Los hombres de Jhonny (5/5) - Las Bolas de Pablo

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21 oct 2022

Los hombres de Jhonny (5/5)



Jhonny GarranchĆ”n deberĆ­a estar contento. DespuĆ©s de todo fue electo nuevo gobernador y en pocas semanas tomarĆ” posesiĆ³n de su nueva investidura polĆ­tica. Un semblante de tristeza adorna su mirada y el dibujo de sus labios estĆ” doblado. Me acerco a Ć©l y le entrego una taza de cafĆ©.

 

—No puedes seguir asĆ­ —le digo—. Y menos por esos idiotas malagradecidos. Mordieron la mano que les dio de comer, la confianza. TĆŗ nunca perdonas eso, pero no puedes dejar que te consuma. Muy bien lo sabes.

 

—LleguĆ© a sentir una fuerte atracciĆ³n por Ć©l. Muy bien te diste cuenta.

 

—Lo sĆ©, pero este pequeƱo acontecimiento no va a daƱar tu dĆ­a, ¿o sĆ­? ¿QuĆ© opina, gobernador? ¿Una tonta traiciĆ³n va a acabar con tu vida?

 

Nos quedamos mirando. Es asĆ­ como una nueva ola de emociĆ³n nace en Jhonny que mueve la cabeza de lado a lado.

 

—¿Entonces, gobernador? ¡Ćnimos!

 

Nos miramos, logro que Jhonny me sonrĆ­a y me de su agradecimiento, solamente lo palmeo en la espalda y le dio que no es necesario. Ɖl se levanta del asiento, iba a decirme algo cuando su celular sonĆ³ con una llamada. Ɖl observa la pantalla.

 

—Es el presidente —me dice—, la llamada que te comentĆ©.

 

—Todo tuyo, tigre —le digo con emociĆ³n—, me irĆ© para que puedas hablar cĆ³modamente.

 

—No, quĆ©date. Dame compaƱƭa.

 

Afirmo con la cabeza y Jhonny vuelve a sentarse atendiendo la llamada. Pongo distancia acercĆ”ndome a la ventana y mirando a la ciudad a travĆ©s del vidrio. Vuelvo a mirar a Jhonny GarranchĆ”n que en medio del respeto se comunica con el presidente de la naciĆ³n. SonrĆ­o. Todo ocurriĆ³ dĆ­as atrĆ”s casualmente en la fecha de las elecciones, en el evento donde Jhonny se dirigĆ­a a sus seguidores como candidato ganador agradeciendo los votos que le daba el Poder.

 

TenĆ­a ciertas sospechas, en las Ćŗltimas semanas de la campaƱa comenzaron a circular fotografĆ­as... eran los eventos, restaurantes y me percatĆ© de que dos amantes siempre aparecĆ­an muy cercanos, siempre o casi siempre uno al lado del otro.

 

Tuve que mover mis fichas, como en la buena polĆ­tica los aliados ayudan mucho. Ronald RodrĆ­guez miembro del equipo juvenil me contĆ³ la verdad, no necesite de mucho, coquetee con Ć©l y lo invitĆ© a varias cenas. Una noche me chupĆ³ la polla y me confesĆ³ la verdad, hechos y circunstancias vistas por sus propios ojos. Solo faltaba que los echara bajo mi red para comprobar y sĆ© que con sigilo lo iba a lograr. Y el momento llegĆ³... el dĆ­a del mitin.

 

Se estaban besando en un solitario pasillo de la torre.

 

—AsĆ­ los querĆ­a ver —dije, por supuesto despuĆ©s de haberlos fotografiado y guardado el archivo en mi smartphone.

 

El periodista AnĆ­bal dio un salto y se separĆ³ de Oliver el dirigente juvenil de mayor reputaciĆ³n en el partido.

 

—Harold —dijo el periodista al verme, el ojo le temblĆ³ como muestra de  nervio.

 

—Harold, esto no es lo que parece —se excusĆ³ Oliver.

 

—Oliver, no te entrometas —dije—. Esta es una situaciĆ³n que debemos arreglar el seƱor AnĆ­bal y yo.

 

—Pero yo…

 

—Oliver —dijo el periodista colocando una mano en su hombro—, deja que converse con AnĆ­bal. Sube al mitin que tenemos tiempo sin que nos vean.

 

Oliver suspirĆ³ y saliĆ³ del pasillo.

 

AnĆ­bal y yo nos dirigimos miradas asesinas.

 

—AsĆ­ que engaƱas al nuevo gobernador con un lame botas del equipo juvenil. Porque mira que hay que tener paciencia para escuchar las adulaciones de Oliver con el gobernador. Bueno, siempre supe que no valĆ­as nada. No hay que esperar mucho de ti.

 

—No he hecho nada con Oliver.

 

—¿Y lo que vieron mi ojos?

 

AnĆ­bal negĆ³ con la cabeza.

 

—TĆŗ no puedes reclamar mucho —me acusĆ³—. TĆŗ lo engaƱaste con tu ex pareja.

 

—Un polvo de una noche, lo mantengo y Jhonny lo supo desde que ocurriĆ³. En cambio tĆŗ estĆ”s con Oliver desde aquella actividad juvenil que se hizo con el candidato, ¿lo recuerdas? —le dije. En base a la informaciĆ³n aportada por Ronald—. AllĆ­ comenzĆ³ el acercamiento de ambos. ¡Que bajo has caĆ­do! ¡Oliver, ja, ja, ja! ¿Has tenido las agallas de contarle al gobernador?

 

AnĆ­bal se quedĆ³ en silencio sin muchas palabras que adornaran su boca. Con un movimiento de liebre, me acerquĆ© a Ć©l y lo tomĆ© muy duro de las bolas, apretĆ”ndolas.

 


—¡Oooooh! —chillĆ³ AnĆ­bal abriendo los ojos como platos—. Hombre detente, ¡Mis bolas! ¡Me duele! —gimiĆ³—. ¡Ugh, Ugh! ¡EstĆ”s aplastando mis huevos!

 

No me importĆ³,simplemente le retorcĆ­ las gĆ³nadas con toda la ira que le tenĆ­a contenida desde primer momento.

 

—¡Ahora me vas a escuchar! ¡Tengo todas las pruebas para acusarte! Pero quiero que esto salga de tu boca. En menos de 24 horas vas a ir con Jhonny y le contarĆ”s la verdad, lo engaƱas con Oliver. Por eso te despedirĆ”s de Ć©l. Eso trae consigo tu renuncia a la secretaria de comunicaciones en su gobierno.

 

SentĆ­ bastante deleite dando mis ordenanzas mientras miraba la desesperaciĆ³n en los ojos de AnĆ­bal y su presiĆ³n sobre mi muƱeca para que apartara mi mano de sus cojones.

 

—¡Mis bolas, mis bolas! ¡No quiero que las aplastes! —solo decĆ­a el idiota.

 

—Siempre supe que era un pedazo de mierda. No quiero verte nunca mĆ”s cerca de Jhonny.

 

AnĆ­bal gritĆ³ preso de agonĆ­a.

 

—¡Tus bolas serĆ”n mĆ­as hasta que jures cumplir tus palabras!

 

—Ugh, Ugh, lo harĆ©, lo harĆ© —dijo AnĆ­bal con lĆ”grimas en los ojos.

 

DĆ­ una Ćŗltima retorcida a sus pelotas que le hicieron poner los pies de punta. El cayĆ³ al suelo agarrĆ”ndose los huevos.

 

—Te quiero a ti y a Oliver lejos de Jhonny. No merece traidores como ustedes ni en su vida ni en el gobierno.

 

Me divertĆ­ como un sĆ”dico mirando el rostro dolorido de AnĆ­bal. A partir de ahĆ­ surgiĆ³ mi duda si iba a cumplir con su palabra. Yo me mostrĆ© muy seguro al afirmar que tenĆ­a TODAS las pruebas para hundirlo.

 

A la maƱana siguiente el muy cobarde confesĆ³ la verdad a Jhonny por medio de una carta, no tuvo la valentĆ­a de mirarlo a la cara. ¡Cobarde! Aquello sumergiĆ³ a Jhonny en una depresiĆ³n que entristeciĆ³ su victoria como gobernador. Sin embargo… por fortuna, yo estoy aquĆ­, para apoyarlo.

 

Jhonny ha terminado su llamada con el presidente.

 

—¿Y bien quĆ© te ha dicho? —le pregunto con una sonrisa.

 

Ɖl se frota las manos y me mira de manera entusiasta. Parece que tiene buenas noticias.

 

Me aparto de la ventana para ir a conversar con Ć©l, no serĆ” hoy, no maƱana, pero sĆ© que pronto volverĆ© a conquistar el corazĆ³n de Jhonny, Ć©l me quiere mucho y yo a Ć©l. Ɖl serĆ” gobernador del estado y yo su jefe de gobierno, mĆ”s temprano que tarde tambiĆ©n serĆ© el jefe del corazĆ³n.

 

Me siento a su lado colocando una mano en su hombro, que por supuesto Ć©l no rechaza.

 

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