EL NUEVO SEGUNDÓN 13/17: CASSANDRA CAIN - Las Bolas de Pablo

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19 sept 2020

EL NUEVO SEGUNDÓN 13/17: CASSANDRA CAIN

   Escrito pot: FerchoMX

   Me encuentro en una celda de dos metros de largo, por uno de ancho, estoy desnudo, no cuento con cama ni sanitario. Debo dormir en el helado piso, sobre mis propias excreciones, ¿qué más da? eso y más merezco. No tengo ganas de levantarme, sólo quiero cerrar los ojos y nunca despertar. Se abre la puerta de mi encierro, frente a mí, está una mujer alta, vestida de negro, parece ninja, el largo de su cabello oscuro sobrepasa ligeramente su hombros, lleva un emblema dorado de murciélago en el pecho. Esos “ojos de regalo” que se asoman por los huecos de su antifaz, me indican que es Cassandra Cain, espero que venga para matarme.

   –¡Muévete! no tenemos mucho tiempo –dice, yo me quedo mirándola como estúpido.

   Ella me jala de los tobillos, quiere arrastrarme fuera, yo me resisto y lucho, no deseo salir, merezco estar aquí. Para someterme, comienza a patear mis desnudos testículos varias veces, hasta que consigue sacarme de mi celda.

    –¡Qué difícil me haces esto! ¡Levántate! –me ordena, yo la ignoro.

   Cassandra aplasta mis bolas contra el frío piso, siento mucho dolor, comienzo a gritar, mi actual estado de ánimo me impide resistir la tortura.

   –¡Por qué no solo me matas! –le grito, ella deja de castigarme, tembloroso me encojo en posición fetal– mátame, por favor… o déjame algo con lo que pueda hacerlo yo mismo.

   La mujer se arrodilla, sujeta mi cabeza para forzarme a verla a los ojos.

   –Bruce está vivo, fue revivido en el Pozo de Lázaro –ella me dice–. Pero él, Dick y Katy, están presos en ‘Eth Alth’eban, todo fue una trampa, un plan malvado de Talia y Ra’s al Ghul para someter a la Liga de la Justicia, crearon un dispositivo de control mental tomando como base tu interfaz telepática. Tú no mataste a Bruce, Red lo hizo, tu traje era el que te hacía violento.

   Espera ¿qué? ¿cómo que Red lo hizo? ¿Bruce no esta muerto? ¿está vivo?

   –Talia lo hackeó mientras estuviste en la Liga de Asesinos, su plan era guiar a todos hacia una emboscada. Superman, Mujer Maravilla, Flash y Flecha Verde están bajo el control de Ra’s, creemos que próximamente ellos convertirán a cada superhéroe de este mundo. Superman incluso irrumpió en la baticueva para asesinar a Tim, Bárbara y los demás.

    ¿Superman? ¿y Barbie? ¿y Tim? ¿y Damian? no me digas que el maldito los mató.

   –No te preocupes –dice ella al notar mi sobresalto– están todos bien, Tim uso un traje de kryptonita y le dio una paliza, se refugian en Oráculo, debemos reunirnos con ellos. Jason, esto es importante, el futuro del mundo depende de nosotros.

    No entiendo completamente todo lo que me dice esta mujer, pero entiendo que Bruce está vivo y que estamos metidos en un lío muy grande. Debo dejar atrás mi miseria y autocompasión. ¡Maldita Talia! ¡malditos al Ghul! los voy a asesinar con mis propias manos. El juego perverso, del cual me convirtieron en un mero peón, lo van a pagar caro.

   Cassandra es asombrosa, llego aquí sin hacer sonar ninguna alarma de la prisión, se infiltró sin llamar la atención. Blackgate es un penitenciario de altísima seguridad, este sitio fue diseñado para retener a gente como yo, expertos combatientes, prodigios atléticos, con un gran intelecto. Se ubica a veinte kilómetros mar adentro, sobre un enorme peñasco, ella debió haber nadado hasta aquí. Mi celda se encuentra en un sótano a cincuenta metros bajo tierra, para descender, solo existe un elevador, que requiere un exhaustivo reconocimiento biométrico, esta mujer logró burlarlo. ¿Ahora lo entienden? por qué el apodo que le puse es “hazme un hijo”. ¡Hazme un hijo, Cassandra Cain! Si me hubiera rescatado la “nalgas miadas” (inexperta) de Stephanie, todo el lugar estaría lleno de luces rojas y sirenas.

   –¿De casualidad llevas contigo un GV-130? – le pregunto, ella asiente, saca el dispositivo de su cinturón y me lo entrega.

   Este tipo de aparatos son terminales portátiles que los programadores usamos para vulnerar sistemas. ¡Listo! en tan sólo diez segundos, toda la prisión está bajo mi control. El elevador se abre, ya no nos pedirá ningún reconocimiento biométrico. Yo pensaba entregarme, preparé todo, estudié la seguridad de aquí y de Arkham, para cada lugar cuento con una decena de planes de escape y tengo gente infiltrada entre los presos y guardias. Salir de Blackgate, es pan comido.

   –Este mismo elevador nos debe llevar a un helipuerto, ya he dado instrucciones para nuestro despegue –digo a Cassandra, quien no puede ocultar su asombro. Espero que esté pensando: “Hazme un hijo, Jason Todd”, por lo genial que soy.

    Al llegar arriba, el helicóptero ya está encendido, esperando a que abordemos. Somos recibidos por un séquito de diez guardias de seguridad que me hacen una reverencia y me entregan varias prendas: ropa interior, un pantalón, botas militares, una playera, todo en color negro, además de un chaleco táctico gris, una chamarra de cuero café y un casco rojo.

   Antes de poder abordar, somos rodeados por un grupo de veinte ninjas, quienes fácilmente matan a los guardias y a nuestro piloto. Son asesinos de la Liga. Comenzamos a combatir contra todos ellos, Cassandra es muy hábil, es un deleite verla luchar aunque sea de reojo. Yo utilizo como arma, el casco que no alcancé a ponerme, durante el combate, este acaba tirado en el piso.

   –¡Son capitanes! –grito para avisar a Cassandra, no sé si entienda a lo que me refiero, pero significa que son de cuidado.

 La leyenda viviente, David Cain.
   Uno de ellos saca una bazuca y dispara a nuestro helicóptero, haciéndolo estallar, inmediatamente después, otro hombre llega por detrás y le corta el cuello. Es David, mi mano derecha, un hombre recio y embarnecido de cincuenta años, a sus espaldas aparece otra aeronave que comienza a disparar para cubrirnos, es James. Cassandra y yo corremos hacia este helicóptero, antes de abordar, David se asegura de asesinar a todos nuestros enemigos, no puedo creer que ese cabrón sea tan fuerte. ¡Hazme un hijo, David!

  –Toma rey, se te cayó tu corona –me dice David, mientras me entrega mi casco rojo, estamos en el helicóptero. La ropa que traigo es simbólica, Red, esta en posesión de la batifamilia.

   –¿Cómo supieron cabrones? ¿quién les avisó? –les pregunto.

   –Agradécele a mi hija –David señala a Cassandra con la mirada. ¡No te mames! ¡no es cierto!

   –¡No! tú… ella… no eres Vergara ¿eres el maldito David Cain? eres una puta leyenda viviente, escuché muchas historias sobre ti en la Liga de Asesinos. Pinche David ¡Verga “wey”! me la jugaste cabrón. ¡Cómo no me di cuenta! eso explica muchas cosas –no doy crédito a lo que estoy escuchando, David ríe satisfecho– No hay registro de tu cara por ningún lado cabrón, ya sabía que habías dejado a la Liga, probablemente para criar a Cassandra, lo investigué todo, pero ¡“wey”! todavía no me lo creo.

  –¿Qué me dices de ti culero? yo tampoco sabía que tú eras el maldito Jason Todd, nunca nos dijiste que fuiste un puto Robin –responde David. Nuestro helicóptero se sacude, James nos dice que fue algo de turbulencia.

   –¿Y tú, “Tino”? ¿tienes alguna sorpresita? ¿algo que quieras decirme? –Le pregunto sonriente a mi piloto.

   –“Yo soy tu padre” –responde emulando la voz de Darth Vader a manera de broma– No me llamo James Williams, pero ni creas que te daré mi nombre real.

   David y James nos dejan en la ciudad,  les entrego la chamarra y el casco en caso de que los necesiten para hacerse pasar por Capucha Roja, James tiene una complexión muy similar a la mía, extrañamente, él se despide de mí con un fuerte y cálido abrazo. Mientras caminamos por las calles de Gótica, Cassandra saca una bolsa comprimida de la espalda de su traje, había comprado ropa para mí, al no necesitarla, la lanza hacia un contenedor de basura en un callejón, yo la intercepto y comienzo a desvestirme, apenada, la chica se voltea.

   –¿Para qué te das vuelta? Ya me viste desnudo, hasta me pisaste las bolas –le digo mientras me coloco las prendas que ella compró.

   –Ah, sobre eso… perdón –me dice con vergüenza– no me dejabas sacarte de tu miseria.

   –Creo que para mantener un perfil más discreto, es mejor usar lo que tú compraste –le digo al terminar de cambiarme.

   Un pants deportivo gris, unos tenis genéricos y una playera blanca que dice “Yo (Corazón) Gótica”, es la ropa que me compró. Mentí, no me puse estas prendas por los motivos que le di, la verdad es que tiene años que nadie compra nada pensando en mí, aunque ella lo hiciera como parte de la misión, me hace muy feliz usar algo que alguien más me regaló. Después de todo, ayer fue mi cumpleaños.

   –¿Dónde compraste esto? –le pregunto.

   –En el aeropuerto –responde– no tienes idea las que he pasado para rescatarte.

    Cassandra me cuenta que se hizo pasar por Nightwing durante seis semanas, que en el último año ha estado investigando el paradero de su madre biológica (chócalas), quien resultó ser una asesina profesional, miembro de una organización secreta que habita en una ciudad, también secreta, llamada 'Eth Alth’eban (chócalas de nuevo). Dijo que Bárbara le ayudó a investigar más con Oráculo y que se reunió con Damian para preguntarle cómo llegar ahí, le platicó de su búsqueda y de lo importante que era para ella encontrar a su madre. Todo esto pasó antes de mi captura.

   –¿Y sabes qué me dijo ese hijo de su… Talia madre? –me pregunta retóricamente esta mujer de veinticuatro años, con hermosos rasgos asiáticos– él dijo “no te conozco. ¡Piérdete!” y se fue acompañado de su perro gran danés ¿Cómo lo ves?

   No puedo evitar reír, eso es tan Damian. Me platica que cuando ejecutaron el plan para mi captura, ella dijo “qué hueva, al tipo ni lo conozco, bye” según, tenía cosas más importantes que hacer, como buscar esa dichosa ciudad secreta que se sabe está en algún lugar de Asia. Se encontraba en su vuelo rumbo a China, cuando Bárbara la llamó y le contó lo que había pasado con Bruce. Ella le avisó que Dick estaba organizando una misión para que toda la familia y la Liga de la Justicia fueran a ‘Eth Alth’eban, que el niño los iba a guiar.

   –¡Fuck my life! maldito mocoso de mierda ¿ves la ironía Jason? yo atrapada a diez mil metros de altura, casi llegando a China y todos yendo para allá –me comenta indignada, yo me río a carcajadas, ella no se molesta, por la forma en que me mira, creo que me cuenta todo esto para alegrarme–, pero por algo pasan las cosas. Compré, antes de aterrizar, con mi celular, un boleto de regreso y corrí como loca por toda la terminal, dejé mi maleta, no tenía tiempo para recogerla. Ya estaban cerrando la puerta del vuelo a México, ¡llegué pisando raya!

   Voló de ida y vuelta a China ¡qué cagado! Durante su trayecto de regreso, Bárbara le habló nuevamente y le dijo que todo había sido una trampa, ella aprovecha para contarme con detalle lo ocurrido con la familia y los al Ghul. Barbie le pidió mantener un bajo perfil, alejarse de cualquier superhéroe que se le acercara y le asignó la misión de sacarme de Blackgate y llevarme a Oráculo. Es increíble, como desde una silla flotante, esa mujer mueve todos los hilos.

   Cassandra me cuenta que creció siendo entrenada por David, él la enseñó a guardar silencio y observar a sus oponentes, esto la dañó al punto de que era casi muda, solo hablaba con monosílabos, a cambio, adquirió la habilidad de anticiparse y leer los movimientos de sus enemigos, ella podía fácilmente darle una paliza a Batman. Hace un par de años, Chica Marciana, con buenas intenciones, entró en su mente y corrigió su problema de lenguaje, pero afectó la otra habilidad, ya no era tan buena combatiendo. Por eso, abandonó el manto de batichica y se dedicó a buscar a su madre. Según ella, a pesar de ser altamente eficiente en combate, no es ni la sombra de lo que solía ser.

   –Tenemos nuestros problemas, pero en general no me llevo mal con mi padre, él me dijo hace tiempo, que llegó un nuevo criminal que tenía una visión para Gótica, que quería seguirlo y apoyarlo en todo lo que fuera necesario. ¡Mi papá! él no es un seguidor, él es un líder, como ya te habrás dado cuenta –Cassandra me dice– Él te eligió a ti, Jason, puedo entender por qué, no sé si sepas, pero tienes una presencia avasallante, estar junto a ti es un poco intimidante, posees un aura similar a la de Bruce ¿no te lo han dicho?

No, nadie me lo ha dicho, no creo que sea verdad, pero gracias.

   –Cuando te saqué de Blackgate, te vi ascender de la miseria a la gloria, en sólo diez minutos. Miro esos ojos claros que tienes y me pregunto ¿qué devenires habrá pasado este hombre? volviste de la muerte, eres la mamada.

  –Ya sé que soy la mamada, más puedes llamarme “el puto amo” –le digo sonriendo mientras me pongo unos lentes oscuros, que recién encuentro en la guantera del vehículo donde nos encontramos, ella se ríe– “The fucking dopest” si prefieres el inglés.

    Hemos estado viajando por horas y cambiado de vehículo en tres ocasiones. Nos dirigimos a una locación segura para abrir un portal y llegar a nuestro destino. Esta mujer me hace el día, me sube el ánimo, es como un bálsamo para mí.

   –Gracias Cassandra, por todo… “hazme un hijo”.

   –¿Qué? –me pregunta ella. ¡Mierda! se me escapó

   –¿Qué de qué? –respondo apenado.

   –¿Qué dijiste?

   –¿Lo escuchaste? era un pensamiento –le digo mirando hacia la ventanilla.

  –¿Y bien?

   –Es un cumplido –le explico– significa que te admiro y te respeto, investigué a la familia cuando regresé y a cada uno le asigné un apodo, el tuyo es “hazme un hijo”, por que eres altamente eficiente y meticulosa.

   –Así que te dedicaste a ponernos etiquetas. Eres un patán –me dice– un patán con muy buenos atributos eh –señala mi entrepierna con la mirada.

   Es raro, acaba de elogiar mi hombría, sin embargo, yo me siento… ¿avergonzado? me encontraba sentado con el compás abierto, como el macho, poderoso y confiado que soy. Después, de su comentario, cerré mis piernas, me cubrí con las manos y me volteé hacia la ventanilla de copiloto. La miro con disimulo, ella se siente aún más apenada, seguro cree que quedó como una acosadora pervertida.

   –¿Qué pasa contigo? –pregunta molesta después de unos segundos– Bárbara me dijo que eras un güilo, libertino que se le lanzaba a cualquier cosa que se moviera ¿por qué no me has tirado el perro?

   –¿Quieres que lo haga? –le pregunto. Mi comentario provoca que se ponga roja cual jitomate, ahora ha quedado como una rogona. ¡Soy un imbécil! esta mujer me ha tratado bien y yo a cambio, la hago sentir mal.

   –Olvídalo –me dice molesta, continúa conduciendo en silencio. La verdad es que sí sé qué es lo que me pasa con ella.

  –Eres hija de David –le digo.

   –¿Eso qué? ¿acaso le tienes miedo a mi papá?

   –Eres muy bella, totalmente mi tipo, me gustan las mujeres rudas y altas, es solo que… –me detengo.

  –Dime, aún nos quedan como tres horas de viaje.

   –Estaba pensando… si un hombre como David pudo tener y criar a una hija como tú, tal vez… –yo suspiró con melancolía– tal vez yo podría también tener una hija… o un hijo y… formar mi propia… –vuelvo a suspirar– familia.

   ¡Listo! ya lo dije, es lo que ha rondado por mi cabeza desde que me enteré que es hija de David. Hasta hoy, pensaba que alguien que ha llevado la vida que yo he tenido, jamás podría darse el lujo de formar su propia familia. Ahora, creo que hay esperanza para mí, no en este momento, por supuesto, dentro de unos diez años, quizá. Eso es lo que he venido pensando. Después de todo, muy en el fondo, no soy más que un huérfano que siempre deseo formar parte de una.

   –No sólo eso –continúo diciéndole– también pensé, en si me gustaría que mi hija se topara con un hombre como yo y… –nuevamente suspiro– la verdad no soy alguien que valga la pena. Pero, créeme cuando te digo, que eres realmente bella Cassandra –lo digo sonriendo, hasta me quito los lentes oscuros, para que pueda ver en mis ojos, mi sinceridad. Quiero que sepa lo que pienso– tú eres alguien que sí vale la pena, por eso no te he lanzado el perro, tú mereces más.

   Por un breve instante, me mira conmovida por lo que acabo de decir.

   –Eres hija de David, por eso, yo voy a cuidar de ti y te voy a proteger –termino diciéndole.

   –Yo no necesito ser protegida por ningún hombre –me responde indignada. ¡Verga! no doy una con esta mujer empoderada.

   –Perdóname, no era mi intención ofenderte –le digo y me volteo hacia la ventanilla, mejor cierro la boca, no vaya a ser que la cague de nuevo.

   No quise insinuar que es débil, al contrario, mi intención era hacerle saber que de cierta forma, aunque hace pocas horas que la conozco, ella realmente me importa. Siento algo en mi nuca, es su mano, está frotándome el cuello suavemente. ¡Ay no! ya se me paró la verga. Como si me leyera el pensamiento, me dice.

   –Espero que no estés fanfarroneando Jason Todd, por que para mí, tú también eres alguien especial. Siempre que estemos juntos, soy yo, quien te protegerá y cuidará de ti ¿entendido? –ella me jala de la patilla.

   Posteriormente alcanza mi mano y la sujeta entrecruzando nuestros dedos. Se siente tan bonito, desde hace años, cuando salía con Bárbara, no me tomaba de las manos con nadie, nuestras manos permanecen unidas por el resto del viaje ¡bendito sea quien inventó la transmisión automática!


   Llegamos a Villa Chica, nos ubicamos en medio de un campo de maíz, es la locación exacta que Bárbara le dio, ella activa el portal para tele transportarnos. El nuevo Oráculo es impresionante, iluminado y brillante, el color predominante en el lugar es el blanco, con terminaciones y acabados de aluminio y acrílico, muy al estilo de Barbie. Es como entrar a una lujosísima nave espacial. A unos pasos del centro de control principal, hay un pasaje con amplias ventanas, desde donde se puede apreciar una infinita granja de servidores, consistente en varias centenas de niveles, de miles de metros cuadrados cada uno, un ejército de drones, patrullan los pasillos para darles mantenimiento. Creo, que acabo de tener un orgasmo y ensucié mis pantalones, ¿recuerdan que hace tiempo encontré información que indicaban que este lugar iba a ser cincuenta veces más poderoso que el antiguo Oráculo? Al parecer eso solo era el primer boceto, este sitio tiene un poder de procesamiento inconmensurable.

   –Traje lo que me pediste Barbie –ella le dice.

   –¡Cassie! –grita Stephanie desde veinte metros de distancia.

   –¡Fanny! –grita Cassandra con igual potencia, corren para abrazarse.

   –¿Como estas, manis? ¿qué has hecho? me gusta tu corte –comenta Stephanie.

   –Como siempre, haciendo encargos para “La Patrona” –responde mirando a Bárbara–  por fin me corté el horrible fleco que traía ¿lo recuerdas?

   –No se te veía tan mal –responde la niña Brown.

   –¡Esa Cass! –Tim la abraza y le da un beso en la mejilla.

   –¡Tim, estas enorme! ya eres tan alto como yo –le dice al chico.

   –¡Ya mido 1.80! –comenta orgulloso levantando el mentón– logré crecer un poco más.

   No solo creció en estatura, ahora que lo veo con más detenimiento, también ha ganado masa muscular, ya no es tan flaquito. Mi pequeño Tim ya es un hombre.

   –Hola bebé– saludo a Bárbara levantando una ceja, sonriendo con la trompa parada.

   –Bienvenido, guapo –ambos nos reímos, tengo la cara deforme gracias a la paliza que me dio Tim en el acantilado, en este momento soy todo menos guapo.

   –Amo Jason, sígame por favor –Alfred se para frente a mí, me doy la vuelta para no verlo. Jamás, en toda mi vida, me había sentido tan avergonzado como en este momento. Alfred se coloca nuevamente frente a mí y me abraza–Todo está bien amo Jason, ya está con su familia, no se preocupe.

   El mayordomo me lleva a otra habitación para curarme. Luego, de una hora y cuarenta minutos, vuelvo revitalizado, Alfred no solamente me dio cuidado médico y regresó mi cara a la normalidad, también me ayudó a hacer las paces conmigo mismo tras lo ocurrido. El viejo realmente me quiere mucho y yo a él.

   –¡Jason! –exclama Damian, mientras corre a mi encuentro seguido de su ya famoso perro. Yo me cubro inmediatamente la entrepierna

    El niño se detiene en seco, su perro también, entrecierra los ojos y cruza los brazos enfurruñado. Pasados unos segundos, cedo y retiro las manos de mi entrepierna. Damian corre para darme, no uno, no dos, ¡cuatro puñetazos en las bolas! este pants no me protege en absoluto, yo me agacho debido al dolor, al hacerlo, mi cabeza queda a la altura del perrote gran danés, éste me olisquea y lame toda mi cara. El chamaco salta a mi espalda y dice.

   –¡Arre!

   –Sí, patroncito –respondo con un tono sarcástico. Damian me da un tour por todo el lugar, Titus nos acompaña.

   Bárbara trabaja creando una vacuna que contrarreste el control mental, para hacerlo, necesita acceder a la parte de Red que permite la sincronización con el pensamiento, Tim no ha tenido éxito hackeando a Red, al ser yo su creador, la mujer me pide respuestas. Yo le digo la verdad, que fue un accidente, alguna línea de código que se quedó abierta y le permitió a Red aprender, evolucionar y escribir su código por sí solo. Admito que estaba chavo, tenía dieciséis y experimentaba, lo hacía por diversión, no me lo tomaba tan en serio. Ni yo mismo sé como Red llegó a ser lo que hoy es.

   –Si hubieras pedido ayuda a Lucius para desarrollar tu interfaz telepática, pero no, siempre quisiste resolver todo tú solo –Barbie me reprende– ¿Ves esto? –ella extiende sus manos mostrándome su nuevo Oráculo– Lucius y Luke me ayudaron a crearlo. Aún recuerdo cuando tú y yo creamos la primera versión, tardamos años, dedicábamos muchas horas cada día.

   –La pasamos muy bien entonces –respondo arrodillándome frente a ella– tengo muy buenos recuerdos de eso.

   –Hubiera sido mucho más fácil pedir ayuda. Jay, confía, si no es en nosotros, busca en quien confiar y pide ayuda si lo necesitas –ella comienza a acariciar mi pelo con ternura– mira los problemas en los que te has metido y en los que nos has metido, por las malas decisiones que has tomado, todo, porque no pediste ayuda cuando debías –Barbie sujeta mi rostro con ambas manos y junta su frente con la mía– cuentas con nosotros, siempre puedes contar conmigo, yo estaré ahí para ti, mi Jay.

    Apoyo mi cabeza sobre su regazo, ella me acaricia tiernamente el cabello y los hombros durante varios minutos. Esta mujer jamás me ha traicionado, hace ocho años estaba convaleciente en un hospital y tampoco sabía nada. A diferencia de Tim, en quien también confío, con ella no siento vergüenza alguna de confesar mis peores errores y mis más grandes pecados. Ha llegado el momento de dejarte ir Bárbara Gordon, nuestra relación ha alcanzado un nivel superior y me alegra poder aceptarlo.

   –¡Échenles agua! –grita Damian. Yo levanto mi cabeza, sujeto sus manos, las beso con cariño y digo a Bárbara lo que siento por ella.

   –Eres mi mejor amiga, no hay nadie en quien pueda confiar más.

   –Jay –musita conmovida, acariciándome el rostro mientras me pongo en pie.

    Pido a Bárbie, utilizar su tecnología virtual, para crear un holograma en tiempo real que me permita conversar cara a cara con Red. En un tubo transparente, frente a todos nosotros, aparece él, luce como yo, pero con varios años más.

   –¿Cómo pudiste traidor pocos huevos? eras mi compa –le reclamo– yo confiaba ciegamente en ti cabrón.

   –No fue mi culpa. Cuando, llegamos con la Liga de Asesinos, tú te olvidaste de mí y ellos se dedicaron a hackearme.

  –¿Estas diciendo que este pedo es mi culpa?

  –Simón, como todo –responde Red, yo me indigno– después de lo ocurrido con Harley Quinn, yo juré que no iba a ser hackeado de nuevo, pero lo consiguieron, ya eran cien personas trabajando juntos para romper mis defensas, tardaron tres años.

   –¡Tú mataste a mi padre! no quieras hacerte la víctima, puto –le respondo enojado.

   –¡Sí soy la víctima, verga! –responde él– Perdóname Jay, perdónenme todos. Siempre he estado ahí para apoyarte. Yo mismo estuve luchando contra ese maldito código que te volvía agresivo, tú deberías haber sido violento todo el tiempo, sin embargo, solo cuando te enojabas, era cuando yo no podía controlarlo, si haces memoria, la mayor parte del tiempo juntos, tú estabas en pleno control.

   –Ahora resulta que eres un santo y que debo agradecerte.

   –No cabrón, pero eres mi compa, te salve la vida y lo haría mil veces. Yo consumí todos mis recursos para salvarte a ti y a Tim. Incluso desvié la bala que le disparaste a Nightwing, creé un arma con el cañón defectuoso, nunca hubieras atinado a su cabeza.

   –Espera, yo salve a Dick –interviene Tim.

   –No fue así carnal, rectifícalo con tu memoria fotográfica –le dice Red– mi plan era que al dispararle, Dick viera que no lo mataste y tú, al ver que te atrevías a matarlo, te tranquilizaras y se reconciliaran.

   –Ajá ¿y Tim interfirió en tu brillante plan? –respondo con incredulidad.

   –¡No maches, es cierto! –exclama Tim abriendo los ojos– el disparo ya había sido hecho antes de que mi batarang golpeara la mano. La bala no fue desviada por mí.           

   –Si eres tan bueno ¿por qué no nos dejas acceder a tu código? –le cuestiono.

   –Eso no se lo permito a nadie, es un protocolo automático, yo no lo controlo, si quieres hackearme, tienes que forzar tu entrada –afirma Red.

   –Me alegra que no seas malo Red, la verdad me caías muy bien –le dice Tim tocando el tubo transparente– yo te perdono.

   –Tú también me caes chido –responde Red juntando simbólicamente su mano con la de Tim– no solo por que Jason te quiere mucho, fuiste muy cuidadoso cuando me tomaste para envolverme alrededor de tu cuello, luego, en el callejón, me depositaste sobre su pecho con suavidad.

   –Quería corresponderte por salvarme –dice Tim.

   –Eres muy buen hacker, estoy seguro de que tú solo, lograrías en seis meses, lo que la Liga de Asesinos logró en tres años con un centenar de personas.

   –Y tú eres la pieza de tecnología terrestre más fascinante que he visto –el muchacho le responde.

   –¿Les consigo un cuarto? –comento irritado. Tim da varios pasos hacia atrás– No tenemos seis meses Red, dame alternativas, ayúdame cabrón.

   –Hay una forma, es más complicada que esperar seis meses, pero puedes intentarlo –dice él– ¿Recuerdas el simulador virtual de Bárbara? si entramos ahí, tú y yo podemos combatir. Si logras someterme, estarás forzando tu entrada y podrán acceder a mi código fuente libremente.

   –¿Por qué dices que eso es complicado? para mí suena fácil –le pregunto.

   –¡Ay Jay! por que yo soy tú, nuestras mentes han estado sincronizadas por mucho tiempo, yo sé, lo que tú sabes, conozco todas tus técnicas y patrones de combate, soy un software, puedo anticiparme a ti, no hay forma en la que puedas ganarme.

   –Ya lo veremos –le digo y finalizo la conversación.

   Algo no anda bien, todos me han recibido con amabilidad, excepto Tim. Él orquestó mi captura con el único fin de reconciliarme con la familia y ahora que esto ocurre, no hemos cruzado palabra, ni un saludo. El chico prefirió entablar una conversación con Red, antes que conmigo.

   –¡Qué hay! –le digo, está sentado frente a la computadora central, no me responde, incluso voltea la cara para no verme. Es peor de lo que pensé, si tengo que arrodillarme para arreglar las cosas con él, estoy dispuesto a hacerlo, este chico merece eso y más –Yo lamento lo que pasó, tú fuiste el único que me dio la bienvenida y me defendió, creíste en mí y te decepcioné. Perdóname Tim, por todo, yo lo siento mucho, en verdad, perdón ¿sí? por favor.

   Los ojos de Tim comienzan a humedecerse, le tocó el hombro y es entonces cuando el chico se desmorona, yo inmediatamente lo abrazó, él permanece sentado.

   –Yo quería asesinarte, quería pisar tu cráneo hasta deshacerlo y matarte –expresa Tim– ni siquiera tenía puesto a Red, mi violencia no tiene justificación, yo quería que murieras y ser yo quien lo hiciera, yo no soy así Jason, yo…

   –¡Wow! si que eres un enfermo Tim Drake –comenta Damian detrás de él, el niño se había acercado furtivamente– ni yo tengo esos instintos asesinos. Eso es de gánsteres.

 Yo lo reprendo con la mirada, él gira los ojos hacia arriba y tuerce su boca.

   –Tim, eres una excelente persona, pero eres humano, no eres perfecto, no eres un santo, no seas duro contigo mismo, todos cometemos errores, yo más que nadie, debemos aceptarlos y aprender de ellos. Te detuviste, dejaste de patearme, yo sé quien eres por dentro –coloco mi palma sobre su pecho– y tú lo sabes también. Fue una reacción normal, acababa de asesinar a tu padre, a nuestro padre, yo lo merecía. Ni siquiera me cruzó por la cabeza que podías sentirte mal por eso, a mí no me importa, mucho menos debe importarte a ti, déjalo ir.

   –Sí, Tim, no seas ridículo –le dice Damian frotando su espalda. Pasados algunos minutos le pregunto.

   –¿Todo bien?

   –Todo bien –responde poniéndose de pie, nos damos un abrazo corto. Al separarnos, Damian queda entre nosotros, el niño extiende velozmente sus palmas a los costados, golpeándonos en las bolas, ambos nos agachamos sujetando nuestras entrepiernas, esto provoca que nuestras cabezas se estrellen entre sí, el niño sale corriendo. Stephanie y Cassandra ríen de la escena a unos metros de distancia.

   Aprovechando que estaba agachado sobándome las bolas, Stephanie pasa su brazo por mis hombros y me dice.

   –¿Y bien, Jay? ¿tienes alguna estrategia para vencer a Red?

   –¿Jay? ni siquiera Tim me llama Jay –le digo.

   –Pero yo sí y te aguantas –responde imperativamente.

   –No tienes idea lo que ha hecho Steff por ti, aún sin conocerte, me ayudó a investigar tu pasado, fue a una clínica donde ella…  –Tim se detiene apenado.

   –Ya lo sé Tim –le respondo– los investigué a todos al volver a Gótica, recuerdo los papeles que me diste aquel día. Ella fue a “esa” clínica. La neta se rifó.

   –No solo eso, mientras todos estábamos alterados por la muerte de Bruce, ella fue la única que dijo “no es normal, algo pasó con Jason” me pidió usar mi memoria fotográfica para analizar ese momento y descubrimos la verdad.

   –Cállate Tim ¡qué vergüenza! –dice la niña tapándose la cara con una mano mientras mira hacia otro lado.

   –Steff es una gran chica –Tim continua hablando maravillas– ella…

   –Vale oro, los dos valen oro –lo interrumpo– Tim, tú eres muy valioso, me da mucho gusto que tengas a tu lado, a alguien que es igual de valioso que tú –digo mirando a la todavía apenada, niña Brown.

   –Ahora entiendo por qué Tim te quiere tanto, tú en verdad eres… un cursi, sentimentalón –Stephanie responde burlonamente para sentirse menos avergonzada. Yo abro la boca y arqueo las cejas sorprendido por tan atrevido comentario, esta niña no le teme a la muerte.

   A unos metros, Cassandra y Barbie nos observan. Ésta última no puede ocultar su felicidad al vernos reunidos, parece una mamá gallina, mejor dicho, en este momento, mi mejor amiga, es nuestra matriarca, quien nos provee de un refugio, provisiones y toneladas de tecnología que nos dan esperanza de poder enfrentar lo que se nos viene encima. Tal y como lo dijo Cass al llegar aquí, Bárbara es “La Patrona”, además, quitando a Alfred, es la de más edad entre nosotros.

   –¿Cómo debo llamarte yo? ¿Steff o Fanny? –le pregunto.

   –Solo las niñas me llaman Fanny ¿eres una niña? –me responde. Agradezco que tenga la confianza de bromear con el que hasta ayer, era el criminal más temido de la región, pero ya se está pasando.

   –Las chicas se llaman entre ellas de forma tal que sus nombres terminen fonéticamente en “i” –Tim me explica– Fanny, Cassie, Barbie y Katy, no suelen permitir que los chicos las llamemos así, pero hay excepciones, yo a Katy la llamo Katy.

   –Yo a Bárbara la llamo Barbie, desde antes de que tú aprendieras a leer y escribir –le digo a Steff.

  –Se me olvidó que puedes ser mi padre, perdón, abran paso al anciano. A ver, le ayudo señor –responde ella con sarcasmo.

   –En mis tiempos, “la chaviza” no era tan grosera, ni igualada –le respondo con voz de viejito, tomando asiento mientras la señalo con el dedo índice– había respeto ¡estas nuevas generaciones!

   –Tienes mucho mejor buen humor que Dick –ella comenta. Claro, que por supuesto, que desde luego, que simón. No puedes comparar al “puto amo”, con ese aburrido nalgón.

   –¿Puedo llamarte Jay? –Tim me pregunta.

   –Háblale de usted –comenta su chica burlonamente, él se sonríe.

   –Tim, llámame pendejo, puto, culo, perro, tú puedes decirme como se te antoje, ni siquiera tienes que preguntarlo –le digo ya con voz normal.

   –¿Y entonces, culo? ¿ya tienes algún plan para pelear con Red, puto? –pregunta Damian, no lo vi acercarse, apareció de la nada– no creo que puedas vencerlo, perro.

   Le doy un fortísimo zape para castigarlo, Steff y Cassandra ríen, ésta última con más ganas. Tim y Bárbara se sorprenden por la fuerza desmedida que utilicé, Damian se soba, hasta lágrimas le salieron al culero, la verdad, no me contuve, fue un madrazote, a veces me colma la paciencia. No olvido su “échenles agua” cuando yo estaba en un momento tan íntimo con mi Barbie.

   Bárbara consigue conectar a Red directo con su simulador virtual. Tim pensó que si entrábamos sincronizados, Red podría leer en mi mente cualquier estrategia que tuviera para el combate. En una sala, en el centro de comando, sobre una pantalla holográfica de cien pulgadas, será proyectada la pelea entre Red y yo. Steff y Damian trajeron palomitas y refrescos para todos, esos dos canijos convirtieron el suceso en un pago por evento.

    Despierto en un entorno post-apocalíptico, estamos en las calles de una ciudad desierta, con edificios en ruinas y vehículos abandonados, es justo al atardecer. Red viste de pies a cabeza como Capucha Roja, fue él quien eligió esta locación. Yo elegí vestir con mi traje de Robin, pero sin insignia, ni capa, en esta ocasión, nuestra ropa no es más que un “skin” para este mundo virtual, a diferencia de los uniformes reales, estos no ofrecen ninguna protección, bien podíamos haber peleado desnudos, sin embargo, toda la familia lo atestiguará, así que no.

   La pelea comienza, efectivamente, cada golpe o patada que lanzo, Red la defiende y contraataca, afortunadamente, yo bloqueo de igual forma todos sus golpes. Se siente como pelear conmigo mismo, técnica idéntica, mismos patrones, similar defensa. Red lanza una serie de rápidas patadas que esquivo, logro sujetarlo de una pierna, me dispongo a entrar para derribarlo, pero él se me trepa en guardia, cruzando sus piernas en mi cintura para caer ambos al suelo, al quedar yo encima, para prevenir que golpeé su cara, Red aprisiona mi cuerpo contra el suyo, mientras golpea mis costados. Me libero y comienzo a molerlo con puños martillo. Después, de luchar durante cinco minutos en el piso con múltiples llaves, nos ponemos en pie.

    Yo poseo una enorme desventaja con respecto a Red, muy enorme, tan enorme, que se marca claramente a través de mis ajustados pantalones de Robin: mis testículos, por eso elegí esta ropa. Yo soy un espécimen macho, con perfecta salud, fuerte, varonil, de casi 1.90 de estatura. Red, en cambio, es un programa que se parece a mí, por que he sido su portador, pero en realidad, es asexual, aunque yo lograra golpearlo en la entrepierna, no le dolería, por que no tiene gónadas, él es como un muñeco Ken.


   Y sí, como lo predije, Red saca ventaja de mi debilidad. Yo avanzo con una lluvia de ataques que lo hacen retroceder, sin embargo, el código levanta su pie para darme una patada en la entrepierna, el impacto me hace agachar para protegerme, él aprovecha esta distracción y me lleva hacia un muro y me aprisiona contra éste, mientras me da contundentes rodillazos en las bolas. Yo grito de dolor y me estremezco, Red golpea realmente fuerte, no se está conteniendo, quiere acabar conmigo, me tiene engarzado de tal forma que me impide bajar los brazos para cubrirme.

   Al no poder quitármelo de encima, decido liberar mis brazos hacia arriba y comienzo a golpearlo con codos y puños. Red baja su postura, para sorpresivamente pasar sus brazos por detrás de mis rodillas, me carga y azota mi cuerpo contra el piso de concreto. Quedo bocarriba, estoy un poco aturdido, pero aún puedo dar batalla, con los talones y las manos me muevo rápidamente para hacer distancia con él y ponerme nuevamente en pie. Recién me incorporo, cuando él, da un salto para acercarse, mientras lanza una poderosísima patada alta que no alcanzo a cubrir, ésta impacta de lleno en mi mentón, sacudiendo mi cabeza, haciéndome caer, prácticamente noqueado, permanezco consiente, más no logro reaccionar, el cuerpo no me responde, caí pesado, como un costal, quedé bocabajo.

   Red sujeta mis testículos, se monta sobre mí, apoyando todo su peso y comienza a apretármelos. Me encuentro, en la misma posición en la cual sometí a mi hermano Dick, aplicarle ese castigo me dio mucho placer, por lo tanto a Red también, era de esperarse, que de tener la oportunidad, él haría lo mismo conmigo. Estoy indefenso y atarantado, Red exprime de mi cuerpo toda la fuerza que puedo tener, grito desesperado, mientras él estruja sin piedad mi hombría.

   Lo conseguí, el pendejo mordió el anzuelo, estoy justo donde quería estar, lo tengo, donde quería tenerlo, es momento de echar a andar mi plan para hackearlo. Tal vez no haya sido tu culpa compa... pero el haber asesinado a mi padre, lo vas a pagar con tu vida.

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