AL SALIR DE UN BAR (Historia interactiva) - Las Bolas de Pablo

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5 feb 2021

AL SALIR DE UN BAR (Historia interactiva)

  Escrito por: FerchoMX.


  Esta es una historia interactiva, tĆŗ decides cĆ³mo continĆŗa y cĆ³mo termina, sin encuestas, los seis posibles finales ya estĆ”n publicados para que los explores y disfrutes. Elige sabiamente, el futuro de AarĆ³n estĆ” en tus manos.


AarĆ³n, 24 aƱos
    Era la una y cuarto de la maƱana, HĆ©ctor me acompaƱaba, salĆ­amos de un bar en el centro, nos dirigĆ­amos hacia el estacionamiento donde dejĆ© mi vehĆ­culo, al sentir el fresco de la noche, decidĆ­ ponerme mi chamarra de cuero negro, mi compa llevaba solo una playera, decĆ­a no tener frĆ­o, yo le creĆ­a, jamĆ”s lo habĆ­a visto con un suĆ©ter, ademĆ”s estĆ”bamos en Cuernavaca, por aquĆ­ el clima suele ser perfecto. Mi nombre es AarĆ³n Estrada, mido un metro con noventa centĆ­metros, soy todo un deportista, cuando era niƱo, practiquĆ© soccer, durante la secundaria, bĆ”squetbol, en el bachillerato me unĆ­ al equipo de fĆŗtbol americano, nunca fui un tipo musculoso o voluminoso, pero mi contextura siempre fue recia, en la universidad formĆ© parte del equipo de atletismo, mĆ”s tarde, en mis “veintes”, optĆ© por practicar nataciĆ³n. Lo sorprendente era que aĆŗn con todas estas caracterĆ­sticas, yo, a mis treinta aƱos, jamĆ”s me habĆ­a peleado, no sabĆ­a ni tirar un puƱetazo, no es que fuera cobarde, simplemente no hubo ocasiĆ³n.


   En aquel tiempo tenĆ­a una novia llamada Liz, era mĆ”s joven que yo, formaba parte del equipo de karate de su universidad, medĆ­a 1.70 de estatura, desde pequeƱa entrenĆ³, sin problemas podĆ­a derribarme y someterme, sin importar que yo fuera un tipo grande, crĆ©anlo, no era que yo se lo permitiera, Liz de verdad sabĆ­a golpear y patear, las pocas ocasiones en que lleguĆ© a casi someterla aprovechando mi ventaja de tamaƱo y fortaleza de macho, ella atacaba sin piedad la fuente de esa fortaleza y la aplastaba con sus manos, a veces con sus pies.



    SucediĆ³ que un ex compaƱero de la universidad llamado JosĆ©, quien practicaba Kung Fu desde los dieciocho, era junto con HĆ©ctor, instructor en una escuela de artes marciales. Su “Shifu” dejaba a cargo de ambos todas las clases y el mantenimiento del lugar. LlegĆ³ el dĆ­a en que JosĆ© se sintiĆ³ explotado, tras una fuerte discusiĆ³n con su mentor, decidiĆ³ dejar la escuela, HĆ©ctor lo siguiĆ³, Ć©l era mĆ”s joven que nosotros dos, en ese entonces Ć©l tenĆ­a veinticuatro aƱos. JosĆ©, a quien por cierto nunca le ha faltado el dinero, rentĆ³ un local y abriĆ³ su propia escuela, en su bĆŗsqueda de alumnos, recurriĆ³ a sus conocidos, fue entonces cuando reconectĆ© con Ć©l y me contĆ³ lo que acabo de platicar.


Sanda
   HĆ©ctor especĆ­ficamente daba clases de Sanda, el cual es un tipo de boxeo chino que incluye golpes, patadas y derribes, es un deporte de contacto, me inscribĆ­ para apoyar a JosĆ© en su emprendimiento, tambiĆ©n por que era lo que necesitaba, querĆ­a aprender a pelear y tal vez, darle batalla a mi querida Liz. Cuando terminaban las clase de Sanda, yo solĆ­a dar “ride” a HĆ©ctor hasta su casa o por lo menos acercarlo a la parada para que tomara su camiĆ³n.


    Para cuando cerrĆ³ la escuela de mi amigo un aƱo despuĆ©s, Liz ya habĆ­a roto conmigo, a pesar de ello, deseaba continuar aprendiendo, asĆ­ que me metĆ­ a clases de boxeo y MMA. Con treinta y dos aƱos, yo habĆ­a ganado mucha masa muscular, fĆ­sicamente estaba en mi mejor forma. LogrĆ© mantener contacto con HĆ©ctor, no Ć©ramos los grandes amigos, ni nos veĆ­amos muy seguido, quizĆ” una vez al mes o cada dos meses, este dĆ­a era una de esas veces, Ć©l vivĆ­a con sus papĆ”s en un conjunto de departamentos de interĆ©s social, daba clases de educaciĆ³n fĆ­sica en dos colegios privados, como no tenĆ­a coche, siempre que salĆ­amos a beber, me aseguraba de llevarlo sano y salvo hasta su casa.


   En cuanto a mĆ­, tenĆ­a mi propio despacho de diseƱo de interiores, hacĆ­amos remodelaciones, soy Arquitecto, mi trabajo consistĆ­a en coordinar a los contratistas, albaƱiles y diseƱadores de interiores para que todos nuestros proyectos salieran bien, trabajĆ”bamos para plazas comerciales, restaurantes y algunos hoteles de lujo, dentro de mis planes a mediano plazo estaba el cerrar contratos con cadenas hoteleras, restauranteras y tiendas departamentales a nivel nacional, y ¿por quĆ© no? a nivel regiĆ³n en AmĆ©rica Latina. HabĆ­amos ganado unos cuantos reconocimientos, nuestro trabajo se publicaba en revistas especializadas, las cosas me habĆ­an salido bien.


AarĆ³n, 26 aƱos
   FundĆ© mi negocio cuando tenĆ­a veintisĆ©is aƱos, justo la edad que ahora tenĆ­a HĆ©ctor. ComencĆ© remodelando casas para gente inmensamente adinerada, ellos tenĆ­an empresas, fue asĆ­ como de a poco, mi negocio se expandiĆ³ a un entorno corporativo, aunque no era rico, mi familia y yo siempre habĆ­amos vivido holgadamente, cuando digo familia, hablo de mi madre y yo, mi padre muriĆ³ cuando era un niƱo. Yo vivĆ­a solo en una bodega industrial no muy grande, la comprĆ© a precio bajo porque se encontraba a las afueras de la ciudad en un terreno baldĆ­o, como arquitecto aprovechĆ© las condiciones del espacio para crear un concepto de decoraciĆ³n abierto y muy masculino.


     Soy bisexual, lo asumĆ­ al cumplir veintidĆ³s, aunque no iba por la vida enarbolando mi orientaciĆ³n, quien me conocĆ­a, lo sabĆ­a. HabĆ­a mantenido muchas mĆ”s relaciones con chicas que con chicos, solo habĆ­a tenido un par de novios, el primero de ellos era un sueƱo hecho realidad, un hombre muy viril y guapo, de piel clara y cabello castaƱo, casi de mi estatura y velludo, se llamaba Fabio, lo conocĆ­ en la alberca cuando practicaba nataciĆ³n, me sorprendiĆ³ observĆ”ndolo desnudo mientras se secaba en los vestidores, Ć©l tambiĆ©n me observĆ³ y levantĆ³ sus cejas de forma coqueta, ese fue el inicio de mi primera relaciĆ³n con otro hombre. Todo iba aparentemente bien entre nosotros, hasta que descubrĆ­ que seguĆ­a viĆ©ndose con su ex y mantenĆ­a relaciones sexuales con Ć©l, a pesar de haberme enojado, en parte lo entendĆ­a, ambos Ć©ramos activos, asĆ­ que durante el tiempo que pasamos juntos, nunca hubo penetraciĆ³n, solo frotamiento y sexo oral, mucho sexo oral, tal vez por eso buscĆ³ en otro lado lo que no podĆ­a tener conmigo, me doliĆ³ romper con Ć©l, no querĆ­a, pero tuve que hacerlo, no podĆ­a pasarlo por alto, siendo honestos, todavĆ­a le guardaba mucho afecto.


    Mi segunda relaciĆ³n con un hombre fue de lo mĆ”s inesperada, porque Ć©l no era mi tipo, era un poco afeminado, no se le notaba a simple vista, se llamaba CristĆ³bal, fĆ­sicamente era chaparrito, medĆ­a 1.65, pero era realmente hermoso. Al igual que yo, era un deportista nato, tenĆ­a unos enormes ojos que le daban un hipnĆ³tico aire de inocencia, era muy lindo, me trataba muy bien y me hacĆ­a sentir el centro de su mundo, tristemente, con el pasar de los meses, la relaciĆ³n con Cris, se tornĆ³ un poco “tĆ³xica”, por llamarla de un modo, empezĆ³ a celarme, perseguirme, el apego que sentĆ­a por mĆ­ era enfermizo, ya no lo querĆ­a, me disgustaba su presencia, comencĆ© a poner excusas para no verlo, eso no hizo mĆ”s que empeorar las cosas, cuando rompĆ­ con Ć©l, armĆ³ un dramĆ³n y montĆ³ un show a las afueras del despacho que de solo recordarlo, sentĆ­a vergĆ¼enza, fue algo muy desagradable.


AarĆ³n, entrenando.
   El buen HĆ©ctor era heterosexual ¿cĆ³mo dudarlo? era totalmente masculino, medĆ­a un metro con ochenta centĆ­metros, de piel morena, tenĆ­a unos cuantos tatuajes, aunque no poseĆ­a un abdomen marcado o un cuerpo musculoso como el mĆ­o, sĆ­ tenĆ­a brazos fuertes, me consta y unas velludas piernas anchas, un trasero prominente, muy bien formado, pero lo mejor de Ć©l eran sus bellos ojos cafĆ©s, con pestaƱas largas y hermosas cejas pobladas, en conclusiĆ³n, HĆ©ctor era muy apuesto, en mi opiniĆ³n, su cuerpo de hombre promedio no hacĆ­a mĆ”s que sumar muchĆ­simo a su viril encanto. Cuando pensaba en mi hombre ideal, Ć©l inundaba irremediablemente mi mente.


   Durante una fiesta de Halloween a la que lo invitĆ© un par de meses atrĆ”s, HĆ©ctor bebiĆ³ de mĆ”s, a travĆ©s de un juego llamado “Yo nunca” descubrĆ­ que alguna vez se habĆ­a llegado a sentir atraĆ­do por un hombre y que tambiĆ©n se habĆ­a besado con uno, contĆ³ que fue un error, que en un antro ligĆ³ con una chica que resultĆ³ ser travesti.  Ć‰l no recordaba nada de lo que confesĆ³ aquĆ©lla noche o si lo hacĆ­a, preferĆ­a no comentarlo, yo respetaba eso, no era nadie para juzgarlo.


    Este dĆ­a en especial, mientras bebĆ­amos unas cervezas en aquel bar del centro, me platicĆ³ que la prĆ³xima semana se mudarĆ­a a otro estado de la repĆŗblica para trabajar, a su hermano mayor le habĆ­a ido bien y le consiguiĆ³ un empleo muy bien pagado, probablemente esta serĆ­a la Ćŗltima vez que nos verĆ­amos en mucho tiempo. Al caminar por la calle a las afueras de este bar, escuchĆ© a mis espaldas una voz varonil pronunciar mi nombre, inmediatamente la reconocĆ­.


AarĆ³n, 32 aƱos
   —¡AarĆ³n! —mi corazĆ³n comenzĆ³ a palpitar con fuerza y mi calor corporal se elevĆ³, girĆ© mi cuerpo para encontrarme con la persona que me llamaba, era Fabio– ¿quĆ© pedo? ¿cĆ³mo has estado? tanto sin verte, ¿quĆ© serĆ”? ¿unos…?


   —Cuatro aƱos –respondĆ­ en seguida.


   —¡Cierto! desde aquella Navidad. Te ves muy bien —dijo barriĆ©ndome con la mirada y apretando mi brazo— ¡uf! realmente muuuy bien, ¿has estado haciendo ejercicio? digo, siempre fuiste fuerte y atlĆ©tico, pero… –sin preguntarme levantĆ³ mi playera para meter su mano y frotar mi sĆ³lido abdomen— sĆ­, has estado haciendo mucho ejercicio, estĆ”s “mamadĆ­simo hijo de tu puta madre” y mĆ”s sabroso que nunca ¿quĆ© cuentas?


   —Sigo con el despacho, te presento a HĆ©ctor —dije poniendo la mano sobre el hombro de mi compa.


   –Ah, ya veo, tĆŗ y Ć©l…

   —No, sĆ³lo somos amigos. HĆ©ctor, Ć©l es Fabio, fue mi novio hace mucho —puse cierto Ć©nfasis en la palabra “mucho”.


   —¿QuĆ© show? —respondiĆ³ mi compa con una sonrisa. Fabio no le prestĆ³ atenciĆ³n, pasĆ³ su brazo sobre mis hombros y me dijo casi al oĆ­do, pero en tono de voz normal.


   —Hay una fiesta en casa de Galo, ¿si te acuerdas de Ć©l? justo voy para allĆ” ¿quieres venir? Vamos gĆ¼ey, va a estar chido.


AarĆ³n, 32 aƱos
   —Vengo con HĆ©ctor y tengo que llevarlo a su casa –le dije.


   —Vamos los tres ¿quĆ© te parece? —propuso Fabio. Ɖl estaba igual a como lo recordaba, alto, varonil, con su perfecta barba media, impecablemente recortada, preciosos ojos claros y labios que invitaban a besarlo apasionadamente. FĆ­sicamente era el hombre mĆ”s guapo que habĆ­a conocido, una verdadera tentaciĆ³n.


   —Yo no puedo, carnal, vayan ustedes —intervino HĆ©ctor, seguramente por su mente estaban pasando imĆ”genes de una fiesta gay con orgĆ­as y fetiches raros, nada mĆ”s alejado de la realidad, las fiestas de Galo eran simples reuniones, de mucha platica intelectual, bebida y mota— me pedirĆ© un Uber, no te preocupes por mĆ­.


   —Bueno, ya lo escuchaste —dijo Fabio masajeando mi hombro con su mano.


    Esta historia apenas comienza, elige cĆ³mo quieres que continĆŗe, selecciona la opciĆ³n de tu preferencia y sigue leyendo.






 

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