MOMENTOS SOBRE GINA. Relato corto.
CONTIENE BALLBUSTING ACCIDENTAL, M/M Y F/M.
Leer antes el relato ANECDOTAS DE GINA Parte 2.
A continuaciĆ³n se exponen 4 momentos en la vida de Gina ChalĆ³n y Emilio NĆŗƱez.
MOMENTO 1. CONVERSACIĆN ENTRE EMILIO NUĆEZ Y GINA ANTES Y DESPUES DEL “ATENTADO TESTICULAR” CON EL PARAGUAS.
—Pero Gina, como te vas a aparecer a la 1 de la tarde en tu primer dĆa de trabajo, la entrada es a las 8!, y porque no contestabas el telĆ©fono?, estaba preocupado!
—Emilito, es que tuve visitas en la maƱana.
—Pero como te atreviste a meter a alguien en mi apartamento, eso no lo hemos hablado.
—Es que como ahora estĆ”s con Alberto, y ya no quieres jugar conmigo…
Los abogados conversaban en el pasillo, justo afuera de la oficina de Emilio NĆŗƱez. Gina colocĆ³ un dedo sobre el pecho de Emilio y comenzĆ³ a jugar con su corbata.
—Lo lamento pero soy fiel a Alberto, y deja quieto ese dedito…—Le advirtiĆ³ cuando el dedo de Gina ya iba por su ombligo y tomaba rumbo a su Ć”rea privada—…O te lo tendrĆ© que cortar…—Emilio uso dos dedos en forma de tijeras para detener y alejar el dedo de Gina—…Junto a tu otro “dedo” mĆ”s largo y grueso, querida Gina.
—Oh, pero que malo eres, Emilio.
—Eres libre de buscar a otra persona con quien usar tus deditos…
—Jaja, que gracioso, pero entonces no puedes recriminarme por lo que hice; sobre todo despuĆ©s de lo de anoche.
—Todo lo que sucediĆ³ anoche fue solo tu culpa, y no me vengas con el descaro de que estas enojada conmigo, porque me vale 5 centavos!
—Calma, no te molestes, y no, no estoy enojada por lo de anoche…Vaya que dejaste las cosas claras. En fin, Marimar y Lorena me llamaron justo despuĆ©s de que te fuiste, estaban amanecidas y querĆan pasar un tiempo conmigo.
—Esas dos zorras siempre estĆ”n amanecidas.
—No les digas asĆ.
—Son unas zorras y tĆŗ tambiĆ©n entras en esa categorĆa, Gina!—Emilio estaba molesto.
—Que vulgar eres Emilio. DĆ©jame te cuento: Apenas llegaron me dejaron una cosa en claro, no se irĆan hasta que me dejaran vacĆas la bolas….AsĆ que hicimos el amor ya no sĆ© cuĆ”ntas veces!,
—No es necesario que me cuentes todo.
—Pero claro que sĆ!, verĆ”s, mientras penetraba a una con mi “Dedito gordo” como tĆŗ dices, a la otra le metĆa los dedos de mi mano, y hacĆa intercambio, asĆ las complacĆ a las dos.
—Sabes que no es muy grato escuchar tus aventuras sexuales con otras mujeres, por si no sabĆas soy gay.
—Pues te aguantas, Emilito! Pero cuando ambas quedaban satisfechas y querĆa tomar un descanso, alguna me tomaba la polla y me masturbaba hasta hacerme correr, no me daban descanso, quĆ© tramposas!
—Muy tramposas…—ExpresĆ³ Emilio con actitud de cansancio auditivo ante la narraciĆ³n.
—Claro que era trampa, siempre fue una pelea injusta, dos contra una, y no me dejaban reponer…Bueno, finalmente lograron su cometido y me dejaron seca, aunque ellas tambiĆ©n quedaron cansadas.
—Y quĆ© pasĆ³?, a quĆ© hora se largaron esas dos? E imagino que mi apartamento es un desastre en estos momentos…
—CĆ³mo a las 11 se fueron, y sĆ! es un desastre.
Gina sabĆa que eso le enfadaba, pero Emilio se lo perdonarĆa.
NĆŗƱez se tragĆ³ el enojo y cambiĆ³ el tema:
—Entonces cĆ³mo estĆ”s?, tu cuerpo ya recuperĆ³ fluidos?
—PorquĆ© lo dices?, quieres traicionar a Alberto?...—Ante el intento de reclamo de Emilio, Gina se anticipĆ³—Es broma! no te vayas a molestar…Pero no!, la verdad ahora mismo mis testĆculos siguen vacĆos…Es que cuando me baƱƩ para venir aquĆ me volvĆ a masturbar.
—No hables mĆ”s de Alberto despuĆ©s de lo de anoche, estaba muy enojado por tu culpa!
—Pues el culpable mayor eres tĆŗ por acogerme en tu apartamento.
—Era por tu bien! desvergonzada!
—Entonces puedo divertirme con otras personas…2 o quizĆ”s 3 mujeres o con un par de hombres.
—Ves como si entras en la categorĆa de puta.
Gina se mordiĆ³ el labio, pero no quiso reclamarle y fue ahora ella quien cambiĆ³ el tema.
—Bueno, voy a almorzar.
—Pero acabas de llegar, condenada!—ReclamĆ³ Emilio.
—SĆ, pero todos los empleados tiene derecho a su hora de almuerzo, nos vemos…
Gina se girĆ³ y fue cuando la punta del paraguas de Pilar se hundiĆ³ en su gran y vacĆo testĆculo izquierdo. Los ojos azules de la transexual se juntaron por un segundo, mostrĆ”ndole una borrosa mirada de su alrededor...
…Mientras su pequeƱa boca se abrĆa para soltar un grito.
—AAArgghh!!—EmergiĆ³ de la fina boca de Gina.
Su testĆculo izquierdo le transmitiĆ³ un impulso elĆ©ctrico que subiĆ³ a su abdomen, provocĆ”ndole inmediatas nĆ”useas y una leve contracciĆ³n de su estĆ³mago.
Para cuando tragĆ³ saliva evitando cualquier ascenso de contenido estomacal, ya se encontraba contra la pared, tomando sus gĆ³nadas y con el rostro simulando la expresiĆ³n de acidez.
MOMENTO 2. CONVERSACIĆN ENTRE EMILIO NUĆEZ Y GINA DESPUES DEL “ATENTADO TESTICULAR” CON EL PARAGUAS…Y EL MAL CHISTE.
En la oficina de Emilio, la transexual estaba sentada en un cĆ³modo sofĆ”, sin falda y con una bolsa de hielo sobre el bulto de sus pantaletas.
—Oh santo dios, cĆ³mo duele…
—Te compadezco, amiga.
—Esa mujer es una torpe!
—Fue un accidente, Gina.
—Eso lo sĆ©, pero no por ello me dejan de doler.
—A veces ocurren los accidentes…No se pueden evitar.
—Pero no deja de ser una estĆŗpida!, me pegĆ³ en el huevo izquierdo, y con ese tonto paraguas!
Emilio sonriĆ³ disimuladamente.
—O sea que jugaron billar con tu preciosa gĆ³nada izquierda.
—Ya deja de molestar o me las pagarĆ”s!…Ough, Esa maldita!
—No hables asĆ de Pilar, es una buena persona…Por cierto, estoy sorprendido por tu reacciĆ³n con Pilar, sabiendo cĆ³mo te enojas cuando te pegan en las bolas, lo tomaste muy bien, ni le reclamaste. Recuerdo aquella vez que te golpeĆ© las huevas cuando peleĆ”bamos en la cama, no me hablaste por toda una semana.
Gina estaba atenta a todo lo que Emilio recordaba.
—Esa vez te ganĆ©—continuĆ³ el abogado—…Creo que por primera y Ćŗnica vez.
—Haciendo trampa.
—Nadie puso reglas, nunca esperaste que te ganara.
—Sigue pensando eso, tramposo…
Emilio prosiguiĆ³:
—O aquella vez que tu primo, ese lindo odontĆ³logo ChalĆ³n te dio el balonazo en las huevas durante el partido de baloncesto, Jajaja, le rompiste un diente del golpazo que le conectaste.
Gina se contagiĆ³ de la risa y agregĆ³:
—Se lo merecĆa porque lo hizo a propĆ³sito…Desde entonces cambiĆ© de odontĆ³logo porque jurĆ³ desquitarse jajajaja…Nunca irĆ© a su consultorio de nuevo, no quiero que me tome por sorpresa estando en una de esas sillas odontolĆ³gicas, esos aparatos parecen mĆ”s una silla elĆ©ctrica.
—LĆ”stima! le debes esa linda sonrisa a su dedicado trabajo oral.
—Ahora voy con otro odontĆ³logo, mĆ”s costosos pero no tengo alternativa.
—O aquella vez que Lalo Encole te apretĆ³ las criadillas, aunque te lo merecĆas…
—Ćyeme Emilio, estĆ”s siguiĆ©ndome? EstĆ”s enterado de cuantas veces me han dado en las bolas? Porque yo no las recuerdo todas…DeberĆas hacer mi biografĆa.
—Pues no me importarĆa ser tu biĆ³grafo, Gina. Tu vida es interesante.
Emilio retomĆ³ sus comentarios suspicaces.
—Pero ya en serio, la verdad te vi muy mal amiga, lleguĆ© a creer por un momento que Pilar te iba a privar con ese golpe.
—Eso no pasarĆ”! —La transexual comenzaba a molestarse.
—Pues asĆ debe ser, porque serĆa ridĆculo que una mujer te privara con un simple golpe de paraguas. —Emilio lo dijo a propĆ³sito, sabĆa que ese tipo de temas la enojaban.
—Deja de decir eso!
Emilio insistĆa en enfurecerla.
—Eso te pasa por tener las bolas grandes, ves como tambiĆ©n puede ser una desventaja.
—Oh!, ya vas a empezar con ese tema…
—Debes cuidar mĆ”s a esos dos, Gina…o un dĆa de estos te van a privar, ya puedo verte tirada en el piso...jajaja
—Deja de joder…A mĆ no me van a privar, NUNCA!
—Lo dice quien esta tirada en mi sofĆ” con una bolsa de hielo en los cojones y mĆ”s dĆ©bil que un gatito abandonado.
Gina enrojeciĆ³ de ira y le arrojĆ³ la bolsa de hielo, alcanzando a evadirla NĆŗƱez.
—Que dolor!!—El esfuerzo resintiĆ³ las bolas de la transexual.
—Y que esperabas? Las tenĆas vacĆas y asĆ cualquier golpe duele mĆ”s.
—En eso si coincido contigo.
La transexual hizo una pausa, respirĆ³ profundo y pareciĆ³ tranquilizarse.
—Respondiendo a tu pregunta, esa estĆŗpida…quiero decir, esa mujer…Ella no me despertĆ³ ningĆŗn enojo, fue un accidente y con todo eso del chiste…terrible eso sĆ, pero no estoy enojada con ella.
MOMENTO 3. OTRO GOLPE BAJO DEL PASADO.
Por fin repuesta del dolor, Gina comenzĆ³ con su trabajo de asesorĆa, Emilio volviĆ³ a aquel tema de los golpes bajos pasados.
—Recuerdas aquella vez que te pegĆ³ esa mujer en el partido de futbol?
—Sigues con eso?, biĆ³grafo…
—Es sĆ³lo por tener una conversaciĆ³n amena, ademĆ”s cuando llegue a casa no serĆ” divertido el tener que arreglar tu desastre, porque tĆŗ no lo harĆ”s!
—Soy tu invitada no? —La mirada de incomodidad de Emilio, le sacĆ³ una sonrisa, continuĆ³…—SĆ, la recuerdo, esa traicionera me pateo las bolas estando ambas en el suelo.
—Como te doliĆ³ ese dĆa! Quedaste tirada como 10 minutos.
—Y que esperabas? Esa cretina me enterrĆ³ los tacos de los guayos en las pelotas, la maldita sabĆa que yo tenĆa bolas, me querĆa deshuevar! Me lo dijo desde antes!
—Y despuĆ©s del partido fuiste a pegarle, eso si no estuvo bien.
—Pero le peguĆ© con la mano abierta…y ella era mĆ”s alta que yo, y pesaba mĆ”s!, por eso es que le decĆan la gorila.
—Aun asĆ no estaba bien, era una mujer.
—Pues no me siento mal, el que me pegue en las bolas sea hombre o mujer que se atenga a las consecuencias! Jum! —Gina se cruzĆ³ de brazos.
—Pero tĆŗ sabes pelear, Gina.
—Emilio, una bofetada bien dada es lo que se merecĆa…AdemĆ”s ella antes tambiĆ©n te pegĆ³ a ti en las bolas.
—Lo sabĆas? QuiĆ©n te dijo?
—Eso no importa, Me dijeron que te las pateo y cuando estabas sin poder moverte te hizo sangrar la nariz.
—SĆ, fue una fuerte patada. Me quedĆ© completamente sin fuerza, sĆ³lo estaba ahĆ cogiĆ©ndome las bolas, no podĆa hacer nada. Se aprovechĆ³ y me dio un puƱete en la nariz, casi me la fractura.
—Ves! Se lo merecĆa la abusona esa!
Emilio tuvo un pensamiento curioso:
—No me digas que cuando le pegaste me estabas vengando?
Gina levantĆ³ una ceja:
—Claro que no!, vengaba mis propias bolas, pide a Alberto que vengue las tuyas. Bueno…si es que no sigue molesto contigo.
—Oh, eso es golpe bajo, Gina!
—No me hables a mĆ de golpes bajos el dĆa de hoy.
—Pero que bien lo que te pasĆ³ hoy, porque Ć©l que Alberto estĆ© molesto conmigo si es toda tu culpa, Gina…
—De acuerdo a todos nos fue mal anoche.
Emilio recordarĆa lo sucedido la noche anterior.
MOMENTO 4. LO SUCEDIDO ANOCHE.
La noche anterior, Alberto, el novio de Emilio vino a visitarle de forma inesperada. NĆŗƱez tratĆ³ repetidamente de que su pareja no fuese a su apartamento pues Alberto tenĆa una vieja rencilla contra Gina.
La visita se tradujo en un conflicto.
Emilio se mostrĆ³ nervioso ante la sorpresiva visita de Alberto, esperaba despedirle con alguna excusa o salir con Ć©l lo mĆ”s rĆ”pido posible para que no viese a Gina. Pero todo fue en vano.
La transexual escuchĆ³ que habĆa visitas, reconociĆ³ la voz de Alberto y saliĆ³ de su habitaciĆ³n vistiendo Ćŗnicamente una ligera blusa y medias veladas…sus dotados genitales estaban al aire.
—Pero que hace ella aquĆ?! —La mirada de Alberto de inmediato denotĆ³ odio.
—Gina, vez a vestirte!— ReclamĆ³ Emilio, pero la invitada colocĆ³ las manos en sus caderas y se limitĆ³ a sonreĆr.
Ante la mirada inquisitiva de Alberto, el abogado se apresurĆ³ a explicar:
—Se estĆ” quedando un tiempo aquĆ, deja que te explique…
—Hola Alberto—SaludĆ³ una sarcĆ”stica Gina, quiĆ©n sabĆa bien que Alberto no la soportaba—Que pasa Alberto? porque te caigo tan mal?
—Descarada!, no se me olvida lo que le hiciste a mi hermano…
—Y que le hice segĆŗn tĆŗ? —Gina introdujo un dedo en su oĆdo y lo rascaba, queriendo parecer despectiva.
—Maldita!, Lo botaste como a un trapo viejo!
—Por favor no me insultes…Y sĆ³lo por eso estĆ”s molesto?
—Jugaste con Ć©l, maldita!!
Emilio trataba de intermediar pero ninguno de los actores en la discusiĆ³n le prestaba atenciĆ³n.
—Pero Ć©l es adulto, no es mi culpa que se enamorara de mĆ.
—Maldita, ya verĆ”s!
Alberto quiso avanzar contra la transexual, pero Emilio le retuvo. Le suplicaba que se calmase.
—Gina vete a tu cuarto! Y por el amor de dios, no vuelvas a salir asĆ, vĆstete!
—En un momento voy, Emilio. Primero tengo que decir algo…Mira Alberto no me culpes por lo de tu hermanito, ademĆ”s no le fue tan mal, disfrutĆ³ de mĆ cuando me tuvo, de mi culo, de mi pene y sobretodo…de mis bolas.
—Gina ya basta de comportarte asĆ! —Emilio se mostrĆ³ enojado con su amiga.
Pero vendrĆa la respuesta de Alberto.
—Maldita!, sabes que he soƱado con cortarte esas bolas que tanto presumes.
—No me digas, sueƱas con mis bolas? —Gina mostrĆ³ una sonrisa curiosa.
—SĆ!, sueƱo que te las corto con tijeras oxidadas!
—Que horrible suena, pero…Emilio, escuchaste eso? Tu pareja sueƱa con mis bolas, jajaja.
—Basta Gina! —ExclamĆ³ Emilio. Su amiga en ocasiones era realmente odiosa.
—Pero Alberto, —La transexual contratacĆ³ —No sueƱas tambiĆ©n con besar y acariciar mis bolas?, admĆtelo! Emilio no se pondrĆ” celosos si solo son sueƱos
O porque no haces tus sueƱos realidad.
La abogada meneĆ³ sus genitales, orgullosa de ellos.
Alberto sonrĆe:
—AcariciĆ”rtelos?, pero claro! lo vas a disfrutar.
—De verdad? —Se extraĆ±Ć³ Gina.
—Claro que te las acariciarĆ©…¡¡Te las voy a apretar hasta que llores como una condenada a muerte!!!
El iracundo Alberto enseƱaba su mano empuƱada, ansiaba tener esas bolas entre sus dedos.
Gina retrocediĆ³ un poco. Se sentĆa bastante feo imaginar lo que planteaba Alberto. DecidiĆ³ que ya estaba bien de conflicto.
—Mejor no seguimos en esto, no quiero pelear contigo.
La transexual regresĆ³ a su cuarto. Emilio por fin vio la paz en su apartamento.
Ya con Gina fuera de escena, TratĆ³ de calmar a su pareja.
—Alberto no le prestes atenciĆ³n, tranquilĆzate.
—Emilio, quisiera APRETARSELAS!!!—Alberto respiraba agitado del enfado—Hacer que pida perdĆ³n a mi hermano—EmpuƱaba tan duro su mano que Ć©sta se veĆa blanca.
—Basta, Alberto.
—Y que hace aquĆ esa maldita?
—La amenazaron de muerte, la estĆ”n buscando para hacerle daƱo, y aĆŗn no se sabe quiĆ©n es el de las amenazas…Incluso han aparecido por su casa para dejar mensajes, por eso vino a vivir conmigo, tu sabes que mi apartamento tiene buena seguridad privada, y aquĆ no la buscarĆ”n.
—Es un hija de puta! Si la estĆ”n buscando ojala la encuentren!
—Alberto, tĆŗ no eres asĆ, no puedo creer que quieres que la lastimen o la maten…
Alberto dio un profundo suspiro:
—Claro que no, Emilio. No le deseo eso, pero no la soporto!, solo no le vayas a decir que no deseo su muerte!
La visita de Alberto no durĆ³ mucho. Emilio intentĆ³ un beso que bajase la tensiĆ³n de la noche, pero si bien Alberto respondiĆ³ a su caricia, al final no pudo digerir el enojo y decidiĆ³ irse.
Ya en la puerta del apartamento, Emilio tocĆ³ el paquete de Alberto esperando excitarlo y que no se fuera, pero Ć©ste simplemente le retirĆ³ la mano y partiĆ³.
Emilio quedĆ³ cabizbajo, era seguro que Alberto estaba molesto con Ć©l por acoger a Gina. Fue cuando la transexual, con el mismo escaso atuendo, apareciĆ³ detrĆ”s suyo.
—Ya se fue?, te ves algo deprimido, Emilito…Que dices si nos divertimos?, a ver si te animas…
Emilio sentĆa el pene de Gina en su espalda baja. La transexual le dio el frente y le tomĆ³ de la barbilla elevĆ”ndole la cara. Emilio no respondiĆ³.
—Vamos Emilio!, que me dices? nos divertimos?
—Yo digo…—PareciĆ³ expresar en voz baja, Emilio.
—SĆ, que me dices?
—Digo…
—Oooohh !! —ExpresĆ³ Gina, que quedaba con la boca abierta, Emilio le dio una fuerte palmada en los testĆculos.
—…Digo que te vistas! Y no lo volverĆ© a repetir!
Emilio se marchĆ³ molesto a su cuarto. Mientras la transexual quedĆ³ sin aire, apoyando una mano contra el muro.
Finalizados los 4 momentos, Gina ya estaba bien y la jornada de trabajo iba a terminar.
—Este dĆa iniciĆ³ bien y despuĆ©s se volviĆ³ una tortura.
Emilio vio conveniente opinar:
—Todo tiene su explicaciĆ³n amiga mĆa….Es el KARMA! Gina, es tu castigo por lo que hiciste en mi apartamento.
—Oh!, ya cĆ”llate! Y por cierto, hĆ”blame mĆ”s de esa mujer Pilar…me ha interesado…
FIN.
***
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