LA REINA DEL CHISME, Parte 1 de 3.
(Relato Corto).
CONTIENE BALLBUSTING F/M.
Relacionado con el relato DISPUTA ENTRECAMIONEROS
Chisme.
1. m.coloq. Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna.
Chismear.
1. intr. coloq. Hablar con indiscreciĆ³n o malicia de alguien o de sus asuntos.
2. tr. coloq. Contar algo con indiscreciĆ³n o malicia.
En el relato DISPUTA ENTRE CAMIONEROS, se plasmĆ³ el caso del dirigente sindical Ramiro Vidal, quien tiene problemas para satisfacer a su ardiente esposa SofĆa. Su supuesto amigo camionero Michael RodrĆguez, termina acostĆ”ndose con SofĆa. Ramiro es informado de la infidelidad por una mujer llamada Carlota. A continuaciĆ³n conocerĆ”n una historia dĆ³nde Ć©sta dama tiene mĆ”s protagonismo.
Carlota, una mujer de 39 aƱos, era la esposa del sindicalista camionero, HĆ©ctor, la mujer tenĆa la mala fama de chismosa, aunque siempre trataba de disimular su apetito por los chismes, pues esa mala fama le causarĆa la desconfianza de la gente y se verĆa afectada su āCaptaciĆ³nā de nuevos chismes
Su cuarentĆ³n marido siempre la regaƱaba por lo chismosa que era, pero a Carlota poco le importaba.
Aquella noche Carlota se alistaba para salir.
āSaldrĆ”s a esta hora?, son mĆ”s de las 10 de la noche!āExpuso el marido, intrigado por los planes de su mujer.
āMe voy a reunir con algunas amigas.
āDespuĆ©s de las 10 de la noche?
āYo salgo a la hora que quieraāCarlota mostrĆ³ una leve molestia.
HĆ©ctor no limitaba sus salidas, sĆ³lo estaba preocupado, pero en el fondo sospechaba otra cosa.
āTal vez me voy a ver con algĆŗn amanteā¦āExpresĆ³ con mordacidad la mujer.
El marido sabĆa que eso no era cierto, y se le saliĆ³ la sospecha:
āVas a buscar algĆŗn chisme, verdad?
āClaro que no!āNegĆ³ la esposa, pero el marido identificaba las mentiras en su predecible mujer.
āDeja ya eso Carlota, la gente comienza a hablar de ti.
āDeja de molestar HĆ©ctor!āCarlota se mostrĆ³ enojada āā¦Como se atreven a calumniarme, son unos habladores esos malditos, ellos son los chismosos!āLa mujer detestaba que la identificaran como chismosa y siempre negaba lo que todo el mundo sabĆa que era cierto.
āMejor no salgas, CarlotaāHĆ©ctor se le acercĆ³ y le tocĆ³ el hombro, la enojada mujer le quitĆ³ la mano de encima con brusquedad.
āDeja de molestar, o quieres que te lastime como la otra vez!
HĆ©ctor retrocediĆ³ dos pasos, prevenido, ubicĆ³ una mano en su Ć”rea genital.
āCĆ”lmate Carlota, acordaste no volver a hacerme eso.
āEntonces deja de joderme la vida, voy a salir y se acabĆ³!āEl rostro de la mujer tenĆa un tono rojizo dado el enojo.
āComo quieras, vete a tu Aquelarre (ReuniĆ³n de brujas)āExpresĆ³ despectivamente HĆ©ctor.
āQue dijiste?āCarlota no alcanzĆ³ a escuchar bien, por fortuna para HĆ©ctor.
āNo, nada, ve a tu reuniĆ³n.
Para HĆ©ctor lo mejor ahora era que se calmara su esposa, no le reclamarĆa mĆ”s a su mujer por los chismes, la amenaza de Carlota le puso alerta y mantenĆa su mano cerca de sus testĆculos, no querĆa padecer lo mismo que aquella vez *
Cuando su esposa saliĆ³, el sĆ³lo pensĆ³: āAllĆ” ella y su reputaciĆ³n de lengua larga.
Carlota asistirĆa esa noche a la casa de una amiga, dĆ³nde se desarrollaba una reuniĆ³n secreta, unas 20 mujeres en total ocupaban el sitio, todas conocidas del ambiente camionero y otros gremios relacionados, siendo en su mayor parte esposas que se conocĆan de las frecuentes reuniones sindicales o gremiales.
ĀæPero quĆ© hacĆan allĆ?
Todas estaban reunidas para compartir aquello que buscaban conocerā¦CHISMES!... Algo no exclusivo del gĆ©nero femenino, pero que aquel grupo de mujeres llevaba al extremo.
A pesar del recelo de Carlota a ser identificada como una chismosaāLo que era un secreto a vocesāLa tentaciĆ³n a ser reconocida como la mejor, asĆ fuera como chismosa, la atrajo a participar en aquella reuniĆ³n clandestinaā¦Y precisamente ese era el motivo de reunirseā¦
ā¦Se decidiĆ³ que se escogerĆa por votaciĆ³n a LA REINA DEL CHISME.
Las āfinalistasā ademĆ”s de Carlota, eran Reinalda y Esther. A continuaciĆ³n cada una plantearĆa su mejor chisme y se elegirĆa una como ganadora.
Reinalda serĆa la primera en hablarā¦Era una mujer de 40 aƱos y esposa del dueƱo de varias estaciones de gasolina, tenĆa mucho tiempo libre y su aficiĆ³n favorita era enterarse de la vida de los vecinos, amigos y todo ser vivo en el conjunto residencial dĆ³nde vivĆa.
IniciĆ³ su narraciĆ³n:
Estaba segura que mi vecino Adolfo DĆaz PeƱa le era infiel a su mujer Felicia, cada vez que salĆa a regar el jardĆn le veĆa por las cortinas, detallĆ”ndoleā¦Eran muy notorios sus cabellos rizados y abundante vellos faciales en barba y bigote.
Adolfo es un abogado de 40 aƱos, siempre ha habido rumores de que es un hombre promiscuo, pero disfraza sus aventuras muy bien, pero yo estaba decidida a exponerlo.
El analizar su comportamiento no me dejaba a duda alguna de su promiscuidad, podĆa constatarla de sĆ³lo verlo mirar los traseros de cada vecina que pasaba por su frente, me decidĆ a exponerlo y mis sospechas pronto dieron frutos.
Me di cuenta que Adolfo se veĆa con una joven universitaria de nombre AngĆ©lica, por cierto una monita bien bonita de ojos azulesā¦Que hacĆa referencia a su nombre, pues parecĆa un ser angelical.
La chica era de la misma instituciĆ³n dĆ³nde mis hijos estudiaban, por eso me pareciĆ³ haberla visto antesā¦En algĆŗn momento alguno de mis hijos estuvo tras esa jovencita.
Indagando con mis hijos supe que Adolfo daba clases de derecho de forma ocasional en esa universidad, asĆ fue como la conociĆ³, y se veĆan regularmente en un cafĆ©, siempre a la misma hora 3 veces por semanaā¦
ā¦Mis seguimientos me permitieron establecer una rutina de citas, y todos los sĆ”bados se dirigĆan a un motel a dos manzanas del cafĆ©ā¦
āAhĆ se acostaban los condenados!āInterrumpiĆ³ una mujer que escuchaba el chisme.
āEso es mĆ”s que obvio, genio!, deja de interrumpir!āRegaĆ±Ć³ otra del auditorio.
ā¦DespuĆ©s de unos dĆas decidĆ ir mĆ”s allĆ”, pero si querĆa pruebas irrefutables de la intimidad de esos dos, debĆa entrar al motel y pillarles en el acto del sexo, eso serĆa sin duda la prueba mediĆ”tica de la infidelidad de Adolfo, Y recalco que mediĆ”tica, porque un buen chisme debe ser dado a todo un pĆŗblico y con detalles.
Tras seguirles al motel de siempre, le paguĆ© a un empleado de aseo para que me dijese en que habitaciĆ³n estaban aquellos dos, le mostrĆ© una foto que tomĆ© antes de que entraran, la persona me dio el dato exacto y yo misma decidĆ entrar.
Llevaba una paƱoleta, lentes amplios y oscuros para ocultar mi identidad, porque en esos sitios siempre debe haber cƔmaras, entrƩ con la excusa de usar el sanitario con urgencia, incluso le di dinero al susodicho empleado para que me llevase al baƱo.
Una vez adentro ubique la habitaciĆ³n en cuestiĆ³n, eran cuartos con ventanas a un amplio patio interno, asĆ que lleguĆ© y buscaba poder tomar algĆŗn video o foto por la ventanaā¦
ā¦Lastimosamente las cortinas estaban muy bien extendidas y no permitĆa ver nadaā¦Pero otro asunto era el sonido, se alcanzaba a escuchar los gemidos de la universitaria, estaba recibiendo buena verga de Adolfo, asĆ que usĆ© mi telĆ©fono para graba el audio, una prueba tangible de sus actos prohibidos e infieles.
āOiga que hace?!āEscuchĆ© la voz de un hombre que tenĆa un tono de reclamo, y supe que me habĆan descubierto, debĆa ser alguien de la administraciĆ³n del motel, a esos sabĆa que no podĆa sobornar, yo ni voltee a verleā¦
ā¦ComencĆ© a correr hacĆa la salida, como eran muchos pasillos, me confundĆ y el sujeto pudo darme alcance, ya casi salĆa, sĆ³lo me restaba una reja que siempre estaba sin seguro, pues allĆ era la recepciĆ³n, despuĆ©s me di cuenta que era el mismo que atendĆa en la recepciĆ³n Ć©l que me habĆa sorprendido. Ya casi abrĆa la reja cuando me agarrĆ³ del brazo.
āDe aquĆ no te vas!āMe dijo. Yo estaba asustada pero me girĆ© y le mandĆ© la otra mano a las huevas y se la apretĆ© como pude...
AlcancĆ© a pellizcarle una hueva, lo lastimĆ© y gritĆ³:āAAayyy!!!ā
Enseguida me soltĆ³ y al salir alcancĆ© a verlo doblado y cogiĆ©ndose las bolas.
ā¦Yo no parĆ© de correr, pero era seguro que Ć©l no podĆa ir tras de mĆ, debiĆ³ quedarse sobando las bolas un rato.
āLo lastimaste donde era, Reinaldaā¦En las nuececillasāInterrumpiĆ³ la narraciĆ³n una mujer.
Hubo algunas risas y la historia continuĆ³.
El incidente del motel, no me amilanĆ³ en mi ādeberā de exponer la infidelidad, asĆ que al dĆa siguiente y una vez Adolfo saliĆ³ a su trabajo, fui a su casa y hable con su esposa Felicia, le planteĆ© lo que habĆa observado, las fotos de los infieles, el asunto del motel e incluso la grabaciĆ³n de sus jadeos allĆ, Felicia no dudĆ³ en creermeā¦La mejor parte fue verla encolerizar y alistarse para salir.
Como buena vecina la acompaƱƩ al trabajo de Adolfo, Felicia me instruyĆ³ a quedarme en el vehĆculo, pero estaba drogada si creĆa que me perderĆa del showā¦
ā¦Felicia ingresĆ³ al edificio, a la oficina del marido, y nadie se lo pudo impedir.
Apenas Adolfo vio a su mujer fue a recibirla, pero Ć©sta le propinĆ³ una sonora bofetada que gracias a dios alcance a ver!
El sonido del golpe fue intenso y todos los presentes se movilizaron para ver que sucedĆa, ademĆ”s Felicia iniciĆ³ con una serie de insultos en voz alta, asĆ que el escĆ”ndalo fue monumentalā¦
ā¦Debo admitir que estaba satisfecha, pues Adolfo quedĆ³ expuesto y humillado ante sus compaƱeros de trabajo.
Lo Ćŗnico que lamentĆ© fue cuando Felicia en sus ataques indiscriminados le lanzĆ³ un rodillazo a Adolfo hacia sus genitales, el marido estaba prevenido ante todas las agresiones y tenĆa un muslo adelante por lo que el condenado salvĆ³ sus huevasā¦CĆ³mo me hubiera gustado verlo tirado en el piso del dolor, rodeado de su iracunda esposa y todos los testigos..
El infiel debiĆ³ irse, perseguido por su esposa, quien no dejaba de lanzarle insultos, sĆ³lo el subir a un taxi le salvĆ³ā¦
ā¦Por mi parte, no esperĆ© a Felicia, pues subĆ a otro taxi y seguĆ a Adolfo, tenĆa el presentimiento de saber a dĆ³nde irĆa, y le tenĆa una sorpresa!...
ā¦CĆ³mo sospechaba, Adolfo fue al cafĆ© dĆ³nde siempre se citaba con la rubia universitaria, no tardĆ³ la joven en aparecer, yo desde un cercano escondite me dispuse a ver la escena.
Caminaron unos metros hasta una fuente y allĆ el infiel le hablaba, ella se mostraba cabizbaja, lo que Adolfo notĆ³, entonces se le acercĆ³ y la besĆ³ en la mejilla, el sinvergĆ¼enza no dudĆ³ en tocarle una nalguita a la rubiaā¦cĆ³mo se notaba la diferencia de estatura de ambos. Sin duda para Adolfo ella serĆa su consuelo ante el divorcio que se venĆa con Felicia.
Todo era felicidad entre ellos, pero lo que no saben amigasāExpresaba Reinalda al pĆŗblico de mujeresāEs que a primera hora y antes de la reuniĆ³n con Felicia, yo ya habĆa informado a la universitaria de que Adolfo era casadoā¦Por supuesto le escondĆ todo eso de haberlos seguido y los āAudiosā del motelā¦AsĆ que esperaba ansiosa la reacciĆ³n de la rubiecita para con el mentiroso de Adolfoā¦
ā¦Y llegĆ³ lo anhelado! La universitaria le propinĆ³ sin aviso un rodillazo en los huevos, Adolfo jamĆ”s se lo esperĆ³ de su rubiecita amante, asĆ que Ć©sta vez no podĆa defender sus pelotas. La vi levantando con fuerza la rodilla, que se hundĆa en la entrepierna de su pareja.
āAAAAHHH!!!!!!āSoltĆ³ un grito fuerte Adolfo, y de inmediato se aferrĆ³ al cuerpo de la joven para no caerse.
āEso!, dale en las huevas al hijo de putaā¦āAlcancĆ© a decir en voz baja mientras veĆa a Adolfo quejarseāQue sufra donde mĆ”s le duele a ese macho.
āMALDITO CANALLA!, TRAIDOR!, EMBAUCADOR!āDecĆa a gritos la rubiecita, con el varĆ³n casi por caerle encima.
Adolfo estaba que se desplomaba, y vi cĆ³mo se apoyĆ³ en la joven para sostenerse, observĆ© su mano agarrĆ”ndole la nalguita a la universitariaā¦aun para sostenerse era un pervertido, jajajajaā¦
ā¦Pero hacer eso fue un grave error para Adolfo, porque la rubiecita se enojĆ³ mĆ”sā¦Vi como ella le volviĆ³ a sacudir el saco de huevos con otro golpe de rodilla, le hundiĆ³ el muslo hasta el fondoā¦
āAAAAHHHHHHHH!!!!!!!āGritĆ³ mĆ”s fuerte aĆŗn el infiel y al fin se alejĆ³ de la rubiecita.
Me divirtiĆ³ verlo irse al suelo y agarrarse las bolas, le debĆan doler y bastante.
La monita por su lado, parecĆa llorar al tiempo que le seguĆa reclamando:
āEMBUSTERO!, TRUHAN!, COBARDE!
Ante los gritos de Adolfo y los reclamos de la chica, la gente se acercĆ³ a ver que sucedĆa, era muy obvio para todo el que viera la escena que se trataba de un asunto amoroso.
A la rubia no le agradĆ³ el que hubiera testigos y se marchĆ³.
Reinalda hizo una pausa y varias mujeres del pĆŗblico preguntaron:
āY que pasĆ³ luego?
Que paso luego?āReinalda iba a contestarāā¦Eso tambiĆ©n lo vi de primera mano, pues me quedĆ© todo el tiempo observando cĆ³mo Adolfo se recuperaba del dolor de huevas, mientras se tomaba una bebida en el visitado cafĆ©ā¦
ā¦Le seguĆ de vuelta a su casa, allĆ le esperaba su ropa tirada en el jardĆn, el escandalo fue grande en el conjunto residencial...Adolfo sĆ³lo se limitĆ³ a recoger su ropa y abordar un taxiā¦
ā¦Ya estaba satisfecha por mi labor, y me dije: Al fin descansarĆ©, y verĆ© a una vecina y una universitaria, agradecidas. (Parafraseando el meme de Thanos en la pelĆcula Infinity War).
Al finalizar su narraciĆ³n, el pĆŗblico aplaudiĆ³ a Reinalda, quien estaba orgullosa de su historia, esperaba al final ser la merecedora del tĆtulo de La Reina del Chisme.
Ahora era el turno de escuchar el chisme de Estherā¦
CONTINUARĆ...
***
* Trama que se desarrollarĆ” en la tercera parte.
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