Ruleta (1/5): más que amantes ocasionales - Las Bolas de Pablo

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9 feb 2021

Ruleta (1/5): más que amantes ocasionales


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BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE


La lancha estaba a orillas de la playa mientras que el mar estaba en su mejor momento del día. Pablo y David se localizaban a kilómetros de lo que podían denominar civilización. Pablo usaba un pantalón corto playero y lentes de sol, se habían apartado de sus amigos en la bahía.


—¿Estás seguro que no hay nadie más aquí? —interrogó David alzando una ceja. Tenía una camisa desabotonada y pantalón.

—Tan seguro de que mi apellido es Chacón Statuto —aseguró el rubio acercándose al moreno y tomándolo entre sus brazos con cariño.

—Igualmente no podemos demorar mucho tiempo —negó David sintiendo los primeros besos en su cuello y que su pene comenzaba a crecer dentro del pantalón.

—Por eso no te preocupes —dijo Pablo—, Simón se encargará de nuestros amigos.

—¿Qué dices? —David tomó saliva. Y se quedó mirando fijamente a Pablo, sus ojos gritaban preocupación—. ¿Simón sabe todo esto?

Pablo dejo de excitar a David con sus besos, miró a la arena y después observó su cara. Se quitó los lentes de sol para asegurar con la mirada su mentirosa respuesta y afirmó:

No, él no sabe lo nuestro. Simplemente le dije que quería hablar contigo y que se encargara de entretener a nuestro grupo de amigos.

—¿Y qué clase de cosas podemos hablar nosotros para Simón?

—¡Caramba David si haces preguntas! ¡No sé! Lucha libre puede ser ¡Pactos!

—Es que tenemos que manejar la misma excusa al volver —respondió David.

—¡Que pereza! —se quejó Pablo.

—Bueno, sin enojarse —dijo David. Tomó la barbilla de Pablo y lo besó en los labios—. Tampoco podemos demorar mucho, Gladys puede salir a buscarme.

—¡Demonios, David! —Pablo se apartó y le dio una palmada en la entrepierna.

—¡Ay! —se quejó David, el golpe no fue lo suficientemente fuerte pero batió su huevo derecho.

—Estás haciendo todo lo posible por matar mi erección y arruinar el momento.

—Es que nuestra excusa debe resultar perfecta.

—¡Perfecta mis pelotas! —Pablo tomó de la mano al joven moreno, se distanciaron de la orilla de la playa.

David se acostó sobre la arena y Pablo se subió encima de él. Se besaron, cerraron sus ojos, se abrazaron y también se revolcaron. Cuando ambos sintieron que sus duros miembros hacían contacto se echaron a reír.

—Me quieres retar a la esgrima —sonrió David.

—He ganado —respondió Pablo—. Mi espada es más grande que la tuya.

—Que eres pesado, eh —David se echó a reír, aplicó una llave que hizo gritar a Pablo. Lo agarró de los brazos le separó las piernas y le apretó las bolas.

—¡AAAAAAAAH!

—Y tus huevos son vulnerables —se rio David soltándolo.

—Ay.

Pablo se quejó de dolor, se colocó en posición fetal en la arena agarrándose los testículos. David fue paciente, le entregó un beso y se acomodó detrás de él abrazándolo y dándole tiempo para recuperarse. 

—Me gustas mucho —confesó David después de varios minutos. 

Los dos jóvenes se habían sentado y permanecían uno al lado del otro, miraban el mar y también intercambiaban caricias y besos. 

—Esto ha trascendido más allá del sexo —alegó Pablo. 

—¿Cuál sexo? —David interrogó con las cejas dobladas—, nunca te he penetrado. Solo te has limitado a chupar mi pene como una cabra bebé. 

—¡Malagradecido! —respondió Pablo dando un golpe de revés a la entrepierna de David, golpeando ambas bolas y su polla dentro del pantalón.

Los ojos de David se abrieron de par en par cuando sintió que sus testículos eran castigados. 

—¡Ay! 

—Nunca te has quejado de mis mamadas. Dices que son estupendas. Pero si haces memoria tú y yo somos más que amantes ocasionales, cada uno se preocupa de la vida del otro, de su bienestar. 

—Mis… bolitas —solo logró decir David entre gemidos mientras se acostaba en la arena para lidiar mejor con el dolor.

Pablo sonrió y se acostó a su lado con la cabeza apoyada en el puño de la mano. 

—¿Entonces… qué sugieres? —interrogó David con el rostro fruncido. 

Seamos pareja. Claramente respetaré tus límites y tú si estás de acuerdo respetas los míos. 

—Cuando dices eso, te refieres a mi novia Gladys, ¿cierto? —dijo David–. No quiero terminar con ella. Y tampoco quiero que mi familia o amigos sepan que estoy con otro hombre en un relación… ¿amorosa? 

—No lo tienen que saber, David. 

David sonrió. Pablo también lo hizo, desvió la mirada hacia la entrepierna expuesta de su enamorado y observó una erección bastante visible.

—Pero —dijo David haciendo que la mirada de Pablo subiera directo a su cara cuando lo tomó sutil de la barbilla—, la palabra novio o pareja envuelve muchas cosas, ¿por qué buscar tanta formalidad entre nosotros si como estamos hasta ahora nos va bien?

—Tienes razón, para qué tanta formalidad si a nuestro ritmo esto funciona.

—Sí —afirmó David, luego se llevó una mano a los genitales—. Ahora, ¿por qué no le dedicas atención a estos hermosos bebés a los que le hiciste un poco de daño?

Pablo se rió observando como era de vistoso el bulto inmenso que se formaba entre las manos de David. El rubio sonrió abriendo la camisa de David y besando su pecho.

David clavó la vista al cielo comenzando a relajarse.

Media hora después la lancha que ambos utilizaban zarpó a orillas del club resort de los Chacón. Los muchachos caminaron pocos metros hasta encontrarse con un grupo de jóvenes que jugaban vóleibol playero.

—¿Dónde estabas, amor? —una muchacha de cabellos negros se acercó hasta David abrazándolo del cuello y dándole un beso.

—Estaba con Pablo planificando próximas peleas.

Simón por su parte se acercó a su hermano con mirada cómplice y brillo en los ojos. Hizo un burlón y obsceno gesto con los brazos en referencia a relaciones sexuales.

Pablo entrecerró los ojos como queriéndolo regañar, finalmente sonrió. 

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