MOMENTOS SOBRE GINA. Relato corto. - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

22 may 2021

MOMENTOS SOBRE GINA. Relato corto.

 

MOMENTOS SOBRE GINA. Relato corto.

 

 CONTIENE BALLBUSTING ACCIDENTAL, M/M Y F/M.

 

Leer antes el relato ANECDOTAS DE GINA Parte 2.


A continuaciĆ³n se exponen 4 momentos en la vida de Gina ChalĆ³n y Emilio NĆŗƱez.

 

 

MOMENTO 1. CONVERSACIƓN ENTRE EMILIO NUƑEZ Y GINA ANTES Y DESPUES DEL “ATENTADO TESTICULAR” CON EL PARAGUAS.

 

—Pero Gina, como te vas a aparecer a la 1 de la tarde en tu primer dĆ­a de trabajo, la entrada es a las 8!, y porque no contestabas el telĆ©fono?, estaba preocupado!

 

—Emilito, es que tuve visitas en la maƱana.

 

—Pero como te atreviste a meter a alguien en mi apartamento, eso no lo hemos hablado.

 

—Es que como ahora estĆ”s con Alberto, y ya no quieres jugar conmigo…

 

Los abogados conversaban en el pasillo, justo afuera de la oficina de Emilio NĆŗƱez. Gina colocĆ³ un dedo sobre el pecho de Emilio y comenzĆ³ a jugar con su corbata.

 

—Lo lamento pero soy fiel a Alberto, y deja quieto ese dedito…—Le advirtiĆ³ cuando el dedo de Gina ya iba por su ombligo y tomaba rumbo a su Ć”rea privada—…O te lo tendrĆ© que cortar…—Emilio uso dos dedos en forma de tijeras para detener y alejar el dedo de Gina—…Junto a tu otro “dedo” mĆ”s largo y grueso, querida Gina.


—Oh, pero que malo eres, Emilio.

 

—Eres libre de buscar a otra persona con quien usar tus deditos…

 

—Jaja, que gracioso, pero entonces no puedes recriminarme por lo que hice; sobre todo despuĆ©s de lo de anoche.

 

—Todo lo que sucediĆ³ anoche fue solo tu culpa, y no me vengas con el descaro de que estas enojada conmigo, porque me vale 5 centavos!

 

—Calma, no te molestes, y no, no estoy enojada por lo de anoche…Vaya que dejaste las cosas claras. En fin, Marimar y Lorena me llamaron justo despuĆ©s de que te fuiste, estaban amanecidas y querĆ­an pasar un tiempo conmigo.

 

—Esas dos zorras siempre estĆ”n amanecidas.

 

—No les digas asĆ­.

 

—Son unas zorras y tĆŗ tambiĆ©n entras en esa categorĆ­a, Gina!—Emilio estaba molesto.

 

—Que vulgar eres Emilio. DĆ©jame te cuento: Apenas llegaron me dejaron una cosa en claro, no se irĆ­an hasta que me dejaran vacĆ­as la bolas….AsĆ­ que hicimos el amor ya no sĆ© cuĆ”ntas veces!,

 

—No es necesario que me cuentes todo.

 

—Pero claro que sĆ­!, verĆ”s, mientras penetraba a una con mi “Dedito gordo” como tĆŗ dices, a la otra le metĆ­a los dedos de mi mano, y hacĆ­a intercambio, asĆ­ las complacĆ­ a las dos.

 

—Sabes que no es muy grato escuchar tus aventuras sexuales con otras mujeres, por si no sabĆ­as soy gay.

 

—Pues te aguantas, Emilito! Pero cuando ambas quedaban satisfechas y querĆ­a tomar un descanso, alguna me tomaba la polla y me masturbaba hasta hacerme correr, no me daban descanso, quĆ© tramposas!


—Muy tramposas…—ExpresĆ³ Emilio con actitud de cansancio auditivo ante la narraciĆ³n.

 

—Claro que era trampa, siempre fue una pelea injusta, dos contra una, y no me dejaban reponer…Bueno, finalmente lograron su cometido y me dejaron seca, aunque ellas tambiĆ©n quedaron cansadas.

 

—Y quĆ© pasĆ³?, a quĆ© hora se largaron esas dos? E imagino que mi apartamento es un desastre en estos momentos…

 

—CĆ³mo a las 11 se fueron, y sĆ­! es un desastre.

 

Gina sabĆ­a que eso le enfadaba, pero Emilio se lo perdonarĆ­a.

 

NĆŗƱez se tragĆ³ el enojo y cambiĆ³ el tema:

 

—Entonces cĆ³mo estĆ”s?, tu cuerpo ya recuperĆ³ fluidos?

 

—PorquĆ© lo dices?, quieres traicionar a Alberto?...—Ante el intento de reclamo de Emilio, Gina se anticipĆ³—Es broma! no te vayas a molestar…Pero no!, la verdad ahora mismo mis testĆ­culos siguen vacĆ­os…Es que cuando me baƱƩ para venir aquĆ­ me volvĆ­ a masturbar.

 

—No hables mĆ”s de Alberto despuĆ©s de lo de anoche, estaba muy enojado por tu culpa!

 

—Pues el culpable mayor eres tĆŗ por acogerme en tu apartamento.

 

—Era por tu bien! desvergonzada!

 

—Entonces puedo divertirme con otras personas…2 o quizĆ”s 3 mujeres o con un par de hombres.

 

—Ves como si entras en la categorĆ­a de puta. 

 

Gina se mordiĆ³ el labio, pero no quiso reclamarle y fue ahora ella quien cambiĆ³ el tema.

 

—Bueno, voy a almorzar.

 

—Pero acabas de llegar, condenada!—ReclamĆ³ Emilio.

 

—SĆ­, pero todos los empleados tiene derecho a su hora de almuerzo, nos vemos…

 

Gina se girĆ³ y fue cuando la punta del paraguas de Pilar se hundiĆ³ en su gran y vacĆ­o testĆ­culo izquierdo. Los ojos azules de la transexual se juntaron por un segundo, mostrĆ”ndole una borrosa mirada de su alrededor...


…Mientras su pequeƱa boca se abrĆ­a para soltar un grito.


—AAArgghh!!—EmergiĆ³ de la fina boca de Gina.

 

Su testĆ­culo izquierdo le transmitiĆ³ un impulso elĆ©ctrico que subiĆ³ a su abdomen, provocĆ”ndole inmediatas nĆ”useas y una leve contracciĆ³n de su estĆ³mago.

 

Para cuando tragĆ³ saliva evitando cualquier ascenso de contenido estomacal, ya se encontraba contra la pared, tomando sus gĆ³nadas y con el rostro simulando la expresiĆ³n de acidez.

 

 

 

MOMENTO 2. CONVERSACIƓN ENTRE EMILIO NUƑEZ Y GINA DESPUES DEL “ATENTADO TESTICULAR” CON EL PARAGUAS…Y EL MAL CHISTE.

 

 

En la oficina de Emilio, la transexual estaba sentada en un cĆ³modo sofĆ”, sin falda y con una bolsa de hielo sobre el bulto de sus pantaletas.

 

—Oh santo dios, cĆ³mo duele…

 

—Te compadezco, amiga.

 

—Esa mujer es una torpe!

 

—Fue un accidente, Gina.

 

—Eso lo sĆ©, pero no por ello me dejan de doler.

 

—A veces ocurren los accidentes…No se pueden evitar.

 

—Pero no deja de ser una estĆŗpida!, me pegĆ³ en el huevo izquierdo, y con ese tonto paraguas!

 

Emilio sonriĆ³ disimuladamente.

 

—O sea que jugaron billar con tu preciosa gĆ³nada izquierda.


—Ya deja de molestar o me las pagarĆ”s!…Ough, Esa maldita!

 

—No hables asĆ­ de Pilar, es una buena persona…Por cierto, estoy sorprendido por tu reacciĆ³n con Pilar, sabiendo cĆ³mo te enojas cuando te pegan en las bolas, lo tomaste muy bien, ni le reclamaste. Recuerdo aquella vez que te golpeĆ© las huevas cuando peleĆ”bamos en la cama, no me hablaste por toda una semana.

 

Gina estaba atenta a todo lo que Emilio recordaba.

 

—Esa vez te ganĆ©—continuĆ³ el abogado—…Creo que por primera y Ćŗnica vez.

 

—Haciendo trampa.

 

—Nadie puso reglas, nunca esperaste que te ganara.

 

—Sigue pensando eso, tramposo…

 

Emilio prosiguiĆ³:

 

—O aquella vez que tu primo, ese lindo odontĆ³logo ChalĆ³n te dio el balonazo en las huevas durante el partido de baloncesto, Jajaja, le rompiste un diente del golpazo que le conectaste.


Gina se contagiĆ³ de la risa y agregĆ³:

 

—Se lo merecĆ­a porque lo hizo a propĆ³sito…Desde entonces cambiĆ© de odontĆ³logo porque jurĆ³ desquitarse jajajaja…Nunca irĆ© a su consultorio de nuevo, no quiero que me tome por sorpresa estando en una de esas sillas odontolĆ³gicas, esos aparatos parecen mĆ”s una silla elĆ©ctrica.

 

—LĆ”stima! le debes esa linda sonrisa a su dedicado trabajo oral.

 

—Ahora voy con otro odontĆ³logo, mĆ”s costosos pero no tengo alternativa.

 

—O aquella vez que Lalo Encole te apretĆ³ las criadillas, aunque te lo merecĆ­as…

 

—Ɠyeme Emilio, estĆ”s siguiĆ©ndome? EstĆ”s enterado de cuantas veces me han dado en las bolas? Porque yo no las recuerdo todas…DeberĆ­as hacer mi biografĆ­a.

 

—Pues no me importarĆ­a ser tu biĆ³grafo, Gina. Tu vida es interesante.

 

Emilio retomĆ³ sus comentarios suspicaces.

 

—Pero ya en serio, la verdad te vi muy mal amiga, lleguĆ© a creer por un momento que Pilar te iba a privar con ese golpe.

 

—Eso no pasarĆ”! —La transexual comenzaba a molestarse.

 

—Pues asĆ­ debe ser, porque serĆ­a ridĆ­culo que una mujer te privara con un simple golpe de paraguas. —Emilio lo dijo a propĆ³sito, sabĆ­a que ese tipo de temas la enojaban.

 

—Deja de decir eso!

 

Emilio insistĆ­a en enfurecerla.

 

—Eso te pasa por tener las bolas grandes, ves como tambiĆ©n puede ser una desventaja.

 

—Oh!, ya vas a empezar con ese tema…

 

—Debes cuidar mĆ”s a esos dos, Gina…o un dĆ­a de estos te van a privar, ya puedo verte tirada en el piso...jajaja


—Deja de joder…A mĆ­ no me van a privar, NUNCA!

 

—Lo dice quien esta tirada en mi sofĆ” con una bolsa de hielo en los cojones y mĆ”s dĆ©bil que un gatito abandonado.

 

Gina enrojeciĆ³ de ira y le arrojĆ³ la bolsa de hielo, alcanzando a evadirla NĆŗƱez.

 

—Que dolor!!—El esfuerzo resintiĆ³ las bolas de la transexual.

 

—Y que esperabas? Las tenĆ­as vacĆ­as y asĆ­ cualquier golpe duele mĆ”s.

 

—En eso si coincido contigo.

 

La transexual hizo una pausa, respirĆ³ profundo y pareciĆ³ tranquilizarse.

 

—Respondiendo a tu pregunta, esa estĆŗpida…quiero decir, esa mujer…Ella no me despertĆ³ ningĆŗn enojo, fue un accidente y con todo eso del chiste…terrible eso sĆ­, pero no estoy enojada con ella.

 

 

 

 

MOMENTO 3. OTRO GOLPE BAJO DEL PASADO.

 

Por fin repuesta del dolor, Gina comenzĆ³ con su trabajo de asesorĆ­a, Emilio volviĆ³ a aquel tema de los golpes bajos pasados.

 

—Recuerdas aquella vez que te pegĆ³ esa mujer en el partido de futbol?

 

—Sigues con eso?, biĆ³grafo…

 

—Es sĆ³lo por tener una conversaciĆ³n amena, ademĆ”s cuando llegue a casa no serĆ” divertido el tener que arreglar tu desastre, porque tĆŗ no lo harĆ”s!

 

—Soy tu invitada no? —La mirada de incomodidad de Emilio, le sacĆ³ una sonrisa, continuĆ³…—SĆ­, la recuerdo, esa traicionera me pateo las bolas estando ambas en el suelo.

 

—Como te doliĆ³ ese dĆ­a! Quedaste tirada como 10 minutos.


—Y que esperabas? Esa cretina me enterrĆ³ los tacos de los guayos en las pelotas, la maldita sabĆ­a que yo tenĆ­a bolas, me querĆ­a deshuevar! Me lo dijo desde antes!


—Y despuĆ©s del partido fuiste a pegarle, eso si no estuvo bien.

 

—Pero le peguĆ© con la mano abierta…y ella era mĆ”s alta que yo, y pesaba mĆ”s!, por eso es que le decĆ­an la gorila.


—Aun asĆ­ no estaba bien, era una mujer.

 

—Pues no me siento mal, el que me pegue en las bolas sea hombre o mujer que se atenga a las consecuencias! Jum! —Gina se cruzĆ³ de brazos.

 

—Pero tĆŗ sabes pelear, Gina.

 

—Emilio, una bofetada bien dada es lo que se merecĆ­a…AdemĆ”s ella antes tambiĆ©n te pegĆ³ a ti en las bolas.

 

—Lo sabĆ­as? QuiĆ©n te dijo?

 

—Eso no importa, Me dijeron que te las pateo y cuando estabas sin poder moverte te hizo sangrar la nariz.

 

—SĆ­, fue una fuerte patada. Me quedĆ© completamente sin fuerza, sĆ³lo estaba ahĆ­ cogiĆ©ndome las bolas, no podĆ­a hacer nada. Se aprovechĆ³ y me dio un puƱete en la nariz, casi me la fractura.


—Ves! Se lo merecĆ­a la abusona esa!

 

Emilio tuvo un pensamiento curioso:

 

—No me digas que cuando le pegaste me estabas vengando?

 

Gina levantĆ³ una ceja:

 

—Claro que no!, vengaba mis propias bolas, pide a Alberto que vengue las tuyas. Bueno…si es que no sigue molesto contigo.

 

—Oh, eso es golpe bajo, Gina!

 

—No me hables a mĆ­ de golpes bajos el dĆ­a de hoy.

 

—Pero que bien lo que te pasĆ³ hoy, porque Ć©l que Alberto estĆ© molesto conmigo si es toda tu culpa, Gina…

 

—De acuerdo a todos nos fue mal anoche.

 

Emilio recordarĆ­a lo sucedido la noche anterior.

 

 

MOMENTO 4. LO SUCEDIDO ANOCHE.

 

La noche anterior, Alberto, el novio de Emilio vino a visitarle de forma inesperada. NĆŗƱez tratĆ³ repetidamente de que su pareja no fuese a su apartamento pues Alberto tenĆ­a una vieja rencilla contra Gina.

 

La visita se tradujo en un conflicto.

 

Emilio se mostrĆ³ nervioso ante la sorpresiva visita de Alberto, esperaba despedirle con alguna excusa o salir con Ć©l lo mĆ”s rĆ”pido posible para que no viese a Gina. Pero todo fue en vano.

 

La transexual escuchĆ³ que habĆ­a visitas, reconociĆ³ la voz de Alberto y saliĆ³ de su habitaciĆ³n vistiendo Ćŗnicamente una ligera blusa y medias veladas…sus dotados genitales estaban al aire.


—Pero que hace ella aquĆ­?! —La mirada de Alberto de inmediato denotĆ³ odio.

 

—Gina, vez a vestirte!— ReclamĆ³ Emilio, pero la invitada colocĆ³ las manos en sus caderas y se limitĆ³ a sonreĆ­r.

 

Ante la mirada inquisitiva de Alberto, el abogado se apresurĆ³ a explicar:

 

—Se estĆ” quedando un tiempo aquĆ­, deja que te explique…

 

—Hola Alberto—SaludĆ³ una sarcĆ”stica Gina, quiĆ©n sabĆ­a bien que Alberto no la soportaba—Que pasa Alberto? porque te caigo tan mal?

 

—Descarada!, no se me olvida lo que le hiciste a mi hermano…

 

—Y que le hice segĆŗn tĆŗ? —Gina introdujo un dedo en su oĆ­do y lo rascaba, queriendo parecer despectiva.

 

 —Maldita!, Lo botaste como a un trapo viejo!

 

—Por favor no me insultes…Y sĆ³lo por eso estĆ”s molesto?

 

—Jugaste con Ć©l, maldita!!

 

Emilio trataba de intermediar pero ninguno de los actores en la discusiĆ³n le prestaba atenciĆ³n.

 

—Pero Ć©l es adulto, no es mi culpa que se enamorara de mĆ­.

 

—Maldita, ya verĆ”s!

 

Alberto quiso avanzar contra la transexual, pero Emilio le retuvo. Le suplicaba que se calmase.

 

—Gina vete a tu cuarto! Y por el amor de dios, no vuelvas a salir asĆ­, vĆ­stete!

 

—En un momento voy, Emilio. Primero tengo que decir algo…Mira Alberto no me culpes por lo de tu hermanito, ademĆ”s no le fue tan mal, disfrutĆ³ de mĆ­ cuando me tuvo, de mi culo, de mi pene y sobretodo…de mis bolas.

 

—Gina ya basta de comportarte asĆ­! —Emilio se mostrĆ³ enojado con su amiga.

 

Pero vendrĆ­a la respuesta de Alberto.

 

—Maldita!, sabes que he soƱado con cortarte esas bolas que tanto presumes.

 

—No me digas, sueƱas con mis bolas? —Gina mostrĆ³ una sonrisa curiosa.

 

—SĆ­!, sueƱo que te las corto con tijeras oxidadas!


—Que horrible suena, pero…Emilio, escuchaste eso? Tu pareja sueƱa con mis bolas, jajaja.

 

—Basta Gina! —ExclamĆ³ Emilio. Su amiga en ocasiones era realmente odiosa.

 

—Pero Alberto, —La transexual contratacĆ³ —No sueƱas tambiĆ©n con besar y acariciar mis bolas?, admĆ­telo! Emilio no se pondrĆ” celosos si solo son sueƱos

 O porque no haces tus sueƱos realidad.

 

La abogada meneĆ³ sus genitales, orgullosa de ellos.

 

Alberto sonrĆ­e:

 

—AcariciĆ”rtelos?, pero claro! lo vas a disfrutar.

 

—De verdad? —Se extraĆ±Ć³ Gina.

 

—Claro que te las acariciarĆ©…¡¡Te las voy a apretar hasta que llores como una condenada a muerte!!!

 

El iracundo Alberto enseƱaba su mano empuƱada, ansiaba tener esas bolas entre sus dedos.

 

Gina retrocediĆ³ un poco. Se sentĆ­a bastante feo imaginar lo que planteaba Alberto. DecidiĆ³ que ya estaba bien de conflicto.


—Mejor no seguimos en esto, no quiero pelear contigo.

 

La transexual regresĆ³ a su cuarto. Emilio por fin vio la paz en su apartamento.

 

Ya con Gina fuera de escena, TratĆ³ de calmar a su pareja.

 

—Alberto no le prestes atenciĆ³n, tranquilĆ­zate.

 

—Emilio, quisiera APRETARSELAS!!!—Alberto respiraba agitado del enfado—Hacer que pida perdĆ³n a mi hermano—EmpuƱaba tan duro su mano que Ć©sta se veĆ­a blanca.

 

—Basta, Alberto.

 

—Y que hace aquĆ­ esa maldita?

 

—La amenazaron de muerte, la estĆ”n buscando para hacerle daƱo, y aĆŗn no se sabe quiĆ©n es el de las amenazas…Incluso han aparecido por su casa para dejar mensajes, por eso vino a vivir conmigo, tu sabes que mi apartamento tiene buena seguridad privada, y aquĆ­ no la buscarĆ”n.

 

—Es un hija de puta! Si la estĆ”n buscando ojala la encuentren!

 

—Alberto, tĆŗ no eres asĆ­, no puedo creer que quieres que la lastimen o la maten…

 

Alberto dio un profundo suspiro:

 

—Claro que no, Emilio. No le deseo eso, pero no la soporto!, solo no le vayas a decir que no deseo su muerte!

 

La visita de Alberto no durĆ³ mucho. Emilio intentĆ³ un beso que bajase la tensiĆ³n de la noche, pero si bien Alberto respondiĆ³ a su caricia, al final no pudo digerir el enojo y decidiĆ³ irse.


Ya en la puerta del apartamento, Emilio tocĆ³ el paquete de Alberto esperando excitarlo y que no se fuera, pero Ć©ste simplemente le retirĆ³ la mano y partiĆ³.

 

Emilio quedĆ³ cabizbajo, era seguro que Alberto estaba molesto con Ć©l por acoger a Gina. Fue cuando la transexual, con el mismo escaso atuendo, apareciĆ³ detrĆ”s suyo.

 

—Ya se fue?, te ves algo deprimido, Emilito…Que dices si nos divertimos?, a ver si te animas…

 

Emilio sentĆ­a el pene de Gina en su espalda baja. La transexual le dio el frente y le tomĆ³ de la barbilla elevĆ”ndole la cara. Emilio no respondiĆ³.

 

—Vamos Emilio!, que me dices? nos divertimos?

 

—Yo digo…—PareciĆ³ expresar en voz baja, Emilio.

 

—SĆ­, que me dices?

 

—Digo… 

 

 

—Oooohh !! —ExpresĆ³ Gina, que quedaba con la boca abierta, Emilio le dio una fuerte palmada en los testĆ­culos.

 

—…Digo que te vistas! Y no lo volverĆ© a repetir!

 

Emilio se marchĆ³ molesto a su cuarto. Mientras la transexual quedĆ³ sin aire, apoyando una mano contra el muro.  

 

 

 

Finalizados los 4 momentos, Gina ya estaba bien y la jornada de trabajo iba a terminar.

 

—Este dĆ­a iniciĆ³ bien y despuĆ©s se volviĆ³ una tortura.

 

Emilio vio conveniente opinar:

 

—Todo tiene su explicaciĆ³n amiga mĆ­a….Es el KARMA! Gina, es tu castigo por lo que hiciste en mi apartamento.

 

—Oh!, ya cĆ”llate! Y por cierto, hĆ”blame mĆ”s de esa mujer Pilar…me ha interesado…

 

 

FIN.

 

 

***

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages