LA EXPEDICIÓN, Parte 1.2.
En manos de los Nukak-Taiwa.
CONTIENE BALLBUSTING F/M Y M/M.
En 1997 parte una expedición a lo recóndito de la Amazonía con el fin de realizar un reportaje sobre la desconocida tribu de los Nukak-Taiwa; En ella van, William Marcus un antropólogo canadiense y su esposa botánica, Beatriz da Silva, quien es de nacionalidad brasileña.
Los acompañan Lorenz Arteta etnólogo español, Rodrigo Pérez camarógrafo mexicano y John Harris fotógrafo estadounidense. El grupo parte en un barco por el rio con 4 tripulantes, pero tras algunas aventuras —donde Beatriz tuvo que revisar los testículos lastimados de dos de sus colegas—el barco se hunde; Esto obliga a los tripulantes a terminar en una factoría, en donde encuentran varios cadáveres, que al parecer murieron de forma violenta. Finalmente, un grito de alerta informa que varios indígenas armados les han sorprendido y la situación parece difícil…
Las 7 personas entre tripulantes y expedicionarios llegan al lugar de los hechos, allí está Harris con los brazos en alto, y el tripulante Enrique tirado en el suelo tras recibir un golpe en la entrepierna, todos se encuentran rodeados por un grupo de unos 10 indígenas desnudos y muy malcarados, apuntan con sus arcos y lanzas a los “visitantes”.
Arteta de inmediato analiza a los indígenas, nunca había visto su maquillaje y vestimenta típica, (si bien están desnudos, llevan adornos en la cabeza y en sus armas, además con una cuerda se atan el pene para mantenerlo pegado a su vientre), pero si encajaba con los escasos registros de los Nukak-Taiwa…Son la tribu que buscaban, pero no se ven amistosos.
El capitán del barco tiene su arma en la mano, pero con una flecha apuntándole en la nuca se ve imposibilitado en usarla.
De repente un indígena toma a Beatriz del brazo y la quiere sacar del lugar.
—Déjenla! —William quiere evitar que se la lleven, pero flechas a centímetros de su rostro le detienen.
—Que pretenden indios locos, ¡Suéltenme ya! —Exige la bella mujer.
Tanto William como Lorenz hablan en los dialectos indígenas que conocen, tratando de entablar dialogo con los indígenas, pero al parecer, esas lenguas no son las que esta tribu entiende.
La brasileña forcejea bastante, así que otro indio la toma de las piernas y entre dos la sacan de la factoría…La mujer nota otros cinco indígenas afuera de la factoría, les han emboscado toda una tropa de indios, todos sin duda serán atrapados y sometidos.
Han avanzado unos 20 metros y ya se internan en la selva, es cuando dejan a Beatriz en el suelo y le ordenan con señas el avanzar.
—Condenados, ¿qué me quieren hacer? ¡No iré a dónde ustedes quieran! —La mujer no se dejará raptar sin dar pelea.
La femenina parecer ver una oportunidad, pues el segundo indio regresa a la factoría, y sólo uno le ordena marchar, si bien tiene una lanza en la mano.
La brasileña se arroja contra el indio cayendo la lanza con la que le amenazaba, ambos ruedan por el suelo, el indio se incorpora más rápidamente, pero la mujer no se dará por vencida y de inmediato conduce su mano contra la entrepierna del varón, La mujer aprovecha su desnudez y le agarra de los testículos.
—Toma canalla! —Expresa una enoja Beatriz al tiempo que aprieta con fuerza el escroto del indígena.
—Argg!—El indio aprieta los dientes, para alegría de la agitada mujer.
Beatriz retuerce el escroto para terminar con la resistencia del macho. El rostro del indio está arrugado por el dolor.
La mujer le suelta el saco de bolas y de inmediato emprende el escape…sus piernas se mueven con rapidez, pero…
…Beatriz siente un dolor agudo en su dorso, la mujer siente algo filoso clavado, se detiene y se da cuenta de que un dardo le ha dado en la espalda.
La morena se retira el suéter revisando el área…Pronto un sueño la invade, sin duda el dardo tiene un narcótico…
La mujer termina cayendo al suelo de la jungla, puede ver al indio desnudo junto a ella, aquel a quien le acaba de apretar las bolas, el varón tiene una cerbatana en la mano, es él quien le disparó el dardo por la espalda…
…La mujer no entiende cómo puede estar en pie y actuar contra ella…Pero si le apretó los huevos con todas sus fuerzas!, en su cara, el indio no parece muy lastimado, sí se halla serio al ser víctima de aquella dolorosa agresión, pero está lejos de hallarse incapacitado.
Beatriz no sabe cómo es posible aquello, el indio pudo soportar aquel estrujón.
—Me va a violar—Anticipó Beatriz, pues sus pechos están desnudos al retirarse el suéter, trata de volver a subirse el suéter, pero no tarda en perder el sentido.
Por otro lado, se daba un enfrentamiento entre William y los indígenas.
El canadiense sabía que no podía recuperar a su esposa a la fuerza, los indígenas estaban armados y ellos no, pues lo primero que hicieron los indios fue desarmar por completo a la tripulación, sin duda ya habían tenido contacto con occidentales y sufrieron el daño que podían hacer las avanzadas armas de fuego…
…Pero con una lanza en tu garganta y otra en tu nuca, no hay mucho por hacer, aunque tengas una pistola en la mano.
A pesar de la situación sin salida, William sabía cómo negociar, en estas tribus la posición de fortaleza física es valorada.
El varón se quitó la ropa quedando en pantaloneta y ubicándose en posición de combate.
Cómo experto en kickboxing era un buen luchador, si retaba a los indios y le vencía mano a mano, éstos no usarían armas, y si le respetarían como guerrero…Así no sólo podría ganar la libertad de todos, sino que trajesen de vuelta a Beatriz sin hacerle nada.
Los indígenas entendieron lo que pretendía el hombre blanco, uno de inmediato se desarmó y se colocó frente a William, los golpes no tardaron.
El canadiense conectó un golpe de puño en el estómago del indio, para derribarlo con una patada giratoria al rostro.
—AGgh!—Se quejó William cuando por detrás otro indio le hundía un puño en el costado.
—Así que las cosas serán a ese precio, no?—El blanco se tomó el costado y retrocedió. Los indios no pelearían uno por uno…
…El hombre ya veía a uno frente a él y otro por detrás. William debía ser cuidadoso ante atraques traicioneros, cerró los mejor posible su guardia, eso incluía juntar un poco más los muslos para cuidar sus testículos.
Un indio se fue para atrás con un codazo al pómulo dado por el canadiense, y recibía a otro atacante con un puño al estómago, un tercer indio agresor lanzaba una patada a las piernas de William, pero el entrenado hombre de un brinco la evadió.
El tercer indio caía al piso producto de un rodillazo en su barbilla y un cuarto recibía un combo de puntapié en los genitales y mientras el indígena se cubría su ingle, una patada al rostro le hacía elevar por el aire, casi dio una voltereta antes de caer contra unas cajas de madera de la factoría.
Los compañeros y tripulación alentaban a William, no podían ayudarle en lo más mínimo ante el ataque múltiple, pues 4 indios bien armados les tenían amenazados.
—Iiaa!—Expresó William cuando sintió una picada en su cuello, miró a distancia y observó a un indio con una cerbatana, le acababa de acertar con un dardo.
—Malditosss—Expresó William al sentir de inmediato un aturdimiento—Son uno cobardes…Peleen limpio!
Su vista no tardó en volverse borrosa, pero se volvió a cuadrar ante el avance de uno de los indios que ya había golpeado, esquivó uno y dos golpes, e incluso evitó el ataque de otro indio que se sumaba a la ofensiva.
Pero sus movimientos se hicieron lentos y separó de más los muslos, su área viril estaba expuesta y el hecho no pasó desapercibido por parte de uno de sus atacantes.
La pierna de un indígena se proyectó ante el descuido de su oponente y lograba patear con fuerza los genitales de William.
Su escroto se comprimió regando dolor a toda el área inguinal, y expendiéndose por todo su atlético cuerpo.
—AAAAAHHHHH!!!—Gritó William al sentir el inmenso dolor desde sus bolas aplastadas, el macho se las cubrió y quedó doblado.
El anestésico dentro del dardo hizo más efecto y sus piernas cedieron ante su propio peso.
Allí estaba William, tirado en el piso de la factoría, con las manos entre las piernas, 3 indios le rodearon y sólo esperaron a que sus ojos se cerrasen.
Con William vencido todos eran rehenes de los Nukak-Taiwa.
Por su parte, Beatriz fue llevada en hombros por el indio que la durmió, la fémina despierta casi a la entrada de la aldea de los Nukak-Taiwa, el captor notó su despertar y la bajó a tierra. Beatriz se dio cuenta que estaba atada con las manos atrás y ante la amenaza del indígena con su lanza, no tuvo más que caminar a la aldea.
La mujer creyó que lo más conveniente era no ofrecer más resistencia por ahora, pareciese que el indio no la iba a violar, pues lo habría hecho en la jungla, a menos claro que ahora fuera violada en grupo, pero lo dudaba pues en la aldea estaban las mujeres de la tribu.
Mientras pasaba por la aldea notó que muchos indios estaban en el centro del lugar, parecía ser una especie de ceremonia o algo así, pudo ver a un indígena atado en un poste, era muy joven y la mujer detalló el vestir de la tribu, con una delgada cuerda mantenían su pene atado al abdomen y sus bolas colgaban libremente, en muchas tribus del amazonas era común que los varones anduviesen así.
—Pero porqué está atado?—Se preguntó Beatriz.
La brasileña quedó boquiabierta al ver como un indio le daba un puntapié en los testículos al amarrado joven.
—AAaiii!!!—Se quejó el indio sometido. Y más castigo le vendría.
Varios indios frente a él, comenzaron patearle los huevos.
—AAAHH!!…Aaaahh!!—Se queja sin cesar el indio ante cada agresión a sus áreas viriles.
Todos quienes observan, incluso algunas mujeres de la tribu, no se ven alterados, es como si fuera lo más normal del mundo…Incluso algunos testigos se ríen.
—Salvajes!—Expresa en voz baja Beatriz. La botánica no entiende cómo puede torturar a alguien de su propia tribu.
—AAAAHHHHHHHHHH!!!!!—Gritó el torturado, cuando uno de los atacantes usó el palo de una lanza para golpearle los testículos.
La madera impactó el escroto del adolorido, centrando su castigo el atacante en el huevo derecho del pobre.
Otro alarido soltó el indio cuando ahora le impactaba en su huevo izquierdo.
El indio gritaba sin cesar y se retorcía entre sus ataduras, a pesar de la distancia Beatriz alcanzaba a ver lo rojo en el escroto.
—Mil veces salvajes!
El indio tras ella le apoyó la lanza en la espalda, instándola a seguir caminando.
Unos metros más allá, Beatriz dedujo que el torturado debió cometer algún crimen en la comunidad indígena y era castigado.
—Violó a una mujer!—dictaminó Beatriz en voz baja—Debe ser eso, sólo por algo así le castigarían sólo en los genitales.
Al final Beatriz es desatada y entregada a un grupo de mujeres, las cuales en una choza le atendieron, ofreciéndole comida y más de una le tocaba el cabello…
…De seguro los indígenas de cabello liso, jamás habían visto a alguien con el cabello crespo.
—Me salvé de ser violada—La mujer expresó aliviada, pero de inmediato pensó otra cosa.
—Ay no! ¿Y si me quieren sacrificar a sus dioses? — Beatriz analizó aquello, pero sonrió —No! La mayoría sacrifica vírgenes y gracias a dios estoy lejos de serlo…Bueno, el sexo con William es útil en más de un aspecto.
Beatriz aceptó los alimentos y bebidas ofrecidas, pero dejó de comer cuando otro pensamiento trágico llenó su mente.
—Y si practican la antropofagia?!...No!, me están alimentando para engordarme…¡No quiero ser el almuerzo para estos indios!
Pero pronto se calmó, no había más nada que hacer, sólo esperar a que los acontecimientos transcurriesen.
Por otra parte, los 8 capturados son llevados por la selva rumbo a la aldea de los Nukak-Taiwa.
William fue cargado por sus compañeros hasta que despertó, entonces pudo caminar, pero no sin dejar de sobar sus bolas.
Pero uno de los capturados no se da por vencido.
El estadounidense Harris, planea un desesperado escape, les comenta a sus compañeros que estén atentos a su señal para atacar a los indios y tomar sus armas.
Sabe que no podrá contar con el tripulante Enrique y William, pues aún caminan con las manos en sus bolas, están muy lastimados y es claro que no tienen las fuerzas aun para luchar, así que de los otros 6 dependerá la “Batalla”.
Se van por senderos dispersos al ser espesa la selva y el grupo pronto se separa, al igual que los armados indios.
Se da la situación en la que Harris se ve sólo en la marcha y mantiene atrás a un muy joven indígena con sus armas, ¡es el momento perfecto!
Harris ataca al joven indio!
El americano le inmoviliza el arco y antes de que el indio pueda hacer algo le conecta un puño al rostro, el joven retrocede y Harris con saña le hunde un puntapié en sus pelotas desnudas.
—AAAHHH!!!!—Grita con fuerza el joven indígena, tomando su desnuda entrepierna y juntando las rodillas.
El indio cae sobre las hojas del suelo de la selva y se ubica en posición fetal, Harris le ve sostener con desesperación sus jóvenes huevas, sabe que está vencido.
Un descamisado Harris extiende sus brazos en señal de superioridad y jactancia, es el primer enemigo que somete, y espera que sean muchos más a continuación.
Observa de nuevo al joven adolorido.
—Eso te ganas por atacar las bolas de mi amigo William y de Enrique—Es la venganza del americano por los testículos de sus colegas…Aunque no fue este joven indio quien les atacó en los genitales.
Se escuchan las hojas crujir en el suelo y Harris se pone en alerta, se arroja ahora contra un indio más veterano, quien oyendo el grito del joven vino a toda carrera en su dirección.
Harris se ocultó tras un árbol ancho y apenas tiene a su alcance al indígena, le aparece por sorpresa!...
…Le da un golpe de brazo en el pecho, el indio retrocede, perdiendo su lanza, Harris se le va encima y tomándole de los hombros le mantiene firme, firme para enterrarle un rodillazo en las huevas desnudas.
—AAii!!—Se queja el indio, cayendo de rodillas y tomando sus genitales. Sin duda está acabado como el indio joven.
Harris está feliz una vez más por su acción de venganza, si pudiera golpearía a todos los demás indígenas en las bolas.
El pelirrojo toma la lanza del indio y se empieza a alejar, ahora debe buscar a sus compañeros y comenzarán a reducir a los indios que les escoltan.
De repente siente un fuerte dolor en los bajos, el rostro del americano se congestiona y el sudor llena su frente.
—AAAAHHHHH!!!!!!—Grita finalmente Harris, y es que le han pateado las pelotas desde atrás.
El macho se cubre las bolas con ahínco, el dolor es insoportable y está a punto de irse al suelo.
Finalmente, por detrás le empujan para que quede a nivel del piso, alcanza a ver al indio que acaba de golpear, está con una sonrisa.
—Pero…cómo? —Harris cierra los ojos del dolor, como es posible que se levantase tan pronto, si le dio el rodillazo con contundencia, —… ¿Que acaso las tienes de hierro? —Alcanza a balbucear el incapacitado pelirrojo, justo antes de que el indio le dé con la madera de la lanza en plena frente.
Harris pierde el sentido. El plan de escape fracasó miserablemente.
En un claro de la selva, los capturados y los captores, esperaban a que los rezagados les alcanzasen…
…De la espesa jungla emergía el indio veterano con el más grande y pesado Harris sobre su espalda, el desmayado hombre iba atado de pies y manos, el indio soportaba bastante peso, pues además llevaba su lanza en la mano.
Detrás de él iba cojeando el joven indio, con una mano en la entrepierna, muy dolido todavía.
Cuando los demás indios supieron lo ocurrido, no dejaban de reírse del joven indígena, quien se mostraba claramente muy apenado por ser derrotado por el hombre blanco.
Una vez en la aldea, los 8 hombres fueron llevados a una gran choza, que les serviría de prisión temporal, afuera varios indios armados se ubicaron como custodios.
Beatriz es llevada al lugar y de inmediato se da un apasionado beso con su marido.
—Que te pasó? —La mujer notó la molestia inguinal de su esposo.
—¡Me patearon las bolas, son unos desleales!
—Salvajes!!—Beatriz no tiene otro calificativo para quien ataque los huevos de su marido.
La mujer pidió le constase los detalles de su travesía, el esposo le hizo la misma petición, pero antes la botánica se dedicó a revisar los testículos tanto de su esposo, cómo los de Harris, (Ya despierto, pero aún muy dolido).
Una vez Harris recibió el “alta médica” Beatriz regresa junto a su esposo, pero notó algo desagradable…
…La mujer podía ver al capitán rascándose sin cesar la entrepierna, ella de inmediato desvió la mirada, pensando:
—No es el lugar ni el momento para rascarse las bolas, Capitán.
La brasileña le vuelve a ver de reojo…el hombre está desquiciado rascando el contenido de sus pantalones. Mientras pasaba disimuladamente a su lado, pudo escuchar cuando el capitán menciona un tripulante.
—Esta maldita rasquiña en las bolas me tiene loco!
—Es hongo mi Capitán—Responde su subalterno.
Asqueada, Beatriz simplemente decide ignorar aquel antihigiénico acto.
Pasan las horas y de repente algo interrumpe la estadía de los rehenes, el capitán estalla en un grito ensordecedor…
…Todos quedan pasmados, la mirada del sujeto es la de un total demente…Pero que le sucede?
Sin saberlo, los expedicionarios están en un grave peligro!
CONTINUARÁ…
***
NOTA: Esta iba a ser la parte final, pero nuevas ideas surgieron y decidí extender el relato hasta una tercera y última parte.
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