CAZADOR DE GIGANTES II (4/9): Vernietiger - Las Bolas de Pablo

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1 jul 2022

CAZADOR DE GIGANTES II (4/9): Vernietiger


     Al concluir mi primer semestre de estudios en la Universidad del Estado, durante las vacaciones de verano, siete meses despuĆ©s de ser abusado sexualmente. DecidĆ­ aprovechar mi tiempo libre para cobrar venganza. Yo no tenĆ­a la mĆ”s mĆ­nima idea de cĆ³mo lo iba a hacer, lo Ćŗnico que sabĆ­a, era que debĆ­a intentarlo. 


      El alma se me fue al suelo cuando averigĆ¼Ć© que Jan De Vries, no solamente era el Ćŗnico hijo varĆ³n de un importante empresario. TambiĆ©n era heredero de una poderosa mafia holandesa. ¿QuĆ© clase de gente dejĆ³ entrar mi madre a nuestra casa? Esos tipos eran peligrosos.


     Jan estaba blindado, era inalcanzable para alguien como yo. Su riqueza y poder eran abismalmente superiores a mĆ­. Me acobardĆ©, estando en mi habitaciĆ³n de hotel en Ɓmsterdam pensĆ© abortar la misiĆ³n y regresar a MĆ©xico. Tras una noche en vela, decidĆ­ que de todas maneras no estarĆ­a tranquilo. Si huĆ­a, no solo me perseguirĆ­a el fantasma de lo ocurrido, tambiĆ©n el de mi cobardĆ­a. AsĆ­ que hice lo que cualquier idiota harĆ­a: intentarlo, aunque me pudiera costar la vida.


     ContratĆ© a un detective privado para averiguar lo mĆ”s posible, me costĆ³ mucho encontrar uno con los huevos para atreverse. Me cobrĆ³ una fortuna, aun asĆ­, yo le paguĆ© cinco veces lo que me pedĆ­a, para que a cambio me hiciera parte del proceso de investigaciĆ³n. Durante un par de semanas aprendĆ­ mucho sobre cĆ³mo trabajan los detectives privados: bases de datos, accesos, contactos, relaciones y el modo en que entrevistan personas, quedĆ© fascinado con ese trabajo. 


     Riendo, aquel detective me dijo que el Ćŗnico punto de acceso posible para llegar a Jan, era su jefe de seguridad. Un hombre enorme, de 2.10 metros de alto, llamado Meindert MƤkinen, el tipo tenĆ­a formaciĆ³n militar y era un sicario, un asesino entrenado. Capturarlo, torturarlo e interrogarlo, era una misiĆ³n imposible. Cuando trabajas para gente tan peligrosa, sabes que lo mejor es morir que traicionarlos. Sin embargo, aquella era mi Ćŗnica opciĆ³n. La Ćŗnica posibilidad de llegar a Jan, una en un millĆ³n. TodavĆ­a burlĆ”ndose, el detective me dejĆ³ solo en un bar, “idioot” me llamĆ³ entre carcajadas. Ɖl ya habĆ­a cumplido con su trabajo.



     Efectivamente, yo era un idiota, pero uno con muchos huevos… o por lo menos los suficientes. Aunque estaba confiado en mis habilidades de combate, no me sentĆ­a en absoluto seguro de enfrentar a Meindert, se me hacĆ­a un hueco en el estĆ³mago de nada mĆ”s pensarlo. 


     Para ganar confianza, y a manera de entrenamiento, decidĆ­ buscar a algunos tipos rudos, expertos peleadores para retarlos. TerminĆ© peleando durante varios meses en un circuito clandestino en Bruselas, dejĆ© perder un semestre en la universidad. El lugar era una especie de tugurio, donde gente perversa con mucho dinero se reunĆ­a para ver masacres en vivo. Encerrado en una jaula metĆ”lica, me enfrentĆ© a cinco machos, todos mĆ”s grandes que yo, esto no fue raro, cualquiera era mĆ”s grande que yo, encontrar a un oponente con mis caracterĆ­sticas fĆ­sicas en Europa era algo imposible, soy de complexiĆ³n muy delgada, mi 1.70 no es nada impresionante. En esa Ć©poca me decolorĆ© el cabello, para lucir mĆ”s rudo, segĆŗn yo.


     No perdĆ­ ninguna de mis peleas, fueron brutales y sangrientas. El pĆŗblico amaba y me vitoreaba cuando realizaba mis caracterĆ­sticos castigos genitales: luego de noquear a mis oponentes, yo los sujetaba de las bolas, inconscientes y los arrastraba por cada extremo de la jaula utilizando todo mi peso para moverlos, mientras extendĆ­a mi otro brazo en seƱal de victoria saludando a la audiencia. Al finalizar, yo tenĆ­a permitido follar al rival frente a toda esa gente, este tenĆ­a que aceptarlo. Por supuesto, yo tambiĆ©n estaba en riesgo de ser penetrado si perdĆ­a, aquello era mi motivaciĆ³n para no perder. Me regodeo al decir que mi culo no conociĆ³ ninguna verga. Mi polla era la mĆ”s grande que ese circuito habĆ­a visto, mis treinta centĆ­metros llamaron la atenciĆ³n de todos los espectadores, quienes no daban crĆ©dito a que alguien tan pequeƱo, poseyera semejante herramienta. 



      QuizĆ” es por esto que no me pude contener al pelear contra Scott y Yuki, aquel circuito despertĆ³ en mĆ­ un instinto de violencia que yo desconocĆ­a, mismo que hasta la fecha trato de reprimir. No voy a describir cada uno de mis enfrentamientos, solo hablarĆ© del Ćŗltimo, una especie de final por el campeonato de aquel circuito contra el luchador alfa, el mĆ”s fuerte, al que todos temĆ­an y respetaban: Danijel apodado “Vernietiger”, en espaƱol: “Aniquilador”. Un Croata de 1.90 de estatura, de piel blanca, cabello castaƱo, con un cuerpo fuerte y masculino; natural, sin esteroides, ni fisicoculturismo, un fuerte macho en toda la extensiĆ³n de la palabra. “Reuzenjager”, me apodaban ya, lo que significa: “Cazador de Gigantes”.



    Mi pene comenzĆ³ a levantarse de solo verlo ingresar a la jaula donde yo me encontraba, Ć©l vestĆ­a nada mĆ”s que un chaleco de cuero negro, un calzĆ³n, rodilleras y botas del mismo color. ¡Dios! AsĆ­ es como debe verse un verdadero hombre, si yo tuviera la oportunidad de encontrar a un genio de la lĆ”mpara, le pedirĆ­a tener su cuerpo. MĆ”s que miedo, sentĆ­ excitaciĆ³n, me enfrentarĆ­a a un semental que no solamente era poderoso, tambiĆ©n me parecĆ­a muy, muy atractivo. Yo vestĆ­a un short de compresiĆ³n de lycra rojo como los que se usan en MMA. Ambos tenĆ­amos vendadas las manos y las muƱecas. El combate era por nocaut, nada de sumisiĆ³n, espaldas planas o similar, exclusivamente noquear al oponente. 


    Un oficial nos revisĆ³ para asegurar que no llevĆ”ramos armas ocultas, aquella era la Ćŗnica regla. Toda la brutalidad debĆ­a ser cometida con nuestras propias manos. Ɖl se retirĆ³ el chaleco y chocamos nuestros puƱos como saludo previo y yo levantĆ© mis brazos en guardia. Apenas lo hice, sentĆ­ una lluvia de poderosos golpes que chocaban con mis antebrazos, casi abriendo mi guardia y una sorpresiva patada baja a mi muslo, hizo mi pierna flaquear. CaĆ­ al piso, pero de inmediato di una maroma hacia atrĆ”s y me levantĆ© cojeando un poco mientras estiraba y flexionaba mi pierna para desentumecerla.


      Ć‰l lanzĆ³ una patada alta hacia mi cabeza, la cual esquivĆ©, su pie se estrellĆ³ contra la jaula. El gigante aprovechĆ³ su superioridad fĆ­sica y flexibilidad para deslizar su pierna por mi espalda. Apoyando la escuadra de su rodilla en mi hombro, me tomĆ³ de los hombros, pegando su cuerpo al mĆ­o y me lamiĆ³ la cara desde el mentĆ³n a la cien, mirĆ”ndome burlonamente y mirando al pĆŗblico. Dando a entender que yo era, por mi tamaƱo, un objeto que Ć©l podĆ­a poseer.


Danijel "Vernietiger"

      Yo aprovechĆ© que Ć©l mismo se quedĆ³ con el compĆ”s abierto para sujetar sus enormes bolas y apretar con fuerza. Al sentir el dolor, el cabrĆ³n bajĆ³ su pierna y quedĆ³ frente a mĆ­, con el trasero parado. En vez de doblegarse, me volviĆ³ a tomar de los hombros y me dio un cabezazo que provocĆ³ que mi nariz empezara a sangrar. Su golpe me atarantĆ³, pero yo no estaba dispuesto a soltar sus bolas, asĆ­ que obedecĆ­ a mi cuerpo y caĆ­ al piso de sentĆ³n, no me podĆ­a mantener en pie. Pero sujetĆ© bien sus bolas y tirĆ© de ellas conmigo al caer. 


      Estoy seguro de que le estirĆ© hasta las venitas del escroto. Ɖl gritĆ³ de dolor y cayĆ³ con una rodilla flexionada en el suelo. Probablemente, vio estrellas, porque en la posiciĆ³n en la que estĆ”bamos, Ć©l podĆ­a seguir golpeĆ”ndome en la cara con sus puƱos, pero en vez de eso se encogiĆ³ sujetando con fuerza mis muƱecas y manos para aflojar mi agarre. La verdad no me medĆ­. Danijel no se contenĆ­a al atacarme, yo tampoco debĆ­a tener piedad. Lo soltĆ© y Ć©l inmediatamente agarrĆ³ sus bolas para protegerlas y sobarlas. Yo velozmente sujetĆ© su muƱeca y su brazo, deslice mis piernas por encima de su hombro y por debajo de su axila para hacer una llave al brazo. Por la maldita diferencia de tamaƱo tuve que batallar para colocar bien mis piernas. 


     En el momento en que iba a levantar mi cadera para ejercer presiĆ³n y someterlo en esta llave, Ć©l soltĆ³ su mano de mi agarre tirando con fuerza, no pude evitarlo, Ć©l era fĆ­sicamente superior a mĆ­. Me levantĆ³ metiendo un brazo por mi espalda y el otro por mi cuello. Se puso de pie y me azotĆ³ contra la tarima del octĆ”gono. QuedĆ© tendido en el suelo, con dificultad para respirar, Ć©l aprovechĆ³ para alejarse de mĆ­ unos segundos. Agachado, alternaba las manos entre sus rodillas y su paquete, trataba de aliviar el dolor. 



      Cuando por fin me levantĆ© con dificultad, en el instante en que estaba arrodillado, Ć©l lanzĆ³ una patada giratoria a mi cabeza, yo me agachĆ©, colocĆ”ndome a gatas, su patada fallĆ³. Al momento de su pie tocar el suelo, antes de que pudiera girarse por completo de vuelta con la guardia en alto. Yo nuevamente metĆ­ mi mano entre sus piernas y volvĆ­ a sujetarlo de los testĆ­culos por detrĆ”s y apretĆ© con toda mi fuerza. Danijel era el macho mĆ”s fuerte al que me habĆ­a enfrentado, no se doblegaba fĆ”cilmente. Sin importar la posiciĆ³n vulnerable en la que se encontraba, Ć©l lanzĆ³ una patada hacia atrĆ”s para impactar tambiĆ©n mis bolas. Yo alcancĆ© a alejar mi cuerpo, parando las nalgas, pero su talĆ³n se hundiĆ³ con fuerza en mi plexo solar, elevĆ”ndome del piso y haciĆ©ndome caer de rodillas con dificultad para respirar, pues todo el aire de mi cuerpo habĆ­a sido forzado a salir. 


     Me tomĆ³ del cabello, me hizo levantar, metiĆ³ su mano entre mis piernas, recargĆ³ mi cuerpo en su espalda y me colocĆ³ por encima de sus hombros, girĆ”ndome boca arriba. Con una mano presionaba mi cuello con la otra me sujetaba de las bolas y me las aplastaba. Ɖl asemejaba a un pastor cuidando su rebaƱo, a mĆ­ me traĆ­a como un cordero a cuestas, a punto de llevarme al matadero. 


    —Dus dit is wat je leuk vindt, klootzak —dijo con furia apretando fuertemente mi hombrĆ­a. “Con que esto es lo que te gusta, cabrĆ³n”. 


      GritĆ© agudamente, el dolor proveniente de mis bolas se extendiĆ³ por toda la zona: mi estĆ³mago y mi espalda baja; comencĆ© a sentir dificultad para respirar y todo mi cuerpo se debilitĆ³. Estaba lĆ”nguido, casi inerte. Todo el pĆŗblico lo ovacionaba: “Vernietiger!”, gritaban enardecidos. Ɖl me levantĆ³ por encima de su cabeza, una mano apretujaba mis genitales, la otra me sostenĆ­a del pecho. Yo pensĆ© que me azotarĆ­a contra el suelo. Estaba listo para que lo hiciera y terminara esta agonĆ­a.


¿Me veo mĆ”s rudo?

    No fue asĆ­, Ć©l bajĆ³ el brazo en el que se apoyaba mi pecho, de inmediato mi cuerpo se precipitĆ³ hacia el suelo, pero no pude caer, Ć©l me tenĆ­a sostenido de solamente las bolas, en el aire, a espaldas de Ć©l. Mientras sus dedos deformaban mis carnosas bolitas, el tirĆ³n en mi escroto era insoportable, inexplicablemente mi verga estaba completamente erecta.  GritĆ© y gemĆ­ como puta, este gigante me habĆ­a vencido en mi propio juego. Sus testĆ­culos habĆ­an probado ser mĆ”s fuertes que los mĆ­os, resistiendo mis ataques, yo no solo era mĆ”s pequeƱo, tambiĆ©n era mĆ”s dĆ©bil. 


     Me retorcĆ­ y chillĆ© como marrano que llevan al matadero. Fue entonces cuando comprendĆ­ que yo jamĆ”s podrĆ­a enfrentar a Meindert. Si ni siquiera era rival para un hombre como Danijel, mucho menos podrĆ­a vencer a un sicario, asesino, experto peleador, este era el fin de mi viaje y mi irreal aspiraciĆ³n de venganza. 


    No, no, no… NO. Por Dios que no, aunque pierda las bolas, aunque me las extirpen luego de esta pelea, yo voy a ganar. Debido a la adrenalina, mi cuerpo se puso en una especie de piloto automĆ”tico, donde lo principal era mi supervivencia. Ignorando el terrible dolor, pues a estas alturas ya nada podĆ­a hacer para aminorarlo, me apoyĆ© en sus hombros, conseguĆ­ agarrar su cabeza y clavĆ© mis dedos Ć­ndice y medio en sus ojos, con fuerza. No solo le piquĆ© los ojos, literal clavĆ© mis dedos en sus cuencas oculares. Ɖl inmediatamente me soltĆ³, gritando, se llevĆ³ las manos a la cara, sus dedos se llenaron de una sustancia viscosa parecida al sudor, que Ć©l no podĆ­a ver o distinguir porque sus ojos estaban hĆŗmedos y por mĆ”s que los limpiaba con sus manos, el lĆ­quido no dejaba de brotar. Era sangre.


     Yo azotĆ© como costal y me retorcĆ­ en el piso durante varios segundos, aplastĆ© gentilmente mis bolas en el nacimiento de estas para tratar de aminorar el dolor, mis testĆ­culos se sentĆ­an blandos, habĆ­an perdido toda firmeza, tenĆ­an una textura que yo desconocĆ­a que podĆ­an tener. Trastabillando y parcialmente cegado, Danijel caminĆ³ hacia mĆ­, levantĆ³ el pie y pretendiĆ³ darme un fuerte pisotĆ³n en la cabeza. Yo rodĆ© por la lona, Ć©l me persiguiĆ³, dando pisotones por todo el octĆ”gono, querĆ­a destrozar mi crĆ”neo con su pie. La hemorragia habĆ­a parado y sus ojos parecĆ­an no tener algĆŗn daƱo permanente. Asumo que en aquel momento, su vista asemejaba a un espejo empaƱado por el vapor en la ducha.  



    GirĆ© mi cuerpo en el suelo para patear su tobillo y hacerlo caer de espaldas. De inmediato me sentĆ© a horcajadas sobre Ć©l para golpearlo en el rostro con golpes de martillo. Ɖl se cubriĆ³ con los brazos, yo agarraba sus manos para descubrir su rostro y continuar golpeando. Ɖl se girĆ³ hacia el piso cubriĆ©ndose. Yo continuĆ© golpeando para abrir su defensa y meter mi brazo por su cuello para aplicar una llave. No lo conseguĆ­, asĆ­ que solo retrocedĆ­ esperando que Ć©l se pusiera tambiĆ©n en pie. 


     Cuando se incorporĆ³, lo ataquĆ© con una ronda de patadas veloces, son mi especialidad como taekwondoĆ­n. Ɖl me sujetĆ³ una pierna, antes de que Ć©l pudiera hacer algo, yo saltĆ© girando todo mi cuerpo para que mi otro pie se estrellara contra su cara. El golpe hizo que su cabeza se volteara, el gigante me soltĆ³ y dio dos pasos hacia atrĆ”s. Quise aprovechar mi racha, asĆ­ que hice una patada giratoria espectacular que Ć©l consiguiĆ³ evadir por muy poco, en el momento en que mis pies tocaron el suelo, antes de que yo levantara mi guardia, Ć©l saltĆ³ hacia adelante, impulsado por sus fuertes piernas de acero. Con todo su peso y fuerza me golpeĆ³ con el puƱo derecho directo en el mentĆ³n. 


    SentĆ­ como si tuviera mucho sueƱo, mi cuerpo dejĆ³ de responderme y me desplomĆ© en el piso. Yo intentaba sacudirme, estando bocabajo en el suelo, para demostrar que no estaba noqueado, pues eso significarĆ­a que perdĆ­. La voluntad que ponĆ­a para conseguir mover mis extremidades era colosal; el resultado, sin embargo, lucĆ­a patĆ©tico. Yo parecĆ­a una cucaracha volteada. Danijel colocĆ³ su pie sobre mi espalda baja, reafirmando y manteniendo su dominio sobre mĆ­. Me girĆ³ en el suelo y puso su pie en mi entrepierna. AlcancĆ© a ver que flexionaba los brazos como seƱal de victoria. 




    Me tomĆ³ de los tobillos, me abriĆ³ en “V” y comenzĆ³ a patear mis bolas con su gigantesca bota. Yo gemĆ­a y gritaba, mis brazos no me obedecĆ­an, yo querĆ­a cubrirme, pero no podĆ­a. NotĆ© que estaba salivando, ni siquiera la boca podĆ­a cerrar. Ɖl dejĆ³ caer su rodilla, presionando mis bolas. De inmediato recordĆ© lo que hice a Haruki, comprendĆ­ lo noble que era Ć©l al permitirme causarle tal daƱo. Esto era un dolor indescriptible e intolerable. Por unos segundos, la idea de ser follado por Danijel me pareciĆ³ que serĆ­a el cielo. Ya que eso significarĆ­a que esta tortura habĆ­a terminado. Si de algo hubiera servido, yo habrĆ­a gritado que me rendĆ­a, pero no era ese tipo de pelea. 


     Danijel sabĆ­a que tenĆ­a toda la ventaja sobre mĆ­, su vista se recuperaba lentamente. Ɖl era un gato, jugando con un pequeƱo ratĆ³n, no me noqueaba, porque querĆ­a seguir torturĆ”ndome. Me despojĆ³ de mi short rojo de licra, revelando mi glorioso pene en erecciĆ³n y procediĆ³ a humillarme. Me tomĆ³ de las bolas, sujetando fuertemente mi escroto y me arrastrĆ³ por todo el octĆ”gono, llevĆ”ndome a cada esquina, levantando su brazo como seƱal de victoria mientras con la otra me mantenĆ­a bien agarrado. Esto es lo que yo habĆ­a hecho a otros hombres durante mis combates previos, era mi sello, mi movimiento caracterĆ­stico, y ahora Ć©l me lo hacĆ­a a mĆ­. 


     La Ćŗnica diferencia era que yo lo hacĆ­a cuando los dejaba completamente dormidos, Ć©l lo hizo cuando yo estaba al borde de la inconsciencia para que pudiera darme cuenta y sentirme mucho mĆ”s humillado. Me puso de pie, levantĆ”ndome desde el suelo sujetĆ”ndome solamente de mi escroto, yo permanecĆ­a lĆ”nguido, torpemente me retorcĆ­a. Posteriormente, me cargĆ³ de forma natural bocarriba, una mano en mi espalda, otra en mi desnudo trasero, mi puntiaguda verga apuntaba hacia arriba como un mĆ”stil. Nuevamente, me llevĆ³ por todo el octĆ”gono para que la gente me viera. El “chistocito” del DJ del lugar, puso la canciĆ³n del Rey LeĆ³n.



     Aquel era su sello, su movimiento caracterĆ­stico, por lo que lo llamaban aniquilador. Ɖl dejaba caer al oponente mientras elevaba la pierna para patearlo en el aire, no lo hacĆ­a una sola vez, sino incontables veces. SegĆŗn supe, llegĆ³ a matar a algunos sujetos por hacer esto, los trataba como balĆ³n de fĆŗtbol y los golpes internos provocados por las patadas en el torso eran letales, Ć©l habĆ­a aniquilado gente. Por eso lo apodaban “Vernietiger”. La multitud vitoreaba su apodo. 


   La humillaciĆ³n que Ć©l hizo, llevĆ”ndome arrastrado de las bolas por todo el octĆ”gono, me dio el tiempo para recobrar la conciencia. FingĆ­ estar lĆ”nguido cuando me hizo levantar de las bolas. Cuando Ć©l me iba a soltar agresivamente, yo forcejeĆ© y movĆ­ mi cuerpo hacia su espalda para caer por detrĆ”s. Ɖl estaba predispuesto a patear al frente, no hacia atrĆ”s. 


      Al caer, como chango me agarrĆ© de su cuello y cara; con mi brazo comencĆ© a ahorcarlo en una llave mata leĆ³n, mi agarre fue perfecto, fue la mejor llave que he aplicado en toda mi vida. Ɖl no alcanzĆ³ a defender, fĆ”cilmente metĆ­ el brazo, con el otro fijĆ© el candado, fue sublime. CrucĆ© mis piernas al rededor de su enorme cuerpo como si yo fuera una boa constrictora. IntentĆ³ caminar hacia un extremo de la jaula para azotarme, no tuvo tiempo. En solo cuatro segundos, el gigante perdiĆ³ el conocimiento, cayĆ³ primero de rodillas y luego de bruces al piso, conmigo abrazado en su espalda. 


     Un oficial tardĆ³ en entrar para verificar que Danijel estaba inconsciente, al parecer la mayorĆ­a de las apuestas iban hacia Ć©l. No les convenĆ­a que perdiera. Finalmente, lo comprobĆ³ y me levantĆ³ la mano. Gran parte del pĆŗblico vitoreaba, pero otros mĆ”s me abucheaban. Danijel era un hombre muy peligroso, quien nunca habĆ­a perdido, no podĆ­a dejar nada al azar. 



    Aprovechando que estaba fuera de combate, retirĆ© su calzĆ³n negro, botas, rodilleras y vendajes. Utilizando tambiĆ©n mis vendas, lo amarrĆ©. Lo sentĆ© en una esquina, por la espalda sujetĆ© sus muƱecas y un oficial me ayudĆ³ a fijar el vendaje el poste, por fuera. TambiĆ©n amarrĆ© sus tobillos por separado, la misma persona colaborĆ³ para amarrar las vendas a los postes inmediatos laterales, para dejar a Danijel con las piernas abiertas, completamente desnudo y vulnerable. 


     Cuando abriĆ³ los ojos, lo primero que vio fue a mĆ­ entre sus piernas, acuclillado. SacudiĆ³ su cabeza para espabilarse y al intentar moverse comprendiĆ³ la situaciĆ³n. 


     —Hey! —le dije—. Ready for what’s coming? 



     —You Fucker! Bastard! Son of a…


     Sus improperios fueron detenidos en seco por una fortĆ­sima patada que le di. ClavĆ© mi empeine entre sus piernas abiertas, no solamente una vez, lo hice varias. Con mi pie desnudo palpĆ© sus grandes bolas peludas, las llevĆ© hasta el fondo de la lona y las aplastĆ© con mi peso, ojalĆ” fuera yo mĆ”s pesado. Mi otro pie lo apoyĆ© en su cara llevĆ”ndola contra uno de los muros metĆ”licos de la jaula. El tipo gruƱƭa y gritaba de dolor.


    Enseguida, me ubiquĆ© entre sus piernas y con cada una de mis manos sujetĆ© una de sus bolas.


     —Let’s test your endurance, stud —dije sonriendo. De inmediato apretĆ© con toda mi fuerza. En menos de dos minutos, yo tenĆ­a al gigante chillando agudamente como un animal herido. La verdad yo mismo sentĆ­ que si no me detenĆ­a, iban a estallar entre mis dedos. 



     —¡Pleeeeaaaasssssse! ¡STOP! —me dijo llorando desconsoladamente con el rostro descompuesto. Incluso estaba salivando. Me recarguĆ© de frente en la jaula, con una mano en la cintura coloquĆ© mi pelvis frente a su cara y acerquĆ© mi verga de 30 cm a su boca. 


     El hombre dĆ³cilmente la abriĆ³ y comenzĆ³ a succionar. Yo empujĆ© hasta obstruir su trĆ”quea y bloqueĆ© con mi mano los poros de su nariz. Danijel comenzĆ³ a sentir asfixia, intentĆ³ oponer resistencia. Cuando sus ojos se voltearon en blanco, yo retirĆ© mi pene y lo besĆ©, introduciendo aire en sus pulmones mientras aĆŗn mantenĆ­a cerrada su nariz. Luego de unos cuantos besos despertĆ³ respirando agitadamente con desesperaciĆ³n. Me parĆ© frente a Ć©l con las piernas abiertas y me masturbĆ©, hasta llegar al orgasmo. 


      Hacerlo fue fĆ”cil. ¿QuĆ© tan seguido tienes a un macho tan musculoso, alto, fuerte y varonil, desnudo y derrotado frente a ti? La vista de su cuerpo colapsando; su enorme pecho respirando agitadamente; sus monumentales piernas abiertas y sus velludos genitales; todo me excitaba. VaciĆ© el contenido de mis bolas sobre su rostro, quedĆ³ empapado en mi semen. 


     Con un chasquido de mis dedos ordenĆ© al oficial fuera de la jaula que soltara los amarres de Danijel de los tres postes, Ć©l aĆŗn mantenĆ­a las manos atadas en su espalda. Me coloquĆ© detrĆ”s de Ć©l, lo hice arrodillar, en seguida con una patada frontal lo hice caer de bruces, con su rostro pegado al suelo y el trasero levantado. CaminĆ© alrededor del octĆ”gono con mi verga todavĆ­a erecta, levantando mis brazos. El pĆŗblico estaba enloquecido. 



     SujetĆ© las caderas de aquel gigante alfa y lo ensartĆ© con mi espada de carne. Me sacudĆ­ con violencia, como si estuviera montando a un toro mecĆ”nico. FlexionĆ© ambos brazos mientras lo follaba. TambiĆ©n hacĆ­a ademanes de rodeo, como si me quitara un sombrero de vaquero o tuviera un lazo en la mano. Previo a volver a eyacular, sujetĆ© sus bolas, no las apretĆ©, solo querĆ­a reafirmar mi dominio, pude sentir que estaban duras como piedras, producto del daƱo causado por mĆ­. 


     Pasados algunos minutos, mi pene comenzĆ³ a palpitar por su cuenta al interior de Danijel. Amo friccionar mi glande justo al momento de estar eyaculando, esos Ćŗltimos momentos de orgasmo son los mĆ”s placenteros para mĆ­. Exclamando con un grito viril hacia el techo, me recarguĆ© unos segundos en Ć©l. Posteriormente, me puse de pie, me vestĆ­ con mi short de licra y abandonĆ© la jaula.


     Con el dinero ganado apostando por mĆ­, sumando mis ganancias como peleador, pude comprar mi salida de este circuito, mostrĆ© mis credenciales. Les hice saber que yo era un “niƱo bien” de MĆ©xico, que Ćŗnicamente querĆ­a divertirse, me permitieron irme. Danijel no fue el mismo, quedĆ³ quebrado. No volviĆ³ a ganar ninguna pelea y eventualmente fue retirado, no tuvo ningĆŗn daƱo fĆ­sico permanente, el daƱo fue psicolĆ³gico y emocional. Hay muchos peleadores invictos que no saben lidiar con una derrota. Le pasĆ³ a ​​Ronda Rousey y a Ben Askren en la UFC.


    SalĆ­ muy fortalecido y confiado de aquel enfrentamiento. Al correr peligro mi vida, mi cuerpo entrĆ³ en un estado de brutalidad y supervivencia que desconocĆ­a. AprendĆ­ que el dolor en las bolas, en ocasiones, puede tolerarse y no es factor para perder una pelea de vida o muerte. Sobre todo, ya no se me hacĆ­a un nudo en el estĆ³mago al pensar en enfrentarme a Meindert MƤkinen. 



     Objetivamente, Danijel fue superior a mĆ­, yo recibĆ­ mĆ”s daƱo. Si Ć©l en vez de humillarme al arrastrarme por todo el octĆ”gono, me hubiera pisado el crĆ”neo o dado un golpe mĆ”s en el mentĆ³n, yo hubiera quedado noqueado o incluso estarĆ­a muerto. 


     Fue un golpe de suerte el que me permitiĆ³ estar en la posiciĆ³n adecuada para vencerlo. Pero ahora sabĆ­a que esa clase de suerte existĆ­a, y que podrĆ­a suceder lo mismo con Meindert. Sin importar que el rival fuera objetivamente superior, yo aĆŗn podĆ­a ganar. AdemĆ”s, ya no le tenĆ­a miedo a la muerte, si aquello llegara a ocurrir, yo lo aceptarĆ­a con total resignaciĆ³n.


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