El alma se me fue al suelo cuando averigüé que Jan De Vries, no solamente era el único hijo varón de un importante empresario. También era heredero de una poderosa mafia holandesa. ¿Qué clase de gente dejó entrar mi madre a nuestra casa? Esos tipos eran peligrosos.
Jan estaba blindado, era inalcanzable para alguien como yo. Su riqueza y poder eran abismalmente superiores a mĆ. Me acobardĆ©, estando en mi habitación de hotel en Ćmsterdam pensĆ© abortar la misión y regresar a MĆ©xico. Tras una noche en vela, decidĆ que de todas maneras no estarĆa tranquilo. Si huĆa, no solo me perseguirĆa el fantasma de lo ocurrido, tambiĆ©n el de mi cobardĆa. AsĆ que hice lo que cualquier idiota harĆa: intentarlo, aunque me pudiera costar la vida.
ContratĆ© a un detective privado para averiguar lo mĆ”s posible, me costó mucho encontrar uno con los huevos para atreverse. Me cobró una fortuna, aun asĆ, yo le paguĆ© cinco veces lo que me pedĆa, para que a cambio me hiciera parte del proceso de investigación. Durante un par de semanas aprendĆ mucho sobre cómo trabajan los detectives privados: bases de datos, accesos, contactos, relaciones y el modo en que entrevistan personas, quedĆ© fascinado con ese trabajo.
Riendo, aquel detective me dijo que el Ćŗnico punto de acceso posible para llegar a Jan, era su jefe de seguridad. Un hombre enorme, de 2.10 metros de alto, llamado Meindert MƤkinen, el tipo tenĆa formación militar y era un sicario, un asesino entrenado. Capturarlo, torturarlo e interrogarlo, era una misión imposible. Cuando trabajas para gente tan peligrosa, sabes que lo mejor es morir que traicionarlos. Sin embargo, aquella era mi Ćŗnica opción. La Ćŗnica posibilidad de llegar a Jan, una en un millón. TodavĆa burlĆ”ndose, el detective me dejó solo en un bar, āidiootā me llamó entre carcajadas. Ćl ya habĆa cumplido con su trabajo.
Efectivamente, yo era un idiota, pero uno con muchos huevos⦠o por lo menos los suficientes. Aunque estaba confiado en mis habilidades de combate, no me sentĆa en absoluto seguro de enfrentar a Meindert, se me hacĆa un hueco en el estómago de nada mĆ”s pensarlo.
Para ganar confianza, y a manera de entrenamiento, decidĆ buscar a algunos tipos rudos, expertos peleadores para retarlos. TerminĆ© peleando durante varios meses en un circuito clandestino en Bruselas, dejĆ© perder un semestre en la universidad. El lugar era una especie de tugurio, donde gente perversa con mucho dinero se reunĆa para ver masacres en vivo. Encerrado en una jaula metĆ”lica, me enfrentĆ© a cinco machos, todos mĆ”s grandes que yo, esto no fue raro, cualquiera era mĆ”s grande que yo, encontrar a un oponente con mis caracterĆsticas fĆsicas en Europa era algo imposible, soy de complexión muy delgada, mi 1.70 no es nada impresionante. En esa Ć©poca me decolorĆ© el cabello, para lucir mĆ”s rudo, segĆŗn yo.
No perdĆ ninguna de mis peleas, fueron brutales y sangrientas. El pĆŗblico amaba y me vitoreaba cuando realizaba mis caracterĆsticos castigos genitales: luego de noquear a mis oponentes, yo los sujetaba de las bolas, inconscientes y los arrastraba por cada extremo de la jaula utilizando todo mi peso para moverlos, mientras extendĆa mi otro brazo en seƱal de victoria saludando a la audiencia. Al finalizar, yo tenĆa permitido follar al rival frente a toda esa gente, este tenĆa que aceptarlo. Por supuesto, yo tambiĆ©n estaba en riesgo de ser penetrado si perdĆa, aquello era mi motivación para no perder. Me regodeo al decir que mi culo no conoció ninguna verga. Mi polla era la mĆ”s grande que ese circuito habĆa visto, mis treinta centĆmetros llamaron la atención de todos los espectadores, quienes no daban crĆ©dito a que alguien tan pequeƱo, poseyera semejante herramienta.
QuizĆ” es por esto que no me pude contener al pelear contra Scott y Yuki, aquel circuito despertó en mĆ un instinto de violencia que yo desconocĆa, mismo que hasta la fecha trato de reprimir. No voy a describir cada uno de mis enfrentamientos, solo hablarĆ© del Ćŗltimo, una especie de final por el campeonato de aquel circuito contra el luchador alfa, el mĆ”s fuerte, al que todos temĆan y respetaban: Danijel apodado āVernietigerā, en espaƱol: āAniquiladorā. Un Croata de 1.90 de estatura, de piel blanca, cabello castaƱo, con un cuerpo fuerte y masculino; natural, sin esteroides, ni fisicoculturismo, un fuerte macho en toda la extensión de la palabra. āReuzenjagerā, me apodaban ya, lo que significa: āCazador de Gigantesā.
Mi pene comenzó a levantarse de solo verlo ingresar a la jaula donde yo me encontraba, Ć©l vestĆa nada mĆ”s que un chaleco de cuero negro, un calzón, rodilleras y botas del mismo color. Ā”Dios! AsĆ es como debe verse un verdadero hombre, si yo tuviera la oportunidad de encontrar a un genio de la lĆ”mpara, le pedirĆa tener su cuerpo. MĆ”s que miedo, sentĆ excitación, me enfrentarĆa a un semental que no solamente era poderoso, tambiĆ©n me parecĆa muy, muy atractivo. Yo vestĆa un short de compresión de lycra rojo como los que se usan en MMA. Ambos tenĆamos vendadas las manos y las muƱecas. El combate era por nocaut, nada de sumisión, espaldas planas o similar, exclusivamente noquear al oponente.
Un oficial nos revisó para asegurar que no llevĆ”ramos armas ocultas, aquella era la Ćŗnica regla. Toda la brutalidad debĆa ser cometida con nuestras propias manos. Ćl se retiró el chaleco y chocamos nuestros puƱos como saludo previo y yo levantĆ© mis brazos en guardia. Apenas lo hice, sentĆ una lluvia de poderosos golpes que chocaban con mis antebrazos, casi abriendo mi guardia y una sorpresiva patada baja a mi muslo, hizo mi pierna flaquear. CaĆ al piso, pero de inmediato di una maroma hacia atrĆ”s y me levantĆ© cojeando un poco mientras estiraba y flexionaba mi pierna para desentumecerla.
Ćl lanzó una patada alta hacia mi cabeza, la cual esquivĆ©, su pie se estrelló contra la jaula. El gigante aprovechó su superioridad fĆsica y flexibilidad para deslizar su pierna por mi espalda. Apoyando la escuadra de su rodilla en mi hombro, me tomó de los hombros, pegando su cuerpo al mĆo y me lamió la cara desde el mentón a la cien, mirĆ”ndome burlonamente y mirando al pĆŗblico. Dando a entender que yo era, por mi tamaƱo, un objeto que Ć©l podĆa poseer.
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Danijel "Vernietiger" |
Yo aprovechĆ© que Ć©l mismo se quedó con el compĆ”s abierto para sujetar sus enormes bolas y apretar con fuerza. Al sentir el dolor, el cabrón bajó su pierna y quedó frente a mĆ, con el trasero parado. En vez de doblegarse, me volvió a tomar de los hombros y me dio un cabezazo que provocó que mi nariz empezara a sangrar. Su golpe me atarantó, pero yo no estaba dispuesto a soltar sus bolas, asĆ que obedecĆ a mi cuerpo y caĆ al piso de sentón, no me podĆa mantener en pie. Pero sujetĆ© bien sus bolas y tirĆ© de ellas conmigo al caer.
Estoy seguro de que le estirĆ© hasta las venitas del escroto. Ćl gritó de dolor y cayó con una rodilla flexionada en el suelo. Probablemente, vio estrellas, porque en la posición en la que estĆ”bamos, Ć©l podĆa seguir golpeĆ”ndome en la cara con sus puƱos, pero en vez de eso se encogió sujetando con fuerza mis muƱecas y manos para aflojar mi agarre. La verdad no me medĆ. Danijel no se contenĆa al atacarme, yo tampoco debĆa tener piedad. Lo soltĆ© y Ć©l inmediatamente agarró sus bolas para protegerlas y sobarlas. Yo velozmente sujetĆ© su muƱeca y su brazo, deslice mis piernas por encima de su hombro y por debajo de su axila para hacer una llave al brazo. Por la maldita diferencia de tamaƱo tuve que batallar para colocar bien mis piernas.
En el momento en que iba a levantar mi cadera para ejercer presión y someterlo en esta llave, Ć©l soltó su mano de mi agarre tirando con fuerza, no pude evitarlo, Ć©l era fĆsicamente superior a mĆ. Me levantó metiendo un brazo por mi espalda y el otro por mi cuello. Se puso de pie y me azotó contra la tarima del octĆ”gono. QuedĆ© tendido en el suelo, con dificultad para respirar, Ć©l aprovechó para alejarse de mĆ unos segundos. Agachado, alternaba las manos entre sus rodillas y su paquete, trataba de aliviar el dolor.
Cuando por fin me levantĆ© con dificultad, en el instante en que estaba arrodillado, Ć©l lanzó una patada giratoria a mi cabeza, yo me agachĆ©, colocĆ”ndome a gatas, su patada falló. Al momento de su pie tocar el suelo, antes de que pudiera girarse por completo de vuelta con la guardia en alto. Yo nuevamente metĆ mi mano entre sus piernas y volvĆ a sujetarlo de los testĆculos por detrĆ”s y apretĆ© con toda mi fuerza. Danijel era el macho mĆ”s fuerte al que me habĆa enfrentado, no se doblegaba fĆ”cilmente. Sin importar la posición vulnerable en la que se encontraba, Ć©l lanzó una patada hacia atrĆ”s para impactar tambiĆ©n mis bolas. Yo alcancĆ© a alejar mi cuerpo, parando las nalgas, pero su talón se hundió con fuerza en mi plexo solar, elevĆ”ndome del piso y haciĆ©ndome caer de rodillas con dificultad para respirar, pues todo el aire de mi cuerpo habĆa sido forzado a salir.
Me tomó del cabello, me hizo levantar, metió su mano entre mis piernas, recargó mi cuerpo en su espalda y me colocó por encima de sus hombros, girĆ”ndome boca arriba. Con una mano presionaba mi cuello con la otra me sujetaba de las bolas y me las aplastaba. Ćl asemejaba a un pastor cuidando su rebaƱo, a mĆ me traĆa como un cordero a cuestas, a punto de llevarme al matadero.
āDus dit is wat je leuk vindt, klootzak ādijo con furia apretando fuertemente mi hombrĆa. āCon que esto es lo que te gusta, cabrónā.
GritĆ© agudamente, el dolor proveniente de mis bolas se extendió por toda la zona: mi estómago y mi espalda baja; comencĆ© a sentir dificultad para respirar y todo mi cuerpo se debilitó. Estaba lĆ”nguido, casi inerte. Todo el pĆŗblico lo ovacionaba: āVernietiger!ā, gritaban enardecidos. Ćl me levantó por encima de su cabeza, una mano apretujaba mis genitales, la otra me sostenĆa del pecho. Yo pensĆ© que me azotarĆa contra el suelo. Estaba listo para que lo hiciera y terminara esta agonĆa.
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¿Me veo mÔs rudo? |
No fue asĆ, Ć©l bajó el brazo en el que se apoyaba mi pecho, de inmediato mi cuerpo se precipitó hacia el suelo, pero no pude caer, Ć©l me tenĆa sostenido de solamente las bolas, en el aire, a espaldas de Ć©l. Mientras sus dedos deformaban mis carnosas bolitas, el tirón en mi escroto era insoportable, inexplicablemente mi verga estaba completamente erecta. GritĆ© y gemĆ como puta, este gigante me habĆa vencido en mi propio juego. Sus testĆculos habĆan probado ser mĆ”s fuertes que los mĆos, resistiendo mis ataques, yo no solo era mĆ”s pequeƱo, tambiĆ©n era mĆ”s dĆ©bil.
Me retorcĆ y chillĆ© como marrano que llevan al matadero. Fue entonces cuando comprendĆ que yo jamĆ”s podrĆa enfrentar a Meindert. Si ni siquiera era rival para un hombre como Danijel, mucho menos podrĆa vencer a un sicario, asesino, experto peleador, este era el fin de mi viaje y mi irreal aspiración de venganza.
No, no, no⦠NO. Por Dios que no, aunque pierda las bolas, aunque me las extirpen luego de esta pelea, yo voy a ganar. Debido a la adrenalina, mi cuerpo se puso en una especie de piloto automĆ”tico, donde lo principal era mi supervivencia. Ignorando el terrible dolor, pues a estas alturas ya nada podĆa hacer para aminorarlo, me apoyĆ© en sus hombros, conseguĆ agarrar su cabeza y clavĆ© mis dedos Ćndice y medio en sus ojos, con fuerza. No solo le piquĆ© los ojos, literal clavĆ© mis dedos en sus cuencas oculares. Ćl inmediatamente me soltó, gritando, se llevó las manos a la cara, sus dedos se llenaron de una sustancia viscosa parecida al sudor, que Ć©l no podĆa ver o distinguir porque sus ojos estaban hĆŗmedos y por mĆ”s que los limpiaba con sus manos, el lĆquido no dejaba de brotar. Era sangre.
Yo azotĆ© como costal y me retorcĆ en el piso durante varios segundos, aplastĆ© gentilmente mis bolas en el nacimiento de estas para tratar de aminorar el dolor, mis testĆculos se sentĆan blandos, habĆan perdido toda firmeza, tenĆan una textura que yo desconocĆa que podĆan tener. Trastabillando y parcialmente cegado, Danijel caminó hacia mĆ, levantó el pie y pretendió darme un fuerte pisotón en la cabeza. Yo rodĆ© por la lona, Ć©l me persiguió, dando pisotones por todo el octĆ”gono, querĆa destrozar mi crĆ”neo con su pie. La hemorragia habĆa parado y sus ojos parecĆan no tener algĆŗn daƱo permanente. Asumo que en aquel momento, su vista asemejaba a un espejo empaƱado por el vapor en la ducha.
GirĆ© mi cuerpo en el suelo para patear su tobillo y hacerlo caer de espaldas. De inmediato me sentĆ© a horcajadas sobre Ć©l para golpearlo en el rostro con golpes de martillo. Ćl se cubrió con los brazos, yo agarraba sus manos para descubrir su rostro y continuar golpeando. Ćl se giró hacia el piso cubriĆ©ndose. Yo continuĆ© golpeando para abrir su defensa y meter mi brazo por su cuello para aplicar una llave. No lo conseguĆ, asĆ que solo retrocedĆ esperando que Ć©l se pusiera tambiĆ©n en pie.
Cuando se incorporó, lo ataquĆ© con una ronda de patadas veloces, son mi especialidad como taekwondoĆn. Ćl me sujetó una pierna, antes de que Ć©l pudiera hacer algo, yo saltĆ© girando todo mi cuerpo para que mi otro pie se estrellara contra su cara. El golpe hizo que su cabeza se volteara, el gigante me soltó y dio dos pasos hacia atrĆ”s. Quise aprovechar mi racha, asĆ que hice una patada giratoria espectacular que Ć©l consiguió evadir por muy poco, en el momento en que mis pies tocaron el suelo, antes de que yo levantara mi guardia, Ć©l saltó hacia adelante, impulsado por sus fuertes piernas de acero. Con todo su peso y fuerza me golpeó con el puƱo derecho directo en el mentón.
SentĆ como si tuviera mucho sueƱo, mi cuerpo dejó de responderme y me desplomĆ© en el piso. Yo intentaba sacudirme, estando bocabajo en el suelo, para demostrar que no estaba noqueado, pues eso significarĆa que perdĆ. La voluntad que ponĆa para conseguir mover mis extremidades era colosal; el resultado, sin embargo, lucĆa patĆ©tico. Yo parecĆa una cucaracha volteada. Danijel colocó su pie sobre mi espalda baja, reafirmando y manteniendo su dominio sobre mĆ. Me giró en el suelo y puso su pie en mi entrepierna. AlcancĆ© a ver que flexionaba los brazos como seƱal de victoria.
Me tomó de los tobillos, me abrió en āVā y comenzó a patear mis bolas con su gigantesca bota. Yo gemĆa y gritaba, mis brazos no me obedecĆan, yo querĆa cubrirme, pero no podĆa. NotĆ© que estaba salivando, ni siquiera la boca podĆa cerrar. Ćl dejó caer su rodilla, presionando mis bolas. De inmediato recordĆ© lo que hice a Haruki, comprendĆ lo noble que era Ć©l al permitirme causarle tal daƱo. Esto era un dolor indescriptible e intolerable. Por unos segundos, la idea de ser follado por Danijel me pareció que serĆa el cielo. Ya que eso significarĆa que esta tortura habĆa terminado. Si de algo hubiera servido, yo habrĆa gritado que me rendĆa, pero no era ese tipo de pelea.
Danijel sabĆa que tenĆa toda la ventaja sobre mĆ, su vista se recuperaba lentamente. Ćl era un gato, jugando con un pequeƱo ratón, no me noqueaba, porque querĆa seguir torturĆ”ndome. Me despojó de mi short rojo de licra, revelando mi glorioso pene en erección y procedió a humillarme. Me tomó de las bolas, sujetando fuertemente mi escroto y me arrastró por todo el octĆ”gono, llevĆ”ndome a cada esquina, levantando su brazo como seƱal de victoria mientras con la otra me mantenĆa bien agarrado. Esto es lo que yo habĆa hecho a otros hombres durante mis combates previos, era mi sello, mi movimiento caracterĆstico, y ahora Ć©l me lo hacĆa a mĆ.
La Ćŗnica diferencia era que yo lo hacĆa cuando los dejaba completamente dormidos, Ć©l lo hizo cuando yo estaba al borde de la inconsciencia para que pudiera darme cuenta y sentirme mucho mĆ”s humillado. Me puso de pie, levantĆ”ndome desde el suelo sujetĆ”ndome solamente de mi escroto, yo permanecĆa lĆ”nguido, torpemente me retorcĆa. Posteriormente, me cargó de forma natural bocarriba, una mano en mi espalda, otra en mi desnudo trasero, mi puntiaguda verga apuntaba hacia arriba como un mĆ”stil. Nuevamente, me llevó por todo el octĆ”gono para que la gente me viera. El āchistocitoā del DJ del lugar, puso la canción del Rey León.
Aquel era su sello, su movimiento caracterĆstico, por lo que lo llamaban aniquilador. Ćl dejaba caer al oponente mientras elevaba la pierna para patearlo en el aire, no lo hacĆa una sola vez, sino incontables veces. SegĆŗn supe, llegó a matar a algunos sujetos por hacer esto, los trataba como balón de fĆŗtbol y los golpes internos provocados por las patadas en el torso eran letales, Ć©l habĆa aniquilado gente. Por eso lo apodaban āVernietigerā. La multitud vitoreaba su apodo.
La humillación que Ć©l hizo, llevĆ”ndome arrastrado de las bolas por todo el octĆ”gono, me dio el tiempo para recobrar la conciencia. FingĆ estar lĆ”nguido cuando me hizo levantar de las bolas. Cuando Ć©l me iba a soltar agresivamente, yo forcejeĆ© y movĆ mi cuerpo hacia su espalda para caer por detrĆ”s. Ćl estaba predispuesto a patear al frente, no hacia atrĆ”s.
Al caer, como chango me agarrĆ© de su cuello y cara; con mi brazo comencĆ© a ahorcarlo en una llave mata león, mi agarre fue perfecto, fue la mejor llave que he aplicado en toda mi vida. Ćl no alcanzó a defender, fĆ”cilmente metĆ el brazo, con el otro fijĆ© el candado, fue sublime. CrucĆ© mis piernas al rededor de su enorme cuerpo como si yo fuera una boa constrictora. Intentó caminar hacia un extremo de la jaula para azotarme, no tuvo tiempo. En solo cuatro segundos, el gigante perdió el conocimiento, cayó primero de rodillas y luego de bruces al piso, conmigo abrazado en su espalda.
Un oficial tardó en entrar para verificar que Danijel estaba inconsciente, al parecer la mayorĆa de las apuestas iban hacia Ć©l. No les convenĆa que perdiera. Finalmente, lo comprobó y me levantó la mano. Gran parte del pĆŗblico vitoreaba, pero otros mĆ”s me abucheaban. Danijel era un hombre muy peligroso, quien nunca habĆa perdido, no podĆa dejar nada al azar.
Aprovechando que estaba fuera de combate, retiré su calzón negro, botas, rodilleras y vendajes. Utilizando también mis vendas, lo amarré. Lo senté en una esquina, por la espalda sujeté sus muñecas y un oficial me ayudó a fijar el vendaje el poste, por fuera. También amarré sus tobillos por separado, la misma persona colaboró para amarrar las vendas a los postes inmediatos laterales, para dejar a Danijel con las piernas abiertas, completamente desnudo y vulnerable.
Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a mà entre sus piernas, acuclillado. Sacudió su cabeza para espabilarse y al intentar moverse comprendió la situación.
āHey! āle dijeā. Ready for whatās coming?
āYou Fucker! Bastard! Son of aā¦
Sus improperios fueron detenidos en seco por una fortĆsima patada que le di. ClavĆ© mi empeine entre sus piernas abiertas, no solamente una vez, lo hice varias. Con mi pie desnudo palpĆ© sus grandes bolas peludas, las llevĆ© hasta el fondo de la lona y las aplastĆ© con mi peso, ojalĆ” fuera yo mĆ”s pesado. Mi otro pie lo apoyĆ© en su cara llevĆ”ndola contra uno de los muros metĆ”licos de la jaula. El tipo gruƱĆa y gritaba de dolor.
Enseguida, me ubiquƩ entre sus piernas y con cada una de mis manos sujetƩ una de sus bolas.
āLetās test your endurance, stud ādije sonriendo. De inmediato apretĆ© con toda mi fuerza. En menos de dos minutos, yo tenĆa al gigante chillando agudamente como un animal herido. La verdad yo mismo sentĆ que si no me detenĆa, iban a estallar entre mis dedos.
āĀ”Pleeeeaaaasssssse! Ā”STOP! āme dijo llorando desconsoladamente con el rostro descompuesto. Incluso estaba salivando. Me recarguĆ© de frente en la jaula, con una mano en la cintura coloquĆ© mi pelvis frente a su cara y acerquĆ© mi verga de 30 cm a su boca.
El hombre dócilmente la abrió y comenzó a succionar. Yo empujĆ© hasta obstruir su trĆ”quea y bloqueĆ© con mi mano los poros de su nariz. Danijel comenzó a sentir asfixia, intentó oponer resistencia. Cuando sus ojos se voltearon en blanco, yo retirĆ© mi pene y lo besĆ©, introduciendo aire en sus pulmones mientras aĆŗn mantenĆa cerrada su nariz. Luego de unos cuantos besos despertó respirando agitadamente con desesperación. Me parĆ© frente a Ć©l con las piernas abiertas y me masturbĆ©, hasta llegar al orgasmo.
Hacerlo fue fÔcil. ¿Qué tan seguido tienes a un macho tan musculoso, alto, fuerte y varonil, desnudo y derrotado frente a ti? La vista de su cuerpo colapsando; su enorme pecho respirando agitadamente; sus monumentales piernas abiertas y sus velludos genitales; todo me excitaba. Vacié el contenido de mis bolas sobre su rostro, quedó empapado en mi semen.
Con un chasquido de mis dedos ordenĆ© al oficial fuera de la jaula que soltara los amarres de Danijel de los tres postes, Ć©l aĆŗn mantenĆa las manos atadas en su espalda. Me coloquĆ© detrĆ”s de Ć©l, lo hice arrodillar, en seguida con una patada frontal lo hice caer de bruces, con su rostro pegado al suelo y el trasero levantado. CaminĆ© alrededor del octĆ”gono con mi verga todavĆa erecta, levantando mis brazos. El pĆŗblico estaba enloquecido.
SujetĆ© las caderas de aquel gigante alfa y lo ensartĆ© con mi espada de carne. Me sacudĆ con violencia, como si estuviera montando a un toro mecĆ”nico. FlexionĆ© ambos brazos mientras lo follaba. TambiĆ©n hacĆa ademanes de rodeo, como si me quitara un sombrero de vaquero o tuviera un lazo en la mano. Previo a volver a eyacular, sujetĆ© sus bolas, no las apretĆ©, solo querĆa reafirmar mi dominio, pude sentir que estaban duras como piedras, producto del daƱo causado por mĆ.
Pasados algunos minutos, mi pene comenzó a palpitar por su cuenta al interior de Danijel. Amo friccionar mi glande justo al momento de estar eyaculando, esos Ćŗltimos momentos de orgasmo son los mĆ”s placenteros para mĆ. Exclamando con un grito viril hacia el techo, me recarguĆ© unos segundos en Ć©l. Posteriormente, me puse de pie, me vestĆ con mi short de licra y abandonĆ© la jaula.
Con el dinero ganado apostando por mĆ, sumando mis ganancias como peleador, pude comprar mi salida de este circuito, mostrĆ© mis credenciales. Les hice saber que yo era un āniƱo bienā de MĆ©xico, que Ćŗnicamente querĆa divertirse, me permitieron irme. Danijel no fue el mismo, quedó quebrado. No volvió a ganar ninguna pelea y eventualmente fue retirado, no tuvo ningĆŗn daƱo fĆsico permanente, el daƱo fue psicológico y emocional. Hay muchos peleadores invictos que no saben lidiar con una derrota. Le pasó a āāRonda Rousey y a Ben Askren en la UFC.
SalĆ muy fortalecido y confiado de aquel enfrentamiento. Al correr peligro mi vida, mi cuerpo entró en un estado de brutalidad y supervivencia que desconocĆa. AprendĆ que el dolor en las bolas, en ocasiones, puede tolerarse y no es factor para perder una pelea de vida o muerte. Sobre todo, ya no se me hacĆa un nudo en el estómago al pensar en enfrentarme a Meindert MƤkinen.
Objetivamente, Danijel fue superior a mĆ, yo recibĆ mĆ”s daƱo. Si Ć©l en vez de humillarme al arrastrarme por todo el octĆ”gono, me hubiera pisado el crĆ”neo o dado un golpe mĆ”s en el mentón, yo hubiera quedado noqueado o incluso estarĆa muerto.
Fue un golpe de suerte el que me permitió estar en la posición adecuada para vencerlo. Pero ahora sabĆa que esa clase de suerte existĆa, y que podrĆa suceder lo mismo con Meindert. Sin importar que el rival fuera objetivamente superior, yo aĆŗn podĆa ganar. AdemĆ”s, ya no le tenĆa miedo a la muerte, si aquello llegara a ocurrir, yo lo aceptarĆa con total resignación.
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