LAS CHISMOSAS Y SUS MARIDOS.
CONTIENE BALLBUSTING F/M Y SEXO HETEROSEXUAL.
Secuela de LA REINA DEL CHISME, Parte 3 de 3.
En la parte 3 de LA REINA DEL CHISME, Carlota logró el tĆtulo de reina denunciando ante el pĆŗblico que su chisme era el mejor, en Ć©ste demostró que RamiroāEl sindicalista gayā fue amante de los esposos de sus rivales en el concurso, Reinalda, y Estherā¦
ā¦Estas la atacaron en venganza, pero tambiĆ©n tuvieron una confrontación con sus respectivos maridos, la cual se verĆ” en este relato.
Tras la tremenda humillación que Carlota acababa de sufrir a manos de las mujeres, Ć©stas se dieron la mano como seƱal de alianza y se despidieron, cada una irĆa a su respectiva casa en busca de venganza contra sus traidores esposos.
A las 4 am Esther llegaba a su casa. La mujer venĆa con sed de sangre y es que el saber que su esposo habĆa tenido relaciones con Ramiro, la volvĆa loca de ira, al menos su marido fue el activo penetrando al gay, eso convertĆa a su esposo en gay tambiĆ©n o al menos bisexual.
Esther entró y se topó con su marido Gregorio, un varón de piel negra y 45 aƱos, tenĆa un buen estado fĆsico, pues le encantaba el deporte.
El esposo estaba alistƔndose para salir a trotar, al hombre le gustaba trotar en la oscuridad, para despuƩs tomar un reconfortante baƱo y alistarse ya tipo 6 Am para salir a su trabajo.
El varón no se preocupó por la salida anoche de su mujer, cuando ella decĆa que volverĆa a casa tarde, podrĆa aparecerse al amanecer, cómo sucedĆa Ć©ste dĆaā¦
ā¦El hombre nunca le reclamó por sus salidas, bien sabĆa que era para reunirse con sus amigas chismosas.
Tras saludar a Esther, Gregorio se dispuso a salir, pero la mujer de inmediato le tomó de los testĆculos, el varón no vio venir la agresión.
āOOOuuggg!! āExpresó el negro varón ante la rĆ”pida compresión de sus bolas.
El hombre no entendĆa que pasaba, porque su esposa lo lastimaba en su Ć”rea viril.
āYa me enterĆ© que se la metiste por detrĆ”s a Ramiro, maldito puto!...TRAIDOR!
Desesperado el macho quiso retirarle las manos a la mujer, pero ésta hundió sus dedos en las esferas viriles, sacÔndole un alarido al esposo.
āAAAAAHH!!! āUnas rĆ”pidas nauseas le llegaron y temió el vomitar, Esther parecĆa decidida a no detener su apretón.
āDĆ©jame, no volverĆ” a pasar mi amor. āUna promesa vacĆa pues lo Ćŗnico que querĆa era que le liberasen las gónadas.
āTe las voy a arrancar, Gregorio! āLa esposa tenĆa los ojos rojos de furia.
Desesperado por la amenaza de la mujer, el marido se defendió, una bofetada impactó el rostro de Esther, quien le soltó y retrocedióā¦
ā¦Inmediatamente el macho se derrumbó sobre sus rodillas.
āAhora verĆ”s, Gregorio! ādijo Esther, tomĆ”ndose la mejilla y viĆ©ndole con mĆ”s ira.
La esposa toma rumbo a la cocina, de dónde regresa con un rodillo en la mano.
Esther descargó el rodillo con fuerza sobre el arrodillado.
āAAAHHH!!! āSe queja Gregorio cuando siente el contundente golpe en su espalda.
āA ver quiĆ©n puede mĆ”s, tus mĆŗsculos o Ć©ste garrote!...Te crees que por ser hombre ya me voy a asustar, me las vas a pagar todas!
Otro quejido sale de la boca de Gregorio cuando su esposa comienza una lluvia de garrotazos contra su atlético y negro cuerpo. Le harÔ pagar caro por abofetearla, asà fuera en defensa propia.
Desesperado por escapar de los ābolillazosā, Gregorio comienza a caminar en 4 patas, casi como un bebĆ© gateando el hombre busca de alejarse de su enfurecida mujer.
Pero Esther suspende los garrotazos, pues ve una mejor opción de rematar a su esposo, cómo se mueve en 4 patas, se le ubica por detrĆ”s y le entierra un puntapiĆ© justo debajo de las nalgas del negroā¦AllĆ estĆ”n sin protección sus huevas.
āAAAAUUuuuu!!!!! āExclama el varón, cuando sus bolas se deformaron con ese golpe de zapato.
Es ahora cuando el macho queda en posición fetal, cubriéndose las gónadas.
āEso te mereces por puto!
Gregorio casi lloraba del dolor, Esther se le quedó viendo y sentenció:
āTe voy a perdonar Ć©sta vez, Gregorio, y sólo porque tienes la verga larga, y la necesito para gozar bastante, pero vuelve a traicionarme con otro tipo y te dejo sin polla, y me la quedo como juguete personal, ME OISTE!ā
Para fortuna del marido, entre sus piernas colgaba una oscura y larga vara de carne virilā¦Mientras hiciera a Esther ver el cielo en la cama, ella no se divorciarĆa de Ć©l tan fĆ”cilmente.
Por otra parte y a una hora similar, Reinalda llegaba a su casaā¦
Reinalda se encontró con su esposo Victorino en la entrada, el marido también estaba llegando.
El hombre de 46 aƱos, de ancestros italianos y piel blanca, era abogado de profesión pero se dedicaba a administrar varias estaciones de gasolina, de las que era dueƱo en gran parte. Era comĆŗn que tuviera reuniones con socios y otros colegas del sector; La noche previa le habĆa dicho a Reinalda que por un cuantioso negocio que estaba por cerrar, llegarĆa tarde o incluso podĆa aparecer al amanecer, cómo sucedió.
Pero Reinalda no estaba de humor, y con las evidencias de su intimidad con el sindicalista, de inmediato sospechó que la salida de su esposo era para algĆŗn otro encuentro sexual homosexualā¦
ā¦Poca diferencia hacĆa que Victorino fuese el penetrante en el acto sexual con Ramiro, traición era traición y la morena dama no lo perdonarĆaā¦HabĆa sido humillada ante sus amigas y Victorino lo pagarĆa muy caro!
āHola mi vidaāSaludó la mujer con una sonrisa, mientras bloqueaba la entrada al marido a la casa.
āHola Reinaldita āCorrespondió al saludo el esposo y se aprestaba a besarla, pero la mujer cambió el semblante, le empujó alejĆ”ndolo y sin mediar mĆ”s palabra le hundió una fuerte patada en los testĆculos.
āAAAAAHHH!!!āSalió de la boca el hombre, tomado sin guardia, las manos de Victorino cubrieron sus bolas, mientras se inclinada y tosĆa del dolor.
āYa supe lo que hiciste condenado, traicionarme con otro macho, ESO NO TE LO PERDONO!
La mujer con peso en la mano, descargó un puño al rostro del esposo, quien se tambaleó, otro impacto con la mano cerrada le rompió el labio al varón y con las piernas blandas, sus rodillas se doblaron.
Cuando Victorino cayó al suelo de rodillas, usó las manos para equilibrarse y no irse de cara al pavimento de la entrada, pero ese acto le dejó expuestoā¦
...Reinalda no le dio oportunidad para cubrirse. Con una mano levantó la cabeza al varón y de inmediato le dio un golpe con la punta del zapato en la ingle, el impacto le aplastó la hueva izquierda, haciendo que el macho soltase otro alarido.
āAAAaaiii!!!!ā gritó de dolor Victorino y arrugó con brusquedad su rostro.
Reinalda continuo agrediéndole, le apretó la nariz, retorciéndole esa parte anatómica de genética italiana, se la retorció provocÔndole mÔs dolor y dificultÔndole el respirar.
āAAGGHh!!!!āSólo podĆa quejarse el marido.
El marido estaba sin defensa alguna, solamente se protegĆa las bolas para no ser impactado de nuevo.
Cuando le soltó la nariz, la mujer procedió a abofetearle en un par de ocasiones, finalmente Victorino quedó tendido en el suelo.
āY la próxima vez que te pille con otro hombre, te quiebro los huevos Victorino!
La amenaza terminó la agresión y Reinalda entró a la casa, dejando al esposo en el suelo de la entrada.
Un par de minutos despuĆ©s aparecĆa la empleada de servicio, āEn bata de noche pues aĆŗn era temprano para iniciar las labores domĆ©sticasāCon órdenes de la patrona para auxiliar al seƱor.
Poco le importó a Victorino el ser visto por la empleada, tirado y vencido en el suelo y todo gracias a su esposa, hasta agradeció el auxilio que la mujer le dio.
Reinalda no podĆa divorciarse de Victorino por aquel incidente, ella era una desocupada quien sedujo al empresario para desposarla, y de quien recibĆa todos los lujos que querĆa, seguirĆa casada con Ć©l, pero una buena advertencia cómo la de hoy, le recordarĆa al marido quien mandaba en casa, y que de ninguna manera le aceptarĆa otro desliz homosexualā¦Ella querĆa un macho en casa y un macho exclusivo para ella.
Victorino debió consolarse las bolas sólo, aunque la empleada se ofreció a sobĆ”rselas, el macho no aceptó, pues de ninguna forma querĆa volver a enfurecer a su querida Reinalda.
***
Por su parte, quedó pendiente el que conozcan un incidente entre Carlota y su marido HĆ©ctor, el cual generó un permanente disgusto por parte de la mujer hacia su esposoā¦y que se plasmó en parte en el capĆtulo 1 de LA REINA DELCHISME.
Carlota llegó aquel dĆa tras el ataque, hecha un mar de llanto, la humillación sufrida no tenĆa precedentes en su vida
HĆ©ctor la consoló lo mejor que pudo, y cuando preguntó que le habĆa pasado, la mujer mintió adjudicando todo a un robo.
Pero cuando HĆ©ctor se dispuso a llamar a la policĆa, la esposa no tuvo de otra mĆ”s que negar todo.
āNo fue un robo, tuve un problema con alguien.
āCon tus amigas?āSospechó de inmediato el esposo.
āDEJA DE JODERME!āEl enojo de la mujer le confirmó su sospecha.
Lo primordial ahora era atender la crisis capilar de su esposa, por la mañana acudió a casa una peluquera de confianza, quien viendo el desastre pudo hacer poco.
Debido al pegante industrial que adherĆa la peluca de payaso, la peluquera debió cortar mucho cabello, dejando a Carlota mĆ”s que trasquiladaā¦
ā¦La mujer dio un grito de horror al verse en el espejo
Pero lo que se podĆa hacer era usar una peluca de cabello sintĆ©tico por un mes, ese serĆa el tiempo mĆnimo para que su cabello natural se recuperase y cubriese los faltantes.
Carlota usarĆa la peluca hasta para dormir.
Durante los dĆas siguientes la mujer se mostró irascible por su condición, y todo intento de HĆ©ctor por animarla resultaba en una expresión de rechazo y enojo por parte de la esposa.
Pero llegó un dĆa que Carlota observaba a su marido ver la televisión, HĆ©ctor habĆa intentado de todas las formas posibles el animarla ante lo que le habĆa pasado, y ella sólo le respondĆa con frases de enojo, Recordó la discusión previa a la reunión para ser LA REINA DEL CHISME.
FRAGMENTO DE LA PARTE 1
āSaldrĆ”s a esta hora?, son mĆ”s de las 10 de la noche!āExpuso el marido, intrigado por los planes de su mujer.
āMe voy a reunir con algunas amigas.
āDespuĆ©s de las 10 de la noche?
āYo salgo a la hora que quieraāCarlota mostró una leve molestia.
ā¦
āVas a buscar algĆŗn chisme, verdad?
āClaro que no!āNegó la esposa, pero el marido identificaba las mentiras en su predecible mujer.
āDeja ya eso Carlota, la gente comienza a hablar de ti.
āDeja de molestar HĆ©ctor!āCarlota se mostró enojada āā¦Como se atreven a calumniarme, son unos habladores esos malditos, ellos son los chismosos!āLa mujer detestaba que la identificaran como chismosa y siempre negaba lo que todo el mundo sabĆa que era cierto.
āMejor no salgas, CarlotaāHĆ©ctor se le acercó y le tocó el hombro, la enojada mujer le quitó la mano de encima con brusquedad.
āDeja de molestar, o quieres que te lastime como la otra vez!
Héctor retrocedió dos pasos, prevenido, ubicó una mano en su Ôrea genital.
āCĆ”lmate Carlota, acordaste no volver a hacerme eso.
āEntonces deja de joderme la vida, voy a salir y se acabó!āEl rostro de la mujer tenĆa un tono rojizo dado el enojo.
ā¦
La amenaza de Carlota le puso alerta y mantenĆa su mano cerca de sus testĆculos, no querĆa padecer lo mismo que aquella vez.
A continuación, Carlota rememoró el incidente que originó la discrepancia con Héctor:
UNAS SEMANAS ATRĆSā¦
Una noche HĆ©ctor regaƱaba a su esposa de forma enĆ©rgica, la mujer habĆa tomado dinero de los ahorros para comprarse un costoso bolso de marca; La discusión en la habitación matrimonial y en ropa interior, subió en tono y pasó a lo fĆsico.
El marido cansado de que la mujer frente a Ć©l, simplemente ignorase sus reclamos, la tomó con fuerza de los brazos, aplicó fuerza, lastimando un poco a la mujerā¦QuerĆa que lo tomara en serio.
Pero esta no se amilanó ante la actitud amenazadora de su esposo y como Ć©ste se negaba a liberarla, la mujer le agarró de un Ć”rea de la que sabĆa tenĆa todas las de ganar frente a su marido.
āDiablos! āSe sorprendió HĆ©ctor al verse agarrado de los testĆculos.
āA mĆ no me vengas con amenazas, HĆ©ctor!āCarlota se mostró decidida a atacar la hombrĆa de su esposo, cerró firmemente la mano atrapando los huevos de su esposo sobre el calzoncillo.
āAAaahh!!!āExclamó el marido al sentir comprimidas sus bolas. Y es que Carlota sintió fuertes deseos de apretar apenas tuvo en su mano aquellas pelotasā¦
ā¦La mano de la mujer se adentró mĆ”s en la ingle del marido, queriendo abarcar lo mĆ”s posible y con suficiencia el escroto del hombre, Ā”la fuerza compresora se incrementó rĆ”pida y consistentemente!
āAAyyy, dĆ©jame CarlotaaaaaāSuplicó el esposo y la mano de la mujer se abrió permitiĆ©ndole alejarse de su agresora.
ā¦El apretón fue suficiente para que el varón comenzase a saltar por toda la habitación, con las manos en las bolas.
āAyayayay!āHĆ©ctor no dejaba de brincar, por fin se apoyó contra la pared de espaldas y metió una mano en sus calzoncillos, sobando desesperadamente su magullado escroto.
āNo me vuelvas a agarrar asĆ, HĆ©ctorāLe reclamó Carlota, cerrando los dedos que acababan de apretar y lastimar la hombrĆa de su marido, ella no se dejaba imponer de su hombre, y si tenĆa que lastimarlo lo harĆa sin duda.
āCondenadaā¦mis bolas!āEl marido se sobaba sin pausa, estaba pĆ”lido y una gota de sudor bajaba por su frente.
āPues te lo tienes bien merecidoāCarlota no le habĆa apretado con todas sus fuerzas, y le soltó apenas le causó daƱo, la mujer bien sabĆa que sólo necesitaba provocarle algo de dolor para imponerseā¦
ā¦Pero estaba convencida de que si HĆ©ctor seguĆa molestĆ”ndola estaba lista a exprimirle las bolas hasta que se pusiera a llorar como un niƱo pequeƱo.
Esa noche la mujer decidió dormir en otra habitación, no querĆa saber nada del tema ni escuchar los quejidos por el dolor de huevos de HĆ©ctor.
El marido se enojó por tal agresión genital, pero para el amanecer el enojo desaparecióā¦
ā¦Hasta la tercera noche el marido buscó a su chismosa esposa para el sexo y ella queriendo dejar el asunto superado le aceptó en la cama, pero demostrĆ”ndole aprecio y amor en su mĆnima expresión.
Terminado el recuerdo de lo ocurrido, Carlota continuó mirando a su esposo, se hallaba bien concentrado en un partido en la TV.
La mujer se sentĆa muy mal por lo ocurrido aquel dĆa, hasta ahora lo pensaba mejor, Ć©l tenĆa razón en reclamarle por el costoso bolso, simplemente siempre le fue difĆcil ahorrar dinero o mesurarse en las comprasā¦
ā¦HĆ©ctor era un buen esposo y jamĆ”s la habĆa traicionado con mujer u hombre, y ella era muy hostil con Ć©l, sobre todo cuando le reclamaba por meterse en la vida de los demĆ”sā¦AdemĆ”s desde al ataque de sus āenemigasā, Ć©l se mostró muy preocupado por ella y de su parte sólo recibĆa malas caras y groserĆas.
Carlota se le acercó cariñosamente y de inmediato le comenzó a besar, Héctor estaba sorprendido por la inesperada muestra de cariño, la mujer le quitó el control remoto y apagó la televisión.
āHĆ©ctor, lamento mi comportamiento estos Ćŗltimos dĆasāLa mujer le besaba, mientras le acariciaba el miembro viril dentro del pantalón.
āNo peleemos mĆ”s, CarlotaāExponĆa el marido mientras besaba sin pausa los pechos de su esposa.
āEstoy de acuerdo⦠y perdona por lastimarte las bolas aquella noche, dĆ©jame verlos, queridoā¦āLa esposa se arrodillo ante el hombre de pie y tras Ć©ste bajarse los pantalones e interior, ella se dedicó a regalarle unos besos en los colgantes testĆculos.
MUAK, MUAK, El hombre no dejaba de agradecerle, tener a la esposa allĆ” abajo entre sus piernas lo volvió loco, Carlota nunca se habĆa mostrado tan cariƱosa y pervertida en sus caricias.
Héctor no aguantó mÔs y la llevó al cuarto para hacerle el amor.
El marido ubicó a la desnuda esposa en la cama, se colocó de rodillas entre las piernas femeninasā¦
ā¦El pene del hombre iba a ingresar en el ya empapado coƱo de Carlota, pero la mujer contrajo la vagina y el pene de HĆ©ctor no pudo entrar mĆ”s.
La mujer se reĆa ante su acto de resistencia.
āNo seas mala Carlota!āSe quejó el marido, provocando mĆ”s risas en la mujer.
āYa me conoces, mi amor, me vas a tener que pedir las cosas de forma amable y tal vez te pida algo a cambio.
El chantaje erótico de la divertida mujer no tuvo efecto en el esposo, quien recurrió a mañas.
āYo tambiĆ©n se jugar sucio, Carlota.
HĆ©ctor apretó los pezones de Carlota sorprendiendo a la mujer, quien relajó el coƱo y no pudo evitar que el falo del esposo entrara de golpe hasta el fondo de su vaginaā¦
ā¦La repentina intrusión causó que Carlota gimiera de placer y su coƱo soltase abundantes jugos.
āTramposo!āReclamó la encantada mujer y no tardó en llegar al orgasmo, con las repetidas y fuerte embestidas de HĆ©ctor.
Carlota empapó las sÔbanas bajo ella, mientras el esposo le restregaba sin pausa las paredes vaginales.
La mujer gemĆa y jadeaba, HĆ©ctor sudaba montones ante el delicioso esfuerzo.
La pareja se besaba y permaneció asĆ, mientras el glande de HĆ©ctor liberaba un poderoso chorro de esperma, golpeando el fondo vaginal de la hembra, el macho se quedó adentro hasta que su pene dejó de disparar.
Al relajĆ”rsele el pene, HĆ©ctor por fin lo retiró, viniendo detrĆ”s de Ć©l, todo el represado semen; La cavidad vaginal de la esposa por fin quedó vacĆa de pene y de jugos viriles.
Después de todo ese placer con su amada Carlota, el hombre por fin se le quitó de encima, listo a descansar. La mujer se ubicó a su lado y le besó el pecho.
Calmados los Ćmpetus del amor, HĆ©ctor recordó y se alegró por el cambio de actitud en su esposa, le hizo prometer que nunca le lastimarĆa de nuevo las bolas.
āEn
adelante sólo te las consentirĆ©, mi amorāCarlota le acarició las pelotas con
una suavidad tal que pronto el pene del esposo volvió a erguirseā¦La montarĆa de
nuevo, aĆŗn tenĆa leche para descargar.
El segundo polvo fue mÔs rÔpido por el cansancio previo; con la inminencia de correrse, la mujer le tomó el pene y comenzó a chupÔrselo, toda la leche del marido terminó deglutida por la esposa.
āOh dios, Carlota!āHĆ©ctor estaba extasiado, su esposa nunca le habĆa tratado tan bien el pene. La mujer le lamĆa el glande, presta a tragar cualquier gota de semen que aun quedase por expulsar aquel faloā¦El pene de HĆ©ctor quedó mĆ”s limpio que reciĆ©n duchado.
En adelante la relación entre Carlota y Héctor tanto en la cama como fuera de ella, se hizo mÔs fuerte que nunca.
Pero volviendo a su problema, para la mujer las próximas semanas serĆan de un extremo tratamiento capilar, que le devolvió su cabello a la normalidad.
Pero en su mente estaba el temor constante de que el incidente sufrido fuera pĆŗblicoā¦Y lo peor, que fuera contado por sus ahora enemigas como un grandioso chismeā¦Ahora era ella quien podrĆa ser la vĆctima de un chisme, y no le pareció gracioso para nadaā¦En adelante pensarĆa mejor su conducta de chismosa.
FIN.
***
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