La tortura de Benjamín (5/5): degustación del macho - Las Bolas de Pablo

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14 sept 2020

La tortura de Benjamín (5/5): degustación del macho



Contiene:

Ballbusting hombre/hombre


Tanto Pedro como Eloy con total asombro y disfrute, vieron cómo los grandes pies de Benjamín se levantaban lentamente del suelo, ¡y su peso corporal comenzó a apoyarse en sus brazos retorcidos hacia atrás! Los enormes músculos de los hombros del espía se hincharon y se tensaron mientras luchaba por soportar el enorme peso del joven desde un ángulo tan antinatural, que sus gritos y manera de retorcerse solo parecían aumentar su tormento brutal. 


Y lo más asombroso del momento era que Eloy no apartaba la mirada de la enorme polla del semental que seguía tan dura como el hierro, ¡a pesar de haber disparado las dos mayores cargas de semen en la historia de la humanidad! En todo caso, el poderoso falo parecía listo para lanzar otra carga titánica. Y Eloy estuvo dispuesto a lograr que Benjamín lograra ese objetivo. 

Pedro y Eloy hicieron subir las ataduras de cuerdas, manteniendo al espía suspendido del suelo. Luego Eloy se plantó ante Benjamín y estudió cada proporción de músculos de aquel delicioso cuerpo. El magnífico falo apuntaba directamente a su propia entrepierna, así que extendió una mano para agarrar esa enorme lanza de carne. 


Una descarga de emociones recorrió su brazo cuando tocó la poderosa arma del espía, y no pudo creer el calor abrasador que venía de su pene. Envolvió los dedos de su mano alrededor de esa estupenda circunferencia carnosa y apretó. Los dedos recorrieron el miembro empapado de sudor y semen. 

Dirigió su atención a los atados testículos, trasladó ambas manos para sostenerlos desde la parte inferior. El mero toque de los dedos hizo que todo el cuerpo del hombre se estremeciera y se dejara llevar por el dolor, Eloy cerró suavemente los dedos alrededor de las bolas torturadas.

Sin apartar las manos Eloy se arrodilló en el suelo, sin hacer caso del vasto charco de semen que empapaba sus rodillas, y comenzó a acariciar con reverencia esos asombrosos bultos de carne, la fuente misma de masculinidad en Benjamín Chacón. Tenía todo su poder como hombre en sus manos grandes y fuertes, tenía la absoluta certeza de que podría terminar para siempre con la magnífica virilidad de ese semental con un gran apretón de sus dedos. 

En cambio, soltó las huevas y se inclinó hacia adelante, inhalando el aroma embriagador y deliciosamente almizclado de esas enormes bolas, antes de abrir la boca tan grande como pudo y sumergirla en su boca hambrienta. Fue delicioso envolver los labios alrededor de un testículo tan grande, y Eloy se dio cuenta que nunca podría tener ambos cojones del espía en su boca, derrotado lamio el único cojón con su lengua.

Claramente Pedro no quiso quedarse por fuera, porque pronto se arrodilló al lado y se tragó el testículo izquierdo. Pronto, ambos estaban chupando con avidez las bolas más grandes que jamás habían visto, mientras sus manos vagaban arriba y abajo por el musculoso cuerpo de Benjamín: sus poderosos muslos, su enorme trasero, su torso, su espectacular pecho, hombros y brazos. Pero también acariciaron la gran bestia palpitante de polla que se balanceaba justo ante sus ojos. 

Ambos pudieron sentir la tercera carga acumulándose constantemente en las palpitantes huevas del macho. Sentían latir la vida y virilidad del testículo, y Eloy empujó su poderosa lengua contra el coco. 


La polla de Benjamín Chacón volvió a palpitar más fuerte que nunca, hinchándose más poderosamente ante sus ojos. Pedro y Eloy sabían que era el momento y, con una señal tácita, actuaron. 

Procedieron a morder los testículos de Benjamin entre sus molares. 

La reacción fue inmediata y espectacular. 


Benjamín lanzó el grito de dolor más agonizante hasta el momento, un aullido verdaderamente inhumano de dolor. Al mismo tiempo, su gigantesca polla dio un poderoso bandazo y una gigantesca cuerda de espuma salió disparada de su hinchada y purpúrea cabeza con una fuerza casi inimaginable. La enorme ráfaga de semen se disparó a más de la mitad de la habitación antes de que la segunda e igualmente masiva carga siguiente. 


El poderoso espía había alcanzado su tercer colosal orgasmo de la noche.

Los dientes continuaban firmes sobre los duros testículos casi irrompibles. 

Benjamín se resistió, gritó y tembló con una fuerza diferente a todo lo que había mostrado antes, porque podía sentir su propia virilidad siendo destruida lentamente dentro de aquellas bocas y manos poderosas. Aún así, en una demostración sobrehumana de fuerza de voluntad, aguantó hasta el noveno o décimo cañonazo potente de semen de sus entrañas antes de comenzar a gritar pidiendo misericordia. 


Eloy se encontró con la mirada de Pedro mordiendo el pedazo de virilidad torturada del espía, y ambos sonrieron con satisfacción. Continuaron machacando, destrozando y masticando sin piedad los bulbos carnosos del hombre durante el resto de su orgasmo anormalmente largo y copioso, con muestras de semen espumoso y espeso. Rastros de leche completamente sobrehumana para los estándares de cualquier hombre. 

Pedro y Eloy continuaron torturando las bolas de Benjamín durante unos largos segundos hasta que cedieron a las plegarias. Ambos soltaron los enormes segmentos de esferas, que inmediatamente volvieron a sus formas, envueltas en saliva. 

Los dos se levantaron, desataron la cuerda y bajaron lentamente al sollozante macho al suelo. El espía apenas era capaz de mantenerse erguido sobre sus propias piernas, sus grandes músculos temblaban con la tensión de soportar su gran masa muscular. 


La soga alrededor de sus grandes huevos también se aflojó, para gran alivio inexpresable del hombre, el color púrpura oscuro en sus testículos inmediatamente comenzó a desaparecer volviendo a recuperar algo que se acercaba a su color normal y saludable.

Fue ahí cuando un portazo y una docena de hombres armados llegaron al rescate del valioso espía Benjamín Chacón, Pedro y Eloy fueron obligados a levantar los brazos para irse presos por muchos años.

Aquella fue una de las tantas aventuras del espía Benjamín Chacón, hoy día director del Servicio de Inteligencia Nacional.


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