Contiene:
Ballbusting hombre/hombre
Enzo Chacón llegaba a la oficina de su padre en el Neptuno Palace, cuando se encontró a Rafael, su sobrino, al jefe del personal de mantenimiento y a Marcos Chacón conversando.
—Abuelito, tĆŗ no puedes hacer eso, porque era un juego que hice con Elio. Un simple challenge para tiktok. ¿No lo has visto, abuelo? Le decimos esperancita. Por fa, abue, no lo hagas —reprochaba con sentimiento Rafael. Al darse cuenta que su voz no provocaba la reacción esperada retomó su carĆ”cter altanero—. ¿A caso te has vuelto loco, Marcos Chacón? ¡Yo no puedo hacer eso, soy tu nieto! ¡Y el mayor!
—¡No me importa, Rafael! AsĆ aprendes a respetar a todo el personal que labora en el hotel, ¿cuando has visto un menosprecio de nuestra parte?
—¡Pero es que no hice nada malo! Es un juego, una broma.
—No me importa —respondió Marcos Chacón levantando el celular para contestar una llamada. Salió del Ć”ngulo visual de los presentes en la oficina, pero se escuchó que conversaba con alguien de la polĆtica.
—¿Ahora quĆ© has hecho, Rafita! —preguntó Enzo.
—Eso no te importa, tĆo —Rafael dijo la Ćŗltima palabra gesticulando mucho con los labios como si le costara decirlo. Luego se dirigió al jefe del personal de mantenimiento—, seƱor Elio, hagamos un acuerdo, usted y yo quedamos conforme frente al abuelo y al salir de aquĆ cada quien va por su lado.
—No, seƱor Rafael. Su abuelo me dijo que lo iba a tratar como un empleado mĆ”s durante tres dĆas. Y al salir de aquĆ usted comenzarĆ” a trabajar con la seƱora Milagros y Berenice en la limpieza de los pasillos, las pruebas estĆ”n ahĆ en el video que grabó para sus redes sociales. Perturbando el trabajo de los empleados en el Ć”rea de limpieza.
—Que vergüenza, Rafael —reprochó Enzo muy digno.
—Mantente al margen, tĆo.
Enzo se rió entre dientes por la actitud del chico. Marcos Chacón volvĆa a la mesa para tomar asiento culminando la llamada telefónica:
—SĆ, podemos reunirnos la próxima semana para dejar en claro la candidatura de Israel. AsĆ estaremos. Muchas gracias por la conversación……… hasta luego, feliz dĆa —el increĆble abuelo sostuvo algunas hojas, las acomodó golpeĆ”ndolas en la mesa y miró con felicidad a las personas a su frente—. Entonces acordaremos eso, seƱor Elio.
—SĆ, don Marcos.
—¡Abuelo, nooo!
—Como un empleado mĆ”s, seƱor Elio. Desde ya y por tres dĆas.
—AsĆ serĆ”. Comencemos, seƱor Rafael —dijo el jefe de los empleados levantĆ”ndose del asiento—, el uniforme le quedarĆ” estupendo.
—Abuelo, ya sĆ© que no me volverĆ© a portar mal.
—Marcos Rafael, ve que te estĆ”n esperando.
Rafael gimió y se fue de la oficina arrastrando los pies.
—Mano dura con ese diablillo —dijo Enzo, cerrando la puerta bajo seguro y ocupando un asiento.
—Me saca canas verdes. Es como la mezcla de ustedes seis juntos. Espero que con esto aprenda la lección y no estĆ© mojando el suelo reciĆ©n trapeado.
—Mmmmmm.
Marcos sonrió con un brillo en los ojos.
—¿Y quĆ© te trae por aquĆ, hijo?
—Quiero discutir contigo un asunto muy importante.
—¿SĆ? ¿Y cómo quĆ© serĆ”? —quiso saber Marcos uniendo las manos.
—Sobre aquella vez que te acusaron de corrupción, papĆ”.
Marcos Chacón dobló las cejas, tragó saliva y cambió su relajada postura en el asiento.
—¿Y por quĆ© quieres saber de eso? Fue hace muchĆsimos aƱos y no me pudieron comprobar nada.
—Solo quiero saber…
—¿Saber quĆ©, hijo? —Marcos desvió la mirada a las manos de Enzo—. ¡Hijo te hiciste otro tatuaje, eh! ¿CreĆas que no me darĆa cuenta?
Enzo se miró la mano y sonrió.
—SĆ, hace par de dĆas.
—Enzo, no me gusta que te hagas tatuajes. Y menos en todo el cuerpo, ya llevas varios, ¡pareces un mapa mundi! Con uno estaba bien, mĆ”ximo tres…
—PĆ”, no me cambies de conversación.
—EstĆ” bien —el patriarca Chacón suspiró—. ¿QuĆ© quieres saber de ese asunto? ¿Por quĆ©? Se trató de un tema de la oposición polĆtica.
—Pues —Enzo se dedicó a mentir—. Hace unos dĆas estuve reunidos con unos amigos y salió el tema de la polĆtica, y se habló entre otras cosas de tu impecable gestión como ministro de turismo, pero manchado expediente de corrupción.
—No fue nada, Enzo. No hubo forma de culpabilidad por lo que se me acusaba y yo continuĆ© con mi gestión.
—Entiendo. Lo sĆ© y recuerdo algunas cosas de la Ć©poca. Aunque yo estaba en la universidad, comenzando, y tĆŗ nos aseguraste que todo iba a salir muy bien.
—Y efectivamente asĆ fue. No hay de quĆ© preocuparse, ya hace 11 aƱos de eso.
—SĆ… ¿pĆ”, aquello fue verdad?
—Enzo, todavĆa, ¿no me explico? ¿Por quĆ© tanto empeƱo en saberlo? El caso estĆ” cerrado.
—Es para saber a quĆ© me enfrento. Entre mi grupo de amigos habĆan periodistas y abogados y conocen del tema. Yo solo recuerdo que fue un mal capĆtulo.
—Ya te dije, no se comprobó nada.
—¿Pero fue verdad?
Se quedaron mirando a los ojos durante algunos segundos, Enzo adoraba a Marcos por su gran bondad y paternidad, Marcos amaba la lealtad y cariño que por siempre Enzo le profesó. Finalmente el sujeto mÔs viejo en la oficina se reclinó en el asiento.
—De todos los muchachos, mis gorilas como siempre les he dicho a los seis, luego de Israel eres el segundo que sabrĆ” la verdad. SĆ, recibĆ sobornos de varias empresas turĆsticas. SabrĆ”s que no me gusta hablar de eso porque no quiero destruir la buena imagen que ustedes tienen de mi.
—No importa —Enzo abandonó su asiento y dio la vuelta al escritorio para abrazar a Marcos—. No quiero saber cómo saliste de eso o lo que hiciste. Lo que me interesa es el hombre que has sido conmigo y mis hermanos MatĆas y Pascual. Simplemente querĆa saber la verdad de tu boca.
Finalmente lo que al muchacho le interesaba era conocer la verdad para entender si el chantaje del que estaba siendo vĆctima era cierto. En otro momento investigarĆa que relación tenĆa Chacón con los Gargano.
Se desconoce que mĆ”s sucedió en aquella oficina. Pero se sabe que Marcos le explicó al sobrino del fuerte apoyo que tuvo de su partido polĆtico. Media hora mĆ”s tarde Enzo Chacón cruzaba el lobby del hotel, el suelo por donde caminaba estaba hĆŗmedo.
—¿A caso no ves por dónde caminas? TĆo.
Rafael se veĆa muy gracioso cuando movĆa la boca grande para llamarlo tĆo y mĆ”s chistoso estaba con su atuendo de personal de limpieza. Enzo se dirigió a Ć©l con burla:
—Que linda te ves trapeando, esperancita…
—CĆ”llate, tĆo o te meterĆ© el palo de la escoba por el culo.
—Ja, ja, ja. EstĆ”s hermosa con tu traje de sirvienta. DeberĆas quedĆ”rtelo puesto para siempre. Te contratarĆ© para que vayas a limpiar mi casa. Se ve que cobras barato.
—¡Maldito adoptado te voy a matar!
—SeƱor Rafael —apareció Elio dispuesto a llamarle la atención—. ¿QuĆ© clase de modales son esos en la entrada del hotel? TendrĆ© que hablar de esto con don Marcos. AdemĆ”s, ¿no estĆ” viendo esas pisadas? Por favor a trabajar.
Enzo se echó a reĆr.
—AhĆ te ves, enano. Te quiero mucho. Cuando puedas te contrato.
—¡Me la pelas, segundo!
Enzo salió a buscar su vehĆculo y dirigirse al galpón donde lo citó Felipe Gargano.
El galpón estaba ubicado en una zona residencial de la isla. Por mensaje de texto de Felipe recibió la orden de estacionar su vehĆculo afuera y halar el pesado portón que estarĆa abierto solo para Ć©l. El lugar era oscuro y abandonado por los aƱos, solamente servĆa para acumular polvo y refugio de palomas. Junto a una reja lo estaba esperando su chantajista. Felipe Gargano vestĆa de franela, jeans y botas luciendo un aspecto juvenil.
Enzo se llenó de furia de saber que el motivo de chantaje era cierto. Pero estaba dispuesto a soportarlo solo por el bienestar de su familia.
—AquĆ estoy. ¿QuĆ© demonios quieres? —fue su saludo.
Sin embargo fue recibido por un fuerte bofetón en el rostro.
PAFF
Fue el eco del sonido cuando le voltearon la cara.
Enzo luchó contra todo su impulso para no saltar sobre Felipe y atacarlo a puƱos. La expresión serĆa de su rostro adoptó la forma de un perro furioso. Sus ojos estaban fijos en el otro hombre, su mandĆbula se desfiguraba de la rabia, los puƱos permanecĆan apretados y el antebrazo abultado.
—¿QuĆ©? ¿EstĆ”s furioso? —se burló Felipe—, la Ćŗltima vez que hablamos te dije que tenĆas que ser puntual con la hora de llegada. EstĆ”s con dos minutos de retraso —se divirtió entregando dos bofetadas mĆ”s a Enzo.
El joven Chacón respiraba pesadamente de rabia, sus puños estaban constipados y conteniéndose para no saltar sobre Felipe.
—Tienes permiso de hablar esclavo.
—Nunca pensĆ© que me recibieras como una marica con bofetadas —se le ocurrió responder a Enzo—, ni mi novia en su peor momento actĆŗa asĆ.
Como respuesta, Enzo recibió una patada en las bolas de parte de Felipe que le dolió en el alma. Se debĆa a que la punta del calzado tenĆa un discreto material de acero. El adorado sobrino de Marcos Chacón se quedó congelado en su lugar, mirando hacia adelante, pero con la vista en otro mundo. Agarrando el frĆ”gil contenido entre sus manos, con el semen revuelto tras la patada.
—¿Con quiĆ©n crees que estĆ”s hablando? —el tono de voz de Felipe era de reclamo—. Recuerda que te tengo apretado de los huevos, una sola llamada a la prensa bastarĆ” para acabar con tu familia. De la puta de tu novia estĆ” prohibido que hables en mi presencia. ¿Te gusta tanto el plĆ”stico para andar con ella? No quiero saber nada de esa zorra horrible llena de tatuajes y labios llenos de botox. La plastic woman andante.
Enzo consiguió erguirse cuando el dolor de sus testĆculos disminuyó. Su rostro revelaba que lo estaba pasando mal y que estaba la mar colĆ©rico.
—Quita tus manos de las bolas.
–¡No!
—No me hagas repetirlo de nuevo Enzo Alejandro.
Chacón obedeció y se llevó las manos detrÔs de la espalda.
Felipe se plantó frente y acercó su rostro al de él.
—No pretenderĆ”s besarme —se negó Enzo apartando el rostro en otra dirección—, no abuses, no soy un maricón enclosetado como tĆŗ —enseguida apretó los gruesos labios.
Felipe lo tomó con fuerza de la mejilla y lo obligó a mirarlo.
—¿De quĆ© manera tĆŗ entiendes que me perteneces? Puedo hacer contigo lo que se me antoje.
AĆŗn asĆ Enzo sacudió a cabeza como un animal rebelde liberĆ”ndose de los gruesos dedos de su captor. En su lugar Felipe pudo aguantar forzar sus labios, pero hundió su cara sobre el hombro de Chacón aspirando el olor de su cuello, todavĆa olĆa a la deliciosa fragancia de Dior Sauvage. Trasladó una mano a su fuerte pectoral, lo acarició un poco, pasó un dedo alrededor de una tetilla, sintiendo que contenĆa la respiración, Felipe se sintió orgulloso de su hazaƱa y muy excitado. Luego bajó la mano a la entrepierna de aquel semental.
Colocó la mano sobre el pantalón, la polla del varón estaba flÔcida, la respiración de Felipe sobre el cuello de Enzo no logró levantarla y mucho menos el apretón de un pezón con su otra mano. Felipe le mordió el lóbulo de la oreja.
—Aaay —fue el susurro muy mĆnimo de Enzo.
Felipe se sintió orgulloso, hubo un mĆnimo movimiento en el pene de su presa. Volvió a drogarse oliendo su cuello. Dirigió su mano mas abajo, donde estaban las inmensas toronjas que aseguraban su linaje Chacón y las apretó.
—Arrrrg, ay, no —Enzo se resistĆa, pero no podĆa, por mĆ”s fuerte que fuera de bolas, no podĆa lidiar con la yema de los dedos de Felipe en sus orbes—. Ughhhh… —Felipe le jaló las bolas como si se las fuera a llevar a las rodillas.
Felipe sonrió, su propio pene estaba tieso dentro de su jeans. Se sentĆa feliz de poder dominar al fortĆsimo hombre que estaba frente a Ć©l. Enzo le gustaba y mucho. Desde que lo veĆa en la universidad. Tan pronto supo que tenĆa un mĆ©todo para chantajearlo, se dio cuenta que era su oportunidad. Dejó de apretarle los grandes testĆculos y se le quedó mirando.
«Quiero verte desnudo» deseó en sus pensamientos, pero no era el dĆa apropiado para eso. En su lugar ordenó:
—Date la vuelta e inclĆnate un poco.
—¿QuĆ© pretendes?
—¿A caso te dije que puedes preguntar? Haz lo que te ordeno.
Otra vez sentĆa la mirada cargada de odio de Enzo encima. No le importó. El heredero Chacón dio media vuelta inclinando la parte superior del cuerpo hacia adelante.
—Separa las piernas, Enzo.
Escuchó que el muchacho tragaba saliva, aún asà obedeció y abrió el compÔs de sus muslos. Felipe disfrutó de pie a cabeza lo que se mostraba a sus ojos, las fuertes piernas de aquel varón, su pomposo culo, la fornida espalda. Envidió a todas las mujeres que Enzo llevó a la cama y echó el pie hacia atrÔs.
Su pierna salió disparada directamente entre las piernas de Enzo y aplastó con un crujido su escroto. Las piernas de Enzo se juntaron y respondió con un gruñido gutural.
«Que fuerte es, yo me hubiese tirado al suelo a llorar» pensó Felipe ajustando su erección.
Enzo estaba doblado con una mano en la rodilla y la otra acariciando sus huevos.
Felipe caminó al frente. Mirando cara a cara a Enzo Chacón. RÔpidamente tomó el brazo derecho del sobrino del hotelero apartÔndolo de su entrepierna, tras eso anotó una patada con su fémur que le rebotó las grandes bolas.
Enzo gimió y cayó de rodillas, cubriendo su entrepierna de un nuevo ataque.
—¿Te crees muy fuerte de bolas? —se rió Felipe echando unos pasos hacia atrĆ”s. Claramente la cabeza de su pene estaba delineada en su pantalón–. Te dije que yo tengo mĆ”s fuerza que el jovencito de tu sobrino.
Felipe ocupó un improvisado asiento de un muro de la pared. TenĆa un botellón de agua que sirvió en dos vasos de plĆ”stico.
—Ten, es para ti. No quiero que pienses que los de la familia Gargano somos malvados. Ven a buscar agua.
Tendió el brazo ofreciendo el recipiente. Enzo fue cojeando hasta su lado para recogerlo. Tan solo bastó que apartara la mano de sus testĆculos para recibir un puntapiĆ©.
–¡Ooooouch!
De nuevo, caĆa de rodillas, acunando su virilidad maltrecha. Felipe arrojó el contenido del vaso directamente en su rostro, empapando tambiĆ©n parte de su franela.
Riéndose Felipe salió de su improvisado asiento y se situó tras el humillado Enzo. Miró su torso, Chacón clavaba su frente al suelo mientras amasaba sus huevos, su trasero estaba en alza.
—LevĆ”ntate.
—No.
—Te he dicho que te levantes, puto.
Enzo hizo un esfuerzo para ponerse de pie apoyĆ”ndose en sus manos para tomar impulso. Felipe le miró el culo, echó la pierna hacia atrĆ”s y le propinó una patada en las bolas. Los ojos de Enzo se agradaron en estado de shock cuando sus testĆculos fueron pateados. Su conmoción se convirtió en agonĆa cuando Felipe lo pateó de nuevo, aplanando sus gónadas una vez mĆ”s. El guapo hombre se fue hacia adelante cayendo de cara. Se acurrucó, aullando de dolor.
Enzo quedó encogido agarrĆ”ndose las bolas, tenĆa los ojos cerrados mientras el dolor latĆa desde su entrepierna y subĆa a sus entraƱas.
—¿QuĆ© es eso? —Felipe dobló las cejas cuando escuchó un sonido familiar.
El celular de Enzo estaba sonando con una llamada. Felipe se inclinó y palpó el bolsillo del pantalón de Chacón.
—¡No puedes hacer eso! —reclamó Enzo lleno de dolor.
Felipe extrajo el celular de los bolsillos del pantalón.
—¿Amy?… ¡Amy! ¡El monstruo de tu novia estĆ” llamando! Lady Botox la voy a apodar.
—DĆ©jala —dijo Enzo todavĆa acongojado.
Felipe se echó a reĆr, deslizó la pantalla aceptando la llamada, poniĆ©ndola en alta voz.
—Hola, mi amor —saludó una voz femenina.
Los ojos de Enzo se encontraron con los de Felipe, que le dirigĆa una sonrisa de burla.
—¿Enzo, me oyes? ¿Aló?
Felipe susurró:
—¿Hablas tĆŗ o hablo yo? Le voy a decir que estamos follando en un hotel.
Enzo cerró los ojos y suspiró:
—Mi amor, ¿cómo estĆ”s?
—Mi vida. Mi vida, muy bien, querĆa saludarte y decir que esta noche estarĆ© ocupada con el viaje de mi hermana que te comentĆ© ayer.
A medida que oĆa, Felipe hacia unas morisquetas graciosas imitando la voz femenina.
—Seguramente esa zorra va a cojer con otro tipo mejor que tĆŗ —se atrevió a murmurar.
—¿Enzo, mi amor, me oyes?
—SĆ, vida mĆa. Es que……… estoy ocupado con Israel en las actividades de su campaƱa y no te puedo atender, hablamos luego, ¿sĆ?
—Bueno, pero como viajarĆ© con mi hermana es posible que me quede sin seƱal en el celular. MaƱana si estarĆ© completamente para ti para que salgamos juntos a comprar el regalo del dĆa del padre para Marcos.
—SĆ, amor —afirmó Enzo todavĆa agarrando sus bolas.
Felipe miró con fastidio hacia el techo y culminó la llamada telefónica.
—¡¿Cómo te atreves?!
Felipe fue mÔs allÔ y apagó el smartphone.
–Lady botox no te merece. Es una zorra horrible.
—¡CĆLLATE, MARICĆN!
Felipe le dio un puñetazo en el estómago que lo hizo toser y quejarse.
—Cuida tus palabras, huevudo. AsĆ que maƱana irĆ”s cuĆ”l novio feliz a comprar el regalo del dĆa del padre con lady botox. No sĆ© cómo vas a hacer. Pero vas a cancelar esa salida con tu novia, deja que esta noche ella se vaya feliz con su amante. TĆŗ saldrĆ”s conmigo maƱana a comprar el regalo.
—¡Pudrete!
Felipe lo miró fijamente.
—No me hagas hacer algo de lo que te puedes arrepentir. MaƱana irĆ”s de compra conmigo y no con la mujer botox.
La continuación de este capĆtulo estarĆ” publicada el martes 01 de junio.
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