Nueva imagen cortesía del buen fercho, autor colaborador del blog.
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Ballbusting m/m
Un Chevrolet volt de color negro era conducido por la calle 51, Enzo Chacón, quien lo manejaba estaba ceñudo y pensativo mientras cruzaba las calles. Pocos días atrás recibió una misteriosa carta que mostraba un caso de corrupción que involucraba a su tío Marcos, considerado como su padre. Después de investigar por las cámaras de seguridad del pasillo quién era la persona que se atrevió a dejar la nota en su casillero del gimnasio las pruebas apuntaron a Felipe Gargano.
Al tratarse de Felipe Gargano el asunto se dirigía principalmente a lo político, ese hombre era hermano de la mujer que competía por la gobernación de la isla contra su hermano Israel. Lo mejor era enfrentar a ese canalla y averiguar qué quería al enviarle esa carta.
Enzo estacionó su vehículo a las afueras de una inmensa edificación que funcionaba de alquiler para distintas oficinas. El joven de brazos trabajados por el gimnasio y marcados con tatuajes se anunció en la entrada. En pocos segundos le permitieron el acceso al despacho del señor Felipe Gargano.
De señor tenía poco, Felipe rondaba poca edad superior a Enzo que solo contaba con 29 años. El despacho del abogado Felipe tenía luces led, una ventana que desde el rascacielos daba buena vista a la zona turística de la isla, si se observara con más detenimiento se veía el hotel de los Chacón a lo lejos.
Felipe tenía la constitución perfecta de un hombre que se preocupaba por practicar deportes constantemente, un torso musculoso y hombros anchos se dejaban ver fuertes debajo de su ajustado traje de diseñador.
—Enzo Chacón, no esperaba verte tan pronto por aquí —dijo con una cínica sonrisa—. ¿En qué te puedo ayudar? ¿Necesitas una asesoría? ¿Corrupción por ejemplo?
Enzo que todavía estaba de pie sintió la furia brotar de lo más profundo. Con tales palabras acentuadas, Felipe dejaba mostrar su responsabilidad en la carta. El sobrino de Marcos se llevó la mano al bolsillo del pantalón y arrojó contra la cara del abogado la carta arrugada por su puño.
—¿Qué mierda es esa que dejaste en mi casillero el otro día? No te preocupes en mentir porque la cámara te filmó.
—¿Mentir? ¿Para qué voy a mentir? ¡Si lo hice intencional! —Felipe lanzó la nota hacia el cesto de basura que estaba en la parte lateral del despacho. La pelota de papel hizo un arco perfecto en el aire antes de caer de lleno en el contenedor. Felipe se levantó del asiento, dio la vuelta acercándose a Enzo y comenzó a buscar entre las carpetas sobre el escritorio—. Aquí está, como comprenderás son documentos copia, los originales están muy bien resguardados —dijo con una sonrisa de orgullo. Después quedó cara a cara con el ceñudo hombre de aspecto rudo, pero más leal que un perro—. Tú y yo sabemos que nuestros padres, bueno mi padre y tu tío…
—Como yo lo considere no es tu asunto.
—Bueno, nuestros padres siempre fueron adversarios políticos, Marcos Chacón ministro de turismo y mi padre diputado muchas veces local y en otras ocasiones al parlamento nacional, cada uno velando por los intereses de su partido. Tanto así que la siguiente generación continuó la guerra. Israel y mi hermana tienen la carrera por la gobernación…
—Al grano, Felipe, no tengo todo el día para ti.
Felipe sonrió con malicia.
—Mi padre antes de morir me dejó varias pruebas muy importantes que involucran a tu padre, y son tan reveladoras que sepultarían la carrera política de Israel, porque lo tomarían como el hijo de un sucio corrupto, bueno, mis investigaciones también arropan a Israel, hijo de gato caza ratón. Lo bueno es que le dejaría el camino libre a mi hermana para la gobernación. Ella desconoce estas pruebas. Pero solo piensa lo mucho que le ayudará en esta campaña.
—Vete a la mierda, Felipe Gargano. A mi padre nunca le pudieron comprobar nada de lo que sus adversarios políticos lo acusaron, entre ellos el arrastrado de tu padre.
—¿Estás seguro? ¿Así que el honorable Marcos es un ser inocente? ¡Ja, ja, ja! Por lejos se ve que su hotel fue construido con el dinero de la nación. Aquí tengo todas las pruebas que lo acusan de sobornos millonarios con muchas empresas de gestión turística en su tiempo como ministro. Corrupción por promoción turística, ¡qué asco! Te invito a revisarlas, siéntate y diviértete.
Felipe abrió la gruesa carpeta que contenía un centenar de papeles, algunos con sellos de instituciones, recortes de periódico, fotografías de Marcos junto a otros personajes del negocio, contratos. Enzo no se tomó el atrevimiento de revisar dio un fuerte manotazo a la carpeta y los múltiples papeles fueron a dar contra el suelo mientras volaron dramáticamente por el aire. Felipe dobló las cejas, ceñudo. En seguida Enzo lo tomó del cuello de la camisa, sujetando con fuerza.
—¿Qué demonios quieres, maldito lame botas? —su mirada estaba inyectada de sangre.
En un principio Felipe experimentó miedo, pero enseguida pudo recuperar su sentido cínico.
—¿Qué demonios quieres, huevón?
—¿Huevón yo? ¡Jajaja! Aquí los huevones son otros, es figurativo.
Dicho esto metió la mano dentro del pantalón de Enzo. Sus dedos pasaron a un lado de la flácida (y gruesa), salchicha y le agarró sus grandes bolas, apretándolas con fuerza, haciendo que el joven abriera los ojos y apretara los dientes. De todos sus hermanos era el más resistente en los testículos, pero igual sufría el dolor que todo hombre puede sentir.
—Y sí que son huevones —afirmó Felipe con sonrisa malvada. Aquel par de testículos peludos eran bastante grandes, incluso difícil de sostener con una mano. Se sentían bastante carnosos y repletos de leche, aunque una noche atrás el dueño de esos pedazos abundantes de carne había tenido sexo del bueno con su novia.
Los labios de Enzo se separaron y dejó escapar un gruñido viril. Su agarre en el cuello de la camisa de su enemigo no varió.
—Esto es lo que quiero —respondió Felipe, tanteando los dedos en el par de ovalados testículos, ¡carajo que eran grandes! Enzo debía sentarse dolorosamente en ellos cada vez—, el otro día dijiste que podías resistir todo por Marcos Chacón, y soportaste las patadas de ese chico. ¡Pero seamos honestos! Ese jovencito no tiene la fuerza de un hombre grande como yo. Demuéstrame de lo que eres capaz por el viejo Chacón.
Apuntó la yema de los dedos sobre las bolas de Enzo dejando que gruña. Sus ojos estaban abiertos de par en par, y se esforzaba en no gritar y demostrar debilidad.
—A partir de hoy vas a obedecer en todo lo que yo diga si no quieres que Marcos Chacón se enfrente a la justicia y vaya preso por corrupción. Sería muy entretenido que los reos se diviertan con carne nueva. ¿Entendido? —preguntó dando un estirón como un juego de campanas a esas colosales bolas. Enzo hizo un gruñido gutural y sus rodillas se doblaron unos segundos, pero pudo retomar fuerzas—. ¿Entendido? —un nuevo estirón arrancó un "Ahrg" de los labios de Enzo. Felipe sonrió y apretó los testículos lográndolos crujir—. ¿Qué hay de Israel? Ah, sí. Me encantaría arruinar su paso a la gobernación. Mi hermana y yo gozaríamos mucho. Todo está en tus manos, no, mejor dicho el futuro de tu familia está en tus huevos.
No se podía definir si los ojos de Enzo estaban llenos de dolor o de furia contenida.
—De ti depende que esos documentos den en las manos de mi hermana, sabes el precio de la gobernación y el salpicar el honor de tu querida familia. De ahora en adelante cuando yo te contacte, enseguida aparecerás en el sitio de encuentro como el genio Aladino, imagina que froto mi lámpara... –dijo afincando la yema de los dedos en los vulnerables testículos del muchacho, por fin logrando que sus ojos se llenaran de lágrimas. Felipe sonrió apretando con toda la fuerza que pudo reunir. El agarre sobre su cuello perdió fuerza, y una vena se dibujó en la frente de Chacón. El antebrazo del abogado empezó a chocar con algo que se inflaba, sí, el miembro de ese semental daba una reacción, ¿a caso involuntaria? Se sentía grande, como si una culebra se posara y fuera a subir por su brazo e inyectarle su veneno cremoso y blanco.
Enzo gruñó resistiendo.
—¿Eres capaz de todo por el viejo Marcos? Así que entrégame tus bolas por él.
Enzo tosió y le apretaron tanto los huevos que contuvo el aliento y los ojos se le llenaron de lágrimas. Sin embargo, su agarre firme se mantuvo en el cuello de la camisa de Felipe. Sus zapatos comenzaron a ponerse de puntillas y leves gemidos se formaron en su boca cerrada.
Los grandes cocos de Enzo se comprimieron casi al límite, ninguno de sus hermanos hubiera resistido tanto.
—Ahora, perro, quiero que te vayas, soy yo quien no tiene todo el día para ti. Tengo mucho por hacer que recibirte —los testículos escaparon de la palma de la mano de Enzo y él sintió que su bienestar regresaba a la normalidad. Ejecutando un movimiento de defensa personal Felipe metió las manos entre los brazos del joven y los apartó del cuello de su ceñida camisa. Dio un empujón a Enzo que logró echarlo pocos pasos hacia atrás.
—Grrrrr —hizo la garganta de Enzo, sintiendo que sus grandes testículos palpitaban a millón.
—Para la próxima vez te contacte, en menos de 20 minutos te quiero en el lugar en donde te cite. De lo contrario esos documentos irán a las manos donde tú y tu corrupta familia no los querrán ver. Ahora, cubre tu vergonzosa erección y lárgate.
Enzo Chacón dobló un poco la espalda y se sujetó los testículos. Lo miraba con la furia de un león.
—Lárgate, cabrón, que no te quiero ver.
Enzo continuaba furioso, sin embargo tuvo que irse como un animal herido.
Una vez pudo quedarse solo, Felipe cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Que guapo y fuerte era Enzo.
Llevó la mano con que lo sujetó de los huevos y aspiró el aroma a sudor en su palma.
Una sonrisa de satisfacción resaltó su rostro.
Dio media vuelta dejando ver que una abultada erección decoraba la entrepierna del pantalón. Se acercó a la ventana y se quedó mirando por el cristal por bastante tiempo. En la avenida un hombre de cabellos castaños claros y testículos enormes subía a su Chevrolet volt. Frotando su verga erecta a través del pantalón Felipe recordó las enormes y carnosas bolas que acababa de tener entre sus manos. El simple hecho de saber que ese poderoso macho semental iba a estar bajo su control lo excitaba a millón.
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