en su palpitante virilidad, sin darse cuenta aplastĆ³ la gĆ³nada derecha entre su nudillo y el hueso pĆ©lvico de Camilo. De nuevo, Camilo pensĆ³ que iba a vomitar y cruzĆ³ los ojos cuando su boca quedĆ³ atrapada en una cĆ³mica forma de "O". Le temblaban las rodillas y le dolĆ­an tanto las bolas que pensĆ³ que se iba a caer. 

Las bolas rojas y maltratadas de Camilo se veĆ­an impactantes contra su piel blanca. 

Mientras tanto, Milton se acercĆ³ a RomĆ”n ChacĆ³n, su paso era un poco tambaleante, y procediĆ³ a enviar su puƱo volando contra las albĆ³ndigas carnosas del vaquero. Los ojos de RomĆ”n se cruzaron y dejĆ³ escapar un chillido, cuando fue el turno de David Aceituno, con una mortal carrera estrellĆ³ una patada en sus testĆ­culos. Las pesadas bolas del hombre rebotaban salvajemente y los demĆ”s miembros de su familia pensaron que el momento final habĆ­a llegado. 

—¡AAAAAAAAAAAAAAAY! 

Pero RomĆ”n se mantuvo en pie. 

Cuando llegĆ³ el turno del moreno MoisĆ©s incrustĆ³ dos puƱetazos en la ingle de RomĆ”n, se cambiĆ³ el turno e Israel ChacĆ³n usĆ³ su rodilla para torturar el escroto de Camilo.

—¡AAAAAAAY, MIS BOLAS! 

Pablo estuvo observando el desarrollo del juego muy emocionado y se quitĆ³ la camisa para mostrar su poderosa parte superior del cuerpo. Nuevamente era su turno y los ojos de Camilo se cruzaron cuando sus manos de Pablo se adueƱaron de su entrepierna. Enseguida le cortĆ³ la respiraciĆ³n y lo hizo poner de puntilla. 

El puƱo de Horacio se estrellĆ³ contra la ingle de Camilo, seguido de su hermano Dereck que utilizĆ³ una tĆ©cnica similar. 

La bota de Erick solo pulverizĆ³ la bola derecha de RomĆ”n, aplastĆ”ndola severamente contra su pelvis.

—¡Oh! —gritĆ³ RomĆ”n, incapaz de concentrarse. Para su horror, su gruesa polla comenzaba a ponerse dura a pesar de que sus dos grandes y hermosas huevas estaban a punto de morir.

—¡SerĆ© yo quien ponga el punto final! —anunciĆ³ Lenin. 

RomĆ”n estaba demasiado debilitado para escucharlo, pero sintiĆ³ el resultado.

—¡Mierda! —gritĆ³ cuando Lenin estrellĆ³ ambos puƱos como si fuera un choque de trenes contra su escroto, pulverizando sus enormes testĆ­culos el uno contra el otro.

Apenas convulsionĆ³ de dolor cuando lo golpeĆ³ una y otra vez. En su mente, RomĆ”n imaginĆ³ sus bolas comprimiĆ©ndose, aplastĆ”ndose hasta que quedaron planas.

—¡Oooh!

El vaquero pensĆ³ que Ć­ba a vomitar cuando en el turno de Ignacio golpeĆ³ su rodilla contra su escroto con tanta fuerza que sus gĆ³nadas se aplastaron a una cuarta parte de su circunferencia.

—¡Mierda!

Camilo gritĆ³ a todo pulmĆ³n cuando GastĆ³n, Jean y Jaime quisieron aprovechar su turno juntos y desataron al mismo tiempo patadas, puƱetazos, rodillazos y uppercuts con tal poder y velocidad que su escroto parecĆ­a una desinflada pera de boxeo. 

—¡Por favor! —gritĆ³ Camilo. 

—¿Por favor quĆ©? ¿Por favor, aplastamos tu pepitas —se burlĆ³ Jaime cuando su puƱo chocĆ³ contra el escroto blando de Camilo. 

—¡Te gusta! —se riĆ³ GastĆ³n, mientras seƱalaba la polla gruesa y erecta de Camilo.

El escroto del joven estaba de un color alarmantemente negro y azul y se sentĆ­a mucho menos firme que cuando comenzĆ³ el juego y cuanto mĆ”s luchaba para mantenerse en pie, mĆ”s contundentes eran los golpes del trĆ­o. La gĆ³nada derecha de Camilo palpitaba y su izquierda se habĆ­a entumecido, apenas podĆ­a mantenerse de pie a pesar de que su polla estaba palpitando.

—¡Que se corra! —gritĆ³ Jean. 

Los testĆ­culos de Camilo estaban hinchados y magullados, pero su polla comenzaba a latir. Era casi como si estuviera tratando de expulsar un Ćŗltimo precioso zumo de leche. 

—¡Oh, mierda! ¡Voy! ¡Voy! —Camilo gimiĆ³ cuando su polla explotĆ³ en varios caƱonazos de esperma cuando cayĆ³ de rodillas.  

Los abdominales de Jean y GastĆ³n quedaron pintados con gruesos hilos de esperma. Lo que hizo que ambos estallaran en carcajadas e inmediatamente ayudaron a Camilo a ponerse de pie. A pesar de que estuvo a punto de pulverizar su virilidad momentos antes, Jean masajeĆ³ suavemente las bolas de Camilo, haciendo rodar los Ć³rganos ​​en sus manos haciendo una inspecciĆ³n, aunque un poco torpe, en busca de signos de daƱos graves.

—¡TodavĆ­a estĆ”n completos!

La multitud ChacĆ³n gritĆ³ emocionada por el triunfo del primo RomĆ”n, mientras Erick e Ignacio ayudaban a Camilo a sentarse mientras acunaba sus testĆ­culos muy heridos.  

—¡Nuestro campeĆ³n, RomĆ”n ChacĆ³n! —felicitĆ³ Farid. 

Pablo tomĆ³ el brazo de RomĆ”n y lo levantĆ³ en el aire. En la sala se mezclaban aplausos y gritos de felicitaciĆ³n que
RomĆ”n aceptĆ³ con sonrisa dĆ©bil mientras acunaba suavemente su escroto tan maltratado, le hizo una pequeƱa reverencia a la multitud, ignorando el dolor repugnante en su estĆ³mago.

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