MUJERES POLICÍAS Parte 1 de 3.
A continuación degustarán 3 historias cortas dónde agentes féminas enfrentan situaciones con temas Ballbusting.
1. EL RESCATE Y LA EMBOSCADA.
Contiene Ballbusting F/M
La capitana de policía Gertrudis Ferrer y su colega Efraín Montenegro arriban a la República Dominicana. La pareja había retomado sus votos matrimoniales y luego de unos meses decidieron escoger la isla para celebrar su segunda luna de miel.
Una vez en el hotel salieron a la playa, marido y mujer disfrutaron de la blanca arena y deliciosa brisa marina.
Por la noche el matrimonio rento un auto y asistieron a un festival local, dónde fuegos artificiales y bailes caribeños les hicieron mover el esqueleto.
Pasadas las 11 pm, retornaron al hotel. Efraín dejó a Gertrudis en la entrada para que le esperara en el lobby, mientras él parqueaba el vehículo en un estacionamiento cercano…
…Pero al volver no encontró a su esposa.
Subió a la habitación esperando encontrarla allí, pero no estaba, a donde había ido?
Los empleados le dijeron que ella no entró al lobby, uno la vio en la entrada, pero tras unos instantes ya la mujer no estaba.
Efraín decide recorrer a pie la zona aledaña, tras media hora de búsqueda infructuosa, ve luces de patrullas, al acercarse encuentra a Gertrudis junto a los policías. La mujer hablaba con uno, quién anotaba atento lo que ella decía.
Al ver a Efraín, la esposa corre y le planta un gran beso.
—Pero que pasa?, porque estás aquí, mi amor?—Expuso el preocupado marido.
—Luego te cuento Efraín, volvamos ahora al hotel—La esposa le tocó los genitales sobre el pantalón, Efraín casi da un brinco por la sorpresa—Vamos mi vida que quiero hacer el amor, pero ya!
Gertrudis se despidió del policía y le gritó a distancia que mañana pasaría por la estación para ampliar cualquier interrogante que ellos tuvieran.
Efraín le preguntaba lo ocurrido, pero la esposa solo tiraba de su brazo llevándole de regreso al hotel. Se notaba enrojecida y agitada, estaba sin duda excitada.
Gertrudis prometió contarle todo una vez hicieran el amor.
10 minutos después y ya en la habitación, Gertrudis se desnudaba.
Efraín besó los senos de su esposa, ensalivando sus pezones y lamiendo toda la circunferencia de las areolas, Gertrudis le acariciaba el falo al macho, quién se dejó llevar a la cama por parte de su muy excitada mujer.
El varón se quedó acostado y separó las piernas, allí la esposa le devoró el falo mordisqueándole levemente el glande, era una especialista en sexo oral a su marido, la lengua de Gertrudis saboreó toda la extensión del miembro viril hasta que sintió la boca con una buena cantidad de pre semen, saboreó aquella sustancia y consideró que era momento de ser penetrada, se incorporó ubicándose justo sobre el gordo pene y comenzó a sentarse, con pausa disfrutó meterse aquella palpitante carne.
A medida que Gertrudis se auto empalaba, Efraín no paraba de decirle halagos y frases de pasión. Por fin la mujer se sentó con el falo totalmente dentro. Empezó el macho a empujar su pelvis llegando más hondo en la vagina de su esposa.
Gertrudis comenzó a moverse, subiendo y bajando, con cada ritmo los fluidos femeninos salían expulsados de su vagina y casi quemaba los muslos y pelvis de su marido.
La actividad sexual llegó al clímax y tanto hembra como varón se corrieron. Gertrudis arqueó la espalda hacía atrás sintiendo el orgasmo recorrer su abdomen, torso, pezones y cuello.
El semen del varón encontró una salida y emergió del interior de su esposa, empapando la fina sábana de hotel.
Tras el amor, Efraín tomó aire y se sentó en la cama, Gertrudis le acariciaba la espalda.
—Ahora sí cuéntame que sucedió.
La esposa sonrió, se sentó a su lado e inició la narración de los hechos:
Tras ser dejada en frente del hotel por su marido, Gertrudis observó pasar a una muchacha de unos 20 años, la señorita iba con su bolso y al parecer llevaba prisa, unos metros más atrás dos sujetos de aspecto sospechoso iban en su misma dirección.
Los instintos policiales de Gertrudis se activaban, sabía que estaban siguiéndola para algún oscuro fin, decidió ir tras ellos, manteniendo la distancia, esperaría su accionar para actuar de ser necesario.
Unas calles más adelante, la jovencita se percata que la persiguen, no puede haber peor sitio, es un área de negocios cerrados a esa hora, y todo está solo. Nadie le prestará ayuda.
Emprende la huida, esperaba ser más rápida, pero no lo es!
Grita desesperada cuando uno de los sujetos la toma del hombro, la coloca contra la pared y le toca un pecho. Empieza enseguida la búsqueda por objetos de valor.
Toman el teléfono y dinero de la joven, pero ante el poco efectivo obtenido se enfadan con ella.
—Como no tienes casi dinero, entonces vamos a divertirnos contigo, así la próxima vez llevarás más en el bolso, zorra. — Le amenaza uno de los sujetos con fétido aliento.
La chica está paralizada por el susto. Suplica le dejen ir.
—Vas a ser mía, mujerzuela—Se jactó el criminal.
—No si yo estoy aquí, malditos!—Gertrudis llega a tiempo como buena heroína.
Los dos sujetos se ven sorprendido ante la intrusa.
Uno saca su navaja.
—No te metas en esto entrometida, lárgate o te irá mal. —Pero un segundo después el sujeto cambia de opinión, ésta madura mujer será otra víctima del robo.
El armado criminal avanza contra Gertrudis, quién no se ve intimidada y va contra él.
El sujeto de la navaja la ve venir y le lanza un ataque cortante, pero fácilmente la policía le retiene la mano armada, con un movimiento de muñeca le desarma, enseguida patea la navaja, dejándola fuera de acción.
Un golpe de puño al rostro del facineroso le hace retroceder. Gertrudis les reta:
—Así sin armas es mejor, cobardes! vengan a ver si son tan machos.
Y se da el ataque de los dos criminales, la asustada víctima se queda viendo lo que no puede creer.
Gertrudis impacta el rostro de un ladrón con su puño, la sangre emerge de los orificios, mientras el otro logra atraparla por detrás. Enseguida se escucha:
—AAAhhhhh!!!!!—Es el alarido que emite el sujeto que la sostenía, cuando con su mano derecha hacía atrás, le toma de los testículos.
El apretón a sus partes nobles le hace suplicar para que le libere. Pero la policía solo sonríe y tuerce la muñeca, retorciendo los conductos espermáticos del canalla.
La boca del macho queda abierta sin emitir sonido, enseguida ve todo oscuro y se desvanece, la agente de ley sabía que se había desmayado, se retira dejándolo caer al piso como un saco de patatas.
Se viene el ataque del otro sujeto, quién saca su arma filosa, Gertrudis le patea la mano, quitándosela, y con una patada de karate al rostro, le saca dos escupitajos de saliva y sangre.
La policía se inclina y recoge la segunda navaja, ahora viendo armada a la combativa mujer, el sujeto titubea:
—Calma señora, cuidado con eso. ¡AAyy!—Se queja cuando Gertrudis le patea la rodilla, el individuo cae al suelo y la mujer le obliga a acostarse boca arriba.
—Querías violar a la muchacha, basura?—expuso Gertrudis, acercando la navaja a la entrepierna del criminal, el sujeto se veía pálido y nervioso. La punta del arma estaba a milímetros de sus testículos—La próxima vez, te exploto las pelotas como un globo, cobarde!—
La agente se incorpora y va hacia a la agradecida joven. Le entrega su teléfono y ésta contacta a las autoridades.
La policía llega y arresta a los sujetos. Antes de subir a la patrulla, uno le dice a Gertrudis:
—Maldita zorra!, cuídate la espalda.
Terminado el relato, Efraín regaña a su esposa, no debió meterse en líos, están de vacaciones. La mujer le replicó:
—Que debía hacer?, dejar que violaran a esa joven?
—Claro que no, pero debiste avisar a las autoridades, o a las personas del hotel para que fueran contigo, no arriesgarte así, Gertru. No quiero que te suceda nada malo, ya fue mucha preocupación cuando te enfrentaste a científicas dementes y bombas en hospitales.
—Te preocupas por mí? Que tierno…Pero me sé defender sola—Expresó Gertrudis con tono jocoso.
—Claro que me preocupas mi amor, siempre!
—Que ternura de hombre.
—Por favor, prométeme que no volverás a hacer algo así, además no estamos en nuestro país, no actúes por tu cuenta, avisa a las autoridades.
—De acuerdo mi vida, te prometo que no haré de policía fuera de nuestra nación, al menos lo intentaré…Pero no te pongas tan serio mi amor—La mujer veía la preocupación en la cara de su esposo, y le besó en la boca—No te enojes, sonríe que estamos de luna de miel—Los besos hicieron efecto y pronto volvieron a tener intimidad.
En la madrugada, mientras Gertrudis y Efraín hacían el amor hasta el agotamiento, una familiar de los ladrones les visitó en la estación de policía, aprovecharon para que les entregara un mensaje a los demás compinches de su banda criminal.
El mensaje a entregar era:
—Hallen a esa zorra, y que se arrepienta!
No tardó la banda en saber por un policía corrupto la identidad de la mujer, enterados que era una extranjera y en que hotel se alojaba, esperaron su momento para emboscarla.
Por la mañana Gertrudis se despertó temprano, salió en blue jeans y una ligera blusa sin mangas. Había dejado a Efraín durmiendo satisfecho del rico sexo de la madrugada. La capitana de la policía se dirigía al mercado en busca de unas ricas frutas de la isla, quería sorprender a su esposo.
Pero volvieron los problemas.
En un callejón estrecho se vio flanqueada por tres hombres, ante ella había dos varones de estatura media, muy malcarados, y en medio de los dos y prácticamente bloqueando su paso, estaba un enorme hombre de tez negra, debía media 1.80 cm y pesaba más de 130 kilos, todo un mastodonte!, y al igual que sus camaradas, no venía con buenas intenciones.
Prevenida, Gertrudis dio un paso atrás para darse cuenta que otros dos sujetos le impedían la huida por la espalda.
Uno de los sujetos expresó:
—Pagarás lo de anoche prostituta, aprenderás a no meterte dónde no te han llamado!
La mujer de inmediato dedujo que eran amigos o compinches de los arrestados, era muy obvio que buscaban desquite.
Ninguno estaba armado así que se trataba de una simple paliza de venganza. Era toda una emboscada, pero les haría saber que ella no era un hueso fácil de roer!
Una veloz patada femenina se hundió entre las piernas del coloso de piel negra, la mujer un segundo antes había ubicado bien su objetivo, aquel bulto en los pantalones del negro.
El enorme macho enseguida arrugó el rostro, se agarró los testículos y retrocedió. El más difícil de los cinco oponentes estaba ahora temporalmente neutralizado.
Los 4 amigos reaccionaron enfurecidos contra la policía, quien atacó sin demora. A los otros dos sujetos del frente les saludó con veloces ganchos de derecha e izquierda.
Fue cuando uno de atrás la atrapó y trajo hacia él, la mujer reaccionó de inmediato con un cabezazo hacia atrás, lesionándole la nariz.
—AAuuuu!!!!!—Exclamó un sujeto frente a ella, que venía con el puño en alto, cuando la policía le clavaba un golpe de empeine en los huevos.
El sujeto sintió las gónadas en los intestinos y cayó de rodilla, y precisamente un impacto de rodilla en la quijada lo sacaba de la pelea.
La repartición de golpes de puño continuó con réditos para Gertrudis.
En cierto momento vio una enorme sombra en el piso, era el gigantesco negro que estaba justo detrás de ella, ya estaba recuperado y quería asesinar a la mujer por el doloroso golpe recibido.
La capitana de policía reaccionó por instinto, se giró y enseguida lanzó una fuerte patada, acertando una vez más las bolas del macho. Ni siquiera le miró, sabía a qué altura estaba su entrepierna.
El negrote apretó los dientes y cerró los ojos, sintió la garganta cerrarse como si sus bolas hubieran reemplazado sus amígdalas operadas desde la infancia, luego juntó los muslos fornidos, retrocediendo torpemente como si tuviera urgencia de ir al baño.
La oficial sabía cómo lidiar con varones enormes, patear sus testículos era lo más efectivo, incluso se había convertido en su ataque favorito. Siempre le pareció divertido ver a sujetos tan grandes con expresión de dolor y completamente debilitados.
Curiosamente la mayoría de los agresores de proporciones titánicas, eran negros, y siendo de esa raza, todo lo que les colgaba entre las piernas era comúnmente grande, incluso las bolas.
No me quejo de enfrentar hombres enormes—pensó—Después de todo, es más fácil patear cosas grandes.
Los golpes continuaron contra sus demás compinches, y la pelea terminó con el grito femenino de un delincuente, Gertrudis retiraba el zapato de su entrepierna y el macho se derrumbaba llorando.
La policía observó su labor, 4 hombres estaban tendidos en el suelo, y el gigante negro estaba recostado contra un muro, dando lastima.
La mujer se acercó a un negocio y llamó a las autoridades, que aparecieron a los pocos minutos.
Se sentía caliente, el golpear criminales con sus puños y patear testículos, la había excitado! quería volver con su marido.
Compró las frutas exóticas y regresó al hotel, antes le dijo a la policía que en unas horas iría a dar su declaración, adujo una urgencia familiar, y en parte lo era, era urgente para ella recibir el pene de su esposo!
Efraín estuvo muy feliz cuando Gertrudis entró desnuda mientras se duchaba. Ante los besos apasionados y caricias genitales por parte de su esposa, solo pudo preguntar que había pasado, la mujer le respondió:
—Pasó lo mismo que anoche.
Efraín no quiso saber más, por ahora solo disfrutaría de la salvaje pasión.
Un par de días después, la pareja retornaba a su país y trabajo, la luna de miel fue simplemente maravillosa.
FIN.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario