Reunión Familiar (5/5): Marido y mujer - Las Bolas de Pablo

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30 sept 2020

Reunión Familiar (5/5): Marido y mujer

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La fiesta ya había terminado, era más de las 11 de la noche cuando Lucas esperaba pacientemente en la intimidad de su habitación a su amada esposa Jenny, después de tantas aventuras al final era su mujer al pie de la letra.


Ella se estaba preparando en el baño mientras el marido la esperaba para celebrar la ansiada luna de miel, aunque no era la primera oportunidad en la que ambos consumaban su deseo y pasión sexual. 


A Lucas todavía le dolían las pelotas, de hecho, se acarició levemente los testículos con la punta de los dedos. Era un dolor suave pero dolor al fin y al cabo. El tamaño de sus testículos estaba por encima del promedio. 

—Desgraciados muchachos —sonrió el jugador de fútbol mientras agarraba su celular y escribía un mar de insultos en el grupo de compañeros de su selección. 

Días atrás le hicieron una no típica despedida de solteros. 

Darío

El entrenamiento de fútbol había terminado y Darío uno de los jugadores de la posición lateral se acercó a Lucas y lo agarró de las bolas con las manos exprimiéndolas juguetonamente.

Lucas hizo una mueca. —¡Darío, no, ay! 

Apuntó su mano para dar una palmada en la mano de su amigo. Y con rapidez, Darío lo soltó haciendo que se golpeara sus propias bolas colgantes.

Lucas jadeó de dolor —¡Ay! —gimió y se dobló, agarrando sus delicados testículos mientras Darío se reía a carcajadas.

—Así que en pocos días te vas a casar, amigo, necesitas una despedida de soltero especial —espetó Darío. 

—Lucas, se comportó como un canalla —intervino Lucas uno de sus mejores amigos—, no ha invitado a mucha gente a su matrimonio. Yo fui un afortunado pero muchos de ustedes no. 

—¡Que inmoral y que bajeza has cometido! —dijo Darío con falsa ofensa—. No has invitado por educación a tus amigos de deporte. Recuerda que estamos en las buenas y en las malas hasta que el contrato nos separe, pero no te preocupes, amigo igualmente te haremos tu despedida de soltero especial. 

—¿Sí? ¿Y de qué manera? —quiso saber Lucas. 

—Así —aseguró Darío. 

Con una fuerza atronadora y precisión infalible de futbolista, el pie de Darío chocó contra su objetivo. El empeine de su zapato se estrelló contra las poderosas bolas de Lucas aplastándolas en su pelvis.

A Lucas se le agradaron los ojos y su boca se abrió a medias. Dejó escapar un gemido jadeante. Se derrumbó en el suelo, agarrándose sus doloridas huevas y rodando adelante y atrás, gimiendo de dolor.

Eladio se agarró sus propias nueces como si él sintiera el dolor de su amigo. —Ay —murmuró.

Darío tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro. —¿Ves, Lucas? Tus amigos de la selección te estamos haciendo tu despedida de soltero especial aún así no nos hayas invitado a tu boda —se inclinó sobre Lucas, apartando sus manos y apoderándose de sus grandes testículos apretándolos ligeramente—. Son casi tan grandes como pelotas de béisbol, ​​¿estarás jugando en el equipo contrario?

Lucas gimió.

Aprovechado la distracción de Darío sobre Lucas y teniéndolo inclinado con las piernas separadas; Eladio se distanció un poco e inhaló profundamente. Luego tomó impulso y corriendo, pateó la entrepierna de Darío. El empeine de su zapato colisionó perfectamente con las piernas abiertas del futbolista desde atrás, aplastando sus huevos contra su cuerpo y haciendo saltar al muchacho en el aire. 

El desprevenido Darío gritó fuertemente, abrió sus ojos como platos y a su vez, como reacción cerró más su mano apretando los cojones de Lucas.

Ambos hombres gritaron desesperados y Darío cayó de boca sobre Lucas. 

Eladio observó a Lucas y Darío tirados en la grama, retorciéndose de dolor, agarrando sus pobres y doloridas huevas. Enseguida se echó a reír. 

En aquel momento Lucas dejó de recordar, pues su esposa Jenny enseguida salió del baño y comenzó a bailar sensualmente en el umbral de la puerta. Vestía una ajustada lencería femenina que puso su polla a mil, haciendo una notoria y grosera carpa en su bóxer. 

—Ven, Lucas —lo invitó la única hembra de los hijos de Marcos Chacón, ella le guiñó un ojo y siguió bailando moviendo el trasero. 

Lucas se acercó a ella y le repegó su cuerpo. Jenny, sintió como movía su bulto contra sus nalgas.

Lucas la abrazó entregándole diversos besos mientras le besaba el cuello y frotaba su erección en Jenny, se le había olvidado su ligero dolor de bolas. La colocó a su frente y se deslizó cerca de su entrepierna. Bajó un poco su tanga y pasó su lengua por el coño, los labios de la muchacha soltaron un gemido. Iba de abajo hacia arriba, a veces la metía o jugaba con el clítoris. 

Lucas se levantó y ambos intercambiaron caricias, Jenny agarró la pretina del calzón de Lucas y lo hizo salir por sus fuertes piernas. Su verga ya estaba totalmente parada y lista para trabajar.

La inclinó contra una mesita y tocando sus tetas la penetró; despacio, sin prisa alguna y disfrutando cada milímetro de la caliente cavidad. Fue delicado, en sus movimientos.

Aún así, Jenny gimió de dolor. Una lagrima ya había caído sobre el escritorio en el cual se sometía a su nuevo marido.

Cuando las embestidas comenzaron a tener un ritmo más acelerado, sintió como sus tetas desnudas se frotaban contra el escritorio gracias a su movimiento. Lo frío de la madera había puesto duros sus pezones.

Lucas le dijo palabras amorosas (y otras sucias), con la respiración agitada y voz ronca.

Los labios de Jenny no podían evitar dejar salir un montón de gemidos, una combinación de dolor y placer invadía su cuerpo, pero pronto fue interrumpido cuando la tomó por el cabello y comenzó a penetrarla con más fuera y hasta el fondo.

Estaba privada, no podía ni siquiera respirar con claridad y Lucas lo sabía y poco le importó. Siguió penetrándola. Pronto el dolor cesó y el placer se apoderó de sus gemidos. Sentía como sus tetas daban saltos con cada penetrada y como las grandes bolas del futbolista golpeaban su culo sin cesar.

—No pares mi amor, dame más —gimió como pudo.

Jenny se mordió los labios para no gritar y despertar a los vecinos en las habitaciones y los gemidos de Lucas indicaban que él y su pene lo estaban disfrutando. 

En pocos segundos Lucas lanzó un pequeño gruñido y Jenny sintió un líquido caliente y viscoso bajar por sus piernas, seguido de un suspiro largo del macho.

Ella se dio la vuelta y se abrazó y besó ante su sudado y amado Lucas. 

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