Chantaje (3/5): cambio de planes para Enzo - Las Bolas de Pablo

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26 may 2021

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Chantaje (3/5): cambio de planes para Enzo

Contiene:

Ballbusting hombre/hombre


Enzo Chacón llegaba a la oficina de su padre en el Neptuno Palace, cuando se encontró a Rafael, su sobrino, al jefe del personal de mantenimiento y a Marcos Chacón conversando.

 

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—Abuelito, tĆŗ no puedes hacer eso, porque era un juego que hice con Elio. Un simple challenge para tiktok. ĀæNo lo has visto, abuelo? Le decimos esperancita. Por fa, abue, no lo hagas —reprochaba con sentimiento Rafael. Al darse cuenta que su voz no provocaba la reacción esperada retomó su carĆ”cter altanero—. ĀæA caso te has vuelto loco, Marcos Chacón? Ā”Yo no puedo hacer eso, soy tu nieto! Ā”Y el mayor!

 

—”No me importa, Rafael! AsĆ­ aprendes a respetar a todo el personal que labora en el hotel, Āæcuando has visto un menosprecio de nuestra parte?

 

—”Pero es que no hice nada malo! Es un juego, una broma.

 

—No me importa —respondió Marcos Chacón levantando el celular para contestar una llamada. Salió del Ć”ngulo visual de los presentes en la oficina, pero se escuchó que conversaba con alguien de la polĆ­tica.

 

—¿Ahora quĆ© has hecho, Rafita! —preguntó Enzo.

 

—Eso no te importa, tĆ­o ā€”Rafael dijo la Ćŗltima palabra gesticulando mucho con los labios como si le costara decirlo. Luego se dirigió al jefe del personal de mantenimiento—, seƱor Elio, hagamos un acuerdo, usted y yo quedamos conforme frente al abuelo y al salir de aquĆ­ cada quien va por su lado.

 

—No, seƱor Rafael. Su abuelo me dijo que lo iba a tratar como un empleado mĆ”s durante tres dĆ­as. Y al salir de aquĆ­ usted comenzarĆ” a trabajar con la seƱora Milagros y Berenice en la limpieza de los pasillos, las pruebas estĆ”n ahĆ­ en el video que grabó para sus redes sociales. Perturbando el trabajo de los empleados en el Ć”rea de limpieza.

 

—Que vergüenza, Rafael —reprochó Enzo muy digno.

 

—Mantente al margen, tĆ­o.

 

Enzo se rió entre dientes por la actitud del chico. Marcos Chacón volvía a la mesa para tomar asiento culminando la llamada telefónica:

 

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—SĆ­, podemos reunirnos la próxima semana para dejar en claro la candidatura de Israel. AsĆ­ estaremos. Muchas gracias por la conversación……… hasta luego, feliz dĆ­a —el increĆ­ble abuelo sostuvo algunas hojas, las acomodó golpeĆ”ndolas en la mesa y miró con felicidad a las personas a su frente—. Entonces acordaremos eso, seƱor Elio.

 

—SĆ­, don Marcos.

 

—”Abuelo, nooo!

 

—Como un empleado mĆ”s, seƱor Elio. Desde ya y por tres dĆ­as.

 

—AsĆ­ serĆ”. Comencemos, seƱor Rafael —dijo el jefe de los empleados levantĆ”ndose del asiento—, el uniforme le quedarĆ” estupendo.

 

—Abuelo, ya sĆ© que no me volverĆ© a portar mal.

 

—Marcos Rafael, ve que te estĆ”n esperando.

 

Rafael gimió y se fue de la oficina arrastrando los pies.

 

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—Mano dura con ese diablillo —dijo Enzo, cerrando la puerta bajo seguro y ocupando un asiento.

 

—Me saca canas verdes. Es como la mezcla de ustedes seis juntos. Espero que con esto aprenda la lección y no estĆ© mojando el suelo reciĆ©n trapeado.

 

—Mmmmmm.

 

Marcos sonrió con un brillo en los ojos.

 

—¿Y quĆ© te trae por aquĆ­, hijo?

 

—Quiero discutir contigo un asunto muy importante.

 

—¿SĆ­? ĀæY cómo quĆ© serĆ”? —quiso saber Marcos uniendo las manos.

 

—Sobre aquella vez que te acusaron de corrupción, papĆ”.

 

Marcos Chacón dobló las cejas, tragó saliva y cambió su relajada postura en el asiento.

 

—¿Y por quĆ© quieres saber de eso? Fue hace muchĆ­simos aƱos y no me pudieron comprobar nada.

 

—Solo quiero saber…

 

—¿Saber quĆ©, hijo? —Marcos desvió la mirada a las manos de Enzo—. Ā”Hijo te hiciste otro tatuaje, eh! ĀæCreĆ­as que no me darĆ­a cuenta?

 

Enzo se miró la mano y sonrió.

 

—SĆ­, hace par de dĆ­as.

 

—Enzo, no me gusta que te hagas tatuajes. Y menos en todo el cuerpo, ya llevas varios, Ā”pareces un mapa mundi! Con uno estaba bien, mĆ”ximo tres…

 

—PĆ”, no me cambies de conversación.

 

—EstĆ” bien —el patriarca Chacón suspiró—. ĀæQuĆ© quieres saber de ese asunto? ĀæPor quĆ©? Se trató de un tema de la oposición polĆ­tica.

 

—Pues —Enzo se dedicó a mentir—. Hace unos dĆ­as estuve reunidos con unos amigos y salió el tema de la polĆ­tica, y se habló entre otras cosas de tu impecable gestión como ministro de turismo, pero manchado expediente de corrupción.

 

—No fue nada, Enzo. No hubo forma de culpabilidad por lo que se me acusaba y yo continuĆ© con mi gestión.

 

—Entiendo. Lo sĆ© y recuerdo algunas cosas de la Ć©poca. Aunque yo estaba en la universidad, comenzando, y tĆŗ nos aseguraste que todo iba a salir muy bien.

 

—Y efectivamente asĆ­ fue. No hay de quĆ© preocuparse, ya hace 11 aƱos de eso.

 

—Sí… ĀæpĆ”, aquello fue verdad?

 

—Enzo, todavĆ­a, Āæno me explico? ĀæPor quĆ© tanto empeƱo en saberlo? El caso estĆ” cerrado.

 

—Es para saber a quĆ© me enfrento. Entre mi grupo de amigos habĆ­an periodistas y abogados y conocen del tema. Yo solo recuerdo que fue un mal capĆ­tulo.

 

—Ya te dije, no se comprobó nada.

 

—¿Pero fue verdad?

 

Se quedaron mirando a los ojos durante algunos segundos, Enzo adoraba a Marcos por su gran bondad y paternidad, Marcos amaba la lealtad y cariño que por siempre Enzo le profesó. Finalmente el sujeto mÔs viejo en la oficina se reclinó en el asiento.

 

—De todos los muchachos, mis gorilas como siempre les he dicho a los seis, luego de Israel eres el segundo que sabrĆ” la verdad. SĆ­, recibĆ­ sobornos de varias empresas turĆ­sticas. SabrĆ”s que no me gusta hablar de eso porque no quiero destruir la buena imagen que ustedes tienen de mi.

 

—No importa —Enzo abandonó su asiento y dio la vuelta al escritorio para abrazar a Marcos—. No quiero saber cómo saliste de eso o lo que hiciste. Lo que me interesa es el hombre que has sido conmigo y mis hermanos MatĆ­as y Pascual. Simplemente querĆ­a saber la verdad de tu boca.

 

Finalmente lo que al muchacho le interesaba era conocer la verdad para entender si el chantaje del que estaba siendo víctima era cierto. En otro momento investigaría que relación tenía Chacón con los Gargano.

 

Se desconoce que mÔs sucedió en aquella oficina. Pero se sabe que Marcos le explicó al sobrino del fuerte apoyo que tuvo de su partido político. Media hora mÔs tarde Enzo Chacón cruzaba el lobby del hotel, el suelo por donde caminaba estaba húmedo.

 

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—¿A caso no ves por dónde caminas? TĆ­o.

 

Rafael se veĆ­a muy gracioso cuando movĆ­a la boca grande para llamarlo tĆ­o y mĆ”s chistoso estaba con su atuendo de personal de limpieza. Enzo se dirigió a Ć©l con burla:

 

—Que linda te ves trapeando, esperancita…

 

—CĆ”llate, tĆ­o o te meterĆ© el palo de la escoba por el culo.

 

—Ja, ja, ja. EstĆ”s hermosa con tu traje de sirvienta. DeberĆ­as quedĆ”rtelo puesto para siempre. Te contratarĆ© para que vayas a limpiar mi casa. Se ve que cobras barato.

 

—”Maldito adoptado te voy a matar!

 

—SeƱor Rafael —apareció Elio dispuesto a llamarle la atención—. ĀæQuĆ© clase de modales son esos en la entrada del hotel? TendrĆ© que hablar de esto con don Marcos. AdemĆ”s, Āæno estĆ” viendo esas pisadas? Por favor a trabajar.

 

Enzo se echó a reír.

 

—AhĆ­ te ves, enano. Te quiero mucho. Cuando puedas te contrato.

 

—”Me la pelas, segundo!

 

Enzo salió a buscar su vehículo y dirigirse al galpón donde lo citó Felipe Gargano.

 

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El galpón estaba ubicado en una zona residencial de la isla. Por mensaje de texto de Felipe recibió la orden de estacionar su vehículo afuera y halar el pesado portón que estaría abierto solo para él. El lugar era oscuro y abandonado por los años, solamente servía para acumular polvo y refugio de palomas. Junto a una reja lo estaba esperando su chantajista. Felipe Gargano vestía de franela, jeans y botas luciendo un aspecto juvenil.

 

Enzo se llenó de furia de saber que el motivo de chantaje era cierto. Pero estaba dispuesto a soportarlo solo por el bienestar de su familia.

 

—AquĆ­ estoy. ĀæQuĆ© demonios quieres? —fue su saludo.

 

Sin embargo fue recibido por un fuerte bofetón en el rostro.

 

PAFF

 

Fue el eco del sonido cuando le voltearon la cara.

 

Enzo luchó contra todo su impulso para no saltar sobre Felipe y atacarlo a puños. La expresión sería de su rostro adoptó la forma de un perro furioso. Sus ojos estaban fijos en el otro hombre, su mandíbula se desfiguraba de la rabia, los puños permanecían apretados y el antebrazo abultado.

 

—¿QuĆ©? ĀæEstĆ”s furioso? —se burló Felipe—, la Ćŗltima vez que hablamos te dije que tenĆ­as que ser puntual con la hora de llegada. EstĆ”s con dos minutos de retraso —se divirtió entregando dos bofetadas mĆ”s a Enzo.

 

El joven Chacón respiraba pesadamente de rabia, sus puños estaban constipados y conteniéndose para no saltar sobre Felipe.

 

—Tienes permiso de hablar esclavo.

 

—Nunca pensĆ© que me recibieras como una marica con bofetadas —se le ocurrió responder a Enzo—, ni mi novia en su peor momento actĆŗa asĆ­.

 

Como respuesta, Enzo recibió una patada en las bolas de parte de Felipe que le dolió en el alma. Se debía a que la punta del calzado tenía un discreto material de acero. El adorado sobrino de Marcos Chacón se quedó congelado en su lugar, mirando hacia adelante, pero con la vista en otro mundo. Agarrando el frÔgil contenido entre sus manos, con el semen revuelto tras la patada.

 

—¿Con quiĆ©n crees que estĆ”s hablando? —el tono de voz de Felipe era de reclamo—. Recuerda que te tengo apretado de los huevos, una sola llamada a la prensa bastarĆ” para acabar con tu familia. De la puta de tu novia estĆ” prohibido que hables en mi presencia. ĀæTe gusta tanto el plĆ”stico para andar con ella? No quiero saber nada de esa zorra horrible llena de tatuajes y labios llenos de botox. La plastic woman andante.

 

Enzo consiguió erguirse cuando el dolor de sus testículos disminuyó. Su rostro revelaba que lo estaba pasando mal y que estaba la mar colérico.

 

—Quita tus manos de las bolas.

 

–”No!

 

—No me hagas repetirlo de nuevo Enzo Alejandro.

 

Chacón obedeció y se llevó las manos detrÔs de la espalda.

 

Felipe se plantó frente y acercó su rostro al de él.

 

—No pretenderĆ”s besarme —se negó Enzo apartando el rostro en otra dirección—, no abuses, no soy un maricón enclosetado como tĆŗ —enseguida apretó los gruesos labios.

 

Felipe lo tomó con fuerza de la mejilla y lo obligó a mirarlo.

 

—¿De quĆ© manera tĆŗ entiendes que me perteneces? Puedo hacer contigo lo que se me antoje.

 

Aún así Enzo sacudió a cabeza como un animal rebelde liberÔndose de los gruesos dedos de su captor. En su lugar Felipe pudo aguantar forzar sus labios, pero hundió su cara sobre el hombro de Chacón aspirando el olor de su cuello, todavía olía a la deliciosa fragancia de Dior Sauvage. Trasladó una mano a su fuerte pectoral, lo acarició un poco, pasó un dedo alrededor de una tetilla, sintiendo que contenía la respiración, Felipe se sintió orgulloso de su hazaña y muy excitado. Luego bajó la mano a la entrepierna de aquel semental.

 

Colocó la mano sobre el pantalón, la polla del varón estaba flÔcida, la respiración de Felipe sobre el cuello de Enzo no logró levantarla y mucho menos el apretón de un pezón con su otra mano. Felipe le mordió el lóbulo de la oreja.

 

—Aaay —fue el susurro muy mĆ­nimo de Enzo.

 

Felipe se sintió orgulloso, hubo un mínimo movimiento en el pene de su presa. Volvió a drogarse oliendo su cuello. Dirigió su mano mas abajo, donde estaban las inmensas toronjas que aseguraban su linaje Chacón y las apretó.

 

—Arrrrg, ay, no —Enzo se resistĆ­a, pero no podĆ­a, por mĆ”s fuerte que fuera de bolas, no podĆ­a lidiar con la yema de los dedos de Felipe en sus orbes—. Ughhhh… —Felipe le jaló las bolas como si se las fuera a llevar a las rodillas.

 

Felipe sonrió, su propio pene estaba tieso dentro de su jeans. Se sentía feliz de poder dominar al fortísimo hombre que estaba frente a él. Enzo le gustaba y mucho. Desde que lo veía en la universidad. Tan pronto supo que tenía un método para chantajearlo, se dio cuenta que era su oportunidad. Dejó de apretarle los grandes testículos y se le quedó mirando.

 

«Quiero verte desnudo» deseó en sus pensamientos, pero no era el día apropiado para eso. En su lugar ordenó:

 

—Date la vuelta e inclĆ­nate un poco.

 

—¿QuĆ© pretendes?

 

—¿A caso te dije que puedes preguntar? Haz lo que te ordeno.

 

Otra vez sentía la mirada cargada de odio de Enzo encima. No le importó. El heredero Chacón dio media vuelta inclinando la parte superior del cuerpo hacia adelante.

 

—Separa las piernas, Enzo.

 

Escuchó que el muchacho tragaba saliva, aún así obedeció y abrió el compÔs de sus muslos. Felipe disfrutó de pie a cabeza lo que se mostraba a sus ojos, las fuertes piernas de aquel varón, su pomposo culo, la fornida espalda. Envidió a todas las mujeres que Enzo llevó a la cama y echó el pie hacia atrÔs.

 

Su pierna salió disparada directamente entre las piernas de Enzo y aplastó con un crujido su escroto. Las piernas de Enzo se juntaron y respondió con un gruñido gutural.

 

Ā«Que fuerte es, yo me hubiese tirado al suelo a llorarĀ» pensó Felipe ajustando su erección. 


Enzo estaba doblado con una mano en la rodilla y la otra acariciando sus huevos.

 

Felipe caminó al frente. Mirando cara a cara a Enzo Chacón. RÔpidamente tomó el brazo derecho del sobrino del hotelero apartÔndolo de su entrepierna, tras eso anotó una patada con su fémur que le rebotó las grandes bolas.

 

Enzo gimió y cayó de rodillas, cubriendo su entrepierna de un nuevo ataque.

 

—¿Te crees muy fuerte de bolas? —se rió Felipe echando unos pasos hacia atrĆ”s. Claramente la cabeza de su pene estaba delineada en su pantalón–. Te dije que yo tengo mĆ”s fuerza que el jovencito de tu sobrino.

 

Felipe ocupó un improvisado asiento de un muro de la pared. Tenía un botellón de agua que sirvió en dos vasos de plÔstico.

 

—Ten, es para ti. No quiero que pienses que los de la familia Gargano somos malvados. Ven a buscar agua.

 

Tendió el brazo ofreciendo el recipiente. Enzo fue cojeando hasta su lado para recogerlo. Tan solo bastó que apartara la mano de sus testículos para recibir un puntapié.

 

–”Ooooouch!

 

De nuevo, caía de rodillas, acunando su virilidad maltrecha. Felipe arrojó el contenido del vaso directamente en su rostro, empapando también parte de su franela.

 

Riéndose Felipe salió de su improvisado asiento y se situó tras el humillado Enzo. Miró su torso, Chacón clavaba su frente al suelo mientras amasaba sus huevos, su trasero estaba en alza.

 

—LevĆ”ntate.

 

—No.

 

—Te he dicho que te levantes, puto.

 

Enzo hizo un esfuerzo para ponerse de pie apoyÔndose en sus manos para tomar impulso. Felipe le miró el culo, echó la pierna hacia atrÔs y le propinó una patada en las bolas. Los ojos de Enzo se agradaron en estado de shock cuando sus testículos fueron pateados. Su conmoción se convirtió en agonía cuando Felipe lo pateó de nuevo, aplanando sus gónadas una vez mÔs. El guapo hombre se fue hacia adelante cayendo de cara. Se acurrucó, aullando de dolor.

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Enzo quedó encogido agarrÔndose las bolas, tenía los ojos cerrados mientras el dolor latía desde su entrepierna y subía a sus entrañas.

 

—¿QuĆ© es eso? —Felipe dobló las cejas cuando escuchó un sonido familiar.

 

El celular de Enzo estaba sonando con una llamada. Felipe se inclinó y palpó el bolsillo del pantalón de Chacón.

 

—”No puedes hacer eso! —reclamó Enzo lleno de dolor.

 

Felipe extrajo el celular de los bolsillos del pantalón.

 

—¿Amy?… Ā”Amy! Ā”El monstruo de tu novia estĆ” llamando! Lady Botox la voy a apodar.

 

—DĆ©jala —dijo Enzo todavĆ­a acongojado.

 

Felipe se echó a reír, deslizó la pantalla aceptando la llamada, poniéndola en alta voz.

 

—Hola, mi amor —saludó una voz femenina.

 

Los ojos de Enzo se encontraron con los de Felipe, que le dirigĆ­a una sonrisa de burla.

 

—¿Enzo, me oyes? ĀæAló?

 

Felipe susurró:

 

—¿Hablas tĆŗ o hablo yo? Le voy a decir que estamos follando en un hotel.

 

Enzo cerró los ojos y suspiró:

 

—Mi amor, Āæcómo estĆ”s?

 

—Mi vida. Mi vida, muy bien, querĆ­a saludarte y decir que esta noche estarĆ© ocupada con el viaje de mi hermana que te comentĆ© ayer.

 

A medida que oĆ­a, Felipe hacia unas morisquetas graciosas imitando la voz femenina.

 

—Seguramente esa zorra va a cojer con otro tipo mejor que tĆŗ —se atrevió a murmurar.

 

—¿Enzo, mi amor, me oyes?

 

—SĆ­, vida mĆ­a. Es que……… estoy ocupado con Israel en las actividades de su campaƱa y no te puedo atender, hablamos luego, ĀæsĆ­?

 

—Bueno, pero como viajarĆ© con mi hermana es posible que me quede sin seƱal en el celular. MaƱana si estarĆ© completamente para ti para que salgamos juntos a comprar el regalo del dĆ­a del padre para Marcos.

 

—SĆ­, amor —afirmó Enzo todavĆ­a agarrando sus bolas.

 

Felipe miró con fastidio hacia el techo y culminó la llamada telefónica.

 

—”¿Cómo te atreves?!

 

Felipe fue mÔs allÔ y apagó el smartphone.

 

–Lady botox no te merece. Es una zorra horrible.

 

—”CƁLLATE, MARICƓN!

 

Felipe le dio un puñetazo en el estómago que lo hizo toser y quejarse.

 

—Cuida tus palabras, huevudo. AsĆ­ que maƱana irĆ”s cuĆ”l novio feliz a comprar el regalo del dĆ­a del padre con lady botox. No sĆ© cómo vas a hacer. Pero vas a cancelar esa salida con tu novia, deja que esta noche ella se vaya feliz con su amante. TĆŗ saldrĆ”s conmigo maƱana a comprar el regalo.

 

—”Pudrete!

 

Felipe lo miró fijamente.

 

—No me hagas hacer algo de lo que te puedes arrepentir. MaƱana irĆ”s de compra conmigo y no con la mujer botox.


La continuación de este capĆ­tulo estarĆ” publicada el martes 01 de junio. 

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