AsĆ es Denise (host del noticiatio nocturno en tv nacional), a mis espaldas se puede ver el RĆo Zahuapan, este es el lugar donde hace unas horas, por la maƱana, fue encontrado el cuerpo sin vida del Fiscal de delitos sexuales del estado, Juan Carlos Cordero Carranco. El hecho ha provocado indignación en un sector de la población. El ahora occiso, formaba parte de la comunidad LGBT, muchos se preguntan si este fue un crimen de odio, ya que ademĆ”s se sabe que su cuerpo fue mutilado en el Ć”rea genital. La fiscalĆa del estado ya se encuentra investigando el caso.
Lo que ha encendido las alarmas es, que este es un duro golpe al sistema judicial. Cabe recordar que los fiscales cumplen, pues un rol importante en la impartición de justicia, Denise. Saber que su seguridad no estĆ” garantizada y que pueden ser vulnerables a este tipo de ataques, ciertamente hace tambalear al sistema de justicia del paĆs. Juan Carlos era hijo del Senador Cordero Arslan, ex secretario de gobernación y ministro en retiro de la Suprema Corte e hijo Ćŗnico de la prestigiosa empresaria Araceli Ćrsula Carranco Zabala. Por el alto perfil que representa, se espera que todo el aparato judicial de la nación se mueva para resolver este caso y esclarecer los hechos. Hasta aquĆ mi reporte, Denise.
āNo, noā¦. No⦠”Noooooo! āDiego grita con desesperación al sentir el helado metal del bisturĆ en su escrotoā. Ā”No te meterĆ© a la cĆ”rcel! Ā”Juro que no irĆ”s a prisión!
āEso, Dieguito, no te lo creo. En este momento, puedes decirme lo que sea, pero no puedes ofrecerme alguna garantĆa. No soy estĆŗpido.
āĀ”Por favor, Juan Carlos! Tienes que creerme, me irĆ© del estado, dejarĆ© el caso.
āSĆ, ajĆ”. DejarĆ”s pasar todo lo que aquĆ ha pasado y harĆ”s de cuenta que no sabes lo que sabes del Cazador de Gigantes. SĆ Ā”Cómo no! Ā”TĆ”pale el hocico, Gerrit, y córtale los huevos! āordeno a mi cómplice.
āĀ”En mi Drive, en la nube, tengo videos! āDiego grita con desesperación. En seguida me da su usuario de correo y su contraseƱa. Gerrit le cubre la boca con una mordaza de tela.
Yo salgo de la habitación y bajo a la sala. Desde mi telĆ©fono inteligente accedo a su correo electrónico. En la nube, encuentro algunos videos de las sesiones que Ć©l ha tenido con su terapeuta. En su mayorĆa, los videos datan de hace aƱos, se puede ver claramente en su carita redonda y en la aparición de tatuajes. Diego ha ido a terapia psicológica desde lo ocurrido. Al parecer no ha podido tener una relación sentimental con nadie, yo he sido a la fecha su Ćŗltimo novio. En los videos a grandes rasgos, puedo ver que Ć©l realmente estĆ” muy arrepentido de lo que hizo y que lo lamenta mucho.
Cambio la contraseƱa de acceso, por una que solo yo conozco. Se me pide verificación en dos pasos, vuelvo a la habitación, uso el telĆ©fono móvil de Diego y su huella digital para autorizar el proceso, comparto con otra cuenta mĆa los videos e incluso cambio su contraseƱa de iCloud.
Desde el principio lo tuve claro: no existĆa trato o dinero que yo pudiera ofrecerle. Por tal motivo, todo esto que preparĆ© junto con Gerrit, fue para quebrarlo, y llevarlo al punto en que fuera Ć©l mismo quien me ofreciera, a mĆ, un trato, y no solo eso, sino que tambiĆ©n me suplicara aceptarlo. DĆganme si no soy inteligente.
āEsto no me servirĆa ante un juez, por la forma en que fue obtenido, no es Ćŗtil ādigo a Diego.
āPero puedes filtrarlo a la prensa o redes sociales, me tienes en tus manos, por favor⦠Juan Carlos⦠no me cortes los huevos ādice rompiendo en llantoā. Yo lo siento, siento mucho haberte... hecho aquello. Te vi en televisión hace unos meses, cuando cerraste el caso de Enrique, quise venir a disculparme contigo, para eso es que vine a Tlaxcala. No sabĆa cómo hacerlo, asĆ que tomĆ© de pretexto ser el abogado del boxeador, Ć©l no me contrató, yo le ofrecĆ mis servicios.
āĀæY luego? āpregunto cruzando los brazos, en un tono de incredulidad.
āNo pensĆ© que me encontrarĆa con eso del Cazador de Gigantes y que tĆŗ te habĆas convertido en un violador.
Con furia, yo lo pateó en los testĆculos.
āDime la verdad, cabrón āgrito enojado y lo golpeo en la cara.
āĀ”Me daba vergüenza! Al tenerte frente a mĆ, no pude disculparme. Lo del Cazador de Gigantes, me permitió eludir mi responsabilidad. Si tĆŗ eras un violador, yo no tendrĆa que disculparme contigo. Lo usĆ© como justificación para mi orgullo. Pero ahora sĆ© que lo que pasó aquel dĆa, fue lo que te cambió, tĆŗ eras diferente, dominante sĆ, pero, eras un chico muy bueno y hasta algo ingenuo. Al contrario, yo soy el responsable de todo. Carlos, Charlie⦠mi Charlie, perdóname āDiego continĆŗa llorando.
Tiene aƱos que nadie me llamaba asĆ, esa es la manera en la que Ć©l siempre me llamó en privado, desde que tenĆamos doce, solamente Diego me llamaba Charlie.
āSe supone que tĆŗ debĆas cuidarme y protegerme de alguien como Jan, eras mi novio āgrito a Diego con la voz entrecortadaā. El hombre que yo amaba.
āĀæCrees que no lo sĆ©? Pero⦠¿Cómo iba yo a protegerte? Si de los dos, tĆŗ eras el mĆ”s fuerte, siempre lo fuiste. A pesar de ser mĆ”s alto y grande, yo siempre fui dĆ©bil y un estĆŗpido. Aquella misma noche discutĆ con Jan, yo no me sentĆa a gusto, Ć©l estaba, sospechosamente, demasiado satisfecho. En la entrada de esta casa, Ć©l y varios de sus guaruras, entre ellos uno enorme de mĆ”s de dos metros, me intimidaron. Jan me confesó que era hijo de una mafia europea y que si valoraba mi vida o la de mi familia, me iba a quedar callado y lo iba a ayudar a salir libre de esta. āDiego se sorbe los mocos, pero estos y las lĆ”grimas continĆŗan cayendo por su rostroā. Ćl pensaba hacerte la misma clase de amenaza, pero yo lo convencĆ de que no lo hiciera, le dije que habĆa otra manera. Fue cuando planeĆ© lo del jardinero y el discurso que te di en tu casa. Yo⦠quise de alguna manera protegerte, ya que no lo habĆa hecho cuando debĆa. Porque no sabĆa cómo podrĆas reaccionar, fue algo estĆŗpido, ni siquiera sĆ© si tuvo sentido, yo, solo no querĆa que supieras quien era Jan y el peligro que corrĆas.
Existe una razón por la cual, en todos estos años, yo no busqué vengarme de Diego. Es porque sé que lo que ahora dice, es verdad. Durante las pocas horas que convivà con Meindert, él me habló de aquel momento, de cómo Diego al final no estuvo de acuerdo y de cómo tuvieron que amedrentarlo y atemorizarlo para cooperar.
Yo sabĆa, siempre supe, que Diego no es una mala persona. Es un estĆŗpido, un idiota, acomplejado, pero, yo sĆ© que su corazón de imbĆ©cil, es mĆ”s noble que el mĆo. Si ahora me vengaba de Ć©l, si montĆ© todo esto, fue solo para poder salir librado de ir a prisión. Y sĆ, tambiĆ©n porque a pesar de todo, Ć©l me lastimó, como nunca nadie en toda mi vida lo ha hecho, y eso es porque yo lo amaba muchĆsimo.
Por primera vez en seis aƱos, desde aquel dĆa, yo, me permito llorar. LĆ”grimas comienzan a correr por mis mejillas y mi cuerpo tiembla al sollozar. No puedo retirar las manos de mi rostro, me levanto de la silla, camino hacia una pared, me recargo en ella y me dejo caer sentado al piso. Gerrit se arrodilla para abrazarme, pero yo lo rechazo, me pongo de pie y abrazo a Diego, con todas mis fuerzas, siento su pene en mi abdomen y apoyo mi cabeza en su pecho tatuado, Ć©l todavĆa estĆ” atado de los tobillos y tiene las manos amarradas en la espalda.
āPerdón, perdóname āmi exnovio no para de repetir.
Luego de unos de minutos, yo me tranquilizo, me limpio la cara y digo a mi cómplice:
āĀ”LibĆ©ralo!
No recibo la servil respuesta inmediata a la que estoy acostumbrado, me doy media vuelta y encuentro a Gerrit parado, Ʃl me mira con enojo.
āNo āresponde.
āĀæQuĆ© pasa? āpregunto desconcertado.
āYo no vine desde Europa para verlo reconciliarse con este cabrón āel muchacho me respondeā. Yo vine, para pasar el resto de mi vida junto a usted, Jager.
āGerrit, no es el momento, tĆŗ y yo, luego platicamos ādigo colocĆ”ndome detrĆ”s de Diego para liberar sus manos.
āAlto āgrita Gerrit, Ć©l corre hacia mĆ, me separa de Diego y me avienta contra una pared.
El holandĆ©s me coloca bocabajo, sosteniendo mis pies en posición de carretilla, yo sĆ© lo que va a hacer, Ć©l va a golpear por detrĆ”s mis colgantes genitales. Con mucha fuerza de abdomen, usando mi flexibilidad. Yo camino en reversa con las manos hasta sujetar con ellas sus tobillos. Con esto prevengo que me ataque. Tiene las manos ocupadas sosteniendo mis piernas y sus piernas ocupadas con mis manos. Gerrit suelta uno de mis pies para agarrarme de los huevos, yo aprovecho para estirar mi pierna, esta vez sĆ alcanzo a conectar con su rostro. Ćl trastabilla y termina cayendo de espaldas, liberando mi otro pie.
Yo quedo montado encima de sus piernas, sujetando todavĆa sus tobillos, apoyĆ”ndome en ellos, con las plantas de mis pies golpeo su entrepierna repetidamente, como si me encontrara en una escaladora. Gerrit grita con mucho dolor y queda tendido en el suelo en posición fetal, yo me levanto, corro a buscar en una maleta cercana algo que me sirva. Encuentro un cuchillo, con este corto las ataduras de Diego en sus manos, antes de que pueda soltar sus tobillos, escucho un extraƱo sonido y un hueco se forma en la pared detrĆ”s de Diego. Levanto la cara y encuentro a Gerrit sosteniendo una pistola con silenciador, mientras con la otra mano soba sus adoloridas pelotas.
āNo ādigo yo al tiempo que pateo el banco de metal entre las piernas abiertas de Diego y me paro en Ć©l, frente a mi exnovio, escudĆ”ndoloā. Si quieres hacerle algĆŗn daƱo, deberĆ”s matarnos a ambos.
āNo me obligue, Jager.
āĀæNo eres tĆŗ quien decĆa que me ama? ĀæNo me dijiste que juraste protegerme y dar tu vida por mĆ de ser necesario? ĀæPuedes tĆŗ, protegerme de ti mismo? ācuestiono al chico.
āEscĆŗchame, yo jamĆ”s podrĆa volver a tener algo con Diego, eso ya terminó. Es irreparable. El hecho de que lo perdone, no quiere decir que voy a regresar con Ć©l.
āĀæNo? āpregunta el chico con un tono casi inaudible, frunciendo la boca como si quisiera llorar.
āNo, Gerrit. Baja el arma, por favor ādigo, en mi mano sostengo un cuchillo, pero la verdad no estĆ” dentro de mis habilidades el uso de armas blancas, podrĆa arrojarlo y provocar que me dispare, sin siquiera yo atinarle. AdemĆ”s, yo jamĆ”s querrĆa hacer daƱo a Gerrit.
āTĆŗ sabes bien quiĆ©nes somos y quiĆ©nes son nuestros padres. No te conozco, pero piensa bien si quieres tener un problema de esta magnitud con nosotros dos. Piensa bien, muchacho, si quieres arruinar tu vida ācomenta Diego.
āGerrit, tu tĆo hizo mucho para garantizar tu seguridad y el que tuvieras una buena vida, no cometas un error que arruine tu vida, como nostros lo hicimos ācontinĆŗo con el discurso de Diego.
La mano del chico comienza a temblar, él desarma la pistola y arroja todo lejos. Se quita la bata quirúrgica, los guantes de lÔtex y sale de la habitación llevÔndose su condón usado. Por la ventana puedo ver que aborda su carro y se aleja del lugar.
Desato a Diego, ambos nos vestimos. En mi automóvil regresamos al estado de Tlaxcala. Pasamos a mi departamento, ahà yo le entrego una carpeta con todas las irregularidades, suficientes para reabrir el caso de Enrique. Al hacerlo, se pedirÔ la presencia de Yuki, dado que a este se lo tragó la tierra, en Japón. El boxeador quedarÔ libre, no por ser inocente, pero sà por negligencia en el procedimiento.
Explico a mi exnovio el peligro que corre Pepe Toledo al quedar libre Enrique, le digo que quiero confesarle, a Ć©l, la verdad, que fui yo quien lo violó. El abogado BolĆvar me da su respaldo. Semanas despuĆ©s, Enrique queda libre, al salir le confesamos la verdad. Diego y yo lo intimidamos, en conjunto, utilizando nuestro poder e influencia, ambos tenemos experiencia. Al parecer resulta, porque Ć©l toma un vuelo a los Ćngeles, con su familia, donde establecerĆ” su residencia definitiva. El boxeador es un hombre vengativo, quizĆ” intente algo contra mĆ en el futuro. Ya lo enfrentarĆ© en su momento.
En cuanto al detective Toledo. Gerrit, Alfonso y el mismo Diego le contaron la verdad. Finalmente, le quedó claro que no hay nada que pueda hacer en mi contra. Ćl ahora entiende algunas cosas de mi personalidad, sabe que yo jamĆ”s harĆa nada en contra de Pepe y que todo este tiempo, mis amenazas han sido vacĆas. Ya me ve con otros ojos. Aunque no hemos vuelto a ser amigos, por lo menos ya no me detesta, la convivencia en la fiscalĆa en general es bastante amena.
Diego y yo nos encontramos en la terraza de un lujoso restaurante; la luna llena enmarca la velada. Esta es su última noche en Tlaxcala, antes de regresar a Ciudad de México.
Yo cuento a mi exnovio, a grandes rasgos, sobre mi antiguo vecino y cómo le pedà que me ayudara.
āĀæEstĆ”s seguro de que puedes confiar en ese tal Haruki? Mi contacto dijo que a Yuki se lo tragó la tierra, estĆ” desaparecido, eso no es normal. ĀæNo crees que lo haya asesinado? ācomenta Diego.
Me echo a reĆr a carcajadas, aquello suena como un disparate. Haruki Sato tendrĆa que ser un desquiciado obsesionado conmigo como para hacer tal cosa⦠De pronto, la idea no suena tan carente de sentido.
āHaruki es una buena persona, un caballero āaseguro bebiendo de mi copa de vino, pero en mĆ se ha sembrado la semilla de la duda. TendrĆ© que indagar mĆ”s sobre mi vecino y quĆ© fue exactamente lo que hizo con Yuki, por supuesto, comprobar que este Ćŗltimo siga con vida.
āY luego, no puedo creer que no hayas despedido a Gerrit, ese muchacho es muy peligroso, pudo matarnos āDiego me reclama.
āEl chico ha pasado por muchas cosas, no puedo abandonarlo, Ć©l siempre estarĆ” bajo mi protección ārespondo.
āĀæQuĆ© tal que la misma mafia de Jan lo envió para hacerte daƱo? Dijiste que capturaron a su tĆo, pero, Āæno se te hace mucha casualidad que a Ć©l lo dejaran libre? Pudieron lavarle el cerebro, aleccionarlo contra ti, incluso su tĆo puede seguir vivo y lo tienen amenazado.
āDiego, ya. Basta. Deja de hacerte pelĆculas en la cabeza, capturaron a Meindert para que Gerrit pudiera escapar ādigo cortando con un cuchillo un trozo del filete que tengo en mi plato.
āMaƱana me voy, espero que todo vaya bien para ti, si necesitas algo, puedes contar conmigo ādice mi exnovio tomĆ”ndome de la mano, acariciĆ”ndome con su pulgarā. Me alegra haber podido solucionar las cosas contigo, creo que ambos podremos finalmente avanzar. Luego de lo ocurrido, creo que soy versĆ”til, me gustó, podrĆa decir que de cierta forma lo disfrutĆ©.
āMe alegro ādigo sonriendoā. Nuevamente, te pido una disculpa por todo lo de tu secuestro āyo devuelvo el gesto frotando tambien con mi pulgar su mano, Ć©l hace un ademĆ”n con su otro brazo para indicarme que no debo preocuparme, Ć©l no me guarda rencorā. Por ciertoā¦
āĀ”Por fin! Me da mucho gusto por ti, verĆ”s que te va a ayudar mucho āme dice mirandome con un brillo especial en sus hermosos ojos oscurosā. ĀæY quiĆ©n es?
āNo te lo voy a decir ārespondo mientras vuelvo a tomar asiento.
Es alguien de mi entera confianza, es una psicóloga de la fundación Carranco. Es quien estuvo atendiendo durante aƱos a los ocho chamacos que rescatĆ©. Ella sabe de boca de los niƱos, que no son ocho, sino nueve, quienes fuimos abusados por Jan De Bries y regresamos a MĆ©xico, y tambiĆ©n conoce el papel que yo juguĆ© en su rescate. Siempre fue discreta al respecto, no lo comentó con nadie, ni siquiera con mi madre. SĆ© que en ella puedo confiar, conoce parte de la historia, durante aƱos se ha puesto en contacto conmigo queriendo apoyarme, yo me habĆa negado. Tengo la certeza de que con su ayuda podrĆ© superar este desafortunado episodio. Quiero arreglar las cosas y vivir una buena vida a partir de ahora.
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