Pelotas de futbolistas (1/5): Pelota traviesa - Las Bolas de Pablo

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25 may 2021

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Pelotas de futbolistas (1/5): Pelota traviesa

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Dedicado a: Buster man a quien tanto le gusta el fĆŗtbol


—Esta noche, ganes o pierdas el partido te darĆ© tu merecido —prometió Micaela, la novia de SebastiĆ”n dĆ”ndole una mirada traviesa.

 

Al oĆ­r aquello, SebastiĆ”n se puso duro dentro de su pantalón corto, se mordió el labio inferior. Era un atractivo jugador de fĆŗtbol, alto, delgado, con cabello castaƱo claro. SabĆ­a que su merecido era una noche de buen sexo. Y seguro que iba a ser asĆ­ pues el equipo estaba en vivo celebrando su gol 2-0.

 

El partido estaba siendo bastante flojo, los deportistas del equipo contrario no demostraban una fuerza relevante. Mientras que los uniformados de la selección de SebastiÔn, calzando un uniforme blanco estaban siendo sagaces en el manejo del balón.

 

SebastiƔn estaba feliz despuƩs de una larga temporada sin sexo, esa noche llenarƭa el coƱo de su novia de leche. Iba a quedar mƔs repleta que un pastel.

 

El silbato anunciaba la reanudación del juego, el equipo contrario dominado por la presión pasaban el balón de una pierna a otra sin mayores logros.

 

Parece que la suerte ya los empezaba a acompaƱar a 15 minutos del final del partido. HabĆ­an coordinación en sus pases y atravesaban el campo ganando espacio en el Ć”rea rival.

 

Los uniformados rojos estaban muy cerca de la meta del equipo Madrid Real. La defensa formaba una barrera para rechazar el balón de su porterĆ­a. A fuerza de una colosal patada a mucha distancia el balón salió disparado. Si no fuera por la interrupción de Vladimir, la pelota de fĆŗt hubiese dado en el blanco con el primer gol.

 

Sin embargo el objetivo del balón colisionó en las piernas abiertas del jugador vestido de blanco.

 

—”””AAAAAAAAAAAH!!! —gritó Vladimir cuando la pelota de fĆŗtbol colisionó a fuerza increĆ­ble en sus desprotegidas pelotas de carne.

 

El guapo jugador de piel clara y corte de cabello moderno se fue directo al suelo agarrĆ”ndose las bolas y meciĆ©ndose.

 

SebastiÔn se apoderó del balón de fútbol y lo pateó a uno de sus amigos para continuar rechazando el juego.

 

El silbato del Ôrbitro paralizó la jugada. Era momento de atender a Vladimir que se había puesto de rodillas sosteniéndose sus lastimadas joyas.

 

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SebastiĆ”n se echó a reĆ­r y corrió hasta Ć©l, Vladimir le estaba dando la espalda y a travĆ©s de sus piernas separadas y debajo de las nalgas, el dibujo de sus bolas se marcaban en el pantalón con poderosa notoriedad.

 

—”Te han destrozado los huevos, Vladimir! —llegó riĆ©ndose—, no hombre, te dejaron sin oportunidad del dĆ­a del padre, los huevos te llegaron a la garganta porque te destruyeron para siempre tu zona viril. Ā”Ja, ja, ja, ja!

 

Vladimir gimió comenzando a ser atendido por el personal de salud, que lo acostaron en la grama y le palparon la parte baja del abdomen.

 

—”AhĆ­ no me duele, son mis pelotas! —se quejó casi llorando de dolor.

 

—Obvio —siguió burlĆ”ndose SebastiĆ”n—, te reventaron los huevos, tĆ­o. Desde hoy te llamaremos Vladimira.

 

—No es gracioso, gilipollas de mierda… aaaaaaay.

 

—Todo estĆ” perfecto, esperaremos que te recuperes —dijo el paramĆ©dico—, Āæde acuerdo?

 

—Ostia, sĆ­.

 

—¿TodavĆ­a mantienes tus dos huevos?

 

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—Carajo, sĆ­, SebastiĆ”n.

 

—PensĆ© que te los dejaron de recuerdo.

 

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Vladimir gimió, recibió un recipiente con agua y se puso de pie. Probó la refrescante bebida y comenzó a caminar. Sus testĆ­culos se sentĆ­an pesados, pero ahĆ­ estaban. Abrió un poco el short y echó dentro de su calzoncillo el frĆ­o lĆ­quido. Sintió un poco de alivio sobre sus sensibles huevos. Ā”Cuanto le dolĆ­an! Entregó el termo y se dobló un poco sintiendo la molestia genital.

 

El juego se reanudó faltaba poco para la victoria.

 

”Por suerte los jugadores del equipo contrario no lograron anotar su primer gol!

 

La pelota chocó contra el travesaño de la portería. El guardameta pateó fuertemente y voló por los aires hasta dar a la mitad del campo donde nuevamente pasó de pie en pie por cada futbolista.

 

SebastiĆ”n logró anotar el tercer gol. Y la celebración retumbó desde las gradas. Se echó sobre la grama siendo aplastado por el peso de sus compaƱeros que se fueron montando sobre Ć©l.

 

Con la reanudación del juego la presión de los rivales estaba a niveles extremos a poco de los 10 minutos finales. Intentando lograr dominio en el lado del campo del equipo Madrid Real. La pelota era quien mĆ”s sufrĆ­a siendo transferida de un jugador a otro con el Ć­mpetu de las poderosas piernas.

 

En uno de sus toma y dame la pelota salió impactada contra la hombría de uno de los jugadores del Madrid Real.

 



El desafortunado fue Menelik Abioye. Soltó un gruƱido de dolor cuando la fuerza de
l balón se estrelló como un cañón en sus genitales.

 

Menelik era un jugador negro contratado de Marruecos, era alto, con el cabello crespo, cuerpo atlĆ©tico y piernas gruesas, era lo que mas se resaltaba cuando cayó arrodillado al suelo sujetĆ”ndose los huevos y subiendo su carnoso culo negro.

 

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—Ay, ay, ay, ay —chillaba acunando entre sus manos sus oscuras bolas golpeadas dentro de su short blanco.

 

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Enterraba la frente en el cĆ©sped quejĆ”ndose del punzante dolor que escapaba de sus testĆ­culos. El atractivo zambo cayó de bruces mirando al cielo amasando su par de huevos siendo atendido por el personal de salud.

 

—”JA, JA, JA! —se echó a reĆ­r SebastiĆ”n—. Menelik, te dejaron los huevos de acordeón. Ā”JA, JA, JA! Chicos, ya van dos. Les presento a Menelika. JA, JA, JA. Menelik, que bueno que ya tuviste hijos porque te destrozaron el miembro viril.

 

Rafael+Leao_+Soccer+Nutshot.+Milan+vs.+Verona.+07_03_2021.+Pelotazo+en+los+huevos%2528360P%2529_1_01—Aaaaaaay —gemĆ­a Menelik mientras levantaban sus piernas y estiraban sus brazos.

 

Karim otro de sus compañeros connacional, tomó un envase con agua fría y empezó a echarle a borbotones sobre las bolas del negro.


—¿QuĆ© haces? —se burló SebastiĆ”n—. ĀæEsa es la manera de darle cristiana sepultura a sus testĆ­culos? Ā”Ja, ja, ja! Hombre, te aniquilaron los cojones.

 

Luego de tres minutos Menelik se levantó encorvado, su rostro estaba torcido de dolor, sus manos cubrĆ­an su entrepierna cogió el termo de agua y bebió sin modificar su faz de dolor.

 

Una vez recuperado el juego continuó, de un lado al otro la traviesa pelota se movĆ­a. Esteban Pereira, uno de los jugadores favoritos del BarkĆ”, los eternos rivales del equipo en derrota iba a toda velocidad hacia la meta hasta que fue derribado por el activo SebastiĆ”n. Con una sanción de tarjeta amarilla por el Ć”rbitro era momento de cobrar la falta. A pocas distancia de la meta los jugadores del Madrid Real se posicionaron en forma de columna para actuar como muralla. Todos estaban firmes con las manos por delante de la cintura, no iban a ser vĆ­ctima de la traviesa pelota destroza huevos.

 

Esteban Pereira miró con atención, su fabulosa barba marrón lo hacía ver muy atractivo. Era uno de los jugadores mÔs envidiados del mundo por estar casado con una atractiva actriz de fama mundial. A sonido del silbato Esteban pateó el balón.


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Los jugadores en la muralla del Madrid Real saltaron para evitar el traspaso del balón, pero bien sea por efecto del aire o mala suerte, el balón de fĆŗtbol se desvió, directamente a los testĆ­culos de Rodolfo Benitez, el capitĆ”n que reaccionó cayendo de rodillas.

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Cristian FernÔndez iba a defender haciendo volar la pelota lejos del terreno y cuando apenas la pateaba, otro jugador contraatacó y recibió también tremendo pelotazo en los huevos.

 

En un solo instante dos hombres quedaron en el suelo doblados del dolor.

 

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IncreĆ­blemente de los dos jugadores el que parecĆ­a mĆ”s lastimado era Rodolfo, el capitĆ”n, sus colosales testĆ­culos repletos de leche absorbieron todo el impacto de la pelota. Estaba quejĆ”ndose de agonĆ­a amasando entre sus manos sus sensibles gónadas, sosteniĆ©ndolas a travĆ©s del pantalón. Un miembro del equipo mĆ©dico palpó su abdomen y cadera.

 

—Ay, ay, joder —se quejaba el capitĆ”n del equipo.

 

—Otros miembros mĆ”s del equipo que se quedan sin huevos ā€”se burló SebastiĆ”n—, parece que desde este momento somos la selección femenina del Madrid Real. Ja, ja, ja.

 

—CĆ”llate, huevón, cĆ”llate —decĆ­a Rodolfo sumido en el mundo de dolor.

 

—Al menos yo tengo este par bien puesto —se burló SebastiĆ”n agarrĆ”ndose el bulto con una mano, marcando una pose sexual muy sugerente que aprovecharon los fotógrafos—. Y lo mejor de todo es que estĆ”n completos y esta noche tendrĆ”n una sana diversión. Os invito a la cĆ”mara de ordeƱo.

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