BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—En primer lugar, vamos a agradecer a nuestros compaƱeros que se ofrecieron voluntariamente a correr el riesgo de perder su Ćŗnica oportunidad de ser padres —dijo Bastian.
—Ya tengo una hija —aclarĆ³ RomĆ”n.
—No confĆo en ti —dijo Dereck ChacĆ³n—. Hoy perderemos.
Su primo RomĆ”n en el pasado tuvo una mala suerte al exponer sus testĆculos.
Farid se sonĆ³ la garganta. —En conclusiĆ³n, Camilo y RomĆ”n son los participantes de hoy.
Camilo era el miembro mĆ”s joven de los hombres comunes, era alto y de piel clara con cabello castaƱo, tenĆa un par de huevos de tamaƱo mediano que se aferraban firmemente a su cuerpo. Algunos de sus amigos le apodaban el cara de caballo.
RomĆ”n, su contrincante era un digno ChacĆ³n, sus brazos y piernas eran muy fuertes y, al igual que su rival estaba desnudo, su escroto afeitado colgaba varios centĆmetros entre sus piernas como si le pesaran las grandes bolas colgantes.
RomĆ”n, su contrincante era un digno ChacĆ³n, sus brazos y piernas eran muy fuertes y, al igual que su rival estaba desnudo, su escroto afeitado colgaba varios centĆmetros entre sus piernas como si le pesaran las grandes bolas colgantes.
—Este juego es muy parecido al anterior —afirmĆ³ Bastian—, los demĆ”s participantes golpearĆ”n los testĆculos del integrante del grupo contrario. El Ćŗnico al quedar en pie gana. Nadie puede rendirse, solo irse al piso. Hay tres turnos antes de cambiar de retador.
Pablo ChacĆ³n fue el primero en ponerse delante de Camilo.
Camilo hizo una cara exagerada de desafĆo, tratando de no demostrar el miedo, hasta que Pablo echĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y enviĆ³ su pie pateando la entrepierna.
La fuerza del impacto hizo que Camilo jadeara, olvidando su postura altanera. Horacio tomĆ³ el turno, caminĆ³ con renovada energĆa y estampĆ³ el puƱo en las bolas de Camilo.
Esta vez Camilo dejĆ³ escapar un chillido agudo, pero mantuvo las piernas abiertas como si desafiara a otro ChacĆ³n para atreverse a derrotarlo.
Dereck se adelantĆ³, era el hermano del medio de Horacio, su cuerpo es de constituciĆ³n poderosa, una caracterĆstica que se podĆa distinguir en los genes de su familia. Sonriendo, se acercĆ³ a Camilo y golpeĆ³ con fuerza su rodilla en la ingle del joven.
Camilo chillĆ³ al sentir que sus dos testĆculos se comprimĆan en su pelvis y el dolor se apoderĆ³ de su cuerpo. AĆŗn asĆ se mantuvo de pie pero con lĆ”grimas resbalando por su mejilla.
—¡SentĆ como si hubiera roto sus huevos! —se rio Horacio cuando se reuniĆ³ con su familia.
Erick era mƔs bajo que RomƔn, pero su cuerpo mƔs grueso y mejor trabajado por el gimnasio.
RomĆ”n se preparĆ³ mentalmente para la patada y sus ojos se abrieron de golpe cuando la punta del pie de Erick atrapĆ³ su escroto oscilante y enviĆ³ sus dos gĆ³nadas disparadas hacia su cuerpo. Erick estuvo a punto de caerse de la patada y RomĆ”n pudo sentir sus testĆculos chocar contra su pelvis.
—¡Santo cielo! —exclamĆ³ Erick—. ¿Vieron cĆ³mo rebotaron esos aguacates?
RomĆ”n se sonrojĆ³ de vergĆ¼enza cuando Lenin se lamiĆ³ los labios, feliz ante su turno. TomĆ³ a RomĆ”n por los hombros y golpeĆ³ su rodilla contra su entrepierna. El degustador de semen sintiĆ³ cuando los testĆculos de RomĆ”n se aplanaron instantĆ”neamente entre su rodilla y su musculoso cuerpo. A pesar de la ola de dolor, RomĆ”n se mantuvo en pie.
Ignacio se adelantĆ³ para su turno. Se parĆ³ ante RomĆ”n y le dio un contundente gancho a su escroto. Ignacio hizo una exclamaciĆ³n de dolor y se retorciĆ³ los nudillos. RomĆ”n ChacĆ³n chillĆ³ ante la inesperada explosiĆ³n de dolor. Los demĆ”s no pudieron evitar reĆrse.
GastĆ³n, el hermano menor de Horacio se detuvo frente al pobre Camilo.
—¿Has probado alguna vez la jalea de huevos? —le preguntĆ³ con una sonrisa burlona.
Los ojos de Camilo pasaron instantĆ”neamente de una mirada de confusiĆ³n a cruzarse de dolor cuando GastĆ³n golpeĆ³ su puƱo dos veces en sus testĆculos enrojecidos, asegurĆ”ndose de retorcer sus nudillos en el escroto del joven despuĆ©s de cada golpe.
—Bueno, espero que lo pruebes porque ya te derretĆ las huevas —se riĆ³ GastĆ³n cuando Camilo se mordiĆ³ el labio y colocĆ³ las manos sobre las rodillas encogiĆ©ndose ligeramente mientras intentaba recuperar el aliento.
Tan pronto como GastĆ³n se alejĆ³, Jean tomĆ³ su puesto frente al aĆŗn en recuperaciĆ³n Camilo.
Jean era bastante alto, su ajustado pantalĆ³n mostraban un montĆculo ondulante en su entrepierna. Le guiĆ±Ć³ un ojo a Camilo y levantĆ³ la pierna hacia atrĆ”s, despuĆ©s impulsĆ³ su calzado al apretado escroto de Camilo.
El estĆ³mago de Camilo se revolviĆ³ instantĆ”neamente con oleadas de nĆ”useas que casi contrarrestaron el fuego de dolor en sus bolas, tanto que realmente se llevĆ³ una mano a la boca por instinto. Las oleadas de dolor se amplificaron cuando la musculosa pierna de Jean se echĆ³ hacia atrĆ”s y su pesada bota nuevamente arrasĆ³ con sus bolas. Camilo sentĆa que sus testĆculos comenzaban a hincharse al ser aplastados sin piedad contra su cuerpo y por una fracciĆ³n de segundo estuvo a punto de retirarse del juego, pero una rĆ”pida mirada a sus compaƱeros le dio Ć”nimos de continuar.
Jean se pasĆ³ una mano por el grueso cabello rubio y se retirĆ³. El Ćŗltimo turno de la ronda era de Jaime Lizarraga ChacĆ³n, Ć©l le guiĆ±Ć³ un ojo a Camilo y sin fanfarria, clavĆ³ su puƱo directamente en su palpitante virilidad, sin darse cuenta aplastĆ³ la gĆ³nada derecha entre su nudillo y el hueso pĆ©lvico de Camilo. De nuevo, Camilo pensĆ³ que iba a vomitar y cruzĆ³ los ojos cuando su boca quedĆ³ atrapada en una cĆ³mica forma de "O". Le temblaban las rodillas y le dolĆan tanto las bolas que pensĆ³ que se iba a caer.
Las bolas rojas y maltratadas de Camilo se veĆan impactantes contra su piel blanca.
Mientras tanto, Milton se acercĆ³ a RomĆ”n ChacĆ³n, su paso era un poco tambaleante, y procediĆ³ a enviar su puƱo volando contra las albĆ³ndigas carnosas del vaquero. Los ojos de RomĆ”n se cruzaron y dejĆ³ escapar un chillido, cuando fue el turno de David Aceituno, con una mortal carrera estrellĆ³ una patada en sus testĆculos. Las pesadas bolas del hombre rebotaban salvajemente y los demĆ”s miembros de su familia pensaron que el momento final habĆa llegado.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAY!
Pero RomƔn se mantuvo en pie.
Cuando llegĆ³ el turno del moreno MoisĆ©s incrustĆ³ dos puƱetazos en la ingle de RomĆ”n, se cambiĆ³ el turno e Israel ChacĆ³n usĆ³ su rodilla para torturar el escroto de Camilo.
—¡AAAAAAAY, MIS BOLAS!
Pablo estuvo observando el desarrollo del juego muy emocionado y se quitĆ³ la camisa para mostrar su poderosa parte superior del cuerpo. Nuevamente era su turno y los ojos de Camilo se cruzaron cuando sus manos de Pablo se adueƱaron de su entrepierna. Enseguida le cortĆ³ la respiraciĆ³n y lo hizo poner de puntilla.
El puƱo de Horacio se estrellĆ³ contra la ingle de Camilo, seguido de su hermano Dereck que utilizĆ³ una tĆ©cnica similar.
La bota de Erick solo pulverizĆ³ la bola derecha de RomĆ”n, aplastĆ”ndola severamente contra su pelvis.
—¡Oh! —gritĆ³ RomĆ”n, incapaz de concentrarse. Para su horror, su gruesa polla comenzaba a ponerse dura a pesar de que sus dos grandes y hermosas huevas estaban a punto de morir.
—¡SerĆ© yo quien ponga el punto final! —anunciĆ³ Lenin.
RomĆ”n estaba demasiado debilitado para escucharlo, pero sintiĆ³ el resultado.
—¡Mierda! —gritĆ³ cuando Lenin estrellĆ³ ambos puƱos como si fuera un choque de trenes contra su escroto, pulverizando sus enormes testĆculos el uno contra el otro.
Apenas convulsionĆ³ de dolor cuando lo golpeĆ³ una y otra vez. En su mente, RomĆ”n imaginĆ³ sus bolas comprimiĆ©ndose, aplastĆ”ndose hasta que quedaron planas.
—¡Oooh!
El vaquero pensĆ³ que Ćba a vomitar cuando en el turno de Ignacio golpeĆ³ su rodilla contra su escroto con tanta fuerza que sus gĆ³nadas se aplastaron a una cuarta parte de su circunferencia.
—¡Mierda!
Camilo gritĆ³ a todo pulmĆ³n cuando GastĆ³n, Jean y Jaime quisieron aprovechar su turno juntos y desataron al mismo tiempo patadas, puƱetazos, rodillazos y uppercuts con tal poder y velocidad que su escroto parecĆa una desinflada pera de boxeo.
—¡Por favor! —gritĆ³ Camilo.
—¿Por favor quĆ©? ¿Por favor, aplastamos tu pepitas —se burlĆ³ Jaime cuando su puƱo chocĆ³ contra el escroto blando de Camilo.
—¡Te gusta! —se riĆ³ GastĆ³n, mientras seƱalaba la polla gruesa y erecta de Camilo.
El escroto del joven estaba de un color alarmantemente negro y azul y se sentĆa mucho menos firme que cuando comenzĆ³ el juego y cuanto mĆ”s luchaba para mantenerse en pie, mĆ”s contundentes eran los golpes del trĆo. La gĆ³nada derecha de Camilo palpitaba y su izquierda se habĆa entumecido, apenas podĆa mantenerse de pie a pesar de que su polla estaba palpitando.
—¡Que se corra! —gritĆ³ Jean.
Los testĆculos de Camilo estaban hinchados y magullados, pero su polla comenzaba a latir. Era casi como si estuviera tratando de expulsar un Ćŗltimo precioso zumo de leche.
—¡Oh, mierda! ¡Voy! ¡Voy! —Camilo gimiĆ³ cuando su polla explotĆ³ en varios caƱonazos de esperma cuando cayĆ³ de rodillas.
Los abdominales de Jean y GastĆ³n quedaron pintados con gruesos hilos de esperma. Lo que hizo que ambos estallaran en carcajadas e inmediatamente ayudaron a Camilo a ponerse de pie. A pesar de que estuvo a punto de pulverizar su virilidad momentos antes, Jean masajeĆ³ suavemente las bolas de Camilo, haciendo rodar los Ć³rganos en sus manos haciendo una inspecciĆ³n, aunque un poco torpe, en busca de signos de daƱos graves.
—¡TodavĆa estĆ”n completos!
La multitud ChacĆ³n gritĆ³ emocionada por el triunfo del primo RomĆ”n, mientras Erick e Ignacio ayudaban a Camilo a sentarse mientras acunaba sus testĆculos muy heridos.
—¡Nuestro campeĆ³n, RomĆ”n ChacĆ³n! —felicitĆ³ Farid.
Pablo tomĆ³ el brazo de RomĆ”n y lo levantĆ³ en el aire. En la sala se mezclaban aplausos y gritos de felicitaciĆ³n que
RomĆ”n aceptĆ³ con sonrisa dĆ©bil mientras acunaba suavemente su escroto tan maltratado, le hizo una pequeƱa reverencia a la multitud, ignorando el dolor repugnante en su estĆ³mago.
RomĆ”n aceptĆ³ con sonrisa dĆ©bil mientras acunaba suavemente su escroto tan maltratado, le hizo una pequeƱa reverencia a la multitud, ignorando el dolor repugnante en su estĆ³mago.
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