AnĆbal |
Harold |
—De todo lo que has dicho, nada es verdad. Hasta la fecha no he recibido ni escuchado ninguna de las crĆticas a la que usted se refiere. Las Ćŗltimas encuestas dan una muy buena ventaja sobre el seƱor GarranchĆ”n.
—Si estĆ” en esa buena posiciĆ³n se debe a mĆ. Por mis estrategias, porque tu desempeƱo deja mucho que desear. Si sigues aquĆ sabemos que se trata por la suerte de tener al candidato como amante.
Entonces AnĆbal y Harold se quedaron mirando de forma desafiante. La ira que sintiĆ³ de pronto AnĆbal fue superior, por lo que levantĆ³ el pie hacia adelante y directamente entre las piernas de Harold.
El apuesto jefe de campaƱa apenas pudo respirar cuando el pie lo golpeĆ³ entre los muslos. La protuberancia en su pantalĆ³n se aplastĆ³ con un ruido violento y sus ojos se abrieron alarmados.
Un pequeƱo y suave gemido se escapĆ³ de sus labios, y las manos se dirigieron a sus testĆculos al instante en el que AnĆbal bajĆ³ su pierna. Incapaz de sostenerse cayĆ³ de rodillas frente al periodista.
—Mide muy bien tus palabras cuando te dirijas a mĆ —declarĆ³ AnĆbal— o de lo contrario, pueden ocurrir accidentes desafortunados como este.
Harold gimiĆ³, sus ojos marrones se cruzaron resbalando algunas lĆ”grimas mientras acunaba sus bolas entre las manos.
AnĆbal dibujĆ³ una sonrisa de satisfacciĆ³n cuando vio a Harold desplomarse en el suelo, agarrĆ”ndose sus partes Ćntimas y cerrando los ojos con fuerza, mostrando los dientes.
La puerta de la oficina fue abierta y la altiva figura del candidato apareciĆ³ en el umbral. Jhonny GarranchĆ”n vestĆa su ajustado traje y se quedĆ³ mirando a Harold en el suelo.
—¿QuĆ© ha sucedido aquĆ? —quiso saber—. ¿Lo mismo de la ocasiĆ³n anterior, AnĆbal? ¿Por quĆ©?
AnĆbal se encogiĆ³ de hombros.
—Vino aquĆ y me empezĆ³ a molestar sobre mi.
Jhonny ingresĆ³ a la oficina y ayudĆ³ a Harold a ponerse de pie, quien obedeciĆ³ entre gemidos.
—¿Y lo vas a ayudar?
Jhonny dirigiĆ³ una mirada al periodista.
—Si fueras tĆŗ yo harĆa lo mismo.
SaliĆ³ de la oficina con Harold entre sus brazos, quien caminaba apretando los dientes y haciendo gestos de dolor. Ambos caminaron hasta la oficina del candidato donde se quedaron a puerta cerrada. Jhonny ayudĆ³ a su jefe de campaƱa a sentarse en un sofĆ” alejado del escritorio, el candidato se mantuvo de pie.
—¿Hasta cuĆ”ndo lo vas a molestar? —interrogĆ³ Jhonny con semblante serio.
—Hasta que se canse y se vaya. Me emputa verlo siempre aquĆ.
—No se va a ir y en todo caso de que se vaya, seguirĆ” conmigo.
—No sĆ© para que lo trajiste aquĆ. ¿Para darme celos?
—¿Celos? No seas ridĆculo, Harold. Entre tĆŗ y yo no hubo nunca nada mĆ”s.
—No hubo nunca nada mĆ”s porque tĆŗ asĆ lo quisiste. Actuaste con un talante de orgullo que hasta el dĆa de hoy me martilla los sentimientos.
Jhonny GarranchĆ”n suspirĆ³. —Tuviste una aventura con tu ex y no te lo pude perdonar.
—Lo has dicho, una aventura con ese tonto y me arrepiento, una aventura que no durĆ³ mĆ”s que dos noches, no me puedes condenar para siempre con eso. AdemĆ”s, hace pocos dĆas tĆŗ y yo tambiĆ©n tuvimos algo cercano. Casi estuvimos juntos.
—¡Que tĆŗ volvieras una noche con tu ex me doliĆ³!
—Mi ex no significĆ³ nada, solo un despecho.
—Me fuiste infiel.
Jhonny se encogiĆ³ de hombros. Harold tuvo la valentĆa de ponerse de pie y quedarse mirando al candidato, que intimidado retrocedido. Harold lo tomĆ³ del rostro con delicadeza y acercĆ³ sus labios a los de Ć©l. Se besaron. Ambos cerraron los ojos para tener una mejor sensaciĆ³n. Siguieron besĆ”ndose y las manos de Harold lo acariciaron de manera mĆ”s segura, sintiĆ³ su piel al tacto por sus manos fue una sensaciĆ³n de mucho gusto para Ć©l, la boca de Jhonny era un placer jugoso en la suya, y su polla se puso dura con el mĆ”s mĆnimo roce.
Para Jhonny tampoco hubo un sentimiento diferente, sintiĆ³ un placer absoluto, Harold lo estaba acariciando suavemente, los dos estaban abrazados uno al otro, la mano de Harold navegĆ³ a la entrepierna de Jhonny, quiso abrirle la cremallera y el candidato puso resistencia al principio, luego accediĆ³ a la insistente mano de Harold, su polla siempre bonita fue extraĆda del pantalĆ³n, no muy grande pero recta, dura y perfecta. Jhonny tragĆ³ saliva cuando bajĆ³ la mirada y vio que Harold se abrĆa por completo el pantalĆ³n dejĆ”ndolos caer a sus tobillos, hizo sentar a Jhonny en el sofĆ” y Harold se subiĆ³ encima de Ć©l, sentĆ”ndose sobre su polla, su trasero se acomodĆ³ sobre el falo.
—Penetrame, penetrame —susurrĆ³ Harold muy cerca del oĆdo de Jhonny.
AsĆ que el candidato sacĆ³ de su ropa un preservativo, deslizĆ³ el condĆ³n sobre su pene, despuĆ©s humedeciĆ³ el trasero de Harold con un lubricante y se preparĆ³ para penetrarlo.
Harold comenzĆ³ a emitir sonidos entre el dolor y el placer.
—Uuuuum... uuuuuum... ooooooh... uuuuuum... estĆ” bien, asĆ……… asĆ…
Jhonny bombeaba con la cadera mientras Harold hacĆa sentadillas sobre su polla, lo estaba pasando bien, gozaba, disfrutaba y el candidato tambiĆ©n estaba que reventaba de placer, estuvieron unos minutos mĆ”s asĆ, los dos gemĆan.
Luego de varias sentadillas del profesional, el candidato no tuvo mĆ”s que eyacular entre gemidos y espasmos de placer. Su condĆ³n saliĆ³ lleno de esperma. Harold se arrimĆ³ a Ć©l y lo besĆ³ con ternura, se tumbĆ³ a su lado acariciĆ”ndole el cabello.
—¿Te gustĆ³?
—SĆ —confesĆ³ Jhonny.
—Tal y como los viejos tiempos —se echĆ³ a reĆr Harold—. ¿Te acuerdas la vez que te besĆ© antes de que dieras un discurso polĆtico? Ja, ja, ja. Saliste al foro con un erecciĆ³n que llamĆ³ mĆ”s la atenciĆ³n que tu conferencia.
Jhonny se echĆ³ a reĆr.
—¡No me lo recuerdes! Eso fue tu culpa.
—SĆ soy culpable de eso y mĆ”s, que me condenen.
Llegado un momento los dos comenzaron a recordar hazaƱas del pasado, hasta que Jhonny se quedĆ³ en silencio y contemplĆ³ el suelo. Harold lo mirĆ³ y lo besĆ³ en los labios.
—SerĆ” mejor que te vistas —dijo levantĆ”ndose del sofĆ”—. Puede llegar alguien y no quiero que demoremos en abrir.
—SĆ, tienes razĆ³n —afirmĆ³ Harold subiĆ©ndose el pantalĆ³n. Se sintiĆ³ incĆ³modo por la actitud serĆa que habĆa tomado Jhonny—. ¿Dije algo mal?
—No —respondiĆ³ Jhonny yendo a su mesa para acomodar unos papeles sin mirarle al rostro.
Harold se quedĆ³ un rato mirĆ”ndolo, rendido se dirigiĆ³ a la puerta.
—Aun te amo, Jhonny. Y sĆ© que tĆŗ todavĆa sientes algo por mĆ —le dijo antes de abrir y salir sin recibir una respuesta.
Jhonny suspirĆ³. A la mente le vinieron varios recuerdos de Harold, cuando eran pareja y quiso desecharlos. No era bueno recordar el pasado. SuspirĆ³ y pensĆ³ en AnĆbal.
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