Ruleta (2/4): la noticia de David - Las Bolas de Pablo

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23 feb 2021

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Ruleta (2/4): la noticia de David

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Sexo homosexual

Ballbusting hombre/hombre


Pablo y David se encontraban en la privacidad de una habitación del hotel resort. El sonido del mar acentuaba el ambiente romĆ”ntico de la secreta situación en la pareja. 

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David estaba acariciando a Pablo, pasaba su larga mano por cada centímetro de cuerpo del rubio. Apretaba sus nalgas y lo miraba directamente al rostro. Pablo besó su cuello y pasó la boca a lo largo de su pecho dejando un pequeño hilo de saliva hasta llegar al Ôrea de la entrepierna donde se metió la grande y gruesa pija en su boca.

Comenzó a chupar el pene a placer, mientras David echó la cabeza hacia atrĆ”s, suspiró y jadeó. En poco tiempo comenzó a mover la cadera follando a ritmo la boca de Pablo. 

Pablo también acariciaba con sus manos aquellas gordas bolas cargadas de semen para él. Tragó la verga hasta el fondo de la garganta. AhogÔndose. Chorreando saliva sobre la polla, pero mamando con gusto.

—Quiero… penetrarte —confesó David en medio de su respiración alterada—. Sube… ah… sube. 

Pablo obedeció y se alzó. No le gustaba la penetración, Āæpor quĆ©? Porque nunca habĆ­a sentido placer dejĆ”ndose penetrar pero tampoco penetrando a otro hombre. 

David procedió a masturbarlo con pasión y velocidad, Pablo respondió con un gruñido de placer. Su pene estaba cada vez mÔs duro. Cada vez mÔs inflamado. Sus bolas estaban muy gordas. David le acarició las pelotas redondas y súbitamente las apretó.

—”Aaargh me vas a hacer acabar! —dijo Pablo cuando se levitó un momento en el aire alzando la punta de los pies. 

—Quiero penetrarte —dijo David. 

—No —respondió Pablo no muy firme en su respuesta. 

—Por favor. 

—Hemos hablado de esto con anterioridad. 

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—Por favor. Quiero sentirte. 

Pablo suspiró, se echó en la cama a merced de David. 

David se subió encima de él, mordiendo sus hombros y chupando su cuello; jadeando en sus oídos de forma caliente.

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—Tengo muchas ganas de hacĆ©rtelo —le confesó a Pablo—. Te gustarĆ” —rozó su pene en las nalgas del rubio.

Le aplicó al hijo de Marcos Chacón una crema gelatinosa mientras seguía encima de él.

La gruesa polla de David fue resbalando lentamente dentro de Pablo, el muchacho gruñó sintiendo dolor.

Sentía que lo abría y desgarraba, era una sensación potente de llenura. David continuó penetrÔndole con insistencia.

—Ah, ah… aaah… —decĆ­a David—, nunca pensĆ© que estarĆ­as tan cerrado… mmmhhh… aaaaah… oooh… relĆ”jate, Pablo, no… no te pongas tenso —le pedĆ­a hundiendo su miembro dentro de Ć©l, sus bolas chocaban con las nalgas.

En ese momento acariciaba y apretaba con esmero y lujuria sus tetillas erectas.
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David hundió su miembro, Pablo se retorció como un animal herido, le dolía. Pero David comenzaba a gozar, mientras le chupaba el cuello, lo mordía y volvía a chupar. Lamió sus orejas. Le dio besos en el cuello.

Sacó su pene dentro de él y lo giró, subió sus piernas a los hombros.

Pablo torció la boca. 

El pene de David volvió a penetrarlo. Entrando y saliendo. El ano estaba dilatado, ensanchado. 

—Para, para —pidió Pablo. 

—No puedo… falta poco. 

Besó a Pablo en los labios. Las bolas de David chocaban con las nalgas de Pablo. La polla del rubio comenzó a derramar leche sobre su abdomen. David apuró sus embestidas. Sus movimientos se volvieron mÔs rÔpidos, ambos gritaron y David empezó a largar su semen.

Lo besó en los labios mientras inundaba a Pablo por dentro. Su líquido masculino era caliente, aún así siguieron besÔndose mientras sacaba su pene del interior de Pablo. Sus cuerpos permanecieron abrazados.

—¿Te gustó? —susurró David a Pablo. 

Pablo lo miró al rostro. 

—No —dijo—. No me gusta la penetración. De ningĆŗn tipo. 

David suspiró. 

—Pero podemos seguir asĆ­ de juntos –afirmó Pablo. 
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Continuaron abrazados por minutos. David colocó la cabeza en el pecho de Pablo. TocĆ”ndolo haciendo cĆ­rculos en una de sus tetillas. En esa pose estuvieron durante casi una hora. Abrazados, dormitando, queriĆ©ndose. 

Posteriormente salieron de la cama y comenzaron a vestirse, cada uno tomando distancia del otro. 

—Pablo —dijo David cuando se colocaba la playera. El rubio solamente se ajustaba el cinturón, tras eso lo observó—. ĀæSabes lo mucho que te quiero? 

—SĆ­, Āæpor quĆ© me haces esa pregunta? 

—Pues —David miró al suelo y despuĆ©s dirigió la vista al rostro de Pablo—. Necesito decirte algo. 

—¿SĆ­? 

—Eh —David tragó saliva, dudando—. Se trata de Gladys. 

Pablo sonrió con emoción. 

—¿A caso vas a terminar tu noviazgo con ella? 

—No… eh… es que ella y yo…

—¿QuĆ©? —Pablo tenĆ­a sus ojos verdes fijos en su moreno rostro. 

—Gladys estĆ” embarazada de mĆ­. 

—¿Que? ĀæY estĆ”s seguro que es de ti? 

—Obvio que sĆ­, ĀæquĆ© te crees? La conoces no es ninguna zorra.
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—¿Por quĆ© carajo me tienes que decir eso? Justo despuĆ©s de esto. 

—Porque —David se encogió de hombros intentando conseguir una explicación—. No lo sĆ©, es algo que tienes que saber y… 

No pudo seguir dando una excusa porque recibió el pie de Pablo entre sus muslos, directamente en las bolas. 
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—”AAAAAAAY! —gritó David abriendo los ojos como platos. Se agarró los testĆ­culos con ambas manos y cayó al suelo. 

—Nunca mĆ”s deberĆ­a de pararse tu pito —rugió Pablo—. OjalĆ” las bolas tambiĆ©n se te hayan roto asĆ­ no embarazas a nadie mĆ”s. ĀæPor quĆ© darme esa noticia despuĆ©s de hacerme tu perra? ĀæEH? Bastardo. 

David nada respondió, en cambio estaba paralizado en el suelo con las manos en las gónadas. 

—¿Por quĆ©? —Pablo se acercó a Ć©l, hizo acomodar su postura y tomó su barbilla, obligĆ”ndolo a levantar la mirada hacia Ć©l—. ĀæPor quĆ© hacerme esto? ĀæA caso quieres que esto sea una despedida?

David negó con el rostro. 

—”¿Entonces quĆ©, carajo?! 

No hubo respuesta, pero David le dio un puñetazo en las bolas. El joven grito de sorpresa y retrocedió.

—”Ay, mis bolas!

David sonrió, pero su felicidad fue momentĆ”nea cuando Pablo le dio un golpe en la cara. David dio un rugido y sus manos fueron al pómulo; fue en ese momento en el que Pablo le pisó las gónadas. 

—”AAAAAAAAAAAAAAH! 

Fue el salvaje grito de David, seguramente habĆ­a alertado a medio club resort. 

Pablo se quedó encorvado e inmóvil como estatua mientras David se retorcía. Seguramente le dolían las bolas muchísimo, después de todo las había vaciado.

—¿EstĆ”s bien? —se limitó a preguntar.

David no dijo nada, continuaba ahĆ­ retorciĆ©ndose y agarrando sus testĆ­culos.

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Pablo pasó por su lado y salió de la habitación, estuvo un rato en el pasillo y por suerte nadie se acercó allĆ­. 

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