Las travesuras de Caua, el brasilero (6/7): La lección de Caua - Las Bolas de Pablo

Lo más nuevo

28 oct 2022

Las travesuras de Caua, el brasilero (6/7): La lección de Caua

Pablo miraba el mar desde el balcón en el resort familiar, tenía el torso desnudo y puesto un jeans ajustado a sus piernas que acentuaba sus duras nalgas.

 

—El amigo de Rafael ha sido muy insistente para que le dé unas clases sobre economía —le comentó a su esposo David que estaba a su lado fumando un cigarrillo con aroma mentolado.

 

—¿Cuál de los amigos de Rafael? —quiso saber David.

 

—El brasilero.

 

—¿Caua? —al escuchar la confirmación, David se echó a reír—. No lo sé, Rick. Parece falso.

 

Pablo se rio.

 

—Simplemente me dijo que era estudiante de economía y quería que le diera una breve explicación sobre unas dudas que tiene de una asignatura.

 

—Yo lo que creo es que Caua viene para otra cosa. A que le llenes de leche y que lo claves duro. O tal vez quiere destrozarte los huevos.

 

—Ja, ja, ja. Caua parece una golosa del ballbusting. Papá todavía está furioso por haber perdido la competencia.

 

—Caua viene por sexo y lo tendrá. No creo su tonta excusa para que le expliques algo.

 

—¿Celoso? —interrogó Pablo.

 

David lo miró y le guiñó un ojo. Después lo abrazó tomándolo de la cadera.

 

—No, por el contrario. Si Caua viene por sexo quiero participar en ese trío. Tenemos años que no hacemos alguno.

 

Pablo se mordió el labio. David le hizo dar media vuelta y lo abrazó, después se besaron en los labios y se aseguró de abrazar tan firme a Pablo que ambos sintieron sus crecientes erecciones.

 

Una hora más tarde Caua se presentó en el pequeño departamento del resort iba con dos libros sobre economía y Pablo lo recibió con una camiseta puesta. Ocuparon una mesa donde comenzaron a charlar sobre la universidad y Pablo le solucionó las dudas académicas que el carioca tenía. Lucía con un aire intelectual con unos lentes más grandes que sus ojos.

 

—¿Dónde está David? —preguntó Caua después de un largo rato de conversación de números y cuentas.

 

—Encerrado en la habitación.

 

—¿No sale de allí?

 

—No lo creo, probablemente ve una película o se haya quedado dormido.

 

—¿Llevan mucho tiempo de casados?

 

—Sí. Varios años.

 

—¿Y no se aburren de estar uno con el otro?

 

—No. Siempre tenemos diversión en nuestras vidas.

 

—¿Que tipo de diversão? —interrogó Caua colocando la palma de la mano en la rodilla de Pablo.

 

El hijo de Marcos Chacón desvió la mirada hasta su rótula y sonrió.

 

Esa clase de diversión —afirmó—. David y yo siempre nos reinventamos en nuestras vidas.

 

—¿Y David no se pone bravo si yo eu faço você se sentir muito bem? —preguntó Caua subiendo su mano por el grueso muslo y posándola finalmente en la entrepierna de Pablo, donde un creciente bulto afirmaba que había una erección poderosa. El brasilero movió la mano acariciando el falo y suavemente las bolas.

 

Pablo lo miró fijamente.

 

—No, no se pondría bravo en lo absoluto si él también participa, obvio.

 

—¿Te refieres a que tú y yo hagamos algo divertido y lo invitemos?

 

—Es lo más correcto.

 

Caua sonrió de forma pícara y Pablo le devolvió el cumplido. El sonido de una puerta hizo enderezar a Caua apartando la mano del bulto de Pablo y adoptando una postura más seria, abrió el libro en una página al azar e hizo como si estuviera leyendo. Pablo sonrió y se quedó erguido en su asiento.

 

David entró en escena caminando por el pasillo vistiendo únicamente una toalla blanca sujeta a la cintura. Se acercó a la mesa deteniéndose al lado de Pablo.

 

—Hola, Caua. ¿Cómo estás? Pablo me ha dicho que tienes dudas sobre la universidad.

 

—Estoy muy bien. Sí he venido con Pablo a que despeje mis dudas —afirmó tratando de ignorar el fabuloso cuerpo lleno de músculos del esposo de Pablo.

 

—Negrito, Caua ha venido a que le explique sobre Matemática financiera y para que le enseñe otras cosas —respondió Pablo, enseguida agarró la toalla y con fuerza la apartó de la cintura de David.

 

Caua no hizo nada más que beberse con la mirada desde los abdominales muy definidos de David a sus genitales afeitados. La verga estaba flácida y se veía pequeña, detrás de ella colgaba un par de testículos grandes y gordos.

 

—¿Te gusta lo que ves, Caua? —preguntó David con una sonrisa pícara y sonriendo con evidente placer.

 

Caua observó a Pablo y se encontró con una sonrisa traviesa, al mismo tiempo el rubio le guiñó un ojo. Caua se sintió excitado, una erección crecía dentro del pantalón como una pitón, extendió la mano y agarró la cabeza del pene de David y estimuló ligeramente con la punta de sus dedos.

 

David gimió cerrando los ojos.

 

Caua miró a Pablo y este le sonrió.

 

—Adelante, te presto la polla de mi esposo un rato —dijo acomodándose en su silla.

 

Dicho eso, el brasilero masturbó el pene más rápido, lo que provocó que la verga de David creciera llenándose de venas.

 

Con su mano izquierda Caua la metió por debajo de la camisa de Pablo y pasó sus dedos por los pezones. Chacón gimió cuando Caua pellizcó el izquierdo y después el derecho.

 

David se estiró sintiendo un delicioso cosquilleo en su pene, la estimulación manual de Caua hacía bastante efecto y él solo quería correrse. Cerró los ojos listo para eyacular cuando Caua se detuvo y lo soltó; dejando su polla rígida y muy excitada.

 

Caua prefirió dedicarse a Pablo, pasó su mano por el pecho del rubio flaco y luego su otra mano por la abultada entrepierna.

 

Pablo gemía muy fuerte y Caua no dejaba de masajearle los genitales por encima del pantalón. David veía todo, su pene seguía palpitando con toda la intención de liberar su crema viril. Sin esperar de más por la mano de Caua, él mismo se masturbó hasta que grandes chorros de semen volaron por el aire haciendo un charco inmenso en el suelo. De sus labios escapó un sonido de éxtasis.

 

—¡Que delicioso! —comunicó también Pablo mirando al semen de David salpicar al suelo.

 

Caua se rió, apartó su mano de la entrepierna de Pablo y golpeó con los nudillos el escroto de David tan fuerte como pudo. El golpe fue tan fuerte que los testículos se deformaron en su pelvis al mismo tiempo que David gritaba de horror y dolor. Se dobló y cayó al suelo en posición fetal sobre su propio semen.

 

—¿Por qué lo hiciste, cabrón? —interrogó Pablo frunciendo el ceño. Claramente se veía disgustado

 

Caua se hundió de hombros. Cerró el puño y lo condujo hacia las bolas de Pablo con un golpe sonoro. El rubio abrió los ojos como platos y gritó de dolor mientras el agudo dolor se expandía desde sus palpitantes bolas.

 

Caua sonrió, pero no se detuvo, al instante comenzó a chocar su puño una y otra vez en las bolas de Pablo.

 

Luego del qunito golpe, Pablo se apartó de la silla y cayó de rodillas agarrándose las bolas. Murmuraba cosas mientras estaba con el ceño fruncido; Caua se alzó se colocó sobre David (que continuaba dolorido en el suelo), y lo agarró por las bolas. David gimió cuando Caua estiró sus testículos lo más que pudo. Los ojos del esposo de Pablo se volvieron blancos mientras gritaba.

 

—¡Joder, no otra vez! —gimió David—. ¡Déjame las bolas!

 

Caua sacudió los cojones en su mano y giró el escroto con fuerza.

 

David emitió un devastador grito sintiendo como le retorcían las pelotas.

 

—Deja en paz a David —dijo Pablo, se había puesto de pie.

 

Caua lo miró y obedeció, enseguida levantó ambas manos y se puso de rodillas.

 

—Yo solo quiero chuparte la polla, Pablo —confesó.

 

—¡Lárgate del departamento!

 

—Déjame chuparte la polla. Te encantará.

 

Pablo dudó. Finalmente se abrió el cinturón del pantalón y después procedió a bajar la cremallera.

 

—Nada de golpes sorpresas. Si lo haces, cuando no más pueda te buscaré y te arrancaré las pelotas para hacértelas comer.

 

Caua negó con la cabeza y se mordió el labio inferior, gustoso de probar la enorme polla de Pablo, larga y gruesa.

 

Pablo contuvo el aliento cuando la boca de Caua envolvió su verga y comenzó a chuparla. Se sintió asombrado, el brasilero chupó con avidez su paleta carnosa. Adelante y atrás, arriba y abajo. Las mejillas de Caua se hinchaban con la majestuosa cabeza del miembro. En pocos minutos Pablo sintió que se acercaba al orgasmo más explosivo de sus últimos días, cerrando los ojos anunció:

 

—Voy a... —estaba listo para liberar su semen. Sintió que sus bolas se elevaban más cerca de su falo en preparación y finalmente sintió la agitación interna cuando estaba a punto de eyacular.

 

Caua vio todo eso y sintió las bolas de Pablo listas para liberar su jugo masculino, entonces apartó los labios de la polla. Apretó el puño y golpeó de lleno los cocos.

 

—¡¡¡AAAaaay, mierda!!! —espetó Pablo, con los ojos saltones.

 

Caua le sonrió, y volvió a levantar el puño; clavando las dos grandes toronjas debajo de sus nudillos. Todo el aire abandonó el cuerpo de Pablo en un instante, se mordió el labio inferior y cerró los ojos con la esperanza de que su dolor terminara.

 

Pero Caua se aferró a las caderas del rubio, echó hacia atrás el brazo preparándose para estrellarlo contra la huevera de Pablo. Pero un pie apareció golpeándolo en una costilla, el dolor surgió de inmediato. Caua perdió el equilibrio y cayó de costado, con la boca abierta para escapar un grito que se quedó atrapado en su garganta.

 

David aprovechó el momento y pateó a Caua en el medio de sus piernas abiertas.

 

Los ojos de Caua se llenaron de lágrimas, mientras que su cuerpo seguía en estado de shock.

 

David sonrió y volvió a patear a Caua. Este chilló de dolor. Estaba derrotado, congelado en agonía, con las manos puestas en su entrepierna, un hilo de baba goteaba de su labio inferior y los ojos plácidos.

 

David sintió pena por el chico. Se acercó a su esposo y colocó una mano en su hombro.

 

—¿Estás bien? —quiso saber.

 

—Sí —afirmó Pablo, sopesando sus testículos con una mano.

 

David le guiñó un ojo.

 

—No creo que ese hijo de puta sea mejor que yo, ¿eh? —se inclinó hacia adelante y lamió la punta de la polla de Pablo.

 

—Uuuuf, ay —gimió Pablo.

 

—Vamos a nuestra habitación. Ahí estaremos más cómodos.

 

El cuerpo empapado de sudor de Pablo se dejó atrapar por el sólido cuerpo de David, ambos abandonaron la sala dejando a Caua sosteniendo sus bolas en el suelo.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages