La defensa de papá - Las Bolas de Pablo

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30 jun 2022

La defensa de papá



Bastián desv la mirada al cielo y chasqueó la lengua. Lucía su bronceado y perfecto cuerpo al borde de la alberca. Un diminuto short de color blanco contenía las grandes posesiones genitales que le guardaban su merecido lugar en la familia Chacón. A su frente Erick lo interrogaba.

 

—¿Hasta cuando me reclamas, muchacho? —se quejó el científico—. Ya han pasado varios meses desde el problema con la pastilla. Si que me equivoqué en su fórmula, pero todavía no la he logrado mejorar.

 

—¡No me importa! —negó Erick—. Lo cierto es que me usaste de tu conejillo de indias. Prácticamente de tu rata de laboratorio.

 

Bastián volvió a chasquear la lengua.

 

—Sí, pero ya no puedo hacer nada. ¿O te la pasarás toda la vida recriminándome?

 

—Sí.

 

¡Que fastidio, Erick!

 

—Eso se tiene que pagar.

 

—¿Cómo dices?

 

—Sí.

 

Mientras Bastián fraccionaba el rostro en señal de duda, Erick aprovechó y lo golpeó directamente en las bolas con un puñetazo.

 

El dolor se registró por completo desde las vulnerables pelotas del científico. Sus ojos se cruzaron de dolor, sus rodillas se juntaron y sus manos inmediatamente fueron a proteger sus frágiles gónadas lesionadas.

 

El científico gimió mientras se iba directamente al suelo acurrucándose.

 

—Me siento completamente pago —respondió Erick—. Había olvidado lo completo débil que eres de las bolas entre todos los hombres de tu jodida familia. Je, je, je.

 

Erick se frotó las palmas de la mano y se preparaba para irse a paso orgulloso y feliz, cuando una fuerte patada golpeó su entrepierna desde atrás. 


Emitió un chillido como si sus gordas bolas hubieran subido por su cuerpo incrustándose en su garganta. Enseguida cayó de rodillas y su cuerpo acompañó a Bastián retorciéndose en la grama.

 

Miró hacia arriba para encontrar al culpable de su gran dolor genital y vio a Germán, uno de los hijos de Bastián que le devolvía una mirada de furia.

 

—¿Por… por… por qué? —gimió mientras acunaba sus lastimados testículos.

 

—¿Por qué, imbécil? —dijo Germán mientras miraba el cuerpo del joven retorcerse—. ¿Cómo te atreves a golpear a mi padre? ¿Te pegaste la cabeza? ¡Me tiene a mi para que lo defienda!

 

Germán se inclinó sobre Erick y agarró sus piernas separándolas en forma de "V".

 

—Por favor, no, no... —suplicó Erick con los ojos llorosos. Siendo totalmente ignorado por el pie de Germán pateando sus testículos.

 

Germán echó su pierna hacia atrás una vez más, ignorante de las lágrimas en los ojos de Erick y sus gritos de dolor reinaron en el patio toda vez que le pateó los regordetes huevos.

 

Lo dejó en paz con la última patada a su hombría.

 

Erick se retorció de dolor con el rostro combindose con sus lágrimas y el sudor.

 

A escasos centímetros Bastián seguía en estado de shock acariciando sus delicadas esferas masculinas.

 

A pesar del punzante dolor, Erick se puso de pie. Sintiendo una ola de venganza, en su mente se formó la idea de volver tortillas los grandes huevos que por herencia le colgaban a Germán en medio de las piernas.

 

Frente al atractivo joven, le envió una patada a la cabeza, sin embargo nunca se esperó que el descendiente del científico atrapase su pierna como un experto Jackie Chan, dejando a Erick saltar sobre un pie y con sus propios testículos en una posición muy vulnerables.

 

—Por favor, no, no —las súplicas de Erick de manera rápida se convirtieron en un eco de dolor cuando Germán envió su pie contra sus gordas albóndigas pulverizándolas en su pelvis.

 

Todo lo que pudo hacer fue dejar escapar un gemido agudo y agónico.

 

En un giro humillante de los acontecimientos, su pene alargado rebotó fuera de la ropa, y debido a que la presión ejercida sobre sus testículos era demasiado para soportar, comenzó a disparar esperma que brotó en todas las direcciones.

 

Erick solo pudo cubrirse la cara con la mano derecha, mientras que su mano izquierda estaba tratando de cubrir su dolorida entrepierna.

 

Cuando apartó la mano de sus ojos llenos de lágrimas, pudo ver la cara de German cubierta de semen.

 

El muchacho lo miró y solo pudo reír mientras se encogía de hombros. Supo que su misión de proteger a papá había terminado exitosamente con Erick yaciendo acurrucado fuera de combate. Suspiró y siguió caminando hacia Bastián mientras se limpiaba la cara.

 

—¿Pá, cómo te sientes? —preguntó al inclinarse.

 

—Como si un camión de guerra me hubiera aplastado las bolas —respondió el científico. Dejó de hacer una mueca de dolor al acariciar su hombría y se fijó en el rostro de su retoño—. ¿Que diablos es eso? —su mirada fue al pómulo de Germán donde reposaba un empaste del esperma de Erick.

 

—Digamos qué… —Germán meditó su respuesta—. Porque Erick se atrevió a golpearte, tuve que interceder y destrozarle los huevos. Se los volví puré.

 

Bastián miró al pobre Erick todavía frotar sus gónadas y se echó a reír.

 

—Ja, ja, ja. ¡Bien hecho hijo! Estoy orgulloso de ti! ¿Estás bien, Erick?

 

A lo que el pobre musculoso gimió como respuesta.

 

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